Lo único que hay de súbito en el caso de las investigaciones
sobre corrupción del segundo gobierno de Alan García es que no hace mucho se
hicieron públicas parte de la relación de 5,500 narcoindultos y
narcoconmutaciones que se aprobaron durante su gobierno.
En ese instante el país que discutía temas de inseguridad
ciudadana y crecimiento del crimen organizado, sintió asco por la posibilidad
de que su clase política descendiera tan abajo como para negociar la libertad
de individuos que representaban un peligro para la sociedad, a cambio de
dinero.
Fue entonces que el ego colosal empezó a descubrir varias
cosas: (a) el gobierno al que le expresaba abiertas simpatías mientras su
minibancada lo fastidiaba desde el congreso de la mano con el fujimorismo,
estaba en realidad paralizando las inversiones y haciendo repartos a los pobres
en un estilo puramente chavista.
(b) la investigación sobre su gestión de gobierno a través
de la llamada megacomisión que había sido anunciada desde la campaña electoral
era un ingenio maquiavélico para sacarlo de la carrera electoral, porque él se
oponía a la “reelección conyugal”, que como se sabe es también puro chavismo.
(c) la denuncia sobre los proyectos de “agua para todos” que
el congresista Wong, amigo de García, filtró a la prensa cuando había un
acuerdo de confidencialidad sobre el tema, era otra maniobra de tipo chavista
para tapar el sacrificio de la cabeza del canciller Roncagiolo para satisfacer
al presidente Maduro.
El esquema de respuesta por supuesto no es original. Ya se
usó para las elecciones del 2006 cuando AGP pedía una polémica con Hugo Chávez
que era, según él, el verdadero candidato con el que estaba disputando el
gobierno del Perú. La jugada le sirvió para desviar la atención, que es también
lo que está buscando en este momento, con la complacencia de la prensa de
derecha que le brinda toda la tribuna que necesita mientras escabulle los
puntos de las denuncias que lo comprometen.
Tan teatralizado es el asunto del supuesto chavismo, que
García escogió una reunión de solidaridad con parlamentarios venezolanos de
oposición para victimizarse después de la filtración del informe sobre el agua
y ni siquiera percibió que cuando decía que lo estaban usando de “cortina de
humo”, también podía entenderse que el mismo se valía de los asuntos del otro
país para hacerle “cortina” a los escándalos que lo afectan.
El hecho es que estamos en el pulseo definitivo para saber
si habrá tratamiento serio sobre los hechos irregulares y no aclarados del
período 2006-2011, o si García conseguirá otra vez burlarse del país mientras
continúa su marcha a convertirse en uno de los hombres más ricos del Perú,
secundado por cierta prensa que está segura que entre nosotros la impunidad
siempre se impone.
21.05.13
www.rwiener.blogspot.com
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