El bueno de Althaus escribió el otro día con absoluta
certeza de que la minería antes era muy mala para los pueblos por los métodos
bárbaros que se utilizaban y que ahora es totalmente limpia y sin consecuencias
para las actividades económicas circundantes, como la agricultura, y para la
vida de la gente. De ahí, ciertamente, se deriva una conclusión evidente: los
de Valle El Tambo están peleando por nada y perdiéndose una oportunidad de
desarrollo, simplemente por estar engañados sobre las posibilidades de
coexistencia con la mina. Lo mismos, que según él, podría decirse de los
cajamarquinos y el proyecto Conga.
¿Será tan tonta la población para no darse cuenta de lo que
puede dejar de ganar por el temor de perder lo que no se va a perder? Vayamos
por partes. Southern y Yanacocha son dos empresas mineras modernas, que se
venden como minería limpia y amable con el ambiente. Pero una y otra tienen
pasivos muy graves no de épocas pretéritas, sino de tiempos recientes, cuando
ya se reclamaban parte de una nueva minería. Desde los humos de Ilo que
llegaron hasta Islay hace apenas unos años, hasta la contaminación con mercurio
en Choropampa Cajamarca o el paisaje lunar que está quedando en donde estaba la
Laguna Negra y se instaló el tajo abierto de Yanacocha ahora que están acabando
las operaciones por agotamiento de la veta de oro.
¿Por qué han ocurrido estos y otros hechos que están en la
memoria de los pobladores? Una explicación es que ambas empresas han tenido una
fala de rigurosidad en sus actividades, por irresponsabilidad, ahorrarse costos
y creer que siempre se pueden arreglar las fallas después que ocurren. De ahí
la fama de tramposas y corruptas que tienen las administraciones, y que llevan
a la idea de que con Southern y Yanacocha ni a la esquina, porque no se les
cree nada. Pero hay un segundo concepto y es que la tierra, el agua, el aire,
no resisten indefinidamente el aumento de la presión sobre el subsuelo. Por más
moderna que sea la minería, no puede concentrar sus denuncios y proyectos en
las mismas provincias superponiéndose unos sobre otros, bajo el supuesto de
Althaus que como es “limpia”, no pasa nada.
En varias partes del país ya se saturó las posibilidades de
coexistencia de la gran minería y la agricultura. Así después de Conga vienen
cuatro o cinco proyectos casi equivalentes comprometiendo gran parte de la
sierra cajamarquina, y se sabe que Cocachacra, el centro del Valle de El Tambo,
está concesionada para la minería en casi el 80% de su territorio. ¿Cómo la
gente no va a inquietarse en esta perspectiva en que los responsables del poder
político y su soporte mediático quieren hacer creer que todo es cuestión de
hacer algunos cálculos y cuanto queda para la región y la provincia, y todos
contentos.
31.05.15