El juez Gunther ha publicado el libro “La Falsificación:
nuevo modo de adquirir propiedad” (Crítica a los Tribunales que amparan al
Tercero que nace del Fraude Inmobiliario), texto que tiene que ver con Rodolfo
Orellana y otros que generan inexistentes derechos a través de la falsificación
de documentos, que sospechosos fallos judiciales convalidan, afirmando que los
terceros compradores no son responsables de la estafa, asignando el bien que es
de otro, por el supuesto principio de la actuación de “buena fe”.
Uno de los casos más groseros es el de una apropiación de un
terreno del Estado en Monterrico, y sobre el cual se fraguó un contrato de
compraventa entre el Estado y una viuda, que al momento de la firma ya había
fallecido. La medida cautelar de defensa del Estado es derrotada con una
resolución también fraudulenta que levantaba la cautela lo que permite nuevas
ventas del terreno. Así es que el Estado ha perdido 4 mil metros cuadrados en
la mejor zona de Surco y los jueces en tres instancias se han limitado a decir
que sí hay estafa pero que el sexto comprador lo hizo de “buena fe”. En el caso
además el ponente de segunda instancia fue el magistrado Oswaldo Ordoñez,
actual presidente de la Corte de Lima, y sobre el que hay un foco puesto porque
recompuso la Primera Sala, a un gusto que algunos creen que es el García.
Los jueces Lama More, Hurtado Reyes
y Solís Macedo están esperando varias semanas para botar su fallo, pero en
enero resolvieron un asunto de propiedad con características parecidas a los
fallos de Ordoñez, en un solo día, apenas instalados en sus cargos. En el caso
de tres departamentos de la cuarta cuadra de Av. 28 de julio en Miraflores,
adquiridos a plazos para estudios de abogados a la Caja Policial Militar en los
años 90, los jueces de la Primera Sala no han tomado en cuenta el carácter
unilateral de la anulación del contrato, cuando ya estaba pagada la mitad del
precio, ni la operación tramposa de venderlo inmediatamente a una supuesta “Administradora
del Comercio SA”, que solo existe para
consumar la estafa.
La peligrosa elementalidad con que actúan los jueces
habiendo de por medio mucho dinero y derechos constitucionales atropellados,
hace dudar seriamente de su idoneidad como administradores de Justicia. Y esos
son los que resolverán sobre Alan García. Agárrense fuerte.
07.04.15
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