En el Perú, la proximidad de las elecciones del 2016, se
presenta como la de la inminencia de un proceso de importantes cambios. Pero no
como los que suelen prometer los candidatos, sino como tendencias profundas de
modificación de un contexto en el que no hemos movido durante muchos años y que
parecían que se iba a mantener así por mucho tiempo. El primer giro
corresponde, por cierto, al agotamiento de los factores de crecimiento que han
marcado al país por casi una década y que correspondían a un mundo que
aumentaba su demanda de materias primas.
Nadie puede decir que esto nos llevará necesariamente a un
“cambio de modelo”, y existe una alta probabilidad de que a lo que entremos es
a una fase dos de “ajuste del mismo modelo”. Todos sabemos que desde la mitad
de la década de los setenta existió un liberalismo de crisis que nos hizo pasar
por tremendos desajustes económicos, que se resolvieron con una reducción
drástica de las condiciones de vida, el empleo y la participación estatal en la
economía, en la época de Fujimori. De esto, por cierto no se habla en la fase
electoral, y lo que está apareciendo a la vista son neoliberales que critican a
otros neoliberales como si existieran versiones (a), (b), (c) y más de una
misma política económica.
La intervenciones, según Alan García, totalmente free lance,
de Luis Carranza, su exministro de economía acusando a Humala de haber creado
un “modelo” populista de programas sociales para mantener clientela social y no
haberse jugado por el “crecimiento”, es un tema que busca proyectar que habían
dos formas de hacer la misma cosa, con lo que lleva implícita una crítica a sus
pupilos del MEF que manejaron la economía después de él. Asimismo, Galarreta se
ha mandado a decir que Castilla fue un pésimo ministro y que Segura no es más
que lo mismo. Todo en un ambiente en que el debate se va caldeando y ya no se
va a poder reducir a los espías de la Dini y los ingresos de Nadine cuando no
era primera dama.
El segundo cambio que se viene es la tensión en torno a la
reforma del sistema político. Evidentemente el Congreso y los órganos
electorales, han sido incapaces de elaborar una propuesta integral de
mecanismos que permitan canalizar las corrientes políticas y sociales. Al
contrario, el sistema se ha ido cerrando sobre sí mismo, para que sólo
subsistan las viejas elites políticas, de las que la gente quiere deshacerse,
como si todo lo malo del sistema es que permite sorpresas como las de Fujimori
en el 90 o Humala en el 2006-2011, y fragmentaciones parlamentarias. El
ordenamiento político actual nos está llevando como un tubo hacia callejones
sin salida como la elección de Castañeda en Lima el 2014, o la baraja cerrada
de candidatos de derecha del 2016.
Todo esto viene en el envoltorio autoritario de los que
dicen volvemos y ahora nadie nos para. Sin
embargo el mismo ejemplo del mudo nos advierte que el sistema está más
perforado de lo que parece, con la marea de descontento que se ha desatado en
estos pocos meses de gestión que parece el camino a un hundimiento
irreversible. Pero antes estuvo el asunto de la repartija en el 2013 y el de la
ley pulpín del año pasado. Es decir no hay resignación, aunque las intenciones
de voto den la idea de lo contrario. Lo que los electores no tienen son
alternativas. Y para declararse en resistencia hay etapas que ninguna corriente
política, incluida la izquierda, ha logrado codificar.
Lo tercero que ya estamos viendo, es el cambio del clima
político en América Latina. Hace diez años un número cada vez mayor de países
se inclinaba hacia la izquierda y se alejaba de la hegemonía norteamericana.
Precisamente en 2005, una combinación entre masas en las calles y presidente
encorajinados ante George Bush, liquidó el ALCA y dio impulso a formas de
asociación entre países del sur y del conjunto de América Latina y el Caribe,
que arrinconaron a Washington donde siempre había mandado. Ahora de esa época que parecía arrastrarnos a
todos, y que impulsó a Humala, que después se desenganchó como si nada, quedan
mucho desgaste y una dura polarización política que nos atraviesa de un lado al
otro del subcontinente.
En el año 2014, las derechas locales esperaban algunos
resultados electorales distintos de los que finalmente se produjeron,
especialmente en Brasil, Uruguay y por cierto Venezuela. Pero lo fallido del
intento trasladó la disputa a las calles en varios países y empezaron a sonar
tambores golpistas en las demandas de las clases medias descontentas en Brasil,
Argentina y Venezuela. Nuestras derechas acostumbradas a conspirar con la
complicidad y el financiamiento de Estados Unidos, han subido actualmente un
escalón más, al coordinar sus esfuerzos y campañas con sus congéneres de países
vecinos. Una internacional de las derechas latinoamericanas se está forjando,
teniendo como elemento articulador los grandes medios de comunicación que han
hecho de la SIP un cuasi partido político.
El Perú es un eslabón clave para la contraofensiva en el
subcontinente. Con su aparente neutralidad que le critican pepecistas, apristas
y fujimoristas, Humala ha permitido que el país sea un lugar de concentración
de fundaciones y brigadas de activistas para intervenir en terceros países.
Pero lo que se espera es que cuando alguno de los candidatos, que nos dicen que
no tienen competencia, se adueñe del poder, el alineamiento peruano con la
reacción latinoamericana será abierto y ocuparemos el lugar que tuvimos en la
fase final de la colonia como bastión del poder imperial.
Lo que se puede ver fácilmente es que lo que se discute a un
año de las elecciones pretende ignorar esas tendencias de fondo que pueden
cambiarnos la vida a todos. Lo que los votos resolverán finalmente durante el
próximo año, no es si nos vamos un poco más a la derecha dónde hemos circulado
durante 25 años, y que las cosas sean básicamente iguales. A lo que el aparato
preparado por los grupos de poder (medios concentrados, candidatos posicionados
con anticipación por las encuestas, falsa polaridad entre el gobierno y la
oposición de derecha que recién se despertó hace unos meses, outsider
prefabricado), apunta es a algo así como “todo el poder”, llevándose de
encuentro el precario sistema pluralista que admite a duras penas una izquierda
moderada y algunos resquicios de libertad de prensa, para imponer el
hegemonismo de un solo proyecto.
Esto nos lo están refregando en la cara y hay una actitud
muy extendida en los liderazgos que funcionan como si fueran a una elección
cualquiera. Si nos vamos a un cambio del
contexto general, tenemos que plantearnos como podría ser una opción diferente
y no solo una declaración de buenas intenciones hacia los trabajadores y los
pobres, y algunas ideas de lo que sería un modelo alternativo, después de una
lección de buenos principios. Entre las cosas que están en juego tenemos la
muerte o sobrevivencia de poderosos mitos que nos han movido en estos años: que
con la energía de mucha gente trajimos abajo el autoritarismo fujimorista y
apostamos por una democracia anticorrupción que hasta hoy es una tarea
pendiente y que quedaría desmentida; y que con la intuición de los más pobres y
excluidos derrotamos en las urnas a la enorme maquinaria tradicional del poder,
victoria que luego Humala traicionó desde el gobierno, y que nadie más podría
poner en marcha.
¿Qué le contaremos a nuestros hijos y nietos sobre este
período, si los peores pronósticos se confirman?, ¿o daremos una buena pelea
para que esto no ocurra y todos entendamos cuál es el verdadero enemigo que
confrontamos?
26.04.15
2 comentarios:
Nada de "anónimo", soy Ambrosio
"No es un cambio de gobierno sino de contexto" es una evidencia que la economía es asignatura pendiente, además de entender la realidad para Don Raúl.
- Cree que vivimos en algo idiota llamado "neoliberlismo", mientras es socialdemocracia à-la-peruvien. Como marxistas leninista no entiende que, en el Perú, no hay libertad económica plena, como la de Singapur o Corea del Sur.
- Por supuesto que necesitamos "crecimiento", un concepto que él desprecia porque no lo entiende. China ha logrado ser lo que gracias al "crecimiento". Por supuesto que solo a los socialdemócratas, como Humala, se les ocurre regalar peces y no enseñar a pescar.
- Su interpretación de lo que ocurre en América Latina, con Cuba de rodillas ente USA, Venezuela al borde de la quiebra, su Brasil nadando en corrupción es ridícula.
- ¿Cuál es la competencia de PPK, Keiko o Alan en la Izquierda, Raúl? ¿Nombres?
Por tus nietos Raúl, lo mejor que puedes hacer es poesía: eres un dinosaurio totalirio.
Saludos desde Bruselas
Buena reflexión, Raúl.
Viéndolo desde aquí y con todo respeto, la izquierda, el grupo que quiere presentarse como "anticorrupción", debe explicar el modelo al que desea llevar al Perú.
Si en la universidad votan con el estómago de manera desafiante, los ciudadanos votan con el bolsillo; se preguntan si con este me va ir mejor que con el otro. Y los procesos electorales son un debate acerca del futuro del país: si solo tienes quejas, no te entregan la responsabilidad.
CJ
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