1. En el Perú acabó un ciclo. Durante 25 años, los
“expertos” económicos que asesoraron indistintamente a Fujimori, Toledo, García
y Humala, lograron el “milagro” de separar la política de la economía. La
operación consistió en calar una idea muy simple: la economía puede crecer
hasta con los peores escándalos, si los políticos no se metían con ella.
2. Fujimori entregó la economía a Hurtado Miller y
Boloña (el mismo de las pizzas con cucaracha); Toledo a PPK, García a Carranza,
y Humala a Castilla. Y las oposiciones de cada uno de estos períodos eliminaron
de su bronca con el gobierno, la crítica a los conductores de este modelo. Tal
vez con la excepción de Humala, al que ser crítico no le impidió alinearse al
neoliberalismo desde los primero días de su gobierno. Hoy mismo se quiere
censurar miembros del gabinete que no sean los del sector económico a pesar del
fracaso de la Ley Pulpín, cuyos responsables están en los ministerios
económicos.
3. Pero precisamente la crisis de la que estamos viniendo,
con los jóvenes alzados masivamente contra la ley del empleo juvenil, ha
mostrado que después de mucho tiempo la política derrotó la rigidez del modelo
económico, al grado de obligar al Congreso a modificar su voto, y al presidente
a ser apabullado en terquedad “pulpinesca” que confundía autoridad con
incapacidad para comprender la dinámica social que se había abierto. Cinco
marchas multitudinarias, quebraron a la derecha política neoliberal (que se
pasó rápidamente a la derogatoria), obligaron a los gremios empresariales a
declararse neutrales y aceptar la posibilidad de dejar sin efecto la ley, y
convirtieron a El Comercio en desconsolado defensor nostálgico de la norma que
ya consideraba derrotada.
4. La batalla Pulpín, varió dramáticamente las reglas de
la lucha política de los últimos 25 años. Ya no debatíamos sobre las cuentas de
Nadine, las casas de Toledo, los narcoindultos de García y los crímenes de
Fujimori, sino sobre el intento de experimentar en los jóvenes el régimen
laboral sin derechos que pretenden generalizar en el país, como una de sus
estrategias para enfrenar la desaceleración del aparato productivo. De pronto
lo que contaba es lo que se proponen hacer con el país, los grados de
austeridad y sobre quién recaen, y no el periodicazo del día para saber algo
sobre Orellana y Martín Belaúnde.
5. El cambio de año. ha sido un punto de giro que nadie
esperaba, en un ambiente en que la concentración mediática parecía dominarlo
todo y en que las encuestas levantaban a tres que no eran sino la misma cosa y
el programa económico estaba implícito y fuera del debate. Sin mucha teoría,
los jóvenes perforaron esta correlación. No hay casualidad en que después de la
ley Pulpín estén pasando cosas: como el intento de “asustar” con eso de los
reglajes y la reactualización de la investigación sobre las cuentas de Nadine. La
agenda se está rearmando pero el sustrato de desconfianza se ha acrecentado
profundamente.
6.
La lucha Pulpín
tiene un elemento inédito: nunca antes la direccionalidad de la protesta apuntó
tan claramente a la alianza entre el poder político y económico. Las
movilizaciones hasta la Confiep, subrayaron su idea de quién manda en el país y
a favor de quién se hacen las leyes. En pocas palabras se le perdió el respeto
a la gran empresa, a pesar de que los medios y el gobierno repiten como locos
que hay que darles “confianza” y ventajas, para ver si se animan a invertir. Un
sector de jóvenes acaba de movilizarse contra Yanacocha por el caso de la
destrucción de la cada de una campesina en la zona de Conga. Los tiempos
cambian, y los espacios se interconectan.
7.
El impacto de la
derrota de la Ley Pulpín, puede verse a su vez en un cambio del ánimo nacional,
incluido el preelectoral. La idea es que sí puede haber alternativas a los que
parecía un paquete cerrado y sobre todo que si se puede discutir el programa
económico que antes era intocable. Es un asunto clave porque en los meses y
años que siguen van a tener que tomarse decisiones cruciales, no sólo en ámbito
laboral sino sobre una serie de temas entre ellos la mayor flexibilización de
controles para las inversiones. Por ahora, el anti-neoliberalismo que ha
brotado en la juventud, acompañada por los sindicatos y movimientos sociales,
aparece todavía a la defensiva, en el sentido de no aceptar nuevos abusos. Pero
de ahí a pasar a propuestas de reforma del sistema actual hay una vía que puede
abrirse si la gente deja de estar sometida al pensamiento que tan bien se
encarna en los editoriales de El Comercio.
8.
A su manera la
crisis Pulpín ha traído al centro de la atención el control al poder de las
grandes empresas, precisamente cuando éstas habían hecho todo lo posible para
demostrar que el camino para retomar el “crecimiento” era reducir o eliminar
todo mecanismo de control sobre ellas. El lío de El Comercio, donde un director
que no es miembro de la familia propietaria censura a una de las Miró Quesadas
más emblemáticas, por opinar sobre los brutales excesos de Yanacocha contra una
familia campesina, refleja que los equilibrios que venían funcionando hasta
ahora están quebrados. Tal vez en el propio poder concentrado de prensa estén
surgiendo diferencias, sobre hasta donde se puede llegar en la política
pro-gran empresa. A su manera el pleito entre el director del diario (Berckemeyer)
y la accionista-columnista (Martha Meier), debe estar reacomodando las piezas
respecto a los partidarios de las principales candidaturas de derecha. En ese
sentido, Keiko podría haber perdido un
puntal de su postulación
9.
Hoy se sabe,
además, que se están multiplicando las coordinaciones, consultas,
aproximaciones que podrían llevar a candidaturas distintas a las de la derecha.
Del centro hacia la izquierda se están empezando a mover cosas, pero esta vez
los jóvenes van a tener un peso importante en determinar la propuesta final.
Intentar algo sin ellos no llevaría a ninguna parte. Eso acerca la situación peruana
al auge de corrientes nuevas como las de Grecia, España, que han cristalizado
en las calles y en el encaramiento de los asuntos inmediatos. La política sin
lucha, con su mejor representante Ollanta Humala, está a punto de jubilarse en
el Perú.
16.02.15
Publicado
en Hildebrandt en sus Trece
4 comentarios:
Deliras, Raúl. Te está ocurriendo la maldición de creer mentiras.
Saludos desde Bruselas
Me alegra que tus columnas las publiques con regularidad. Espero que estés mejor de salud.
¿Acabó el ciclo "neoliberal" en el Perú? ¿Candidaturas de la izquierda? ¿Los jóvenes que fueron llevados a protestar contra la Ley Pulpín un movimiento de masas bolchevique? No lo sé Raúl.
Como Diario Uno continúan con su portada de las semana pasada, y La República no menciona nada no me lo parece.
En Europa los movimientos juveniles son vistosos, ocupan portadas y acaban en nada. De los "indignados" o los "ocupa" pocos hablan hoy.
Loa actuales gobernanetes de Grecia se debaten entren el peronismo o el chavismo. Pero, como sabemos, Grecia no es no Venezuela ni Argentina en recursos naturales.
Muy buena, Raúl. Me alegra leer optimismo en la izquierda. ¿Cuándo se publica la propuesta de tus partidarios? ¿Quién es el candidato de la gran transformación esta vez?
¿La calle es metáfora, metonimia o sinécdoque de pueblo? No es exactamente una metáfora (una imagen que representa a otra siendo totalmente distinta, como si fuera un símbolo), pues aquí si hay una relación. El pueblo está asociado a la calle, discurre por ella, lo que nos lleva a la metonimia (representación de un objeto por otro contiguo), que en este caso, sería la figura más pertinente. Descarto la sinécdoque (la representación del todo por una de sus partes), pues la calle no es parte del pueblo, lo excede.
Bienvenida, entonces, la dura, metonímica, diversa, achorada y vivísima calle que marcó el fin del pueblo. Pero mejor me como la paráfrasis a Fukuyama y su ‘fin de la historia’. Digamos, para conciliar, que el pueblo tiene mucha calle por detrás y le falta mucha calle por delante.
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