La huelga del Poder Judicial ha creado una situación absurda
en relación al siguiente paso que debería darse después de la resolución del
juez Velásquez, referida a la supuesta nulidad de lo actuado por la
Megacomisión en la investigación de Alan García, que permanece sin ser
notificada a las partes, y que aunque todos saben su contenido, no tiene aún
ningún efecto legal.
Eso, seguro, lo tiene desconcertado al almirante Tubino, que
hace rato quiere correrse de sus propios votos y declararse vencido por un juez
de primera instancia, y que ha dicho que si el documento no llega podría
incluso enviarse a un mensajero a recogerlo, como si esto fuera un trato entre
dos comandos.
Pero no es sólo que el Congreso no ha recibido la tramposa
segunda sentencia del juez de García que la hace aparecer como una “ejecución”
de la anterior cuando resuelve sobre cosas nuevas, sino que hay muchos otros
fallos que están en suspenso, a pesar de que se puede leer su contenido en la
web del Poder Judicial, porque no han cumplido aún el requisito de
notificación.
Uno de ellos, por ejemplo, que ordena bajo fuerte
apercibimiento que el Contralor pague lo adeudado a los jubilados de su
institución que se les debe desde la década de los 90 y sobre lo que hay
sentencias del Tribunal Constitucional y la Corte Interamericana, y Khoury
contesta que no ha sido notificado.
Nadie puede decir además que se trata de un asunto de forma,
si es que García y sus abogados están trabando la investigación y sanción de
gravísimos delitos de corrupción con rebuscados mecanismos procedimentales (no
le gusta como lo citan) y con eso mantenerse en la impunidad.
Más aún, ya sabemos, que si de formas se trata, es el juez
Velásquez el que más se ha salido de la caja, al anular lo que el mismo había
exigido en su sentencia (que se haga nueva citación) y lo que nadie le había
pedido (los informes que nunca fueron enviados a su despacho), y al usar
expresiones despectivas contra la demandada (Megacomisión) y llamar, aunque sea
por error, “nuestro patrocinado”, a Alan García.
Por todo lo dicho, no resulta coherente que el Congreso
permanezca paralizado por un fallo que legalmente no existe y que por tanto no
impide llegar al pleno para el debate de los informes que es el momento que el
expresidente trata desesperadamente de eludir. Aquí de lo que se trata es que
el ego colosal explique los narcoindultos, la interferencia ante el caso BTR,
los decretos de urgencia, las obras no realizadas y su patrimonio actual, ante
el país, y que los peruanos se formen una opinión propia sobre el personaje que
nos malgobernó por dos períodos.
Después de eso hasta se puede decir que será secundario si
lo inhabilitan o lo denuncian penalmente. Lo más importante será la sanción
moral.
16.04.14
1 comentario:
Nada de “anónimo”, soy Ambrosio.
Otro día de coincidencias. Raúl y Aldo rajan del Poder Judicial, de los jueces que no les gustan, que, por supuesto, que no son los mismos.
Aldo Mariátegui hace picadillo al juez Julio Biaggi “(aquel que ordenó el felizmente abortado traslado de cuatro terroristas de la Base Naval a un penal)”, argumentando Biaggi que eran de “presos políticos”. El juez Biaggi padece de tu misma enfermedad tuya, Raúl: creen que los terroristas se “equivocaron tácticamente” y que hoy son “presos políticos”.
Y luego tú, Raúl. No cambias. Eres constante, permaneces en tu obsesión colosal, con pluma en ristre contra el tío del ego colosal. ¿Sabes que le estás haciendo propaganda, verdad? Para él, el que tú lo ataques le sube los bonos con muchos: “si a Wiener no le gusta, pues a mí sí”, dicen por allá.
Al final de tus perorata, dices algo, del tío panzón del ego colosal, que estoy tentado de suscribir: “Después de eso hasta se puede decir que será secundario si lo inhabilitan o lo denuncian penalmente. Lo más importante será la sanción moral”.
Saludos afectuosos,
Ambrosio
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