Leo que para Fritz Dubois de Perú 21 lo que se ha confirmado con la conformación de la megacomisión investigadora de la corrupción de Alan García, es que no existe oposición en el actual Congreso. Es como decir que debieron votar en contra de la ley de consulta, la confianza a Lerner y el viaje a Ica entre otras, pero a la hora de la verdad apoyaron con el gobierno o a lo sumo se abstuvieron como los fujimoristas.
Oyendo a Lourdes Alcorta expresar sus discrepancias con la invetigación, casi que le doy la razón a Fritz, ya que según la pepecista la historia peruana está llena de investigaciones de anteriores gobiernos con fines de venganza. La conclusión es, por cierto, que Alcorta y muchos otros están votando distinto de lo que piensan, por la sola razón de que les es difícil aparecer ante el país oponiéndose a iniciativas que tienen respaldo popular.
Bueno, no hay oposición. ¿Y Dubois por qué no quiere investigar hechos de corrupción que están bastante a la vista?, ¿sólo porque hay que oponerse?, ¿por qué ese titular que apunta que “las bancadas” (la no oposición) rechazan a Diez Canseco como presidente de la comisión? Muy simple. Para el director del tabloide de la gran familia de la prensa hay un pésimo recuerdo sobre lo que fueron las comisiones investigadoras de la primera mitad de los 2000, presididas por los congresistas Diez Canseco y Herrera y que lo comprendieron entre los investigados y denunciados por su condición de asesor principal del exministro de Economía, Jorge Camet y su participación en temas tan delicados como la renegociación de la deuda externa, las panillas secretas del Estado (entre ellas su propio sueldo) y las privatizaciones.
Fritz habla de “mucho ruido y pocos resultados”, pero las referidas comisiones tuvieron mucho más resultados sobre lo que fue el gobierno más corrupto de la nuestra historia, que el “ruido” que le procuraron los medios a sus denuncias. Claro, si por resultados se refiere al tratamiento fiscal y judicial de cada uno de los casos, ahí sí hay que reconocer que no se hizo nada, pero no por el valor de las conclusiones del Congreso sino por el juego de presiones políticas que impidió judicializar muchos casos emblemáticos.
Dubois acusa a las investigaciones sobre la corrupción fujimorista de “sesgo antiempresarial” y de haber frenado las inversiones, cómo si en nombre de asegurarse que ciertos grupos económicos sigan invirtiendo habría que mirar a otra parte en relación a su intervención en actos contra la moral pública. Pero la verdad es que si en algo realmente ha fracasado el esfuerzo anticorrupción que existió en los primeros años del posfujimorismo es en identificar y sancionar a los beneficiarios privados de la corrupción. El principio de que no hay corruptos sin corruptores, no se cumplió para nada en el Perú, por eso las más turbias privatizaciones y concesiones siguen intocadas, a pesar de que la manipulación de las normas, la trampa en las licitaciones y contratos, los arreglos posteriores a la concesión, etc., no pudieron ocurrir sin una colusión entre el poder y el beneficiado.
Pero este es el punto crítico de la nueva comisión sobre Alan García. ¿Se tocarán las responsabilidades de las empresas amigas del presidente y de su gobierno? Ahí se juega todo. Fritz tiene razón.
18.09.11
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