“…los dibujos animados en donde todos se transforman, por qué se transforman, por las drogas, está implícito que el transformer es un drogo”. (Alan García, declaraciones ante la Vigésima Reunión de Jefes de Organismos Nacionales Encargados de Combatir el Tráfico Ilícito de drogas en América latina y el Caribe “XX HONLEA Perú 2010. 4 de octubre 2010)
“Me insultaron y respondí” (Alan García, 12 de octubre de 2010)
Cómo era que el “transformer” que de pronto se cambia en un ser distinto al original y es capaz de una sorprendente violencia, era un implícito mensaje a favor de la drogadicción, es decir del consumo de sustancias químicas que dominan nuestros actos convirtiéndonos en algo distinto a lo que somos… Y el presidente que puede inaugurar obras inconclusas, proclamar candidatos favoritos y polemizar con Evo Morales, pero al que se le aparece un ciudadano descontento que lo emplaza con una frase en la que piensan muchísimos peruanos, y lo agarra a golpes en público con la ayuda de sus guardaespaldas, ¿qué es?, ¿otro transformer?, ¿un drogo dependiente al que le faltó su dosis de la mañana?
Los especialistas en salud mental se están preguntando en estos momentos sobre el equilibrio emocional de la persona que ejerce la jefatura del Estado y que es capaz de hacer declaraciones impresionantemente ridículas, ante un público de especialistas internacionales y que no se da cuenta de lo que hace, y el que días después se transforma, como el dibujo animado, en un destructor implacable, no para hacer respetar su investidura, como dicen los sobones (hubiera bastado que ordenara la detención del gritón), sino para aplastar al osado tal por cual que se le puso al frente.
Estos son datos psicopáticos más allá de lo permisible, en un cargo que concentra todas las responsabilidades del país, no sólo porque ya son varias veces en las que García desafina ante el mundo (recuérdese la APEC) y que agrede a personas que no entrañaban peligro físico (Jesús Lora en la patadita de 2004 y una reportera gráfica en el 2001), sino porque en casos como en los penales en 1986 y el baguazo en el 2009, sus desafueros son capaces de provocar muchas muertes.
La pregunta ahora es si las rayadas presidenciales más recientes, están conectadas con la evolución de la situación nacional. Y ese ya no es un asunto médico sino de pura política. Todos sabemos que estamos metidos en una crisis postelectoral generada por la cruda voluntad del gobierno y su aliada, la perdedora de las elecciones, a reconocer el resultado de las municipales en la ciudad de Lima, el que han logrado entrampar con el pretexto de la revisión de las “actas observadas” y que, como vamos entendiendo conforme pasa el tiempo, no tiene salida, ya que al final van a tener que reconocer su derrota y al hacerlo con retraso les va a ser mucho más costoso, salvo que intenten un batacazo con las cifras, con todas sus terribles consecuencias.
Esta es la base de una crisis que explica muchos exabruptos: Lourdes bailando después de conocer que va perdiendo y presionando a Susana para que no actúe en defensa de sus votos; presidente y ex alcalde dándose de abrazos durante varios días y anunciando una sociedad para los siguientes años; dueños de canales censurando en público a sus programas de mayor sintonía y retirándolos del aire como se hizo con Hildebrandt en el 2006; presidente hablando de Hollywood y transformers y pegándole a Richard Gálvez en el hospital del Seguro Social. ¿Qué es todo esto sino una crisis del tipo de las que produce usualmente García?
14.10.10
www.rwiener.blogspot.com
2 comentarios:
El PNP debería presentar en el Congreso una moción para que se aplique el artículo 113, inciso 2 de la Consitución, declarando la vacancia de la Presidencia de la República por "su permanente incapacidad moral o física", pues es evidente la condición de perturbación mental del sujeto que detenta actualmente la Presidencia de la República.
Interesante Articulo. Creo tambien que al pasar de los días las declaraciones de Alan Garcia fueron echadas por tierra luego de que se comporbara su agresión al joven Richard Gálvez. Estoy en total desacuerdo con la conducta del jefe de estado.
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