Para saber que el contrato de capacitación
antisubversiva para el VRAE (ahora VRAEM), suscrito en 2009 con una empresa israelí fue siempre una
farsa basta con recordar lo que pasó en Kepashiato en abril del año pasado.
Obviamente no había habido ninguna capacitación, como que se recurrió a
novatos, ni mejora en las técnicas de enfrentamiento, ni nada de nada.
Lo que los israelíes saben de guerra en el
desierto, bombardeos de poblaciones civiles y servicios secretos que asesinan
por el mundo, no parecía el tipo de materias que se requería en las selvas del
río Apurímac y el Ene, pero a don Rafael Rey lo convencieron, como él mismo
dice, casi en un toque, de que esta era la empresa que estaba buscando.
Por eso no hubo ninguna competidora al
momento de la selección, porque se suponía que sus capacidades eran únicas y
eso justificaba diversos forzamientos
como su inclusión manu militarí en la lista de proveedores del Estado, su
inscripción para actuar en el país posterior a la firma del contrato y las
facilidades que el Banco de Comercio (de propiedad de las Fuerzas Armadas)
otorgó para la emisión de los avales.
Pero luego está todo el tema acerca de lo
que hizo con los más de 15 millones de dólares la empresa que aún hoy defienden
Rey, Tubino y otros que estuvieron en la
colada y ahí es donde la Contraloría dice que no llegó personal experimentado
para los entrenamientos, ni se hicieron los documentos de planificación que
estaban comprometidos y se acompañó a los informes con textos del propio
Ejército peruano.
Es decir cero, como se ha hecho gráfico en
el avance y consolidación del territorio en manos de los hermanos Quispe
Palomino, y en célebres papelones como el del falso rescate de los trabajadores
rehenes en La Convención, la intervención en Ranrapata que se saldó con la
muerte de una niña de seis años, la persecución de “pioneritos” que no lo eran,
etc. En resumen ninguna idea clara o aclarada por la asesoría israelí.
Pero si todo suena a cuento chino, como
aquel de los tanques que marcharon en Lima y después no se compraron, y es
además propio del estilo García y de la incompetencia de Rey, lo que colma la
nota es saber que el intermediario de esta estafa era nada menos que el
novísimo experto militar Hernán Garrido Lecca, también experto en vivienda y
agua (se le debe la no reconstrucción del sur), hospitales (de la mano con Rómulo y Canaán), en bancos
(trajo al Azteca y formó con los chilenos el República que después quebró, etc.
El tipo al que García convocó para que le contara
como eran las cosas corruptas en el fujimorismo, también metió las manos en el
VRAEM. Eso aclara todo.
16.02.13
No hay comentarios.:
Publicar un comentario