¿Por qué los congresistas más mediocres de nuestra historia resultan
aparentemente tan exquisitos que no pueden decidir un nuevo Defensor del
Pueblo, después de años de vacancia, a seis miembros del Tribunal
Constitucional que está sobregirado en los plazos de casi todos sus miembros, y
a los miembros del directorio del BCR que debe elegir el Congreso?
En realidad no es que no quieren, es que no pueden. Basta ver las
propuestas para apreciar que no están buscando la solución sino el
entrampamiento. El caso más reciente es el de Fausto Alvarado, exministro de
Justicia de Toledo, al que ya se le había anunciado como un esforzado consenso.
Pero ayer mismo, Correo le refriega que fue bajo su ministerio que se aprobaron
las normas de relativa flexibilización del brutal régimen de reclusión de los
presos por terrorismo que es una de las banderas de lucha de los naranjas en
contra de la llamada “transición democrática” del 2000-2001.
Hecho el desnudamiento público, es muy difícil que los seguidores de
Kenyo, Keiko y Kenji, puedan votar por un adversario tan explícito. Y, la
verdad, es un rompecabezas, de los más complicados, el resolver cómo pueden
arreglarse sectores que se acusan entre sí de las peores cosas y que en las
elecciones estuvieron enfrentados casi por mitades, lo que se refleja en la
polarización congresal, mezclada con la dispersión en pequeños grupos alineados
a los bloques principales.
El tema del Tribunal Constitucional, en el que rechinan propuestas como
las de Rolando Souza y Marcos Ibazeta, que parecen un retroceso en el tiempo
hacia los tiempos de la reorganización del poder judicial y los jueces sin
rostro, sumada a la del duro Cateriano, demuestran o que nos vamos a una
repartija, que reproduzca los alineamientos del Congreso en una instancia que
debería ser garantía de legalidad, o seguimos en el actual enredo.
Por cierto, si tampoco sale lo del BCR, aún cuando todos miran hacia
economistas de organismos internacionales y de universidades particulares, es
porque estos cupos son parte del reparto general, y si no hay acuerdo para los
otros puestos, tampoco se va a ceder para llenar este organismo. No olvidar que
en lo que toca a las propuestas de Ejecutivo para acompañar al ratificado Julio
Velarde, el presidente volvió a violar sus compromisos con sus asesores
económicos mas cercanos y se inclinó por el paquete que le acompañó el ministro
Castilla. O sea no hay dificultad ideológica sino puramente política.
El Perú del 2013, es impresionante por la virulencia con que se expresan
los congresistas y lo recio de las campañas de prensa, todo lo cual parece
coherente con que no haya base de acuerdo para llenar los cargos pendientes.
Pero si se profundiza no hay materia económica o política, que sustente tanto
odio. Salvo que todos quieren el poder absoluto.
01.07.13
ww.rwiener.blogspot.com
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