lunes, junio 10, 2013

La que se viene después del no indulto

Tenía la casi certeza que Ollanta Humala no indultaría a Fujimori, porque equivaldría a correrse a un extremo del escenario político y perder la identidad política aparentemente centrista que adoptó después de las elecciones. Pero tenía demasiadas dudas de que se atrevería a decir un no rotundo que lo enfrentara al otro lado y pensaba que alargaría la decisión todo lo que pudiera y que difícilmente haría mención a aquello que a los fujimoristas, públicos o encubiertos, menos les ha gustado que es a la gravedad de los crímenes que pesan sobre el condenado y a su falta de arrepentimiento sobre su responsabilidad en los mismos.

Bien, a pesar de los pronósticos el presidente tomó una decisión como no lo había hecho a lo largo de su gobierno, es decir sin poner los ojos en la derecha y sus medios y tratando de guardar alguna coherencia entre el Ollanta original y el que exhibe una banda roja y blanca. Porque efectivamente hubiera sido un remate fatal para la historia del nacionalismo que el insurrecto de Locumba que exigía la cárcel para los corruptos y los que distorsionaron el papel del Ejército, haciéndolo parte de crímenes y fechorías, cayera en la trampa de la falsa conmiseración para liberar al jefe de la banda que nos gobernó en los 90.

El no indulto es por supuesto una ruptura de palitos con el fujimorismo a la que seguramente se va a plegar el APRA. Ya encontrará AGP la manera de conectar la negativa de Ollanta con el chavismo y la reelección conyugal, así como al intento por inhabilitarlo por su propia corrupción para detener su impetuosa candidatura hacia el 2016. En fin, la política peruana siempre se presta para la farsa. El mejor ejemplo son estos meses en los que la maquinaria naranja ha querido meter en el país, mediante todo tipo de teatralizaciones, la idea de que Fujimori estaba en las últimas, para despertar sentimientos de lástima y poner al presidente contra la pared.

El punto es que acabó una etapa. Y Humala tratará de que pase esto lo más rápido posible con la menor reflexión y debate entre las partes. Después de todo en lo que estaba es en lo que tenía que darle a los empresarios para recuperar su confianza. Y, claro, como que el no indulto no encaja muy bien, sobre todo teniendo en cuenta el profujimorismo de la CONFIEP y otros gremios empresariales.  Pero ahí vamos, y el cálculo debe ser que lo que se impondrá es el pragmatismo y que el hombre de la DIROES bajará muy pronto del primer plano de las noticias. Todo esto si Keiko, Kenji y los demás asimilan su derrota y no deciden cobrársela al presidente. Y eso está por verse.

 10.06.13

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