El tío George ha muerto por lo menos dos veces de corrupción durante este gobierno. La primera, poco después del célebre discurso de las ratas, en la noche en que se conocieron los primeros petroaudios cuando al lado de Alan García repudiaron a León y Químper, solamente que unos días después se supo quién era el Jorge que aparecía en tantas conversaciones y cayó el gabinete, con buena parte de sus aspiraciones presidenciales. La segunda, en la primera mitad de este año cuando ya el tío había logrado que la fiscalía no le encuentre indicios de delito y haciendo mil combinaciones había alcanzado la secretaría general del partido, hasta que se conoció el cambiazo de los USB de Giannotti y todo el país supo de lo que era capaz el gobierno para salvar a sus corruptos. En esta segunda muerte se vino abajo la secretaría general y Del Castillo se fue tan al suelo que García pudo decir que mejor candidato sería Velásquez Quesquén. Fue entonces que sonaron nuevos audios y se leyeron diversos mails que mostraban el papel clave de George en el dispositivo que Canaán y Rómulo armaron sobre petróleo y otros negocios, probablemente por encargo del presidente, junto con otras pellejerías con amigos empresarios.
El tío George, sin embargo, nunca está muerto del todo, especialmente en cierta prensa amiga que ha querido meter la idea de que está probado hasta el asco que George (y de paso Alan) no metieron la mano en los USB, que el general Hidalgo es casi un ángel y que el fiscal Milla tenía tanto poder que ordenó la investigación paralela de la dirección antidrogas sin avisarle al ministro del Interior de la época (Hernani), por tanto que no pudo haber manipulación o sustitución en la etapa de la intervención de la policía amiga y al servicio del Ejecutivo, y que la mano negra tiene que haber estado en el Poder Judicial sea porque Villa Stein tiene algo que ocultar, o porque el congresista Souza logró que alguien le hiciera el favor de esconder sus conversaciones y de su socio Nakasaki con sus clientes los Sánchez Paredes, o porque Giannotti misma logró que le robaran sus archivos para que no hubieran pruebas contra ella. Cualquiera menos el tío George, al que Alan le dijo con toda la abrumadora convicción de sus 120 kilos y el poder de la presidencia: tú te salvas sólo, pero a mí no me comprometes.
Ahora, la Comisión Menchola ha agregado un poco más de confusión a las necesidades de exculpación del que alguna vez fue el segundo hombre del régimen. Su conclusión es que hubo cambio, pero no se sabe donde ocurrió, ni cuando, ni quién lo hizo. Por tanto estamos volviendo al momento cuando Raffo traicionó a la comisión Abugattás e impidió acusar a Del Castillo y otros ministros que probadamente hicieron negocios secretos en una suite de un hotel, con un magnate dominicano; y cuando la comisión Luizar concluyó que todos eran chuponeados y cualquiera podía haber tenido interés en chuponear. Es decir todo el mundo tratando de morderse la cola, y todos evadiendo lo que la opinión pública concluyó hace tiempo, que el caso petroaudios-BTR es uno sólo, en el que los espiados y los espías eran parte del gobierno, y que todo esto salió a luz por la propia descomposición del sistema, como ocurrió con los vladivideos. ¿Alguien puede dudar todavía que el cambiazo de los US y el ocultamiento de pruebas fue parte de esta misma cadena?
29.08.10
http://www.rwiener.blogspot.com/
Raúl Wiener Periodista, Analista Político y Económico peruano. Trabajó en el diario El Observador (1981-1984). Dirigió la revista Amauta (1988-1992), participó del programa Radicales Libres por RBC Televisión en el 2012 y fue director de la revista Miercoles de Política en el 2013. Actualmente es Jefe de la Unidad de Investigación del diario Uno (ex La Primera) desde 2007 y colaborador semanal de la revista Hildebrandt en sus trece.
domingo, agosto 29, 2010
martes, agosto 24, 2010
Artículo 62
Artículo 62º
La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección previstos en el contrato o contemplados en la ley.
Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que se refiere el párrafo precedente.
El gobierno de Alan García ha invocado al artículo 62 de la Constitución de 1993, como marco para darle solución al conflicto sobre la exportación del gas. En resumen ha dicho que el gobierno acepta declarar las reservas del Lote 88 como exclusivas para el consumo interno, pero esto lo hace derogando (no anulando) el tramposo decreto de Kuczynski de 2004, pero sin desmedro de lo estipulado en el artículo 62.
Es como quién dice: ya que no le podemos imponer a los pobladores de La Convención y el gran sur, las normas entreguistas de Toledo que defendimos en el discurso de 28 de julio, las invalidamos para el futuro (lo que no significa nada, salvo el gesto simbólico), pero como estamos amarrados a un contrato que se basó en esos dispositivos, les decimos a las trasnacionales que está vigente el 62 que dice que ninguna ley puede modificar lo contratado entre Estado y particulares. Si ustedes quieren, podemos hacer cambios para calmar a la gente, pero si no están de acuerdo, y están en todo su derecho, lo dejamos ahí y que pase lo que tenga que pasar.
Hay varias lecciones que extraer en este caso: (a) el gobierno aprista es pusilánime y maniobra entre los intereses de las grandes empresas y las demandas de los movimientos sociales; (b) la Constitución del 93 está hecha para amarrar las manos del Estado para corregirá las decisiones corruptas; (c) que mientras la Constitución del 79 fijaba en su artículo 128, el principio que los bienes públicos no se manejan bajo principios del derecho privado, la del 93, en su famoso artículo 62, equipara el contrato privado y el público, y por esa vía permite a los que suscriben a nombre del Estado actuar como si fueran propietarios y generar contratos que aunque violen la ley o vayan en contra del interés nacional y social, no son reversibles porque ya se firmaron, “salvo acuerdo de las partes”
Todo el sistema de privatizaciones y concesiones que está plagado de ilegalidades y trampas se blinda, como se dice ahora, con el artículo 62, que impide dictar leyes u otras normas para corregir los entuertos. Por eso es que muchos analistas advierten que la derogatoria del DS 050-2005 EM, que es una conquista de la lucha de La Convención puede devenir en letra muerta, ya que el único efecto de ese decreto fue permitir el contrato de exportación del año 2006, que está vigente y que el propio gobierno insiste en que lo protege el artículo 62 de la Constitución. ¿Y quién nos protegerá de ese artículo, de esa Constitución, de Kuczynski y el gobierno de Alan García?
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25.08.10
La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección previstos en el contrato o contemplados en la ley.
Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que se refiere el párrafo precedente.
El gobierno de Alan García ha invocado al artículo 62 de la Constitución de 1993, como marco para darle solución al conflicto sobre la exportación del gas. En resumen ha dicho que el gobierno acepta declarar las reservas del Lote 88 como exclusivas para el consumo interno, pero esto lo hace derogando (no anulando) el tramposo decreto de Kuczynski de 2004, pero sin desmedro de lo estipulado en el artículo 62.
Es como quién dice: ya que no le podemos imponer a los pobladores de La Convención y el gran sur, las normas entreguistas de Toledo que defendimos en el discurso de 28 de julio, las invalidamos para el futuro (lo que no significa nada, salvo el gesto simbólico), pero como estamos amarrados a un contrato que se basó en esos dispositivos, les decimos a las trasnacionales que está vigente el 62 que dice que ninguna ley puede modificar lo contratado entre Estado y particulares. Si ustedes quieren, podemos hacer cambios para calmar a la gente, pero si no están de acuerdo, y están en todo su derecho, lo dejamos ahí y que pase lo que tenga que pasar.
Hay varias lecciones que extraer en este caso: (a) el gobierno aprista es pusilánime y maniobra entre los intereses de las grandes empresas y las demandas de los movimientos sociales; (b) la Constitución del 93 está hecha para amarrar las manos del Estado para corregirá las decisiones corruptas; (c) que mientras la Constitución del 79 fijaba en su artículo 128, el principio que los bienes públicos no se manejan bajo principios del derecho privado, la del 93, en su famoso artículo 62, equipara el contrato privado y el público, y por esa vía permite a los que suscriben a nombre del Estado actuar como si fueran propietarios y generar contratos que aunque violen la ley o vayan en contra del interés nacional y social, no son reversibles porque ya se firmaron, “salvo acuerdo de las partes”
Todo el sistema de privatizaciones y concesiones que está plagado de ilegalidades y trampas se blinda, como se dice ahora, con el artículo 62, que impide dictar leyes u otras normas para corregir los entuertos. Por eso es que muchos analistas advierten que la derogatoria del DS 050-2005 EM, que es una conquista de la lucha de La Convención puede devenir en letra muerta, ya que el único efecto de ese decreto fue permitir el contrato de exportación del año 2006, que está vigente y que el propio gobierno insiste en que lo protege el artículo 62 de la Constitución. ¿Y quién nos protegerá de ese artículo, de esa Constitución, de Kuczynski y el gobierno de Alan García?
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25.08.10
Susana ollantizada
Aunque sea difícil de creer, la prensa de extrema derecha se ha lanzado esta semana con todo a “ollantizar”, es decir sembrar miedo, generar anticuerpos, contra la candidatura de Susana Villarán apenas empezó a levantar algunos puntos. Desde rojaza, aliada de patria roja, pariente de senderistas, destructora del vaso de leche (que ayudo a crear), propulsora de nuevos impuestos, etc., no hay ninguna diferencia que valga la pena con lo que se dijo del líder nacionalista en el 2006, campaña negativa a la que contribuyó la propia Susana con algunos gestos que fueron aplaudidos por los medios que ahora la atacan, porque entonces convenía a sus intereses.
El ataque a Villarán no sólo advierte del tono que va a tomar las campañas 2010-2011 y que seguirá en crescendo, sino que descubre la naturaleza oligárquica que ha adoptado el poder político como reflejo de la reoligarquización que se observa en la economía. Desde Fujimori, hay un veto para todo lo que represente algún grado de cuestionamiento a la forma como el país viene siendo dirigido y a la posibilidad de un renacimiento de corrientes a la izquierda del sistema. Es como que el mecanismo cerrado del dictador, la cúpula militar y sus amigos comprados, se hubiera ensanchado para que ingresen los políticos de derecha que participan de la corrupción, pero hasta ahí nomás.
Se complementa así la campaña de los miedos (miedo a la inflación, miedo al terrorismo, miedo al cambio) que sustenta el inmovilismo, con la de la destrucción mediática y política de la mínima disidencia. Una mujer de izquierda en Lima, aunque sea más bien rosada, amable, sonriente y rodeada de técnicos de poco recorrido político, que la inducen a hacer propuestas que no polaricen, es demasiado como ganadora del 3 de octubre. ¿Y acaso nadie recuerda que Lima ya fue gobernada por la izquierda y que de la gestión de Barrantes hay buen recuerdo entre los habitantes de la ciudad y ninguna sombra de corrupción? Entonces, ¿cuál es el problema? El punto es que con el fujimorismo se construyó una imagen del “orden” en el que no se incluye ninguna izquierda, ningún sindicato fuerte y ningún liderazgo basado en la movilización social. Y que hay empresarios, medios, sectores políticos y militares, que creen que eso se puede mantener indefinidamente lo que hará que sigan llegando las inversiones.
Pero hay algo más. Toda la reproducción del estatus quo actual está basada en la ficción de que existe una mayoría a su favor que se refleja en las instituciones y que tiene como fundamento una población limeña y capitalino-costera satisfecha con esta situación. Esto se traduce en una Lima de derecha, un norte aprista y sectores populares clientelizados por el fujimorismo en zonas populares urbanos y bolsones de pobreza del interior. Esta suma sería la que hizo ganar a García 52/48 en el 2006. El temor a Susana no es a ella misma, sino al significado de lo que sería un cambio del ánimo político en la fortaleza principal del sistema. ¿Qué pasará después?, se pregunta el que se cree heredero de Riva Agüero. Y por eso vuelven a lo que creen fue su gran aporte de hace cuatro años: la prensa como arma de fuego. El poder de los diarios y la televisión se puede adulterar la voluntad de la gente. Bonita democracia.
22.08.10
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El ataque a Villarán no sólo advierte del tono que va a tomar las campañas 2010-2011 y que seguirá en crescendo, sino que descubre la naturaleza oligárquica que ha adoptado el poder político como reflejo de la reoligarquización que se observa en la economía. Desde Fujimori, hay un veto para todo lo que represente algún grado de cuestionamiento a la forma como el país viene siendo dirigido y a la posibilidad de un renacimiento de corrientes a la izquierda del sistema. Es como que el mecanismo cerrado del dictador, la cúpula militar y sus amigos comprados, se hubiera ensanchado para que ingresen los políticos de derecha que participan de la corrupción, pero hasta ahí nomás.
Se complementa así la campaña de los miedos (miedo a la inflación, miedo al terrorismo, miedo al cambio) que sustenta el inmovilismo, con la de la destrucción mediática y política de la mínima disidencia. Una mujer de izquierda en Lima, aunque sea más bien rosada, amable, sonriente y rodeada de técnicos de poco recorrido político, que la inducen a hacer propuestas que no polaricen, es demasiado como ganadora del 3 de octubre. ¿Y acaso nadie recuerda que Lima ya fue gobernada por la izquierda y que de la gestión de Barrantes hay buen recuerdo entre los habitantes de la ciudad y ninguna sombra de corrupción? Entonces, ¿cuál es el problema? El punto es que con el fujimorismo se construyó una imagen del “orden” en el que no se incluye ninguna izquierda, ningún sindicato fuerte y ningún liderazgo basado en la movilización social. Y que hay empresarios, medios, sectores políticos y militares, que creen que eso se puede mantener indefinidamente lo que hará que sigan llegando las inversiones.
Pero hay algo más. Toda la reproducción del estatus quo actual está basada en la ficción de que existe una mayoría a su favor que se refleja en las instituciones y que tiene como fundamento una población limeña y capitalino-costera satisfecha con esta situación. Esto se traduce en una Lima de derecha, un norte aprista y sectores populares clientelizados por el fujimorismo en zonas populares urbanos y bolsones de pobreza del interior. Esta suma sería la que hizo ganar a García 52/48 en el 2006. El temor a Susana no es a ella misma, sino al significado de lo que sería un cambio del ánimo político en la fortaleza principal del sistema. ¿Qué pasará después?, se pregunta el que se cree heredero de Riva Agüero. Y por eso vuelven a lo que creen fue su gran aporte de hace cuatro años: la prensa como arma de fuego. El poder de los diarios y la televisión se puede adulterar la voluntad de la gente. Bonita democracia.
22.08.10
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jueves, agosto 19, 2010
Justicia a la carta
A Lori Berenson le han hecho arrepentirse dos veces, una por escrito y otra ante la sala penal, de los actos que se supone intentó hacer pero fracasó porque fue detenida cuando todavía era un plan. Lo que se decía cuando salió de prisión era que no eran suficientes casi 15 años de carcelería porque no había pedido perdón. Bueno, pidió perdón, y la conclusión ha sido, según ministros y congresistas, que no está probado que sea sincera. ¿Y cómo se prueba eso?
Si es cierto que a Berenson le dieron la semilibertad como un presente para Obama y el Partido Demócrata, antes del viaje de García a los Estados Unidos, separando su caso del de otros que tenían igual derecho; habría que convenir que ahora la devuelven a prisión con un pretexto burocrático, para satisfacer a una opinión pública previamente trabajada con el cuento del rebrote terrorista y del fujimorismo que nos salvó con sus leyes fuertes y sus atropellos a los derechos humanos.
Lo que se está diciendo es que no se puede creer en los jueces y que nada vale cualquier esfuerzo de rehabilitación del prisionero: buena conducta y trabajo en la prisión; informe de los peritos; o la esforzada discreción luego de volver a la calle, a pesar del escándalo promovido por los medios; y que todo no es sino un juego de política en el que Berenson puede ser una pelota de fútbol pateada en varias direcciones, como ella misma dice, pero el resto resultamos espectadores de nuestra propia manipulación.
En otras palabras que el sistema político actual se justifica porque hay que ganar eternamente batallas al terrorismo (con y sin comillas), lo que conduce a sainetes como el de la anulación de beneficios penales, la devolución a prisión de quién no es una amenaza, la bulla sobre los ex prisioneros que quieren participar en la vida legal (¿no es esa una forma de arrepentimiento práctico?) y muchas otras que nos mantienen en ritmo antiterrorista, 18 años después de la captura de Abimael Guzmán.
Esto no es ni siquiera la justicia vengativa, que unos reclaman y otros condenan, sino una justicia a la carta, de acuerdo a las necesidades de la coyuntura. Que las consecuencias de eso lo paguen los padres de Berenson, su hijo y la propia procesada a la que han querido humillar de mil maneras, es sin duda lo menos importante, como dice Lourdes Alcorta, sino el tipo de sociedad y de política que estamos construyendo.
20.08.10
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Si es cierto que a Berenson le dieron la semilibertad como un presente para Obama y el Partido Demócrata, antes del viaje de García a los Estados Unidos, separando su caso del de otros que tenían igual derecho; habría que convenir que ahora la devuelven a prisión con un pretexto burocrático, para satisfacer a una opinión pública previamente trabajada con el cuento del rebrote terrorista y del fujimorismo que nos salvó con sus leyes fuertes y sus atropellos a los derechos humanos.
Lo que se está diciendo es que no se puede creer en los jueces y que nada vale cualquier esfuerzo de rehabilitación del prisionero: buena conducta y trabajo en la prisión; informe de los peritos; o la esforzada discreción luego de volver a la calle, a pesar del escándalo promovido por los medios; y que todo no es sino un juego de política en el que Berenson puede ser una pelota de fútbol pateada en varias direcciones, como ella misma dice, pero el resto resultamos espectadores de nuestra propia manipulación.
En otras palabras que el sistema político actual se justifica porque hay que ganar eternamente batallas al terrorismo (con y sin comillas), lo que conduce a sainetes como el de la anulación de beneficios penales, la devolución a prisión de quién no es una amenaza, la bulla sobre los ex prisioneros que quieren participar en la vida legal (¿no es esa una forma de arrepentimiento práctico?) y muchas otras que nos mantienen en ritmo antiterrorista, 18 años después de la captura de Abimael Guzmán.
Esto no es ni siquiera la justicia vengativa, que unos reclaman y otros condenan, sino una justicia a la carta, de acuerdo a las necesidades de la coyuntura. Que las consecuencias de eso lo paguen los padres de Berenson, su hijo y la propia procesada a la que han querido humillar de mil maneras, es sin duda lo menos importante, como dice Lourdes Alcorta, sino el tipo de sociedad y de política que estamos construyendo.
20.08.10
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lunes, agosto 16, 2010
La tacha de Kouri
Si fuera cierta la tesis, repetida insistentemente desde hace un tiempo, según la cual Alan García está detrás del descabezamiento de su propio partido para las elecciones municipales y por el endose de los votos del APRA a Alex Kouri, habría por convenir que la resolución del Jurado Electoral de Lima, a pedido del Jurado Nacional, tachando la candidatura del ex presidente regional del Callao, sumada a la que el día anterior ratificó la postulación de Carlos Roca desestimando el recurso de la Dirección Política del APRA, representarían una derrota en toda la línea del plan presidencial. Casi que habría que preguntarse: ¿y ahora?
Ciertamente la postulación de Kouri quería decir que los hombres y mujeres de Fujimori ya estaban para disputar gobierno, y por eso una buena votación en Lima (no necesariamente una victoria) era como una señal de un nuevo momento. Esto también se ha caído con el fallo del JEEL que muy difícilmente se va a revertir en la siguiente instancia, pues esta exigió previamente una nueva fundamentación sobre el caso, lo que condujo finalmente a la tacha. Hay otra tacha además en pleno proceso de resolución sobre la forma como “Cambio Radical” definió sus candidatos y siendo rigurosos, Kouri y Barba también van a perderla. ¿Qué va a pasar?
Un tercer tópico es el de la polaridad: porque el esquema de la decencia que armó Lourdes Flores y que le rebotó en gran medida, suponía que la cosa era entre derechistas, exactamente entre pepecista y ex pepecista, lo que se proyectaba a las presidenciales en el intento de colocar a Keiko frente a Castañeda y con eso eliminaba cualquier amenaza. Al caerse el polo Kouri, ya no hay razón para aferrarse a un dudoso mal menor encarnado por Lourdes, y mucha gente votará más libremente sin sentir que de su voto depende que pudiera ganar el amigo de Montesinos y el asaltante de los peajes.
Hay un real revuelo tras el mandato de los jueces electorales. Y como es normal, los observadores buscan intenciones más allá de lo jurídico, asumiendo que alguien tiene que estar manejando decisiones de tan alto calibre como para provocar estremecimiento en todo el frente de derecha que parecía dominar las elecciones limeñas. ¿A qué responde el JNE que apuntala a Roca y retira a Kouri, así Roca tenga la razón de su parte y Kouri esté metido en un círculo cuadrado para demostrar que vivía en Lima mientras gobernaba el Callao y tenía prohibido residir en otra jurisdicción nacional, y que fue elegido por alguna instancia del partido de Barba que carece de toda instancia válida.
Una manera de plantearse el problema es que el Jurado está funcionando fuera del control de los intereses políticos en juego y que está anunciando que seguirá siendo tan o más riguroso para las elecciones del 2011. Esto significa que a todas las jugadas que García ha estado intuyendo para lograra que el presidente no sólo le cierre el paso al que no quiere que llegue a Palacio, sino que el resultado luzca como un producto de su intervención política (véase el caso Uribe, en Colombia), va a tener que añadir algunas sobre el Jurado Electoral y así evitarse sorpresas.
De hecho, la tacha a Kouri y la escasa posibilidad que la apelación funciones, indican que la coyuntura electoral de octubre se viene más compleja de lo que se suponía. Y eso va a rebotar sobre la votación del año próximo.
15.08.10
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Ciertamente la postulación de Kouri quería decir que los hombres y mujeres de Fujimori ya estaban para disputar gobierno, y por eso una buena votación en Lima (no necesariamente una victoria) era como una señal de un nuevo momento. Esto también se ha caído con el fallo del JEEL que muy difícilmente se va a revertir en la siguiente instancia, pues esta exigió previamente una nueva fundamentación sobre el caso, lo que condujo finalmente a la tacha. Hay otra tacha además en pleno proceso de resolución sobre la forma como “Cambio Radical” definió sus candidatos y siendo rigurosos, Kouri y Barba también van a perderla. ¿Qué va a pasar?
Un tercer tópico es el de la polaridad: porque el esquema de la decencia que armó Lourdes Flores y que le rebotó en gran medida, suponía que la cosa era entre derechistas, exactamente entre pepecista y ex pepecista, lo que se proyectaba a las presidenciales en el intento de colocar a Keiko frente a Castañeda y con eso eliminaba cualquier amenaza. Al caerse el polo Kouri, ya no hay razón para aferrarse a un dudoso mal menor encarnado por Lourdes, y mucha gente votará más libremente sin sentir que de su voto depende que pudiera ganar el amigo de Montesinos y el asaltante de los peajes.
Hay un real revuelo tras el mandato de los jueces electorales. Y como es normal, los observadores buscan intenciones más allá de lo jurídico, asumiendo que alguien tiene que estar manejando decisiones de tan alto calibre como para provocar estremecimiento en todo el frente de derecha que parecía dominar las elecciones limeñas. ¿A qué responde el JNE que apuntala a Roca y retira a Kouri, así Roca tenga la razón de su parte y Kouri esté metido en un círculo cuadrado para demostrar que vivía en Lima mientras gobernaba el Callao y tenía prohibido residir en otra jurisdicción nacional, y que fue elegido por alguna instancia del partido de Barba que carece de toda instancia válida.
Una manera de plantearse el problema es que el Jurado está funcionando fuera del control de los intereses políticos en juego y que está anunciando que seguirá siendo tan o más riguroso para las elecciones del 2011. Esto significa que a todas las jugadas que García ha estado intuyendo para lograra que el presidente no sólo le cierre el paso al que no quiere que llegue a Palacio, sino que el resultado luzca como un producto de su intervención política (véase el caso Uribe, en Colombia), va a tener que añadir algunas sobre el Jurado Electoral y así evitarse sorpresas.
De hecho, la tacha a Kouri y la escasa posibilidad que la apelación funciones, indican que la coyuntura electoral de octubre se viene más compleja de lo que se suponía. Y eso va a rebotar sobre la votación del año próximo.
15.08.10
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martes, agosto 10, 2010
El fin de la huelga en La Convención
En nuestra nota sobre la “La nueva modalidad de los conflictos sociales”, publicada en “Línea”, el último domingo, decíamos que en la plantilla que sigue el gobierno para las luchas sociales, había un momento en que ordenaba la represión acompañada de declaraciones de que no se dialoga si no se rinden previamente, maniobras parlamentarias y acusaciones de alto calibre contra los dirigentes: chavistas, humalistas, patria roja, terroristas, senderistas, etc.
En resumen nada que ofrecer, la lucha la hacen los desinformados, el gobierno está haciendo no sólo lo correcto sino que no puede hacer nada diferente, y los dirigentes que mueven a las masas son simples electoreros. Pero de inmediato, en el acto siguiente, el gobierno pasaba a dialogar donde no había nada que tratar, sentando alrededor de la mesa a sus más altas autoridades con los dirigentes vilipendiados y en el primer acuerdo se ordenaba cesar la represión, levantar la emergencia y liberar a los presos.
Y los puntos sobre los que no podía haber modificaciones y concesiones, empezaban a modificarse y concederse. Tal vez no como se exigía, sino en fórmulas plagadas de contradicciones y en comisiones de resultados inciertos. Pero lo que es evidente es que el gobierno no quería terminar firmando en La Convención que cambiaría la ruta del ducto para viabilizar el reclamo nativo de proteger el santuario Megantoni, cuando toda la política de estas obras no aceptó consideraciones ecológicas, económicas o culturales que pudieran discutirse; o que se tomaría en serio el concepto de una planta de fraccionamiento en la provincia que hace unos días se calificaba como un elefante blanco (a lo que se añade la rebaja inmediata del precio del balón de GLP en la zona); o que se pactaría para no exportar el lote 88, donde se jugaba con la idea de que no se exportaría en cinco años (mientras se hacía reserva de la tercera parte de sus depósitos para ser usados al comenzar el sexto año).
Es decir que se empezó a voltear la torta. Y por cierto la gente ha terminado convencida que logró avanzar porque se puso fuerte, lo que garantiza que vigilará el cumplimiento de los acuerdos con la misma energía que ha puesto en juego. La pregunta es: ¿y por qué tanta voltereta del gobierno?, ¿no podía haber seguido un camino menos desgastante, tomando en serio desde un principio la protesta y trabajando para encontrar puntos de entendimiento?, ¿por qué polarizar para luego retroceder? Hay una razón de fondo. Un gobierno como el actual necesita mostrarse intransigente en la defensa de la posición de las grandes empresas.
Sólo así pueden creerle que va a defender la exportación, los precios libres, los impuestos privilegiados. Y sabe que sólo puede girar hacia algún compromiso luego de haber demostrado que por la vía inicial el problema crece hasta convertirse en una amenaza. No hay aquí ningún intento convencer a las empresas de que a lo que pactaron con el Estado se le puede hacer atingencias para incorporar el punto de vista de las regiones y de la opinión nacional. Entonces desde un comienzo el gobierno apuesta a su derrota. Imaginando que se haga el milagro de que la gente abandone la lucha porque se alarga, o que se asustan en el momento en que empiezan a mover el sable.
Como nada de eso da resultado levantan la bandera blanca y el premier viaja a La Convención a rendirse de la mejor forma. Hasta la próxima movilización.
11.08.10
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En resumen nada que ofrecer, la lucha la hacen los desinformados, el gobierno está haciendo no sólo lo correcto sino que no puede hacer nada diferente, y los dirigentes que mueven a las masas son simples electoreros. Pero de inmediato, en el acto siguiente, el gobierno pasaba a dialogar donde no había nada que tratar, sentando alrededor de la mesa a sus más altas autoridades con los dirigentes vilipendiados y en el primer acuerdo se ordenaba cesar la represión, levantar la emergencia y liberar a los presos.
Y los puntos sobre los que no podía haber modificaciones y concesiones, empezaban a modificarse y concederse. Tal vez no como se exigía, sino en fórmulas plagadas de contradicciones y en comisiones de resultados inciertos. Pero lo que es evidente es que el gobierno no quería terminar firmando en La Convención que cambiaría la ruta del ducto para viabilizar el reclamo nativo de proteger el santuario Megantoni, cuando toda la política de estas obras no aceptó consideraciones ecológicas, económicas o culturales que pudieran discutirse; o que se tomaría en serio el concepto de una planta de fraccionamiento en la provincia que hace unos días se calificaba como un elefante blanco (a lo que se añade la rebaja inmediata del precio del balón de GLP en la zona); o que se pactaría para no exportar el lote 88, donde se jugaba con la idea de que no se exportaría en cinco años (mientras se hacía reserva de la tercera parte de sus depósitos para ser usados al comenzar el sexto año).
Es decir que se empezó a voltear la torta. Y por cierto la gente ha terminado convencida que logró avanzar porque se puso fuerte, lo que garantiza que vigilará el cumplimiento de los acuerdos con la misma energía que ha puesto en juego. La pregunta es: ¿y por qué tanta voltereta del gobierno?, ¿no podía haber seguido un camino menos desgastante, tomando en serio desde un principio la protesta y trabajando para encontrar puntos de entendimiento?, ¿por qué polarizar para luego retroceder? Hay una razón de fondo. Un gobierno como el actual necesita mostrarse intransigente en la defensa de la posición de las grandes empresas.
Sólo así pueden creerle que va a defender la exportación, los precios libres, los impuestos privilegiados. Y sabe que sólo puede girar hacia algún compromiso luego de haber demostrado que por la vía inicial el problema crece hasta convertirse en una amenaza. No hay aquí ningún intento convencer a las empresas de que a lo que pactaron con el Estado se le puede hacer atingencias para incorporar el punto de vista de las regiones y de la opinión nacional. Entonces desde un comienzo el gobierno apuesta a su derrota. Imaginando que se haga el milagro de que la gente abandone la lucha porque se alarga, o que se asustan en el momento en que empiezan a mover el sable.
Como nada de eso da resultado levantan la bandera blanca y el premier viaja a La Convención a rendirse de la mejor forma. Hasta la próxima movilización.
11.08.10
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La nueva modalidad de conflictos sociales en el Perú
En el Perú existe una percepción contradictoria que hace pensar al mismo tiempo que somos un país abúlico y conformista, que permite abusos que otros pueblos no aceptan, y a la vez que somos gente violenta capaz de enfrentarse de la forma más dura y desesperada con las fuerzas de la represión. Y es verdad que hay de una y otra cosa. La aplicación del programa neoliberal ha sido ciertamente impuesto con una débil resistencia, por lo que se han perdido multitud de puestos de trabajo, los salarios se estancaron mientras la economía hacía crecer las utilidades y se recortaban los derechos laborales.
Pero año a año los conflictos han aumentado en número e intensidad, según ha ido dando cuenta puntualmente la Defensoría del Pueblo, con la peculiaridad de que más o menos un 50% de los casos registrados se refieren a demandas socioambientales y comunales, y sólo un 10% a conflictos de naturaleza sindical. El mapa muestra una amplia dispersión y la secuencia es intermitente, aunque en un espiral creciente a través del tiempo.
Todo eso indica indudablemente un cambio significativo en las tradiciones de lucha de los principales movimientos organizados del Perú, pero de ninguna manera indica alguna forma de pasividad o conformismo. Y la razón por la que ha variado la matriz de conflictos tiene que ver justamente con lo que ocurrió en los años 90 con los sindicatos y organizaciones representativas de diversos sectores sociales que fueron mermadas por disposiciones legales, despidos de dirigentes y activistas, y por la falta de atención a sus demandas. La idea de la época era que la “paz social” dependía de fragmentar los movimientos e individualizar los reclamos.
El mundo empresarial no sólo aplaudió sino que se inclinó ante la determinación con la que el gobierno Fujimori demolió las estructuras de defensa legal de los sectores populares. En el récord de huelgas del país, los años 90 marcaron efectivamente un descenso sustancial respecto a años anteriores. Pero ahí nomás se estaban engendrando las nuevas formas de conflicto que hoy hacen temblar a los que creían haber logrado el completo control de las demandas sociales.
El tipo de conflicto actual: disperso e intermitente, explosivo e impredecible, refleja la falta de una dirección nacional y de estrategias políticas. En realidad se trata de explosiones de impaciencia que brotan como erupciones volcánicas en diversos puntos del país y que reflejan que la gente llega a un límite y desde ese punto se lanza a una lucha de todo o nada. Lo que puede parecer un escalamiento demasiado rápido de los enfrentamientos y una tendencia a radicalizar cada vez más la pelea, no viene de que haya sido planificado así, sino por el contrario es consecuencia de la necesidad de ser escuchados por un Estado que tiende a ningunearlos y a tratarlos como si no existieran.
¿Por qué se toma una carretera, se ocupa lo cales se cerca los aeropuertos? Para crear una presión suficientemente fuerte que obligue a las autoridades a sentarse a negociar. Quiere decir que no hay una vía de negociación natural y ordenada, ni dirigencias reconocidas, porque esas fueron las reglas con las que el poder ha querido gobernar el país. Y no es cierto que esto sólo sea una manifestación de la acción de las comunidades campesinas que cuestionan a la minería y de las organizaciones indígenas que se enfrentan con las petroleras apoyadas por el Estado. Véase el caso de los sindicatos de Doe Run (La Oroya), Casapalca y otros, para comprender que también en este tipo de conflictos las formas de actuación no se distancian de las de otros sectores.
Así como alguna vez los campesinos y organizaciones populares, aprendieron del sindicalismo el concepto del paro y la huelga, hoy en día los movimientos masivos espontáneos dictan la línea y por eso casi todos los conflictos tienden a bloquear y confrontar para obligar a la intervención gubernamental. Los que creyeron que descabezando y desorganizando a los de abajo, podrían asegurar el reinado de los de arriba, se equivocaron redondamente, porque en el conflicto actual hay siempre que responder ante una masa enardecida y no solamente negociar y pactar con la dirigencia, como era antes.
Todo lo que se ha visto en Arequipa (2002), Moquegua (2008-1009), Bagua (2009), Chala, Madre Dios e Islay (2010), La Convención (2010), es un tipo de conflicto muy difícil de doblegar, ante el cual han fracasado las opciones de dejarlos durar “hasta que se cansen”, de “reprimirlos al toque para asustarlos” y otras variantes que infructuosamente han ensayado los gobiernos de turno. En la experiencia de la población está además la conciencia de que en casi todos estos casos, las salidas que se han impuesto han representado retrocesos del gobierno ante la presión social.
Esto, por cierto, ha reforzado la noción de que no hay manera de conseguir algo sino con una dura pelea. Lo que todo el mundo sabe es que sin luchas no hay victorias. Es decir si se sientan a esperar que el Estado atienda a sus demandas y dialogue con los que no se levantan, sólo conseguirán agotar inútilmente el tiempo.
Lo que hace el gobierno
A cada lucha social el gobierno aprista ha respondido con la misma lógica de dilatar, provocar, condicionar el diálogo, reprimir y retroceder. Es casi una plantilla que se repite desde el primer enfrentamiento con los cocaleros a comienzos del 2007, hasta la actual lucha contra la exportación del gas que compromete las provincias del Cusco:
1) Primero, deja correr el tiempo como si la lucha no existiera, con la colaboración de la prensa adicta que vela la noticia de cada conflicto;
2) Segundo, el presidente, agrava la situación y tensa las fuerzas, con declaraciones sobre los temas en debate que cierran la posibilidad del diálogo, y con puyas ofensivas contra los reclamantes;
3) Tercero, el gobierno y los medios se alarman de pronto de lo que antes no veían, empiezan a exagerar los riesgos, anuncian medidas de militarización y ponen como condición para “dialogar” que se levante la medida de lucha, cuando lo único que quieren “dialogar” es precisamente que se acabe la medida de lucha.
4) Cuarto, se desata la represión, que sólo exacerba los ánimos y se producen heridos (a veces muertos), detenidos y mayor violencia, mientras miembros del gobierno intentan dialogar con la dirigencia y las autoridades locales, aunque oficialmente la posición sea el no diálogo.
5) Quinto, se instala una mesa de negociación, se produce algún retroceso parcial, se ofrece investigar los actos represivos, se liberan los presos, etc. Aunque todas las heridas han quedado abiertas.
08.08.10
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Pero año a año los conflictos han aumentado en número e intensidad, según ha ido dando cuenta puntualmente la Defensoría del Pueblo, con la peculiaridad de que más o menos un 50% de los casos registrados se refieren a demandas socioambientales y comunales, y sólo un 10% a conflictos de naturaleza sindical. El mapa muestra una amplia dispersión y la secuencia es intermitente, aunque en un espiral creciente a través del tiempo.
Todo eso indica indudablemente un cambio significativo en las tradiciones de lucha de los principales movimientos organizados del Perú, pero de ninguna manera indica alguna forma de pasividad o conformismo. Y la razón por la que ha variado la matriz de conflictos tiene que ver justamente con lo que ocurrió en los años 90 con los sindicatos y organizaciones representativas de diversos sectores sociales que fueron mermadas por disposiciones legales, despidos de dirigentes y activistas, y por la falta de atención a sus demandas. La idea de la época era que la “paz social” dependía de fragmentar los movimientos e individualizar los reclamos.
El mundo empresarial no sólo aplaudió sino que se inclinó ante la determinación con la que el gobierno Fujimori demolió las estructuras de defensa legal de los sectores populares. En el récord de huelgas del país, los años 90 marcaron efectivamente un descenso sustancial respecto a años anteriores. Pero ahí nomás se estaban engendrando las nuevas formas de conflicto que hoy hacen temblar a los que creían haber logrado el completo control de las demandas sociales.
El tipo de conflicto actual: disperso e intermitente, explosivo e impredecible, refleja la falta de una dirección nacional y de estrategias políticas. En realidad se trata de explosiones de impaciencia que brotan como erupciones volcánicas en diversos puntos del país y que reflejan que la gente llega a un límite y desde ese punto se lanza a una lucha de todo o nada. Lo que puede parecer un escalamiento demasiado rápido de los enfrentamientos y una tendencia a radicalizar cada vez más la pelea, no viene de que haya sido planificado así, sino por el contrario es consecuencia de la necesidad de ser escuchados por un Estado que tiende a ningunearlos y a tratarlos como si no existieran.
¿Por qué se toma una carretera, se ocupa lo cales se cerca los aeropuertos? Para crear una presión suficientemente fuerte que obligue a las autoridades a sentarse a negociar. Quiere decir que no hay una vía de negociación natural y ordenada, ni dirigencias reconocidas, porque esas fueron las reglas con las que el poder ha querido gobernar el país. Y no es cierto que esto sólo sea una manifestación de la acción de las comunidades campesinas que cuestionan a la minería y de las organizaciones indígenas que se enfrentan con las petroleras apoyadas por el Estado. Véase el caso de los sindicatos de Doe Run (La Oroya), Casapalca y otros, para comprender que también en este tipo de conflictos las formas de actuación no se distancian de las de otros sectores.
Así como alguna vez los campesinos y organizaciones populares, aprendieron del sindicalismo el concepto del paro y la huelga, hoy en día los movimientos masivos espontáneos dictan la línea y por eso casi todos los conflictos tienden a bloquear y confrontar para obligar a la intervención gubernamental. Los que creyeron que descabezando y desorganizando a los de abajo, podrían asegurar el reinado de los de arriba, se equivocaron redondamente, porque en el conflicto actual hay siempre que responder ante una masa enardecida y no solamente negociar y pactar con la dirigencia, como era antes.
Todo lo que se ha visto en Arequipa (2002), Moquegua (2008-1009), Bagua (2009), Chala, Madre Dios e Islay (2010), La Convención (2010), es un tipo de conflicto muy difícil de doblegar, ante el cual han fracasado las opciones de dejarlos durar “hasta que se cansen”, de “reprimirlos al toque para asustarlos” y otras variantes que infructuosamente han ensayado los gobiernos de turno. En la experiencia de la población está además la conciencia de que en casi todos estos casos, las salidas que se han impuesto han representado retrocesos del gobierno ante la presión social.
Esto, por cierto, ha reforzado la noción de que no hay manera de conseguir algo sino con una dura pelea. Lo que todo el mundo sabe es que sin luchas no hay victorias. Es decir si se sientan a esperar que el Estado atienda a sus demandas y dialogue con los que no se levantan, sólo conseguirán agotar inútilmente el tiempo.
Lo que hace el gobierno
A cada lucha social el gobierno aprista ha respondido con la misma lógica de dilatar, provocar, condicionar el diálogo, reprimir y retroceder. Es casi una plantilla que se repite desde el primer enfrentamiento con los cocaleros a comienzos del 2007, hasta la actual lucha contra la exportación del gas que compromete las provincias del Cusco:
1) Primero, deja correr el tiempo como si la lucha no existiera, con la colaboración de la prensa adicta que vela la noticia de cada conflicto;
2) Segundo, el presidente, agrava la situación y tensa las fuerzas, con declaraciones sobre los temas en debate que cierran la posibilidad del diálogo, y con puyas ofensivas contra los reclamantes;
3) Tercero, el gobierno y los medios se alarman de pronto de lo que antes no veían, empiezan a exagerar los riesgos, anuncian medidas de militarización y ponen como condición para “dialogar” que se levante la medida de lucha, cuando lo único que quieren “dialogar” es precisamente que se acabe la medida de lucha.
4) Cuarto, se desata la represión, que sólo exacerba los ánimos y se producen heridos (a veces muertos), detenidos y mayor violencia, mientras miembros del gobierno intentan dialogar con la dirigencia y las autoridades locales, aunque oficialmente la posición sea el no diálogo.
5) Quinto, se instala una mesa de negociación, se produce algún retroceso parcial, se ofrece investigar los actos represivos, se liberan los presos, etc. Aunque todas las heridas han quedado abiertas.
08.08.10
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El modelo cumple 20 años
“¡Qué Dios nos ayude!”, exclamó el ministro Hurtado Miller el 8 de agosto de 1990, como epígrafe de uno de los discursos más dramáticos de la historia del Perú. Esa noche, el ministro recomendado por el FMI y actualmente prófugo de la justicia, había anunciado que por decreto del gobierno la lata de leche que costaba 120 mil intis subía a 330 mil; el kilo de azúcar blanca que estaba a 150 mil intis se elevaba a 300,000; el pan francés que costaba 9 mil intis escalaba a 25,000. La gasolina que tenía un precio de 21 mil intis por galón, se disparaba a 675 mil intis. Sin asco, treinta veces más.
No se había instaurado aún el reino de los precios libres que existe ahora, sino que el gobierno había utilizado el sistema de precios controlados que debía proteger al consumidor, para atacarlo y producir en definitiva un formidable traspaso de dinero desde la economía familiar a las arcas del Estado para la normalización de la deuda y hacia algunas empresas a las que se quería rentabilizar. El único precio que quedó libre fue el tipo de cambio, no por razón doctrinaria, sino porque no se logró hacer el cálculo sobre a cuánto debía subirse el billete verde para ponerlo en línea con los demás precios.
Cuentan que a último momento, Hurtado retiró la página sobre tipo de cambio y de ahí que el documento del discurso que se repartió a la prensa se saltaba en la numeración el texto faltante. La idea era que el mercado definiría la subida del tipo de cambio hacia un nivel más o menos alto, como había ocurrido siempre durante estos ajustes. Pero la verdad es que el dólar se derrumbó en los siguientes días, dándole una vuelta a la teoría económica en un fenómeno que nos acompaña hasta estos momentos.
Hurtado Miller duplicó el número de pobres en una sola noche y condenó al país a un largo vía crucis hasta reconstruir su capacidad adquisitiva. Pero mientras cumplía la misión que le habían encomendado, el chinito del no shock, que algunos reputan como valiente en sus decisiones, andaba desaparecido. Le temó una semana volver a aparecer en alguna ceremonia oficial. Fue cuando empezó a darse cuenta que una de las consecuencias del fujishock había sido quebrar la capacidad de resistencia de la población, que protestó dos o tres días en distintas parte del país y poco a poco prefirió encomendarse al mejor de sus santos, a las redes de solidaridad social y a sus escasos ahorros para sobrevivir.
En el país se implantó la idea de que el tan temido shock, había sido necesario, aunque fuere como expiación de los pecados económicos previos. Y que a pesar de que el culpable había sido Alan García y los grandes beneficiados del caos sus apóstoles y sus compadres, era el pueblo el que tenía que cargar con el costo. De esta debilidad y resignación que empezó a atravesar a la gente, viene luego la etapa de las reformas, privatizaciones, apertura de mercados, flexibilización laboral, en la que Hurtado es sustituido por Carlos Bologna, que estuvo propuesto en la terna de los primeros días pero prefirió esperar.
El índice de inflación de agosto de 1990, fue de 400%, algo que no se entiende cuando no se lo ha vivido directamente. Lo percibí claramente cuando viajé a Colombia un tiempo después. Mi relato de lo que pasó ese día fue incluido en la cátedra de lo real maravilloso, en la que se estudiaban hechos reales y otros novelados, y los alumnos debían distinguir unos de otros. Nadie podía creer que lo que pasaba en el Perú era verdad.
08.08.10
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No se había instaurado aún el reino de los precios libres que existe ahora, sino que el gobierno había utilizado el sistema de precios controlados que debía proteger al consumidor, para atacarlo y producir en definitiva un formidable traspaso de dinero desde la economía familiar a las arcas del Estado para la normalización de la deuda y hacia algunas empresas a las que se quería rentabilizar. El único precio que quedó libre fue el tipo de cambio, no por razón doctrinaria, sino porque no se logró hacer el cálculo sobre a cuánto debía subirse el billete verde para ponerlo en línea con los demás precios.
Cuentan que a último momento, Hurtado retiró la página sobre tipo de cambio y de ahí que el documento del discurso que se repartió a la prensa se saltaba en la numeración el texto faltante. La idea era que el mercado definiría la subida del tipo de cambio hacia un nivel más o menos alto, como había ocurrido siempre durante estos ajustes. Pero la verdad es que el dólar se derrumbó en los siguientes días, dándole una vuelta a la teoría económica en un fenómeno que nos acompaña hasta estos momentos.
Hurtado Miller duplicó el número de pobres en una sola noche y condenó al país a un largo vía crucis hasta reconstruir su capacidad adquisitiva. Pero mientras cumplía la misión que le habían encomendado, el chinito del no shock, que algunos reputan como valiente en sus decisiones, andaba desaparecido. Le temó una semana volver a aparecer en alguna ceremonia oficial. Fue cuando empezó a darse cuenta que una de las consecuencias del fujishock había sido quebrar la capacidad de resistencia de la población, que protestó dos o tres días en distintas parte del país y poco a poco prefirió encomendarse al mejor de sus santos, a las redes de solidaridad social y a sus escasos ahorros para sobrevivir.
En el país se implantó la idea de que el tan temido shock, había sido necesario, aunque fuere como expiación de los pecados económicos previos. Y que a pesar de que el culpable había sido Alan García y los grandes beneficiados del caos sus apóstoles y sus compadres, era el pueblo el que tenía que cargar con el costo. De esta debilidad y resignación que empezó a atravesar a la gente, viene luego la etapa de las reformas, privatizaciones, apertura de mercados, flexibilización laboral, en la que Hurtado es sustituido por Carlos Bologna, que estuvo propuesto en la terna de los primeros días pero prefirió esperar.
El índice de inflación de agosto de 1990, fue de 400%, algo que no se entiende cuando no se lo ha vivido directamente. Lo percibí claramente cuando viajé a Colombia un tiempo después. Mi relato de lo que pasó ese día fue incluido en la cátedra de lo real maravilloso, en la que se estudiaban hechos reales y otros novelados, y los alumnos debían distinguir unos de otros. Nadie podía creer que lo que pasaba en el Perú era verdad.
08.08.10
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miércoles, agosto 04, 2010
Falsa mirada sobre el Perú
¿Cuán pobre diablo se tiene que ser para recurrir al insulto gratuito pero “fuerte” (eres un cochino… fo), para contestar ya ni siquiera a una crítica sino a una descripción (director del principal diario palaciego), creyendo que de esa manera se evita cualquier debate sobre las barbaridades que escribe cuando no llena su columna con lo que escriben otros?
Justamente, si de columnas prestadas se trata ahí está la de Meléndez sobre la “falsa épica de los Cuatro Suyos”, dos veces publicada en el periódico donde el director ha dicho varias veces que la mayor movilización de la historia peruana fue la de los jóvenes miraflorinos en defensa de los diarios expropiados en 1974.
Podría detenerme precisamente en ese caso al que un alcalde sobón le levantó un monumento. De ese punto no salió nada, salvo el bautizo de algunos hijos de su papá que luego han devenido en parlamentarios o periodistas de la derecha. Muy diferente a lo que pasó en julio de 1977, que torció el rumbo de la historia y obligó al gobierno contrarreformista y represivo (más de un año en estado de emergencia) de Morales Bermúdez a adelantar su agenda, convocando a elecciones y a la Asamblea Constituyente.
Por supuesto que fueron esas mayorías que Meléndez llama pragmáticas y mundanas, para retirarlas de la historia, las que llevaron el peso de la movilización de esos años, como la han hecho durante los principales episodios sociales de los últimos treinta años, incluido el arequipazo zo de 2002, el baguazo de 2009 y el quillabambazo de estos días. En los Cuatro Suyos ciertamente había un sentimiento de clase media, una dirección difusa y contradictoria y una convocatoria radical de la que nadie se hizo cargo a la hora de la verdad.
Pero de ahí a que los 250 mil que se reunieron el 27 de julio, fueron gente de los barrios medios de Lima y de provincias, y peor aún los 50 mil que se enfrentaron a la Policía en el centro de la ciudad, no tenían un núcleo popular vigoroso, sólo lo puede creer el que no estuvo y para el que la historia es una suma de casualidades (a Meléndez se le ocurre que lo “principal” fue que a los gringos le bajaron el dedo al régimen que prohijaron por una década, que es su manera de afirmar que aquí no pasa nada sino viene el impulso de fuera).
Fue al huir a Japón que Fujimori declaró que lo hacía porque temía por su vida. ¿Por qué decía eso? Porque se dio cuenta del ánimo que llevaba la gente que lo desafió en los Cuatro Suyos y que siguió protestando los meses siguientes. Para un régimen que había gobernando con el control de todo, eso era mucho más de lo que podía permitirse. No hubo maniobra sicosocial, jugada parlamentaria o manipulación judicial que revirtiera el estado de rebelión en que quedó colocado el país por los acontecimientos del primer semestre de 2000.
Es precisamente de la importancia de la participación popular y de las clases intermedias en la caída de Fujimori que viene la cuestión de entender lo que pasó después y por qué de tanta frustración acumulada en estos años. Eso es lo que no quieren ver los que se pasaron de fujimoristas, a toledistas y luego a garciístas, sin mayor empacho. Claro, como todo fue dictado por Estados Unidos que dijo a quien apoyar en cada caso, ellos bacán se reacomodaron y ahora se preparan para seguir en lo mismo.
04.07.10
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Justamente, si de columnas prestadas se trata ahí está la de Meléndez sobre la “falsa épica de los Cuatro Suyos”, dos veces publicada en el periódico donde el director ha dicho varias veces que la mayor movilización de la historia peruana fue la de los jóvenes miraflorinos en defensa de los diarios expropiados en 1974.
Podría detenerme precisamente en ese caso al que un alcalde sobón le levantó un monumento. De ese punto no salió nada, salvo el bautizo de algunos hijos de su papá que luego han devenido en parlamentarios o periodistas de la derecha. Muy diferente a lo que pasó en julio de 1977, que torció el rumbo de la historia y obligó al gobierno contrarreformista y represivo (más de un año en estado de emergencia) de Morales Bermúdez a adelantar su agenda, convocando a elecciones y a la Asamblea Constituyente.
Por supuesto que fueron esas mayorías que Meléndez llama pragmáticas y mundanas, para retirarlas de la historia, las que llevaron el peso de la movilización de esos años, como la han hecho durante los principales episodios sociales de los últimos treinta años, incluido el arequipazo zo de 2002, el baguazo de 2009 y el quillabambazo de estos días. En los Cuatro Suyos ciertamente había un sentimiento de clase media, una dirección difusa y contradictoria y una convocatoria radical de la que nadie se hizo cargo a la hora de la verdad.
Pero de ahí a que los 250 mil que se reunieron el 27 de julio, fueron gente de los barrios medios de Lima y de provincias, y peor aún los 50 mil que se enfrentaron a la Policía en el centro de la ciudad, no tenían un núcleo popular vigoroso, sólo lo puede creer el que no estuvo y para el que la historia es una suma de casualidades (a Meléndez se le ocurre que lo “principal” fue que a los gringos le bajaron el dedo al régimen que prohijaron por una década, que es su manera de afirmar que aquí no pasa nada sino viene el impulso de fuera).
Fue al huir a Japón que Fujimori declaró que lo hacía porque temía por su vida. ¿Por qué decía eso? Porque se dio cuenta del ánimo que llevaba la gente que lo desafió en los Cuatro Suyos y que siguió protestando los meses siguientes. Para un régimen que había gobernando con el control de todo, eso era mucho más de lo que podía permitirse. No hubo maniobra sicosocial, jugada parlamentaria o manipulación judicial que revirtiera el estado de rebelión en que quedó colocado el país por los acontecimientos del primer semestre de 2000.
Es precisamente de la importancia de la participación popular y de las clases intermedias en la caída de Fujimori que viene la cuestión de entender lo que pasó después y por qué de tanta frustración acumulada en estos años. Eso es lo que no quieren ver los que se pasaron de fujimoristas, a toledistas y luego a garciístas, sin mayor empacho. Claro, como todo fue dictado por Estados Unidos que dijo a quien apoyar en cada caso, ellos bacán se reacomodaron y ahora se preparan para seguir en lo mismo.
04.07.10
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domingo, agosto 01, 2010
El discurso vacío
Ufff… Pasó el 28 de julio y García volvió a no decir nada, mejor dicho habló una hora y media sin inquietar a nadie con algún cambio de orientación o alguna reforma importante. Ya no volverá al Congreso a presentar el mensaje que establece la Constitución, por lo menos los próximos cinco años, y, por supuesto, en los círculos de la CONFIEP, así como en varias redacciones bien conocidas, se baten palmas: el modelo de Fujimori se salvó otra vez, la relación utilidades versus salarios no fue alterada, los impuestos no se movieron, los contratos quedaron de pie. La bestia negra de García es hoy un integrante más del santoral de las inversiones.
“Un bostezo tranquilo” fue la definición que el director del principal diario palaciego ha propuesto sobre las palabras de García ante el hemiciclo de la Plaza Bolívar. Nada de grandes anuncios y piloto automático hasta el cambio de gobierno. Y la pregunta es si lo que las mayorías demandan es inmovilismo, tranquilidad de inversionista o bostezo de comentarista que por cualquier motivo abandona su columna. García supo siempre que el humor peruano apuntaba a transformaciones profundas, de ahí sus iniciativas de los 80, siempre inconsecuentes, que cosecharon el peor gobierno de nuestra historia, y de eso mismo el juego tramposo con la idea del “cambio responsable” con que ganó la primera vuelta del 2006 enfatizando el cambio y la segunda con lo de “responsable”.
Pero una vez en el gobierno, nuestro presidente se ha encargado de mostrarnos que se puede decir cualquier cosa desde el Congreso en 28 de julio, sin que eso tenga mayor significado. Si no, que nos expliquen qué pasó con los núcleos ejecutores de proyectos del 2009, la reforma del alma y la reconstrucción del sur del 2008, la oficina anticorrupción y el pacto social del 2007 y la austeridad del 2006. Horizontes falaces que a estas alturas ya no se pueden calificar de meros voluntarismos, sino de una necesidad de aparentar novedades ahí donde sus compadres ven con toda razón un mero formalismo retórico sin contenido y sin riesgos para ellos.
Así por ejemplo no se puede discutir sobre aseguramiento universal en salud, cuando todo lo que hay es una declaración, pero no hay mejora presupuestal, infraestructura y mucho menos voluntad de afectar los fuertes intereses particulares que traban una reforma para que la salud sea un derecho de todos. O tomar en serio el Estado regulador que se ofrece para el último año de gobierno (en contraposición, dicho sea de paso, del “Estado propietario” o empresarial). ¿Cómo un sistema que ha sido infinitamente débil ante las empresas va a lograr regularlas en función al interés social? El gobierno que ha cargado cuatro años con las burlas de Doe Run, que no ha podido poner orden en el mercado de hidrocarburos y que ahora recién ofrece “renegociar” las regalías con las empresas del gas (luego que el ministro dijera que no había nada irregular) y que promete “negociar” (¡!!) para que los lotes 88 y 58 del gas de la selva, se destinen al mercado nacional, cuando el 88 era exclusivo (también debería serlo el 56, del paquete Shell) y por irresponsabilidad está siendo destinado a la exportación, ¿Qué clase de regulación o controles puede ofrecer?
Y en lo de la corrupción, ¿alguien le cree a García de que está afectado por los escándalos de su gobierno?, ¿cómo hacerlo si el gobierno sigue pactando con proveedores tramposos, con la venia del señor presidente? Puede sorprender que algunos bostecen tranquilamente, mientras crecen los conflictos sociales.
01.08.10
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“Un bostezo tranquilo” fue la definición que el director del principal diario palaciego ha propuesto sobre las palabras de García ante el hemiciclo de la Plaza Bolívar. Nada de grandes anuncios y piloto automático hasta el cambio de gobierno. Y la pregunta es si lo que las mayorías demandan es inmovilismo, tranquilidad de inversionista o bostezo de comentarista que por cualquier motivo abandona su columna. García supo siempre que el humor peruano apuntaba a transformaciones profundas, de ahí sus iniciativas de los 80, siempre inconsecuentes, que cosecharon el peor gobierno de nuestra historia, y de eso mismo el juego tramposo con la idea del “cambio responsable” con que ganó la primera vuelta del 2006 enfatizando el cambio y la segunda con lo de “responsable”.
Pero una vez en el gobierno, nuestro presidente se ha encargado de mostrarnos que se puede decir cualquier cosa desde el Congreso en 28 de julio, sin que eso tenga mayor significado. Si no, que nos expliquen qué pasó con los núcleos ejecutores de proyectos del 2009, la reforma del alma y la reconstrucción del sur del 2008, la oficina anticorrupción y el pacto social del 2007 y la austeridad del 2006. Horizontes falaces que a estas alturas ya no se pueden calificar de meros voluntarismos, sino de una necesidad de aparentar novedades ahí donde sus compadres ven con toda razón un mero formalismo retórico sin contenido y sin riesgos para ellos.
Así por ejemplo no se puede discutir sobre aseguramiento universal en salud, cuando todo lo que hay es una declaración, pero no hay mejora presupuestal, infraestructura y mucho menos voluntad de afectar los fuertes intereses particulares que traban una reforma para que la salud sea un derecho de todos. O tomar en serio el Estado regulador que se ofrece para el último año de gobierno (en contraposición, dicho sea de paso, del “Estado propietario” o empresarial). ¿Cómo un sistema que ha sido infinitamente débil ante las empresas va a lograr regularlas en función al interés social? El gobierno que ha cargado cuatro años con las burlas de Doe Run, que no ha podido poner orden en el mercado de hidrocarburos y que ahora recién ofrece “renegociar” las regalías con las empresas del gas (luego que el ministro dijera que no había nada irregular) y que promete “negociar” (¡!!) para que los lotes 88 y 58 del gas de la selva, se destinen al mercado nacional, cuando el 88 era exclusivo (también debería serlo el 56, del paquete Shell) y por irresponsabilidad está siendo destinado a la exportación, ¿Qué clase de regulación o controles puede ofrecer?
Y en lo de la corrupción, ¿alguien le cree a García de que está afectado por los escándalos de su gobierno?, ¿cómo hacerlo si el gobierno sigue pactando con proveedores tramposos, con la venia del señor presidente? Puede sorprender que algunos bostecen tranquilamente, mientras crecen los conflictos sociales.
01.08.10
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