Amigos:
Una tarde de sobreexitación de poder, Alan García decidió una rebaja presidencial de precio de los combustibles, envió al Congreso un proyecto de ley con carácter de "urgencia" sobre la Pena de Muerte y anunció en la cara del ministro de Educación que antes de fin de año se haría una evaluación de los 350 mil maestros del sector público, para decidir lo que se va a hacer con la educación.
Luego de la primera sorpresa el señor Chang, comprendió que no tenía más remedio que enfilarse a una evaluación que terminó colocada hacia el último día útil del año, como excelente regalo de navidades porque no había otra forma de hacer alcanzar el tiempo, y construir una oposición con el SUTEP para que todos sepan dónde está el obstáculo que impide las buenas decisiones educativas.
Y luego de esto aparece un señor Cabanillas B, que pretende darme una lección sobre el valor de las evaluaciones, y el derecho de las patronales a aplicarlas, la retroalimentación, etc. y yo no puedo sino volver a la pregunta de mi artículo: “¿Están hablando en serio?”
Dice que estoy estancado cinco años. Eso porque no veo diferencias entre las intenciones de Lynch y las de García (Chang no cuenta). Pero lo que debería preocupar es que el gobierno que dice haber aprendido de su pasado no tenga otra cosa que decir en materia educativa que otra vez el cuento de las evaluaciones para tomar decisiones y la argucia de la municipalización.
Lo que para mí esta muy claro es que el neoliberalismo económico, que García y la actual cúpula de gobierno, han suscrito después de hacer una alianza no declarada con la derecha y el fujimorismo, tiene el efecto de deteriorar el sistema educativo del sector público. ¿Dónde poner millones de estudiantes dentro de una economía de extracción de recursos naturales para la exportación, de empleos precarios y de informalidad inducida? No hay como. Por eso la desorientación que ya dura bastantes años.
Todo se cae en educación: locales, currículas, materiales educativos y, cómo no, la preparación de los profesores. El Estado invierte cada año menos en educación y encarga el ministerio a un exitoso empresario de la educación superior privada que tuvo la osadía de contratar a García cuando era un desocupado con casa en San Isidro, para que dictara clases de buen gobierno.
Y después de tantos aciertos, lo que queda obviamente es: evaluar a los profesores, con toda la jauría periodística predispuesta tras del gobierno. Y claro aquí lo que vamos a comprobar son las consecuencias del sindicalismo de Patria Roja, no el resultado de 20 años de educación peruana, desde el primer García a Fujimori, a Toledo y otra vez en el punto de partida
Una historia que incluye a otra Cabanillas B., que tampoco tuvo éxito en formular un proyecto educativo para el país y ahora no tiene ninguna fuerza ni idea para proponerle a su inspirado e incontinente verbal presidente.
Por todo lo dicho sigo pensando que ahora, como hace cinco años, la evaluación está concebida para trasladar las responsabilidades de los fracasos educativos a los maestros. Sólo que ahora el plan es más improvisado todavía.
Es lo que pienso
Raúl Wiener
19.12.06
"A pocos días de la evaluación magisterial alanista vuelvo a pensar lo mismo. El gobierno, la prensa, los partidos del sistema, están a la espera de confirmar "lo mal" que estamos en enseñanza."
Lamentable opinión de una persona que sigue pensando lo mismo luego de cinco años, tal vez por que la posición del SUTEP no ha cambiado y el autor de las líneas tampoco.
Sigue pensando que las EVALUACIONES DE PERSONAL son simples herramientas de sanción, IGNORANDO OLIMPICAMENTE, que la Evaluación del personal es la primera herramienta para formular: a) Programas de capacitación, b) es un retroalimentador de la gestión, c) permite identificar carencias y fortalezas del personal, d) retroalimenta al mismo trabajador : el docente, e) posibilita la línea base de lo que serán las futuras acciones de DESARROLLO DE PERSONAL, f) es un referente para acciones de personal como ascensos, etc.
Desconocer lo que es la EVALUACION DE PERSONAL hace que el autor confunda términos y se vaya por la tangente a temas como los del marco socio económico que a no dudarlo tienen incidencia en la situación de la educación nacional, pero que en nada se contrapone con un proceso educativo, que es un DERECHO DEL EMPLEADOR: "evaluar a su personal". El entorno tiene sus propias características también evaluables y mensurables, más allá de adjetivos. Es más se recomiendan mediciones permanentes del entorno, y el autor de la nota como él mismo dice en su introducción: "está repitiendo una nota luego de 5 años" - Que terrible declaración.
Creer que la EVALUACION DE LOS MAESTROS, es un acto que va a derivar en encabezados periodísticos como los que cita:
Reprueban a maestros;
- Sutep protege la ignorancia;
- Miren en manos de quiénes están nuestros hijos;
Es simplemente una redundancia, para esto no hay necesidad de hacer una evaluación de docentes, esto ya se sabe.
De manera que a tomar las cosas con seriedad; como sociedad representada en el Estado hemos abdicado a muchos de los derechos que tienen los padres en resguardo de la Educación de sus hijos. El SUTEP ha hecho sentir su peso en los procesos electorales y les ha temblado la mano a muchos Ministros, Parlamentarios y funcionarios con expectativas electorales, para enfrentarse a los miles de votos de los maestros y sus familias.
Esta EVALUACION es necesaria para todos, pero especialmente para los maestros a fin de tener un retroalimentador de sus actividades, muchas de las cuales han quedado en el pasado.
Soy testigo de profesores que memorizan un párrafo o a lo sumo una página del tema a enseñar y el alumno ingresa fácilmente a Google y encuentra cientos de páginas sobre el tema asignado; ¿hay o no necesidad de verificar cualitativa y cuantitativamente esta realidad para trazar estrategias de solución a esta realidad? Que el sindicalismo ramplón y pasadista que esgrime el SUTEP y Patria Roja, se conviertan en el muro de contención de una modernización del sistema que es requerido a gritos por los usuarios: los alumnos y los padres de familia.
Armando Cabanillas B
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