Ollanta Humala pareció que había encontrado la fórmula justa
para explicar su gobierno con aquello de que a veces gobernamos hacia la izquierda
y otras hacia la derecha. Han pasado varias semanas desde esa declaración, y lo
que ha ido ocurriendo desde entonces invita a creer que el presidente debería
afinar su concepto.
El actual estilo de gobierno podría ser mucho mejor descrito
diciendo más bien que en algunas ocasiones los actos de Humala comienzan hacia
la izquierda, moderada, tímida o como se quiera, pero que luego de un juego de
tensiones termina invariablemente cediendo a la derecha,
la que no sólo no agradece el recule sino que refuerza su idea de que si no es
a encontronazos el nacionalista se les podría ir a cualquier parte.
En resumen, no se trata de un gobierno que oscila, sino de
uno que capitula cada vez más, aún a sus más débiles iniciativas progresistas.
La forma como se ha agarrado de la Alianza del Pacífico, para que le crean que
no hay acercamiento con Venezuela da una idea de lo que estamos hablando. Y lo
mismo se puede decir de la manera tan discreta como Castilla se lo ha llevado
de la mano desde sus sueños de fortalecer Petroperú al tema de darle muestras
de confianza al capital privado.
Cuentan que en una reunión entre la pareja presidencial y un
viejo amigo de las dos campañas electorales, la pregunta que Ollanta puso sobre
la mesa fue ¿por qué crees que me ataca tanto la derecha y por qué no me apoya
la izquierda? La respuesta, por supuesto, es que el gobierno ha partido del un
error de imaginar como invencible al sector que exhibe medios de comunicación
que suplantan la opinión pública, agita dinero asegurando que no invertirán si
no le dan lo que quieren y tiene políticos de reserva que hacen todo lo posible
por ocupar los espacios que se les dejan libres.
Esa derecha quiere dos cosas: que Humala les sirva tanto
como sea posible, para luego echarlo a un lado para recuperar el poder
plenamente. Entonces, si lo atacan es para no darle tregua y justamente para
que no oscile, como quisiera, pero también para desgastarlo en camino al
próximo recambio. Y la izquierda que fue traicionada por el presidente porque
ya no le servía a sus planes, ¿se va a suicidar tomando en serio alguno de sus
recientes amagues?
Es Ollanta el que escogió el camino de ceder ante sus
enemigos, que a su vez no ceden ante él. Y de abandonar su programa y los
sectores que lo ayudaron a redactarlo y ganar las elecciones. No debería
extrañarle que con 50% de popularidad haya momentos en que se sienta solo.
26.05.13
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