En mayo de 1988, el Fiscal de la Nación, Hugo Denegri, le
pidió Vladimiro Montesinos, por entonces exabogado de los generales del caso
“el padrino” (Reynaldo Rodríguez) que eran un montón y muy notorios, hacerse
cargo del expediente Cayara. Le dio acceso, así, a los archivos de los casos de
derechos humanos y extraer información clave del Ministerio Público. Con
documentos en la mano, Vladimiro llegó al SIN que dirigía “cucharita” Díaz y se
convirtió en un informante cada vez más importante, al que le permitieron
acceder a todos los documentos de la guerra interna.
Montesinos le permitió al Servicio de Inteligencia
identificar cabecillas, armar organigramas, evaluar contextos, apreciar la
actuación de otras fuerzas políticas, seguir a los medios etc. Primero era una
información fiscal y judicial dispersa que el Doc articuló, y luego información
más específica y seguimientos en los casos más delicados. Así se llegó a las elecciones y alguien, que
todos suponen quién es, ordenó al SIN ayudar a Fujimori. Esa ayuda,
ciertamente, se refería a información de alto valor sobre el adversario, y
bloquear acciones contra el candidato. Díaz eligió a Montesinos para esa labor,
y el Doc se quedó al lado de Fujimori y se apropió del SIN.
Todo el mundo sabe la historia posterior de los Servicios de
Inteligencia manejando generales y almirantes, jueces y fiscales, ministros y
congresistas, empresarios, periodistas y jefes políticos. Pocos ejemplos hay de
una situación de tanto poder en los servicios secretos, no solamente que estos
organismos eran los instrumentos de los dictadores para someter a la sociedad,
sino que el propio dictador había sido sometido a una argolla de conspiradores,
que le garantizaban la continuidad en el poder a cambio de manos libres para
sus intervenciones.
Así nacieron la inteligencia operativa (paramilitares); la
mediática (diarios comprados y chicha); la que controlaba autoridades y
funcionario, etc. El país se volvió un gigantesco territorio de escuchas y
otras acciones ilegales, y mientras tanto Fujimori, la Fiscal de la Nación, los
Jueces Supremos, la presidencia del Congreso (Martha Chávez), los altos mandos,
se repetían unos a otros diciendo que la Inteligencia Secreta, era el
instrumento de la paz, y que servía para muchos usos: destruir redes
subversivas, prevenir desestabilizaciones, advertir de los conflictos sociales
y manipular las elecciones. Y claro, Montesinos era un superagente que manejaba
el Perú y en sus tiempos libres asesoraba gobiernos extranjeros y ganaba por
eso cantidades sorprendentes de dinero.
Todo eso lo vimos y también asistimos a la filtración del
primer vladivideo que aceleró la caída del régimen. A consecuencia de eso,
Fujimori dispuso el cierre del SIN. Pero los gobiernos posteriores (Toledo,
García y Humala) lo rehicieron con otro nombre, porque supuestamente era
necesario. Y acaba de caer un gabinete que seguro estaba consciente de estar
siendo chequeados. Por cierto, la Dini nada que ver con el SIN, pero los que
mantuvieron a Montesinos caban de censurar a Ana Jara por espiarnos.
03.04.15
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