Toledo tiene razón cuando dice que no tiene
las manos manchadas de sangre y que cuando hubo la posibilidad de un choque
frontal contra los arequipeños, que su ministro Rospigliosi alentaba,
retrocedió demostrando que no era imposible desandar una privatización
comenzada si es que no había forma de convencer a la población para seguir
adelante.
Tuvo la tentación, es cierto, de convertir
el andahuaylazo de Antauro Humala, en su casa de los rehenes, y para eso envío
al general Williams que fue el responsable del intento de ataque a la comisaría
donde estaban atrincherados los rebeldes, que derivó en la muerte de policías
en un tiroteo confuso que parecía buscar algunos cadáveres para justificar una
masacre. Pero aún así, se detuvo a tiempo y no tuvo ni su baguazo, ni sus
penales.
Lo único malo es que Toledo hace recordar
que no fue un gran represor como otros presidentes, para iniciar una
intervención en la que debe dar cuenta de una operación tan enredada como su
propia vida, a partir de la cual una anciana que reside en un piso de clase
media baja en Bélgica, es ahora propietaria de una inmensa mansión en las
Casuarinas, de unas oficinas de lujo en San Isidro y de dos cocheras, todas los
cuales parece que no van a llegar a ser vistos siquiera por su propietaria.
Toledo no tiene las manos con sangre y
sobre su gobierno la gente no guardaba una memoria fuerte de corrupción (a
pesar de todos los arreglos oscuros de PPK), pero de pronto se ha hecho incapaz
de explicar de dónde salieron 5 millones de dólares para las compras
inmobiliarias; cómo fue que la señora Fernenbug se hizo inversionista; cuál ha
sido el real papel de Joseph Maiman que figura como avalista, pero está
perseguido en Israel por malas deudas; por qué Toledo y Eliane Karp aparecen en
varias etapas de las transacciones; etc.
Casi todo el país piensa que es corrupción
y hasta los más ardientes defensores de Toledo, admiten que no han terminado de
entender a su líder. Pero quizás lo más curioso de esta historia es que la
conducta normal del corrupto es llevarse la plata del país y esconderla a
nombre de testaferros que no puedan ser relacionados directamente con el
bandido. El “cholo de Harvard” ha seguido la ruta al revés, trayendo un dinero
que nadie hubiera podido creer que estaba a su alcance, colocándolo a nombre de
alguien de su familia. ¿Cómo se explica algo como esto?
No se
lo permito
En la frase que mencionamos al inicio hay
de todos modos una dosis importante de soberbia, con la que le está diciendo a
los fujimoristas y apristas, sus principales adversarios, que ellos sí están
marcados por diversos crímenes. Pero en la medida en que el laberinto de sus
afirmaciones y autodesmentidos lo ha ido acorralando, Toledo ha invitado a los
que si tienen las manos manchadas de sangre y corrupción, a que olvidemos el
pasado y volvamos a abrazarnos.
Y, por supuesto, esto ha sido como una
orden de fusilamiento. Acabó el Toledo “salvador de la democracia”, y quedó en
la cancha uno que está pidiendo que lo perdonen por sus olvidos y mentiras. Es
como cuando descubrió en abril del 2000, que no iba a ser el constructor del
segundo piso fujimorista sino el líder del movimiento para sacar al
re-reeleccionista del poder. De inmediato se adaptó a la situación y se colocó
en la frente una vincha de batalla que conservó por varios meses. Ahora está de
regreso de ese personaje, tanteando uno conciliador, dispuesto a perdonar si es
que lo perdonan. Y a ese le está yendo pésimo.
La fórmula famosa de “no se lo permito”,
que también usaba en los días del secuestro del Melody y más tarde en el caso
Zaraí, con la que Toledo exige que se respete el valor de su palabra, es típica
del drama de credibilidad que lo rodea. Sabe que no convence pero pretende
tener alguna autoridad para prohibir las dudas. Por supuesto que al final tiene
que permitir que lo hagan leña apenas todo el mundo entiende que no tiene cómo
defenderse.
Una
muerte política
Las posibilidades de que se pueda demostrar
la ilegalidad de los dineros usados por la suegra de Toledo son limitadas. Va a
quedar siempre una interrogante feroz acerca del origen de esta fortuna hasta
ahora desperdiciada en inmuebles que nadie ocupa. Algunas hipótesis que se
barajan apuntan a que el mecanismo utilizado podría ser una modalidad de
blanqueo de dinero del Maiman que este no quiere admitir como propio. Los
Toledo habrían querido ayudar al amigo que tanto los apoyó actuando como
testaferros de sus últimos millones.
Otra especulación va por el lado de que
estos podrían ser dineros recaudados en campaña electoral y no devueltos, lo
que podría venir desde fecha tan lejana como el año 2000, cuando se habló que
Toledo se quedó con la mayor parte del aporte de Soros para los Cuatro Suyos.
Finalmente hay quienes dicen que el “cholo” puede haber justado esa plata de
diversas formas, pero que el objeto de poner a la suegra en primer plano sería
para convertir a Eliane y Chantall, en las herederas universales de los bienes.
Lo malo para Toledo es que no existe una
hipótesis sobre un acto de buena fe detrás de esta estrambótica compra. No hay
manera de darle lógica a la idea de la señora Eva llenándose de propiedades en
un país lejano a la edad de 86 años; de bancos y financias sosteniendo este
proyecto; y del distraído yerno que no supuso que esto terminaría en un
aniquilador escándalo político. Puede Toledo hablar de sus manos, su conciencia
y sus sueños políticos, pero no se va a quitar la imagen de un hombre metido en
cosas turbias, mientras los peruanos tenemos los problemas que tenemos.
Eso nadie se lo va a perdonar. Ni por los
viejos tiempos.
23.06.13
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