García consultaba con Dios antes de otorgar la gracia del
indulto o la conmutación a favor de los sentenciados que su gobierno iba
poniendo en libertad a un ritmo que se fue haciendo frenético: casi dos por día
en el 2008; alrededor de 8 diarios en el 2009;
aproximadamente 5 en el 2010; y más o menos 4 en siete meses del 2011.
Pero Dios no debe haberle estado escuchando o no estaría en
los problemas que se ve ahora cuando ni la promesa de volver a hacer crecer la
economía al 8%, ni los carteles apristas en el zanjón contra la reelección
conyugal, ni los temas de distracción que levanta la prensa amiga del
expresidente, logran sacar del foco de atención las reactivadas denuncias sobre
los narcoindultos y narcoconmutaciones.
Alan García debe estar lamentando hasta el fondo las
expresiones que ha dejado consignadas en las actas de la Megacomisión que
califican a Facundo Chinguel como un hombre probo, por el que sí pondría la
mano al fuego (como ya no lo hace por Del Castillo, Pastor o Garrido Lecca) y
que él revisaba personalmente todos los expedientes.
Cada una de estas palabras es un petardo que le está
reventando en la cara, por más que ahora aplauda la detención del exjefe de la
Comisión de Gracias y que se pretenda haber sido sorprendido en los documentos
que llegaban a su despacho. Cortar la cadena que jala de abajo hacia arriba la
estructura de lo que fue el régimen aprista va a ser muy difícil, aún cuando se
pueda decir que en el Ministerio Público y el Congreso hay verdaderos expertos
en investigar para no llegar a nada.
Si se mira bien, el tema de los narcoindultos y
narcoconmutaciones nos introduce en el lado más sórdido de un gobierno que ya
arrastraba grandes vergüenzas como las del FORSUR, los petroaudios, BTR,
decretos de urgencia, Agua para Todos, COFOPRI y otros. Pero pensar que decenas
de promotores estaban ocupados, sin que el país lo supiera, en difundir la
buena nueva de las gracias presidenciales al mejor postor, sería muy difícil de
creer si no hubieran tantas evidencias.
Y el caso es que lo que estaban ofreciendo era una firma
presidencial para salir de la cárcel, por lo que el mecanismo llevaba implícito
o que el gobernante era un perfecto distraído que estaba confiado en sus
oraciones o que era la cabeza de todo el tinglado que es lo que piensa la gran
mayoría de la gente. Así el hombre que se codeaba con lo mejorcito de la elite
económica global, que recibía en Palacio a miles de empresarios (entre ellos un
montón de tramposos), era también un turbio fisgón de las cárceles en busca de
narcos y otros reos pudientes que pudieran pagarles el precio de su libertad.
AGP debería consultar otra vez con Dios cómo hace ahora para salvarse.
27.06.13
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