La mayoría en el actual Pleno se ha convertido en una ruleta
rusa. Todos creen que tienen la bala plateada y que con un agrupamiento entre
distintas fracciones se puede lograr algún resultado, aunque después las
alianzas sean otras.
En tiempos del primer gobierno de Belaúnde, con el APRA
asociada con el odriísmo (el fujimorismo de la época) haciendo una mayoría estable que le amarró
las manos al gobierno, se usaba la fórmula de que esto era así porque el
Parlamento era el primer poder del Estado que debía prevalecer.
Han pasado 50 años y estamos viendo una caricatura de la
tragedia de los 60. En vez de una mayoría opositora que traba al Ejecutivo y
que pone la nota más derechista en asuntos claves como la reforma agraria y la nacionalización
del petróleo, tenemos ahora una dispersión casi total, salvo el eje fujimorista
que se mantiene y que hace soñar al APRA que juntando de aquí y allá podría
dominar desde el Congreso con sus cuatro parlamentarios.
Humala piensa al revés. Cree que en la dispersión, el
oficialismo, o lo que queda de él, puede lograr neutralizar los riesgos de un
Legislativo adverso. Hasta último momento siempre es posible conseguir el voto
salvador como se ha hecho en varias censuras. Para el actual presidente, el
Congreso es una de esas cosas del llamado “Estado de Derecho”, que no se sabe
para qué están, pero a la que hay que ser formalmente leal, maniobrando sobre
ellas.
Alan García, por cierto, como siempre, está tratando de ir
un paso adelante y ya está poniendo a este Congreso de las repartijas como el
que debe decidir sobre los asuntos en los que el gobierno está jaqueado, como
en los viejos tiempos: premier dizque que independiente, designación del jefe
de la DINI (para que espíe a otros), etc. La idea de que está naciendo una
nueva mayoría, es ilusoria en medio del gran desorden, pero el ego colosal no
pierde la oportunidad para aparecer como casi gobernante.
El Congreso peruano tal como es hoy es una versión bizarra
de lo que fue el poder congresal hasta 1992. Es una construcción chicha nacida
de Fujimori, que, como Humala, no creía en estas cosas que discuten y se
enfrentan, pero que la disfrazaron para cumplir con la presión internacional,
mermando su capacidad de control de otros poderes del Estado, su dinámica de
discusión interna y la calidad de sus componentes. De centro del debate
político, que ahora son los medios de comunicación, pasó a prebenda que se
reparte entre los compañeros de viaje de las campañas, y que luego se disgregan
tristemente.
Pero, en fin, la votación sobre la censura a Jara, dependerá
de muchos votos locos que pueden terminar apoyando o censurando a quién sea, de
acuerdo a las negociaciones de último momento y a los cambios de estados de ánimo.
27.03.15
3 comentarios:
Nade de "anónimo", soy Ambrosio
Pajas mentales de políticos en vías de corrupción. La separación de poderes o división de poderes (en latín, trias politica) es una ordenación y distribución de las funciones del Estado, en la cual la titularidad de cada una de ellas es confiada a un órgano u organismo público distinto.
Es una doctrina democrática; denomina a esta teoría, en sentido estricto, separación de funciones o separación de facultades, al considerar al poder como único e indivisible y perteneciente original y esencialmente al titular de la soberanía (nación o pueblo), resultando imposible concebir que aquél pueda ser dividido para su ejercicio
Mientras no se cambie el sistema político via un cambio constitucional, vamos a tener un Congreso que, salvo honrosas excepciones, es una vergüenza, una especie de mercado persa donde todo se compra o se vende; y este cambio en la Constitución no lo va a hacer este Congreso o el siguiente, porque los congresistas no van a hacer algo que vaya en contra de sus intereses, así que lo que se necesita es una Asamblea Constituyente que esté conformada por los mejores constitucionalistas del país y que no tengan ya ambiciones políticas para hacer los cambios constitucionales que el país tanto necesita.
Hasta que ladró el pajero de alditus u odla o franco o falso ambrosio, a joder, métanle un cuete en las cuatro letras.
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