El juez
impresentable, Malzón Urbina, no sólo atropella el derecho, la autoridad
municipal, los sentimientos de la población por erradicar el foco infeccioso de
La Parada, la lógica y el lenguaje. Va
más allá de eso y convierte a una sola persona, a doña Ida Obdulia Ávila
Sedano, según dice dirigente de la Asociación de Concesionarios del Mercado
Mayorista Nº 1 La Parada, de la que no especifica qué cargo ostenta y el poder
otorgado por otros para litigar como representante de otros comerciantes.
El juez desconoce
que la gran mayoría de comerciantes mayoristas está trabajando en Santa Anita
desde hace meses y no han acompañado el reclamo de Ávila Sedano. Asimismo que
la mayoría que permanece en las posiciones originales son minoristas. De otra
parte el juez parece no haber leído lo que la señor Ávila sostenía hasta la
fecha del traslado era que no estaba en contra de Santa Anita pero que tenía
objeciones, que le permitían ganar tiempo. Algo parecido a los empresarios del
transporte capitalino que aseguran no oponerse a la reforma, pero le meten cabe
como pueden.
El juez Malzón ha
hecho una teoría de la donación-posesión que sorprende por su audacia. Si la
voluntad del donante era construir un mercado moderno y eficiente, y el receptor
de la gracia no puede hacerlo en La Parada por el lugar donde está ubicado y
los vicios que ha acumulado, su obligación es buscar un nuevo local y mantener
el propósito. Lo confirma el apoyo de la familia descendiente del donador que
está de acuerdo con el traslado. Pero Malzón va más allá, convierte a los
concesionarios en “posesionarios”, como si estuvieran ahí por abandono del
municipio y ellos encarnaran la voluntad del donante. Y luego les aplica las
reglas de la posesión, es decir los trata como ocupantes de hecho, beneficiados
por el tiempo y que pueden resistir por la fuerza a quienes pretendan
desposesionarlos (considerando 24). La idea es audaz y lleva implícita la
justificación por la contratación de delincuentes para evitar la acción de la Policía
y los enfrentamientos que ocurrieron en Octubre.
Malzón además se
manda por el tema de los “contratos” que supuestamente viola la Municipalidad
al trasladar a los comerciantes. Pero aquí hay una flagrante contradicción: no
se puede ser “posesionario” (de hecho) y a la vez exhibir contratos. Y si hay
algún compromiso entre mayoristas y el Concejo de Lima, es para que los
comerciantes prosigan su labor en forma pacífica, lo que se cumple al
desplazarlos a Santa Anita donde se está haciendo la misma actividad que en La
Parada. Pero Malzón asume que es un “desalojo”, ¿cómo lo sería si la mayor
parte de comerciantes está contenta y sigue trabajando en Santa Anita y doña
Ida sigue en su paradita tan tranquila sin que nadie la bote?
O4.04.13
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