Si uno se detiene en la carátula de la mayoría de los diarios limeños (con excepción de LA PRIMERA) podría pensar que alguna nueva votación se está produciendo todos los días ( a razón de pequeños porcentajes), después que las urnas se cerraron a las 5 de la tarde del último 3 de octubre.
¿Cómo es eso que las distancias se acortan y la final será de fotografía, si lo único que está ocurriendo es una confirmación de resultados que ya existen, están consignados en actas a las que se puede acceder a través de la Web y que ya ha sido contabilizadas por la ONPE y los partidos, restando sólo la ratificación judicial?
Teóricamente lo único que puede pasar es que se aprueben o anulen las actas observadas. Y como se está viendo las que corresponden a los distritos de Lima Centro y Lima Oeste (escogidos adrede para las primeras informaciones ya que favorecen a Lourdes Flores), la enorme mayoría de las actas están siendo ratificadas porque fueron observadas caprichosa y maliciosamente, ¿porqué habría que pensar que de las 5 mil 161 que restan verificar que representan 16% de los votos, se produciría un vuelco de la actitud de los jurados que pasarían a realizar anulaciones en masa?
Si después de incorporadas las actas de los distritos pro-Lourdes, la diferencia sigue siendo de 20 mil votos, ¿cómo se puede esperar que en los distritos pro-Susana se logre la “sorpresa” de voltear la tendencia que busca desesperadamente la derecha? No hay forma matemática de que ocurra eso. Pero lo que sí puede ocurrir, y está pasando, es que el efecto sicológico y organizador de la victoria se ha perdido. Se lo robó la maniobra de los votos secuestrados, el recuento sin fin y la parálisis de los ganadores frente al abuso.
22.10.10
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