Si existe un
círculo de los cínicos en el infierno ahí irá a parar el pastor Lay que hizo
todo lo posible por andar al mismo tiempo de la mano de Dios y la del diablo,
para terminar siempre alineado con las peores causas. Fue así miembro de la
Comisión de la Verdad y aparente referencia del nuevo diálogo de católicos y
protestantes, para derivar más adelante en candidato fallido a las
presidenciales del 2006 y a las municipales de ese mismo año y el 2010, dejando
al garete a sus parlamentarios y regidores una vez electos.
En el 2011, el
evangélico sintió que lo más afín a sus creencias era PPK y su sancochado por
el Gran Cambio, y llegó finalmente al Congreso donde la adulonería de siempre
lo trató con especial deferencia aparentemente por su condición de religioso y
persona mayor, y pasó por alto las denuncias que llegaban de sectores de sus
partidarios sobre malos manejos de los recursos de las campañas y tratamiento
autoritario de las diferencias.
Unánimemente fue
consagrado presidente de la Comisión de Ética en el 2011 y ha mantenido el
cargo hasta el presente. Y por si alguien podía tener duda de su imparcialidad
por ahí fueron quedando sus sanciones a Anicama, Romero, Chehade y otros
nacionalistas que parece que molestaron al presidente sobre todo por el número
y el escandalete, a algunos fujimoristas y a otros de tercera línea de varias
bancadas como para que se diga que había cierto equilibrio.
Pero obviamente
por estos detalles no es que pasará a la historia. Lay se irá de este mundo con
la conciencia sucia por la manera tortuosa como manejó la sanción contra Javier
Diez Canseco. En ese punto su cinismo y su afán de quedar bien con los
“importantes” fueron singularmente rastreros. Seguramente imaginó que Javier
estaba aislado por su ruptura con Gana Perú y cuando vio venir la orden de
Palacio para castigar al izquierdista otorgó el voto que no quiso dar en la
Comisión y que lo llevó a abstenerse de fundamentar el veredicto sin ética que
quedo encargado, quizás por ironía, a un pobre diablo que apellida Díaz Dios.
Luego han sido
las exculpaciones de Kenji Fujimori, asociado a una empresa que hace
contrabando y ayuda a pasar droga, al que ni siquiera le han preguntado de
dónde sacó el dinero para invertir en ella; o a Velásquez Quesquén que asumió
directamente la defensa de los intereses de la Universidad San Martín en el
Congreso; o a Melgar Valdez que sigue amenazando gente en Huaura para que no le
quiten el control de la distribución de agua; o a Grandez que echó la culpa a
su mamá de 80 años del prostíbulo de menores que regenta con su familia. Esos
son los verdaderos santos de don Humberto Lay.
12.05.13
www.rwiener.blogspot.com
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