¿Alguien cree que este gobierno puede llegar a cerrar el
actual Congreso para convocar una Asamblea Constituyente? Si tengo que dar
respuesta diré que definitivamente no, ni en mis más alucinadas fantasías
imagino que este gobierno siquiera llegue a “pensar”, como hizo con lo de
Repsol, una cosa de este estilo. Pero lo que si puede haber es interés en que
se discuta el tema y se le infle a través de rumores y declaraciones que no
comprometan a los voceros oficiales y que puedan ser desmentidas si el asunto
se pone caliente.
Es bastante obvio que un gobierno que no puede viajar donde
cree que debe hacerlo y estudiar una compra de activos petroleros para ver su
conveniencia, mucho menos puede atreverse a jubilar anticipadamente a la representación
parlamentaria (donde está el soporte de la clase política) y meterse con la
Constitución de la dictadura que es el marco legal de la actual relación de
fuerzas donde el poder político sólo tiene la autoridad que le permite el poder
económico y mediático.
El gobierno que no aguanta una campaña de prensa de una
semana, de esas en las que lo cuelgan diariamente por “no haber deslindado
suficientemente con el chavismo”, sería incapaz del chavismo supremo resumido
en el cambio constitucional. Pero si hay personas capaces de creerse de que
hemos regresado al imperio de Montesinos y hasta AGP asegura haber recibido la
versión que los asesores del presidente visitan al Doc., en la base naval para
pedirle consejos, entonces no hay nada de extraño que de ahí siga que se está
preparando otro 5 de abril, con su respectivo CCD, aunque en versión humalista,
es decir ni de derecha ni de izquierda, sino todo lo contrario.
La realidad del Perú es la un gobierno que pierde batallas
todas las semanas frente a una derecha agresiva que todo el tiempo le recuerda
que el presidente no le merece confianza y que tendrá que hacer siempre mayores
concesiones si no quiere que vuelvan a lincharlo. Es casi imposible suponer que esta ruta pueda
ser variada. Pero en el camino se arman otros combates en acusaciones cruzadas
de corrupción, denuncias de que el gobierno quiere sacar de carrera a los demás
para que su candidata salga adelante (como si es fuera todo el problema de las
elecciones), denuncia de espionaje y ahora, tal vez, el complot para cambiar el
Congreso.
Suena como que hubieran dos planos de la política nacional.
Uno en el que era el gobierno de la esperanza para muchos y del miedo para
otros, se convirtió en el prisionero de la derecha económica. En este plano
estamos ante lo mismo de hace 23 años. Pero hay otro nivel en el que parece que
cada fuerza y cada individuo se estuviera jugando la sobrevivencia. Al lector
invito a preguntarse cuál es el país real.
02.06.13
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