Al sorprendente efecto del TLC de conseguir que Alan García pronuncie un discurso en inglés ante su “excelencia” Bush, sin saber ese idioma, le ha seguido una campaña de propaganda televisiva del MINCETUR en la que aparece un fabricante de triciclos cuya frase emblemática es que el Perú debería firmar TLC con todos los países del mundo. Puede dar la impresión, ciertamente, que la ministra se está asegurando trabajo para el largo plazo, negociando ad infinitum derechos de comercio e inversión.
Pero otra manera de mirar la cosa es que realmente se esté creyendo que un típico vendedor de tecnología para pobres puede tener éxito en los mercados que el Estado peruano está escogiendo como socios prioritarios. La oportunidad del hombre de los triciclos podría encontrarse tal vez en Bolivia, Ecuador, Centroamérica, pero no en Estados Unidos o Europa. Peor aún, lo que podría más bien esperar es que algún artilugio barato, made in USA, lo saque del mercado en muy poco tiempo. Pero la propaganda no lo previene para que busque una actividad más segura, sino que insiste en hacer creer que todos tenemos compradores en la gran nación del norte.
El TLC tiene ahora 66% de respaldo según datos de la empresa Apoyo, y García ha ganado dos puntos de aprobación de acuerdo con la misma encuestadora. Está tan bien cotizado el famoso acuerdo, que los fujimoristas han empezado a reclamar el mérito que les corresponde: nosotros firmamos el ATPA, de donde vino ATPDEA y el TLC; dicen muy orondos. Todavía no hay TLC pero hay medallas repartiéndose por todas partes por este tremendo “éxito”. Claro nos falta la agenda interna: una sociedad más educada y una mano de obra mejor calificada; un agro más productivo; una infraestructura que integre el país y comunique los mercados; una administración y una justicia honestas y eficientes; brechas sociales mucho más reducidas; etc.
Es decir nos falta todo lo que siempre nos ha faltado, por lo cual ocupamos un papel subordinado en el comercio mundial, en el cual transamos materias primas y productos de baja tecnología contra productos industriales y bienes tecnológicos. Darse cuenta a estas alturas que “no estamos preparados”, es otra de esas curiosidades de TLC que confirma que los gobiernos han invertido el orden de las cosas a tal punto que no les va a quedar sino intentar prolongar el actual estado de celebración de la “buena noticia”, antes de que empiece a convertirse en más que regular o mala. Por eso debe ser, además, que para seguir con el ritmo de lo que ha sido hasta ahora este proceso, han secuestrado también las normas de implementación para trabajarlas con sus pares gringos.
Evidentemente, no quieren que se vea la parte espesa del compromiso: (a) eliminación de cualquier límite a la entrada y expansión de la inversión extranjera: leyes sobre tierras comunales y reservas naturales, restricciones a la inversión extranjera en zonas de frontera, topes en comunicaciones, etc.; (b) reducción de plazos y procedimientos para el otorgamiento de concesiones y la realización de traspasos de propiedad; (c) creación de un sistema de patentes de marcas y tecnologías, que proteja la inversión extranjera; (d) modificaciones en los mecanismos de certificación de importaciones, especialmente en el rubro de alimentos, a favor de los productos de Estados Unidos; (e) nuevo esquema de contratación laboral con derechos restringidos.
Mientras tanto sigamos brindando por un próspero año nuevo, con TLC incluido.
1912.07
www.rwiener.blogspot.com
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