Cuando los dueños del diario El Comercio decidieron contratar
a Bayly para que hiciera de sicario mediático en la televisión contra la
candidatura de Ollanta Humala, estaba a pocos días de dar a conocer la llamada
Hoja de Ruta y del juramento de San Marcos con la presencia de Vargas Llosa.
Pero ni una ni otra circunstancia los arredraron para seguir en la campaña de
demolición que habían iniciado.
Para ellos sólo había una ruta y esa era la que expresaba la
candidatura de Keiko Fujimori con su promesa de regreso a los años 90 y un solo
juramento que era mantener invariable el programa neoliberal que ya lleva más
de 20 años. Pero perdieron y entonces voltearon la cabeza y empezaron a repetir
que ese Humala, al que de buena gana le hubieran colocado una bomba, era en
realidad alguien que ya se había casado con ellos en la famosa hojita que
ofrecía el respeto a los contratos, como dice Alfredo Bullard, el sábado en el
diario decano, en la que le recomienda al presidente olvidar a su vieja amante,
la gran transformación.
Pero el editorial del domingo va aún más lejos. A la fórmula
presidencial de buscar un mayor equilibrio entre el Estado y el mercado y su
remembranza a épocas en que hubo excesos de un lado y del otro, El Comercio
contesta haciendo comparaciones de cifras, como si el desastre de los 80 fuera
responsabilidad de las reformas de Velasco y como si el fujimorismo fuera la
vía asegurada al crecimiento. En realidad vuelve sobre una supuesta oposición
entre el Alan García del primer gobierno y los gobiernos que lo siguieron, y
como si los votos que recibió Humala hubieran sido para repetir a Fujimori,
Toledo y García II, cuando fue todo lo contrario.
La falta de respeto al electorado que representó el olvido del
programa histórico del nacionalismo, sin consulta con los votantes, el partido
o los equipo técnicos, y el continuismo económico a cargo de personal de
confianza de los grupos de poder y los grandes medios fue saludado por la
derecha como un giro propio de la democracia, cuando ellos sabían muy bien que
tras de eso estaba la presión mediática y la amenaza del boicot económico. Así
se inventaron un nuevo Humala y lo explicaron con la Hoja de Ruta, como si se
hubiese tratado de la epifanía del candidato que se acercaba a la presidencia.
El problema es que ellos mismos asumieron que con controlar al
presidente lo controlaban todo. Y ahora están empezando a preocuparse porque en
algunos puntos sensibles su creación se le está empezando a escapar de las
manos. Por eso Bullard le recuerda lo de las esposas y El Comercio grita contra
los equilibrios. Cuando la regla debía ser todo hacia un solo lado.
29.04.13
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