Es verdad que Alex Kouri le dijo a Montesinos que el negocio estaba en los peajes, que era algo así como anotar que él podía financiarse por su cuenta si tomaba el control de una garita colocada a menos de un kilómetro del aeropuerto y se ponía a cobrar a todo el que pasaba por ahí, a cambio de una mini autopista de acceso al terminal aéreo. Así vimos que se construyó a toda velocidad esta vía única en el mundo que seguía la misma lógica que aplicarían los nuevos administradores del Jorge Chávez, de cobrar lo que fuera, porque los que tenían que viajar no iban a tener otra alternativa que pagar. Para completar el esquema las rutas laterales para los que optaban por no tomar la “vía rápida”, fueron rellenadas de obstáculos: rompemuelles, semáforos y letreros sobre límites de velocidad, con policías vigilando para las multas, para asegurar que el tiempo de recorrido fuera muy superior al otro. Todo por el negocio.
Esta situación no resistió el paso del tiempo. Primero fue el escándalo por los precios de la “obra” y los ingresos del peaje(casi 10 millones de dólares); luego las investigaciones parlamentarias, que como suele ocurrir se negociaron para que el dictamen perdiera contundencia; luego la intervención de la Contraloría, mediatizada por la presión del actual gobierno y en especial del almirante Giampietri; las sentencias de los jueces que ordenaban abrir la vía, mientras la administración argentina se resistía cobrando hasta las últimas consecuencias; y al final un ciudadano que se negó a pagar y otros que lo siguieron, hasta que explotó el sistema y al Municipalidad tuvo que arriar bandera blanca. Meses después, Convial de Argentina, demandó internacionalmente a su socio el Municipio del Callao, ante instancias internacionales, lo que por la acumulación de hechos oscuros (han ocultado el informe técnico de la UNI para cubrir responsabilidad penal de las autoridades chalacas) casi se puede decir que es una denuncia arreglada para que el Callao termine haciendo pagos adicionales a favor de la empresa extranjera. En fin, se cayó el negocio.
Pero si se observa bien, en la lógica del peaje está la misma idea que ahora se aplica en el sistema de las multas fotográficas. Alguien que debe estar muy cerca de Kouri debe haberle dicho que la plata está en los autos que llegan desprevenidos a la Provincia Constitucional y no saben que están siendo detectados por sobrepasar los 45 kilómetros por hora, en vías como La Colonial o La Marina, aunque ello ocurra después de la media noche. ¿Cuál es el sentido de un control de este tipo?, ¿acaso cuidar la seguridad de los peatones en una troncal donde deberían haber puentes peatonales?, ¿colegios a la vista?, ¿hospitales de los que salen ambulancias? Nada que ver. Simple capricho del que pone el mecanismo que va a hacer que todos caigan, por lo menos la primera vez. Y paguen pues. Claro que lo que uno inmediatamente piensa que lo que pasa es que esta vez el negocio está en las multas, sobre todo considerando que como se hace en estos tiempos el control y la cobranza de estas incomprensibles sanciones están asignadas a una empresa privada que luego liquida a favor del municipio. Y que algunos mal hablados dicen por ahí que es de propiedad del hermano de Alex Kouri.
19.05.10
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