¿Puede haber alguien que crea que si las encuestas le dijeran a Alan García que la gente está cansada de ejecuciones, como llegó a estarlo en los 70, y que siente asco del espectáculo de los condenados camino a la ejecución y las nubes de periodistas peleando por la noticia, no encabezaría un referéndum para derogarla?
Pero estos son tiempos de Lay Fung y la población no está para sutilezas. Un modisco en la yugular de un bandido que invade una propiedad privada o un balazo por la espalda, en defensa propia, como hizo el señor Banchero, parecen las medidas atinadas para intimidar a la delincuencia, cuando los asustados somos nosotros mismos. Ahí están algunos que empiezan a teorizar que un hombre animalizado ya no es un hombre, por tanto que muera el animal que lleva adentro. Aldo M., cuando no, ya está agregando nuevas causales para el paredón: asesinato, terrorismo, narcotráfico, qué se yo.
Una buena matazón de violadores puede entregarle a García una parte de los aplausos que recayeron en el roittweiller de los dientes puntiagudos. Y qué mejor entrada puede haber para las municipales y regionales que un referéndum mortícola al que sea convocado todo el país. Vote usted por los que no tememos aplicar la pena de muerte a los que lo amenazan. Condene el pasado vergonzante de aquellos que por frivolidad dejaron que la ciudad fuera tomada por el crimen.
En realidad García está buscando temas de efecto que distraigan a la población de sus problemas. Y cuenta para ello con una prensa dispuesta a inflar sus iniciativas hasta convertirlas en trascendentales. Con el presidente que se rebaja el sueldo y viaja en clase económica a sus compromisos internacionales, las impresiones en blanco y negro, el papel reciclado para los informes, y con el gobierno que convoca a votar por la pena de muerte, tendremos prontamente menos pobres, hambrientos y analfabetos en el Perú. O sea un cambio responsable.
Tanta prensa tiene, que ya está considerando la posibilidad de cerrar el diario "El Peruano" y privarse de un órgano propio del poder. Es como bajarse el sueldo. Una señal al antiguo enemigo de cuánto deben confiar en él. Y los medios responden contentos, seguros que su monopolio de información y manipulación no será alterado los próximos cinco años, lo que les permitirá volver a influir decisivamente en la elección del siguiente presidente, y así sucesivamente. Al final la solución al miedo que se ofrece con la pena capital, es parecida a la que se blandió en las recientes elecciones: sembrar el temor màs profundo al cambio y a todo lo que venía tras suyo y, a partir de ello, aplicar como respuesta la receta que no nos gusta pero que parece inevitable.
La pauta de gobierno está marcada. Hace pocos días García viajó a Puno a entregar la ley de zona franca para esa región. Podría decirse que se trató de una audacia fuera del rollo neoliberal, por la oposición que recibió la medida cuando estaba en el Congreso. Pero la prensa más neoliberal estaba allí aplaudiéndolo, como si siempre hubiera creído en este tipo de excepciones. Y cerrando los ojos al nuevo detalle de la austeridad: el avión en que llegó y se fue el presidente, era el de uso particular de Dionisio Romero, con sus siglas del Banco de Crédito, para que todos sepan quién promueve ahora las zonas francas ... o la campaña de García por ganar el sur.
09.07.06
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