Esta vez me tocó ser testigo directo de lo que
pasó el último sábado en Cieneguilla. Tres periodistas de distintos medios
fuimos invitados por Transparencia a exponer sobre el tema “Los periodistas y
el Congreso”, ante la bancada de Gana Perú. Estuvimos por la tarde y nos
retiramos poco después de las 7 de la noche. Una hora después llegó Humala para
reunirse con sus congresistas.
Sobre qué trataron no tengo la menor idea. Pero
podía ser sobre cualquier cosa, entre ellas el trabajo de la Megacomisión, el tema
de los narcoindultos y las narcoconmutaciones o sobre el destino político de
Alan García después de las investigaciones. ¿Qué problema hay en eso? Pero 30
minutos después de la llegada del presidente a Cieneguilla se trasmitió por las
redes el mensaje de García de que había descubierto una reunión secreta en la
que se conspiraba contra su persona.
Obviamente alguien le había pasado el dato del
ingreso del presidente al centro de esparcimiento. Y, como el hombre tiene el
ojo lleno de sangre por los descubrimientos que han habido en relación a su
política de excarcelación masiva de delincuentes y narcotraficantes, y las
sospechas que tras de eso había una tremenda cadena de corrupción, su única
alternativa es y va a seguir siendo la de victimizarse y presentar la denuncia
como un obstáculo para su proyecto de regreso al poder.
Alan ha perdido la capacidad que todavía tienen
otros de decir que lo están pensando, no está en su agenda u otras fórmulas por
el estilo. Pero no es porque sus ambiciones sean más aceleradas, sino porque no
le queda otra que vender a los cuatro vientos que las denuncias que están
apareciendo van porque es el gran candidato, que según las encuestas anda por
el quinto puesto de las preferencias.
Entonces la misteriosa reunión de Cieneguilla
tiene que ser contra él. La preocupación nacional de que nos estemos acercando
a un destape de magnitud que muestre que los años del crecimiento y la
inversión, fueron también los de la megacorrupción y narcotización del Estado,
le aterra y por eso busca desesperadamente como politizar sus problemas. Lo que
apena es que los oficialistas den tantas explicaciones: que si jugaron fútbol,
que si hablaron de la luna, cuando nadie les puede recriminar reunirse o
debatir sobre cualquier tema.
El APRA ha creado una
intriga de última categoría, pero lo más gracioso es ver a los escuderos del
expresidente: Mulder y Velásquez Quesquén, queriendo acomodar las cosas para su
jefe. El primero diciendo que los nacionalistas nunca se reúnen, así que si lo
hacen debe ser contra AGP. El segundo que tiene pruebas que no muestra sobre lo
que dijo Tejada. ¿Hay alguno de Gana Perú grabando a sus compañeros como le
hicieron a Castañeda?
17.04.13
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