Lo que los servicios de inteligencia, la Policía, la Fuerza Armada y los medios, que a veces parecen parte de la misma cosa, han aprendido de la violencia y el terrorismo de los años 80 y 90, es que hay que cuidarse de las palabras “bolivariano” y “ALBA”, que en esos años nadie utilizaba.
También de los viajes a Venezuela, Ecuador y Bolivia, sobre todo de las invitaciones a eventos públicos, en los que obviamente nunca participó Sendero Luminoso y el MRTA cuando eran movimientos clandestinos.
Otro punto que está en el manual es que un terrorista que se estima siempre lleva en su agenda de direcciones y teléfonos el nombre de algún funcionario de una embajada y la tarjeta de alguna congresista, de preferencia si es cocalera. Que eso nunca haya ocurrido en el pasado, en el Perú ni en ninguna parte del mundo, no tiene importancia porque ahora se trata de tipos más osados que dicen abiertamente en la Internet que detestan al gobierno de Alan García, como el 62% de los peruanos (datos de Apoyo).
Los GEIN de los 90 buscaban en las bolsas de basura indicios sobre una medicina que utilizaba Abimael Guzmán para detectar la casa donde se escondía. Los de los 2000 son más prácticos y van directamente al jardín de la casa de los sospechosos y encuentran un kilo de urea, una lampa y un pico, que plantean dos posibilidades: que sea parte de un cargamento con el que se fabricarán futuras bombas, o que se sembrará un árbol.
La inteligencia actual hace la siguiente pregunta clave: ¿por qué una poeta no puede ser terrorista? Y concluye, por tanto, las poetas son terroristas. Y ordenan cerrar la calle Quilca en día viernes para pedirles documentos a los poetas bohemios que por ahí pululan y ver si tienen tarjetas o números de teléfono comprometedores.
Algo que es una conclusión definitiva, y que César Campos explica muy bien en sus escritos, es que la pobreza no tiene nada que ver con la violencia. Por eso es que los acusados de terrorismo en más de 90% provienen de hogares pobres, como los bolivarianos, y que los que mueren o caen heridos por la balas de la Policía en las manifestaciones son parte de los pobres entre los pobres.
Seguro que es pura casualidad que se busque terroristas financiados con petrodólares en un bus que cruza la frontera y no en un aeropuerto. O que se vaya detrás de poetas marginales, estudiantes de universidades públicas, etc. Estos son naturalmente proclives al terrorismo. Otro método seguro para intervenir potenciales enemigos de la paz es fijarse en la edad: entre 20 y 30 años, hay mayores posibilidades de terrorismo. Es decir personas que cuando cayeron Guzmán y Polay tenían entre cuatro y 14 años y ya habían bebido de ideologías extranjeras.
Un último detalle infalible. Un terrorista casi seguro, es alguien que estuvo preso antes, en relación al MRTA y Sendero Luminoso, no importa si fue declarado inocente, o se desestimó su caso por falta de pruebas, o cumplió condena porque fue considerado en asuntos menores. Si el tipo es bolivariano, con direcciones y tarjetas, con aficiones de jardinería, poeta, joven, pobretón y estuvo preso, es casi fijo que va a meter una bomba a la APEC.
18.03.08
www.rwiener.blogspot.com
1 comentario:
Estimado Raúl, he publicado en el blog de Ave Crítica algunas reflexiones sobre la funcionalidad de "El Comercio" a la campaña macartista que sufrimos hoy:
http://avecritica.blogspot.com/2008/03/el-macartismo-de-el-decano.html
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