Alan García Pérez es el continuismo del Toledo económico (TLC, privatizaciones, contratos intocables, etc.), y por esa vía de todo lo que el “cholo de Harvard” conservó de Fujimori. Pero niega a su antecesor por frivolón, que creía que el poder y sus gollerías se las había “ganado” en la lucha democrática del año 2000. Entonces García, que también ama la buena vida, y también cree que alguna virgen lo tocó para que fuera presidente del Perú, se enviste de austeridad y solemnidad para instaurar el gobierno barato que todos estábamos esperando. Así encuentra otro punto de encuentro con el hombre que viaja en avión privado de Japón a Chile y reside ahora en el barrio más exclusivo de Santiago (como AGP lo hacía en París), pero que cuando era gobernante recibía un cheque por 2 mil soles mensuales (700 dólares). O sea son tipos que no se aprovechan del poder, pero que salen de allí forrados en dinero y con muchos amigos poderosos dispuestos a seguir financiándolos.
Otra ruptura de García con Toledo es el tema de la esposa. Muchos creían que la diferencia entre Pilar y Eliane, iba a ser la del recato de la argentina versus el protagonismo agresivo de la belga-israelí. Pero no. La señora García ahora también gusta de primeras planas, y desde allí está alimentando la investigación que promete ser larga sobre los excesos en gastos, viajes, nombramientos, decisiones arbitrarias, de la ex primera dama. Pareciera realmente que Karp va a ser un émulo de lo que era el “chino” prófugo en el quinquenio anterior. E igualmente la doña se va a mantener entre Europa y Tel Aviv, declarando que no confía en la justicia peruana dominada por los apristas. De paso, ciertamente, los pecados de la pelirroja sirven para diluir otras cuentas pendientes del propio García y del régimen que le sucedió, en materia de uso de recursos públicos. La estrategia es clara: lograr que todos se sientan culpables, señalados por la opinión pública y susceptibles de algún titular de la prensa unánime.
En materia de derechos humanos daría la impresión que García nada tiene por decir. En su discurso de julio equiparó el sacrificio de militares y policías caídos en la guerra interna y el de los apristas, como si nadie más hubiera sufrido la tragedia. Olvidó las causas de violaciones por las que está siendo procesado Fujimori y, por supuesto, las suyas propias y las de su vicepresidente. Nada, como si no necesitara siquiera disculparse, explicarse o finalmente justificarse. Se olvidó de la CVR, cuyas cuentas revisan sus fisgones para darle gusto al almirante Giampietri. Y de justicia, reparaciones, ni una palabra.
Todo queda claro. Toledo quiso armar un equilibrio imposible entre los casos específicos que permitían juzgar a Fujimori y su entorno militar y de inteligencia, mientras dejaba en pie la validez de la estrategia antisubversiva de los 80 y 90. El caso más emblemático en este sentido era Chavín de Huántar, donde por un lado había héroes que tomaban la residencia a sangre y fuego, y por otro villanos vladimiristas que se llevaban a los rendidos a un costado y los fusilaban sin que nadie viera y nadie se acordara de ellos. Esta esquizofrenia ya no existe con García para el cual así es la guerra y todo depende del bando en que te encuentras. Por eso todos esperamos ahora que al coronel Huamán le devuelvan sus galones. Después de todo el puente de inteligencia desde la casa del embajador hacia el equipo exterior de Vladimiro, era el almirante Giampietri, el mismo del bombardeo del Frontón hasta que las paredes se derrumben sobre los presos.
¿Cómo puede representar algo nuevo Alan García con tantos lazos con la corrupción y la guerra sucia? De allí su necesidad de conducirnos a pelear contra los molinos de viento. Los violadores, ése es el problema. La pena de muerte, ése es el debate. Ahí está el cambio responsable. ¿Derechos?. Las comunidades frente a las trasnacionales, los agricultores ante el TLC, los trabajadores dentro de las empresas, las víctimas de la violencia frente al Estado, las mujeres de los programas sociales, los estudiantes, el magisterio, etc.; todo puede esperar ante la amenaza a nuestros niños. Y no importa que esta sea una falsa receta, probada tantas veces. Lo que cuenta es que pone al gobierno en cruzada contra las demás demandas de la sociedad.
Todavía no es muy visible el giro autoritario que se está viniendo. Pero si el recurso va a ser promover sentimientos de inseguridad en la población, como ya se movieron en las elecciones, y ofrecer en respuesta medidas de excepción, duras, de gobierno que no le tiembla la mano, lo que va a ocurrir en un tiempo va a resultar irrespirable. Por cierto la mejor manera de darse cuenta que eso está pasando es ver como se perfila el frente de los duros, y cómo se encuentran allí personajes de la derecha dizque democrática (Alcorta), con las tías malas de la dictadura pasada (Cuculiza, Chávez) y la socialdemocracia de García, Nores y Del Castillo. Patria, tradición y familia, en nuevo empaque.
En resumen, entre 2001 y 2006 hubo una falsa transición que quiso justificarse ante el pueblo con que estaba desarmando lentamente el andamiaje de la dictadura, cuando conservaba sus pilares básicos y hacía largas el proceso de sanciones para que la justicia quedase sin filo. Desde julio del 2006, tenemos la restauración plena, el nuevo abrazo García-Fujimori-derecha de Lourdes Flores, como si tuviéramos una síntesis de lo peor del Perú de los últimos 26 años.
15.08.06
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