Toda la campaña de Susana Villarán, por lo menos desde el momento en se despuntó de los chicos y empezó a crecer en las encuestas, se vio cargada de explicaciones para negar que existiera una alianza con Patria Roja, porque sólo se traba de algunos “invitados en la lista”, y que tampoco habían pedido el apoyo del Partido Nacionalista porque el proyecto de Fuerza Social era distinto.
Después de la votación y en medio del exasperante conteo de la ONPE: dos días para entregar el 100% de las actas no observadas y el extraño caso del millón 800 mil votos (casi 25%) que han quedado al veredicto de los jueces, lo que hay que negar es que la candidata ganadora de las elecciones, aún no proclamada por el juego de lo retrasos y la negativa de la perdedora y el gobierno a reconocer el resultado, tenga algo que ver con las voces, que incluyen a Baily, el hermano de Villarán y muchos otros, que han expresado su preocupación por lo que podría ser un fraude que burle la voluntad real de los electores.
Según se dice, Fuerza Social confía completamente en las autoridades de la ONPE y el JNE, y aceptan sus explicaciones, y sobre todo asegura que no va a movilizarse en protesta por lo que está pasando, porque no tiene nada porqué protestar. Todos los que han hablado con Susana, Zegarra o Guerra García, saben de sus preocupaciones y angustias de estos días. Pero parece que la “nueva política”, que dicen representar, exige un doble lenguaje y no dar pretextos a los medios para caerles encima.
El chantaje electoral impuso maltratar a los que estaban cerca y asegurar que el gobierno de Fuerza Social sería exclusivo de ellos (¿nueva política?), suponiendo que eso calmaba a la jauría mediática y el ataque derechista, que por supuesto no se detuvo ante las explicaciones y siguió acusando a su candidata enemiga de cada vez mayores maldades, entre ellas la de no ser leal con sus propios compañeros. La aplanadora logró así poner poco a poco a la defensiva a la candidata que al principio aparecía fresca y renovadora, obligarla a explicar lo que no tenía porqué explicarse, y la cargó de dudas, miedos y contradicciones.
Pero si ciertos dichos y contradichos se justificaban en “no perder votos”, lo que da la impresión que nunca estuvo claro es que la derecha no quería sólo asustar con Patria Roja y Humala, sino convertir a la propia Susana y a sus simpáticos amigos en un nuevo cuco de la política nacional, que haga más difícil votar por ella. En el debate con Lourdes Flores todos sentimos que Susana había sido ablandada, que callaba ante los dardos envenenados de su adversaria por debilidad y no por fortaleza, y sobre todo que no podía llevar el debate hacia un terreno propio, que obviamente no podía quedar reducido al de las propuestas técnicas, sino al de la demostración de que efectivamente existía una “nueva política” por oposición a la vieja y tradicional política criolla.
Si Lourdes Flores estaba ahí atacándola con cuánto podía, acaso era porque quería salvar a la ciudad de una ciudadana tan peligrosa como Susana, o porque ella representa a una corriente política que forma parte del poder existente y que ha hecho de la capital un bastión para intervenir en la política nacional. Si estamos descontentos por cómo se dirige el Perú, tenemos que estarlo respecto al PPC, a Lourdes Flores, a su aliado Castañeda y a sus vínculos con Alan García. ¿Es tan difícil decir esto? En todo debate gana el que tiene la iniciativa, y Susana regaló este principio por creer ingenuamente que la población la vería como una estoica mujer soportando un ataque artero y la premiaría con su voto. Se ha visto que no fue así y que por su error de percepción casi pierde las elecciones.
La derecha, por cierto, no ha respetado más a la lideresa de Fuerza Social por haberse comportado como una dama. Cuando vieron que ella no se enfrentaba y no respondía, fueron aún más feroces en su agravios, como si Susana tuviera un millón de rabos de paja por aclarar (que no los tiene, porque es una persona honesta) y la abogada de Cataño, la antigua “mis Tiwinsa”, la defensora de la Constitución de 1993, la que ordenó al PPC no apoyar la derogatoria de las leyes de la selva no tuviera un inmenso techo de vidrio sobre su cabeza. .
Hoy ya no hay electores en juego, pero si funcionarios decidiendo por el resto. Hay una situación anormal respecto al final de las elecciones y cientos de miles de personas esperando una voz de la candidata por la que dieron su voto. Y Fuerza Social sigue mostrando debilidad ante las acusaciones del PPC de estar presionando a la ONPE o temiendo una nueva ofensiva de los medios. Todo esto abre muchas preguntas sobre cómo será el gobierno municipal de los siguientes años y si la alcaldesa que representa la esperanza va tener en cuenta primero y sobre todo las demandas y propuestas del pueblo que la eligió, o las presiones que sus rivales de estos últimos meses van a seguir ejerciendo sobre ella.
Esta es también una interrogante sobre el futuro de Fuerza Social después de la etapa de las elecciones regionales-municipales, y si en su interpretación de la nueva política está el aceptar que existen mandatos políticos como el del 3 de octubre que indican que un gran parte de nuestro país reclama una amplia unidad de sectores progresistas, izquierdistas, nacionalistas para ganarle al mismo bloque que ellos enfrentaron en estas elecciones: el APRA, PPC y el fujimorismo. No es fácil y todos lo sabemos. Pero así como los electores pueden ser generosos al votar, también pueden ser muy duros al castigar, como se vio en ciertas votaciones del 2006 y como les acaba de ocurrir a otros en el reciente proceso.
Por ahora, sin embargo, el futuro de Susana y su partido depende que no sigan dudando ante la responsabilidad de defender su victoria, sin miedo al chantaje mediático y sin falso protocolo. Aún las personas más encantadoras deben ser capaces de tomar el camino d ela firmeza cuando ha llegado la hora.
10.10.10
www.rwiener.blogspot.com
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