Estaba casi cantado que Lourdes Flores iría con todo lo que sus asesores le pudiesen reunir a tratar de apabullar de acusaciones a Susana Villarán. Era su única chance de abrirle un flanco y hacerle perder votos. Es obvio que en la esquina de Susana Villarán sabían eso y eligieron la estrategia opuesta: no contestar los ataques e insistir en el rollo de las propuestas técnicas de las dos anteriores presentaciones, a sabiendas que no encandilan a nadie, pero esperando que la pepecista se enredara sola en su lengua.
Este enfoque no le permitía ganar el debate a Susana ni aparecer como una estrella política y más bien daba la impresión de estar apuntado a generar la sensación de empate (nadie hizo daño a nadie) o en todo caso impedir una victoria contundente de Flores, lo que le impediría remontar en las encuestas. Tal vez algunos piensen que esta era una jugada astuta, mientras otros se quejen de que faltó espíritu político aunque fuera para decirle: yo no le contesto, porque sus ataques son producto de la desesperación política.
Pero no, el libreto de no confrontar se mantuvo casi de principio a fin, dejando desconcertada a mucha gente que después que se apagaron las luces empezó a buscar una explicación para lo que había pasado. Y la pregunta es si se puede hacer una campaña desde lo nuevo y desde el cambio, para no decir desde la izquierda, sin tocar puntos donde le duele al actual sistema.
Cuando Flores decía que ellos representaban la modernidad del país versus el peligro de regresión, ¿no era el momento para preguntarse en público quiénes han gobernado al país y los hicieron pasar por sucesivas crisis, construyeron la pobreza y la desigualdad, y dieron origen a la precariedad democrática con la que vivimos? ¿O no es que el PPC ha sido como aliado de gobierno o como sector parlamentario responsable de leyes y decisiones contra los intereses del país y de los sectores que deberían haber sido protegidos por el Estado?
Ninguna estrategia de atracción de votos o de sobrevivencia en el debate, justifica no abordar la responsabilidad histórica de la derecha con la que Susana Villarán medirá fuerzas el próximo domingo. Y no hay cálculo que valga frente a la necesidad de iniciar la más implacable lucha contra la corrupción. Lourdes Flores postula al municipio para darle continuidad al gobierno de Castañeda y para dejar en nada las investigaciones sobre Comunicore, Línea Amarilla y otras pillerías de los últimos siete años. Susana debió decir que este era el verdadero problema que desata las pasiones y la causa de muchas guerras sucias, y no reducirse al ofrecimiento de que si gana convocará a sus actuales contendores.
No se trata del resultado de la votación que no va a verse afectado por las debilidades y vacíos del debate del lunes, sino del perfil definitivo de la contienda que está terminando. La ciudad de Lima está eligiendo una alcaldesa en la que logra percibir una voluntad de abrir una nueva etapa, por su estilo personal, por su relación con la población y las organizaciones, por los desafíos que se plantea superar. Pero nada de esto ocurre en el vacío. La reacción está frente a ella. Y la corrupción está en el sustrato de todo el sistema.
www.rwiener.blogspot.com
29.09.10
1 comentario:
Este artículo de Raúl Wiener describe certeramente la estrategia de Villarán, de lo cual se deduce los límites políticos de su supuesto izquierdismo. Definitivamente, su triunfo será valioso porque permitirá que una visión diferente de los problemas limeños se instale en el municipio. Por ejemplo, el problema del transporte se abordará tomando como prioridad el interés masivo y no el indvidual (como la absurda construcción de grandes vías para dirigirse a Asia, como pretende Flores). De otro lado, al ganar Villarán, se procederá a investigar la gestión del distinguido talador de árboles y sembrador de cemento que detenta actualmente la alcaldía de Lima. Éste último será el gran perdedor del domingo, y por eso su desesperación de las últimas semanas, al incorporarse a la campaña contra Villarán.
En cuanto a la ubicación política de Villarán, está claro que nunca será a la izquierda. En ese sentido, lo más que se puede esperar de ella, es decencia en su gestión (que no es poco en el Perú). Pero, con su declarada animadversión a Humala y a Chávez, lo más probable es que tanto ella, como las fuerzas que representa, decidan su opción por el "mal menor" en las elecciones de 2011 y colaboren para ello. Sin embargo, su elección podría ser interpretada como un triunfo de los sectores populares que vencen a la asquerosa campaña mediática en favor de la derecha. En ese sentido, las proyecciones de ese fenómeno pueden sobrepasar cualquier designio de Villarán y su partido Fuerza Social, y sentar las bases para un triunfo de los sectores populares en las elecciones de 2011.
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