Sólo Rafael Rey sería capaz del siguiente silogismo: es posible que haya un atentado contra mi persona, porque cuando hay amenazas nunca se produce el ataque, pero a mí nadie me ha amenazado. Es como cuando dijo que quería que le probaran que la voz que se había escuchado en la radio pidiendo una mesa de diálogo para deponer las armas, era realmente la de Artemio, para luego concluir que como era Artemio no habría ningún diálogo. Con razonamientos tan geniales como estos, la defensa del Estado está definitivamente asegurada.
Todo esto viene a propósito de que hoy lunes 17 de mayo se cumplen tres décadas desde el día en que Sendero Luminoso le declaró la guerra al Estado, con el sencillo acto de tomar uno de los locales del Jurado de Elecciones en un distrito de Ayacucho y quemar las ánforas y actas de votación, lo que sería seguido por un asesinato de perros que terminarían colgados en postes limeños con un mensaje incomprensible para la mayoría de los peruanos: “Deng Xiaoping, así mueren los perros traidores”, que aludía al desenlace de la lucha interna en el Partido Comunista de China.
En fin, después de una inmensa destrucción, decenas de miles de muertos, con sus principales dirigentes sobrevivientes confinados en las cárceles, con remanentes resistiendo en las selvas del VRAE y el Huallaga, y cargado múltiples interpretaciones sobre lo que pasó y cuáles habrían sido sus errores, a Sendero seguramente se le debe haber ocurrido conmemorar el aniversario apuntando a Rey que tantos éxitos le ha dado al actual gobierno, sobre todo en materia de misiles y tanques chinos. Pero para que Sendero se propusiese actuar de esa manera tendrían que haberse borrado las diferencias entre la fracción “resistir” y la de “acuerdo de paz”, Artemio y los Quispe tendrían que haber decidido pasar del foco local a la batalla nacional de un solo tramo, arriesgando a perderlo todo por un solo acto noticioso, es decir tendría que haberse roto toda la lógica de los últimos quince años, que ya Rafael rey debería haber entendido.
Salvo que el gobierno quiere hacernos creer que los problemas centrales del país no son la corrupción galopante y los conflictos sociales que brotan en todas partes, sino el peligro del “regreso de Sendero” y que ese sería el escenario principal hacia las elecciones. Cuidado, porque los gobiernos acorralados son capaces de todo para cambiar el eje de la atención pública.
17.05.10
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