Hace algunas semanas este periodista que escribe
fue virtualmente fusilado por hacer una denuncia sobre uno de los actuales
gerentes de Petroperú que viene litigando contra la SUNAT por una deuda
tributaria que se resiste a pagar y por señalar la manera poco trasparente como
ha ido favoreciendo a otros colegas de su mismo nivel jerárquico con el ascenso
de sus familiares. Aparte de la respuesta del aludido, la gerencia de
administración envió otra carta para limpiar a su colega y en medio de todo
hubo abogados y relacionistas públicos para responder en nombre de la empresa
por los asuntos personales del denunciado.
Cualquiera podía apreciar que ya no había
necesidad de probar que el señor de la deuda y los ascensos era un hombre
poderoso. Pero, como va la historia, habría que agregar que el caso no es una
anomalía del sistema, sino que tras la salida de Campodónico de la presidencia
se ha consolidado una red gerencial de personas cercanas a la jubilación que
hoy tienen el virtual control de la empresa, empezando por la presidencia
ejecutiva ejercida por el exgerente general. Que todos ellos se ayuden y
protejan parece casi obvio en una situación así. Después de todo se trata de
funcionarios que vienen de los años 70 y 80 y pasaron muy orondos por la etapa
de la privatización, con una sola regla invariable: seguir en Petroperú
En el actual Congreso hay un personaje que
participa de este espíritu, por los muchos años que paso en la empresa
petrolera del Estado, se trata para mayores señas del congresista Santiago
Gastañadui, casado con una prima de la primera dama. Los que saben de estas
cosas indican que fue él quien colocó a Héctor Reyes Cruz, como presidente y
discutió las nuevas gerencias. Ahora todos esos tipos son los que han hecho la
llamada “evaluación seria” para descartar la compra de los activos de Repsol,
preanunciada por una inolvidable declaración de Nadine Heredia, cuando otros
miembros del gobierno insistían en lo bueno del negocio.
Claro que si vamos a ser sinceros, a los
gerentes petroleros lo que menos les interesa son los cambios y los riesgos de
la empresa que les paga bien, y de la que depende su inminente jubilación, sin
mencionar la probable subsistencia de redes de corrupción. Entonces si se les
pide números para que no vaya una compra no hay duda que van a encontrar la
forma de expresarlo, como si se tratara solamente de un tema de cuánto piden
los españoles y cuánto vale la empresa, y no de la posición de Petroperú en el
mercado petrolero nacional e internacional, y de la política energética del
Estado para los siguientes años.
04.05.13
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