Algunos editoriales de El Comercio, pueden llegar a hacer
sonreír al que los lee, por el grado, no se sabe, de fanatismo liberal o
infantilismo que los hace inolvidables. Me ocurrió con uno de hace poco
(“Cuando el amor se acaba”, 20-04-15),
que parece una torcida burla al día del trabajador.
La tesis del señor Berckemeyer y sus amigos, sostiene que
así como en los matrimonios disfuncionales debería bastar el deseo de uno de
los esposos para que la separación se haga efectiva y el Estado no debería intervenir
poniendo reglas que atentan contra los derechos individuales, de igual modo las
relaciones laborales debería deshacerse cuando una de la partes, empleadores o
empleados) pierde la confianza en la otra y no desea trabajar más en conjunto.
O sea, en primer lugar, las relaciones laborales son un
asunto de amor, entre la persona que contrata y el contratado, que debe
persistir hasta que el vínculo afectivo se destruya. Entonces, ¿para qué normas
de protección del trabajo?, ¿por qué lo jueces meten su cuchara?, si todo es un
asunto de lo más romántico.
Por supuesto si me pongo a explicar la diferencia entre una
asociación entre dos que son iguales en derechos y responsabilidades, y la
incorporación del trabajador a una organización jerarquizada del trabajo, donde
es una pieza subordinada a su patrón, haría probablemente un ridículo parecido al
que nos ofrecen los editorialistas del diario nodriza de la gran concentración.
Digamos, nomás, que la llamada relación laboral no tiene
ningún parecido con el encanto que construye las parejas y que después, con el
tiempo, podría diluirse. El trabajador acude a la empresa porque tiene
necesidades propias y de su familia y debe emplearse para vender lo que sabe
hacer en el lugar donde el propietario decida ponerlo.
Este no es un problema de buenos o malos empresarios, que
los hay muy respetables, ni de que los trabadores sean santos, cuando hay
algunos que tienen conductas vedadas. El tema es de posición dominante y
dominada, lo que hace precisamente que el Estado se involucre, o deba
involucrarse, para equilibrar la balanza. Las pocas restricciones que hay al
despido arbitrario, subsisten para que los capitalistas no echen fuera al
trabajador que no le gusta, porque protestas, reclama derechos, se sindicaliza.
Después de casi una docena de leyes que desde finales de los
70, han pretendido hacer más fácil el despido, El Comercio sigue diciendo que
aquí hay una “suerte de estabilidad absoluta”. De ahí su posición para que se
aplique el divorcio automático cuando se acaba el amor del empresario a sus
contratados. Por supuesto si así estuvieran construidas las relaciones de
trabajo no habría posibilidad de sindicato, negociación colectiva, huelga y
otros derechos que se basan en que entre trabajador y empresa tienen que no son
comunes y que deberían poder discutirse siempre para construir armonía.
01.05.15
3 comentarios:
Nada de "anónimo", soy Ambrosio
Es imposible que los progresistas (marxistas, socialistas) entiendan que, mientras mayor libertad económica existe, mejor le va al "trabajador", como ocurre en Singapur, Estados Unidos, Hong Kong. Y, mientras menos libertad económica existe, menos progreso en niveles de vida y riqueza es posible para el "trabajador", tal como ocurre en Cuba, Corea del Norte, la razón por la cual la Unión Soviética no existe más.
Así como don Raúl le dedica sonrisas de conmiseración frente a los "bobos liberales" de su odiado El Comercio; a mí me pasa lo mismo cuando él se sube a su púlpito marxista leninista a predicar que, en aras de la "protección" del trabajador, menos libertad económica es necesaria, y que es indispensable ceder todo el poder al Estado, además de renunciar a la libertad.
Vamos a ver Raúl. Capital es "trabajo ahorrado". ¿Qué es eso? Que si yo ahorro el 20% de mi salario durante unos años, y lo invierto en una idea innovadora, ese "trabajo" se convierte en "capital" que le dará trabajo a más trabajadores, que, más tarde, pueden hacer lo mismo. Esa energía creadora solo es posible en libertad económica dentro del estado de derecho con la propiedad protegida; es imposible en la tiranía marxista leninista.
Trabajadores del mundo, uníos en contra de la tiranía de la planificación central del Partido Comunista.
Saludos desde Bruselas
El Primero de Mayo en Europa es el pretexto del fin de semana (o, como dicen por acá: "le weekend") largo, puente fijo si el 1º de mayo cae viernes o martes. Manifestaciones con letreros sombríos "demandando" lo que sea no las hay más.
¿"Seguridad laboral"? Imagino que los patas de El Comercio se refieren a que, en una empresa, debe haber un proyecto común, fabricar la mejor mermelada (o mueble o tractor) posible, llegar a casa con la satisfacción de haber dado lo mejor de sí. Hay ejemplos de que no ocurre así, especialmente cuando las relaciones entre gerencia y operarios es "disfuncional" o se encuentran en franco antagonismo: carros saboteados por los operarios por ejemplo en Francia.
¿Es posible el proyecto común? Pues sí. Los japoneses lo lograron y el resto del planeta lo copió. En Japoón gerencia y operarios hacen gimnasia en la mañana, reciben arengas (como soldados) y lograron en una decada brillante destronar con marcas como Toyota y Nissan a la General Motors y Ford por ese concepto de proyecto común.
CJ
Estos neoliberales si que son burros; comparar el matrimonio, que es (o deberia ser) una relación entre iguales con la relación entre empleador y trabajador, que es de dependencia o subordinación de uno sobre el otro.
Esto demuestra que los neoliberales están tocando fondo porque como lo que dicen sus catecismos neoliberales no se refleja en la realidad, pasan a hacer comparaciones de lo mas absurdas, pobrecitos.
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