Imágenes de un continente en crisis
A comienzos de noviembre, las bolsas europeas y detrás de ellas las del resto del mundo, se tambalearon por enésima vez en lo que va del año, motivadas en este caso por el anuncio del hasta ese momento primer ministro griego que había decidido viabilizar un mecanismo de consulta a la población sobre las medidas de ajuste exigidas por la Unión Europea. Como la democracia no sirve para esos casos donde están en juego muchos miles de millones, la burocracia de Bruselas y los gobernantes de Alemania y Francia anunciaron que no “rescatarían” a los helenos, y los valores de las bolsas se derrumbaron al compás de sus palabras. En 48 horas, Papandreu retrocedió en su posición y adelantó su renuncia; entonces las bolsas se reanimaron como si realmente creyeran que poniendo a un lado a los que han estado recibiendo el ajuste continuo desde hace casi un año y a los que gobiernos extranjeros les han prohibido opinar, van a ser tan sumisos como el renunciante primer ministro. En otras palabras, no tienen proyección respecto al curso de los acontecimientos más allá de una valoración de los que ocurrirá en las horas siguientes.
Volvió a ocurrir este lunes. En Italia se informó que el primer ministro, el chibolero y putañero, Silvio Berlusconi había perdido la mayoría en el Congreso y se consideraba inminente su renuncia, en medio del empeoramiento de las cifras de duda y déficit en la bota Mediterránea. Las bolsas europeas y con ellas las de todo el planeta se deslizaron hacia abajo, registrando su incertidumbre ante la debacle de una de las diez economías más grandes, la primera de lo G-8 en entrar en la lista negra. Pero al medio día, el propio Berlusconi desmentía su dimisión y calmaba los mercados aunque sólo fuera por un momento, porque dos días después ya estaba dispuesto que saldría del cargo desde donde protagonizó interminables escándalos sexuales, para ser reemplazado, como en Grecia, por un antiguo alto miembro de las comisiones económicas de la UE, cuyo mérito adicional es no ser miembro oficial de ningún partido. La secuencia anuncio de cambios por la vía democrática, espanto bursátil, frenazo de los cambios, junta de médicos económicos y políticos de UE, intervención de la tecnocracia al recate de los políticos derrotados, parece por ahora una constante del sistema.
Claro que la conclusión es que Europa se está haciendo insostenible, sobre todo en las imágenes que construyó sobre sí misma. Ese paraíso de naciones iguales, grandes y pequeñas, de instituciones sabias que se habían puesto de antemano en todas las situaciones, esa democracia perfecta que creía con el tiempo, etc. Nada de esto vale cuando lo que está de por medio es saber quién paga la cuenta por los errores cometidos. Si la UE aparentaba ser una tecnocracia en vías de democratización, ahora Europa como conjunto es una democracia cada vez más lánguida en medio de una tecnocratización de los países desde la tecnocracia central afincada en la capital de Bélgica que es desde donde se maneja lo que queda de la unidad europea. Que el político Papandreu sea reemplazado por el eurobanquero Lucas Papademos (ex vicepresidente del Banco Europeo) y que el más voceado sustituto de Silvio Berlusconi sea Mario Monti, reputado por haber sido miembro de número de la Comisión Europea (el gobierno de la UE), tiene que significar algo. Y eso es que los países que crearon la UE como instancia supranacional están siendo ahora colonizados desde arriba por los gobernantes de la superinstitución que trata de defender el euro porque no sabe4 que pasará cuando desaparezca.
El resto de Europa
No sólo la débil Grecia ha sido obligada a someterse, sino que la larga mano disciplinadora de Bruselas, Berlín y París, ha llegado a la orgullosa Italia. ¿Y los demás? Bueno todo el continente hace agua y nadie está contento con los gobiernos que pretenden representarlos. El problema es que los reemplazos posibles por la vía electoral son sorprendentemente simétricos de un país a otro y ninguno augura nada de bueno, como dirían con toda razón los indignados, desahuciados y otras especies de la protesta que invade en las calles y ya no cree en las elecciones.
En España es seguro que la derecha del PP desalojará a los socialistas de Rodríguez Zapatero, pero lo único que queda en duda a partir de allí es el tiempo que se tomará el nuevo gobierno en enfrentarse a los movimientos sociales con las medidas de ajuste para pagar la deuda. Todos los españoles saben que el PSOE ha fracasado sin remedio, pero muy pocos podrían negar que al PP le pasará lo mismo. Las medidas que el PP se propone tomar son por lo demás las mismas que el PSOE ha estado dictando con el repudio del pueblo ibérico. Y es que el dogma de la UE no deja espacio para variantes económicas, lo que sólo permite que nos distraigamos con los cambios políticos.
Pero si saltamos Francia donde la estructura financiera está tambaleando por su extremo compromiso con la crisis italiana y en donde las calificaciones internacionales del gobierno Sarkozy se deterioran afectando el orgullo galo que como se sabe es más grande de lo que realmente vale la economía francesa, encontraremos que los derechistas en el poder son los que ya se ven entregando el gobierno la siguiente vez que el pueblo vaya a las urnas. Pero el regreso de los socialistas tampoco promete nada diferente. Y es que no podrían hacerlo fuera de la orientación restrictiva y fiscalista de la UE. El tema en Francia, como en Alemania (donde también se eclipsa la buena estrella de Merkel y empiezan a incrementarse las expectativas de regreso al poder de la socialdemocracia) y en los países todavía sobrevivientes de la UE, es que todos están caminando a conformar gobiernos para administrar la recesión.
Quizás no sea una casualidad el papel de los griegos en la actual crisis, a pesar de su relativa poca envergadura económica. En todo caso hay mucho de simbólico en que la cuna de la democracia esté muy cerca de convertirse en una tumba de los anhelos de someterlo todo a la voluntad del pueblo. También hay un cierto eco de tragedia helénica en todo esto de que los personajes saben que van a morir pero pugnan por tener el mejor lugar en la próxima representación de la gran crisis. En fin, todo esto es lo anecdótico; lo que si es pura verdad es que ya no hay quién pueda creer en aquello del milagro europeo, los valores superiores de occidente, la unidad para la paz social, el neoliberalismo diferente y otras paparruchas en las que se creyó durante tantos años. Finalmente ante lo que estamos es frente a la derrota de la política por la economía, de la democracia por la tecnocracia, de la ciudadanía por la banca. Y todo esto dos años después de la primera crisis, cuando la banca estaba en el suelo y era cuestión de darle un puntillazo, pero los gobiernos decidieron rescatarla a cualquier costo.
Ahora los tecnócratas de Bruselas y los banqueros de la vieja Europa han recuperado el poder. Y lo que sigue presenta el peor pronóstico.
13.11.11
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