Por primera vez las bolsas han celebrado abiertamente la muerte de un ex presidente, que podía volver a la cabeza del poder el siguiente año y lo han hecho a lo grande, subiendo sus cotizaciones en Argentina y América del Sur sin otro motivo aparente que el ataque al corazón que acabó con la vida de Néstor Kirchner a mitad de la semana. Y lo han hecho en durísimo contraste con el duelo masivo del pueblo argentino que algo debe agradecerle muy fuerte al difunto para manifestar tanto dolor y bronca en un solo acto.
Pocas veces se ha hecho tan evidente que ante el fracaso de incontables maniobras políticas: hostilidad frontal de la prensa, cerco internacional, sabotaje económico y político, etc., que no han conseguido voltear la correlación frente a los gobiernos progresistas del subcontinente, los sectores que se sienten desplazados no se miden en celebrar la irreversibilidad de la muerte. Eso hace pensar además en lo que le pasó a Correa hace algunas semanas.
Hay determinados líderes que deben morir. En el caso de Kirchner el corazón se encargó de la tarea. Pero el ecuatoriano casi acaba en manos de policías soliviantados por la misma derecha que hizo el golpe en Honduras y se considera aliviada en Argentina, aunque alguien debería recomendarle que no se alegre tanto. Es obvio que Chávez es un blanco móvil desde hace mucho tiempo, como también lo fue Fidel Castro que lleva el registro de la lista de atentados que la CIA y su brazo cubano en Miami le organizaron.
Para los parámetros latinoamericanos actuales, Néstor Kirchner era un populista al que le tocó asumir el gobierno de su país en plena crisis neoliberal, tal vez la más violenta de todas las que vivió América Latina, y que tuvo que reforzar el papel del Estado para superar la gravedad del momento.
No instauró un nuevo sistema, pero tuvo que echar atrás algunas de las privatizaciones más corrompidas de la era Menem (agua, aviación y parcialmente petróleo) y orientó diversas medidas para reducir el poder del capital financiero, favoreciendo la recuperación del sector industrial y del empleo. Esos que lo acusan de perromuertero por el cambio de plazos que impuso para pagar la deuda, en una situación que equivalía a la muerte de muchísimas personas, o que quiso poner impuestos a las ganancias de los exportadores, muestran cuál es la verdad de los odios que caen sobre la familia gobernante argentina.
Próximo a Chávez, pero no plenamente asociado a su proyecto (Argentina está fuera del Alba) y con difíciles relaciones con la izquierda de su país. A esto normalmente le llaman “centro izquierda” por ambigüedad ideológica y mezcla de radicalismos con contemporizaciones. Pero un “centro” que afectó intereses de la oligarquía y el militarismo argentino, que nunca se lo perdonaron.
Otro dato de la muerte de Kirchner es la de la presencia de todos (menos uno) los presidentes de Suramérica en sus honras fúnebres. Esto refleja la fuerte corriente integradora que hoy recorre nuestros países, incluyendo varios gobiernos de derecha (Chile, Colombia); y que se evidenció para los casos del golpe de Estado en Honduras y la tentativa golpista en Ecuador, y que el imperialismo estadounidense ha tratado de romper directamente o valiéndose de sus puntas. García está a contramano de este proceso y busca el fin de Unasur.
30.10.10
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1 comentario:
HASTA PERU21 ENCABEZÓ UN ARTÍCULO CON EL TÉRMINO "SAN KIRCHNER", CLARO COMO NO? MAS BIEN A ELLOS LES GUSTAN LOS CLARIN-ES.
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