miércoles, febrero 27, 2013

El malinterpretado

Vaya uno a saber lo que quiso decir Raúl Diez Canseco cuando aseguró en televisión que dirigentes del APRA, le habrían tratado de convencer para participar de un complot para reemplazar a Toledo en la presidencia, lo que suscitó un escándalo en las filas de Alfonso Ugarte donde los emplazamientos más amigables señalaban que no fuera cobarde y diera los nombres y otros que era a él y no al presidente al que el APRA quería sacar del lado. Alan García por su parte ha aprovechado las circunstancias para hacer teoría de la conspiración y para culpar al omnipresente Favre de esta situación en la que los apristas tienen que responder a acusaciones de hechos pasados en pleno proceso de la revocatoria.

Pues bien, el exvicepresidente que renunciara en el 2003 en medio de un feo escándalo de amor otoñal y favorecimiento impositivo a su futuro suegro, acaba de dar marcha atrás sobre sus propias palabras. He sido malinterpretado, advierte, pero lo que nadie entiende es qué lo motivó para meter el tema de un singular complot que nadie conocía, con lo que ciertamente recuperó las primeras planas de la política, pero sólo para abandonarlas días después en medio de un magnífico ridículo. Siguiendo a García, y para el caso a Marco Tulio Gutiérrez, se podría decir que esta también podría ser una estrategia maquiavélica de algún Favre revocador para victimizar al APRA y luego limpiarla de sus supuestos pecados.

Claro que el asunto no acaba allí. Porque la verdad histórica es que el APRA y Alan García sí quisieron vacar a Toledo. No por lo que era la crítica directa de la izquierda sobre la traición a los compromisos de la transición democrática del año 2000: ninguna concesión a los corruptos, cambio de Constitución, democratización, no más privatizaciones, etc., sino porque lo vieron vulnerable por sus bajos índices en las encuestas. Como ahora, con la revocatoria, la idea era montarse en una vaga ola de cuestionamientos para provocar un giro político que permitiera al partido de García salir de la posición de perdedor con la que comenzó la anterior década. Como para la presidencia no hay revocatoria, la vía era presionar por la vacancia por incapacidad moral.

Ahí es donde encajaba la primera versión de Raúl Diez Canseco y no tenía nada de fantasiosa. Ahora, si el personaje se ha sentido intimidado por Mulder, Del Castillo y otros, o si ha considerado que él también tiene su propio techo de vidrio, habrá que dejarlo con sus contradicciones. Pero lo importante sigue siendo lo que dijimos hace unos días: que la conducción de García tiene todos los vicios de la improvisación. En estos días se están viendo las consecuencias de eso en los locales vaciados de militancia y en la raleada asistencia a la fraternidad del 22 de febrero.

25.02.13
www.rwiener.blogspot.com

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