Como dice una
reputada especialista en temas de conducta, una de las características del
expresidente Alan García es que confunde inteligencia con
astucia. De ahí que haya decidido pasar bruscamente de la táctica de aceptar
que se le investigue y de asistir muy orondo a las citaciones de la
megacomisión, a una obviamente desesperada maniobra de buscar ampararse en
otras entidades del Estado para que le ayuden en el propósito de paralizar las
investigaciones.
El recurso a la
Defensoría del Pueblo indica que García es muy consciente de haber quemado a
sus aliados en el Ministerio Público que hoy están en boca de todo el mundo por
el repetido archivamiento de denuncias contra miembros del anterior gobierno.
Por eso busca comprometer a una institución con imagen de mayor autonomía. Pero
aprovecha el documento para invocar al Poder Judicial (caso Diez Canseco), al
Tribunal Constitucional y a la Corte Interamericana, anunciando los distintos
frentes que está dispuesto a abrir para que no le sigan escarbando sobre los
discutibles milagros de los años 2006-2011 cuando se liberaron más de 5 mil
presos, la mayoría de ellos por delito de narcotráfico; se dictaron decretos de
supuesta urgencia con el único propósito de gastar dinero y se favoreció
regularmente a un mismo grupo de empresas constructoras; se sobrevaloró obras;
se mantuvo extrañas relaciones con chuponeadores telefónicos y se manipularon
las pruebas del caso petroaudios; se mintió al país sobre los programas de
agua; etc.
García dice
ahora que se violan derechos al preguntársele sobre esas cosas. Y exige que
sólo se haga cuando haya una acusación concreta. Existen, sin embargo, indicios
de delitos y elementos que señalan que el presidente tendría que estar enterado
de lo que ocurría en estos casos especialmente en el de los narcoindultos y
narcoconmutaciones que se ejecutaban con su firma. García sin embargo cree que
una Comisión Parlamentaria es un tribunal donde los delitos deben ser
tipificados. Lo interesante era que él había aceptado ser investigado. Y otra
vez había dicho en tono jactancioso que quién no la debe, no la teme. Y ahora
de muere de miedo.
El documento
publicado por LA PRIMERA, muestra hasta dónde ha caído el García posterior a
las revelaciones sobre cómo se abusó del derecho de gracia. En vez de explicar porqué
hizo la barbaridad que hizo, pide que le especifiquen los casos para
preguntarle sobre el asunto. Astucia sin inteligencia: porque hay un delito ya
en el número de indultados y conmutados, y en el otorgamiento de perdones a
personas acusadas de delitos como el narcotráfico y las violaciones, que no
podían ser beneficiadas. Y hay decenas de casos flagrantes que están en los
medios todos los días y que deben estar despertando al ego colosal cuando
intenta dormir por las noches.
24.04.13
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