La página web del USTR (United States Trade Representative; organismo encargado de la negociación de tratados internacionales de los Estados Unidos) ha retirado desde hace algunos días el texto del llamado Acuerdo de Promoción Comercial Perú-Estados Unidos, conocido como TLC. Quiere decir que para los gringos el documento original ya no existe. Igual que si a un contrato de dos partes, una de ellas da consentimiento y luego de un año la otra le devuelve el texto con enmiendas y le retira la firma. En ese momento obviamente caben dos actitudes: (a) la del sumiso que dice si usted me pide cambios en lo que ya estaba pactado, se los acepto y seguimos adelante, lo que revela una relación de poder que sin duda va a seguir pesando en el proceso de ejecución de este acuerdo; (b) la del digno, que anota que las enmiendas implican un nuevo contrato en el que ambas partes tienen el mismo derecho a plantear los cambios que les sean favorables. Cualquiera puede darse cuenta cuál es la actitud del gobierno de Alan García y, hoy día, comprobar la de la mayoría de la clase política peruana que se expresará en el parlamento.
Toda la negociación de Toledo fue marcada por las palabras del presidente al despedir a la delegación peruana que iba a Bogotá a iniciar las negociaciones: “se firma, sí o sí”. Esto que se trae al recuerdo constantemente, casi como una broma, equivalía en realidad a una directiva que significaba que al presentarse obstáculos en la negociación por la dureza de la otra parte, el Perú debía allanarse. Y se allanó tantas veces que los otros participantes de la negociación: Colombia y Ecuador, le perdieron toda confianza, porque los debilitaba en los temas más complicados como los agrícolas, propiedad intelectual, inversiones y algunos más. El final, en diciembre del 2005, fue además una cereza. Previamente las delegaciones colombianas y ecuatorianas se pararon de la mesa y consideraron inaceptable seguir negociando si Estados Unidos no flexibilizaba su postura. Los negociadores peruanos insistieron tratando de acordar en ausencia de los otros dos, pero no pudieron y tuvieron que retirarse. Nadie ha revelado lo que se estaba jugando ahí y que determinó que Colombia demorara meses en regresar y que Ecuador finalmente desistiera del TLC. Pero el equipo de Perú volvió a los pocos días, por indicación del gobierno, sin duda con la misión de pactar y “aprovechar” que estábamos quedando como el único de los andinos que tendría TLC. Pero durante 24 horas tampoco se llegó a acuerdo y hubo necesidad que PPK en persona se moviera a Washington a cerrar en el acto el proceso, saltándose toda resistencia, declarando que “no interesaba el contenido, sino el marco que se estaba definiendo”.
Cualquier aprista, hasta junio del 2006, hubiera dicho que ellos jamás habrían actuado con esta premura, debilidad, deslealtad y falta de trasparencia. Bastaría revisar las declaraciones de campaña de García para recordar cómo reprochaba a Toledo pasarse por encima de las otras fuerzas políticas y de las organizaciones sociales más representativas al no informarles del TLC; lo que implicaba bravatas sobre una revisión línea por línea del documento, el retiro de la firma si se apuraba la aprobación, la garantía a diversos sectores afectados de que haría modificaciones para preservar sus intereses, etc. Pero ya sabemos que discutir de promesas del actual presidente es casi intrascendente. Volvió a engañar a mucha gente, lo que quiere decir que muchos quisieron autoengañarse. Y él les pagó con el voto aprista a ojos cerrados por el TLC, hace exactamente un año, cuando ya tenía asegurada la presidencia, pero todavía estaba en funcione el congreso toledista.
Lo que debe sorprender, no es el descaro de García de servirse de cualquier cosa para llegar al poder y cualquier otra, aunque sea opuesta, para conservarlo, sino quizás el hecho de que haya entendido paso a paso que en esta negociación no cabía otra forma de hacerlo que en el estilo de Toledo. Hasta hace poco García pasaba por mundano, europeizante, algo afrancesado, y no se le conocía vocación de lustrabotas en Washington. Pero de pronto empezó a ensayar la de amigo de Bush, la de presidente que vista parlamentarios gringos para convencerlos, a hablar de alianzas políticas globales y hacer espectáculo interno sobre la lucha antidrogas como le gusta a Estados Unidos. Fracasó con De Soto que se resistió al rol de mero lobbysta y se atrevió a hacer recomendaciones de enmienda, y escogió a un ex ministro de Toledo, empresario con intereses exportadores, para que se encargara del proceso de insistir que no había problema que el Perú se allanaba a las modificaciones y no proponía nada propio. En esas hemos llegado adonde estamos.
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Entre 2004-2006 nos dijeron que el TLC traía trabajo, promovía inversiones y modernizaba al país. En suma que era la globalización y que uno no puede ponerse contra ella. Y que garantizaba un ancla para que las políticas económicas quedaran fuera de los alcances de los giros electorales. En respuesta a todo ello dijimos que no se había hecho el balance adecuado de puestos ganados por exportación y perdidos por mercado interno y agricultura, y que lo más probable es que fueran muchos más estos últimos que los primeros.
También se advirtió que las únicas inversiones que van a venir al Perú son las referidas a explotación de recursos naturales (que llegan porque hay la riqueza: oro en Cajamarca, gas en el Cusco, cobre en Huaraz, Apurímac, Tacna, Moquegua, pesca en Chimbote, azúcar en La Libertad y Lambayeque, por ejemplo) y eventualmente las de privatización (agua, carreteras, puertos, aeropuertos, etc.), que no dependen del TLC. Nadie espera inversión industrial o tecnológica, ni tampoco grandes recursos en la agricultura donde no hay mucha tierra libre que ocupar y hacer producir. La modernidad es un concepto relativo. Y en el Perú tenemos diferentes opiniones sobre la relación entre la cultura occidental actual (versión EE.UU.) y nuestra raíz andina. En todo caso lo que se nos viene es una imposición de la peor versión de occidente, en la peor opción norteamericana (maimización), y de la misma forma que en la conquista nos muestran los espejitos de la tecnología para convencernos que es lo que nos conviene.
La globalización, como ya está claro, es el rostro contemporáneo del imperialismo y frente a esto siempre ha habido gobiernos vasallos en los países que la gran potencia quiere mantener avasallados. Y la perpetuación del modelo económico no es sino el sueño neoliberal de la antidemocracia, donde el pueblo queda excluido de las decisiones que más afectan a sus vidas. El mismo que estaba contenido en la re-reelección, en la Constitución del 93 en su capitulo económico, de los Toledo y García fijando en las responsabilidades de la economía a la tecnocracia avalada por las finanzas mundiales. El TLC es el pacto del inmovilismo de la apertura, las privatizaciones, los contratos leoninos, el abuso continuado sobre los trabajadores, etc.
Pero ahora nos dicen que las enmiendas demócratas han salvado nuestras objeciones. ¿What...? Si no han siquiera rozado el tema agrario y el brutalmente asimétrico acuerdo de abrir nuestros mercados de alimentos a productos subsidiados, para que desaparezca nuestra producción de granos (maíz, trigo, cebada, arroz), justo cuando la tendencia mundial es a la suba de los precios de estos productos. Si no han variado el esquema que limita las decisiones legales del país a lo que podrían ser las objeciones de las empresas estadounidenses que se consideren afectadas en sus expectativas de ingreso. Si no han graduado el impacto de ingreso de productos que van a eliminar el precario aparato industrial nacional. Si sólo han conseguido reducir parcialmente el tiempo de patentes para productos farmacéuticos nuevos y agroquímicos, pero de todos modos nos hace retroceder de la situación actual. Si se sigue permitiendo las patentes de plantas. Y un largo etcétera.
En lo laboral las enmiendas propuestas por Estados Unidos todavía no han sobrepasado el aspecto de lo lírico: libertad de asociación, negociación colectiva, trabajo infantil, etc., pero se carece de instrumentos concretos. El Perú firma a cada rato declaraciones así, y no las cumple. En Estados Unidos puede tener algún significado mentar a la OIT, lo que debe ser una ganancia para el partido de Clinton, pero en nuestro país eso ya está gastado. Bastaría decir que mientras se ha hecho todo tipo de promesas en Washington de que los derechos laborales están recontra protegidos en el Perú, acá estamos entrampados en la ley del trabajo que va descomponiéndose con los días, por presión de los empresarios, sostenidos por el gobierno. Sería tonto decir que esto satisface lo que estaban demandando los trabajadores peruanos. Pero peor es el tema de lo ambiental, casi reducido a lo forestal, donde el resultado de la “preocupación demócrata” ha sido una larga enmienda que los convierte en inspectores y tutores de la Amazonía.
Nos dicen que son muy buenas las enmiendas demócratas pero no dejan leerlas y discutirlas. Es bueno porque es Americano decían nuestras abuelitas. Es decir les creemos porque viene de ellos. Por eso por ejemplo la certificación sanitaria de las carnes gringas para la alimentación la harán ellos y nosotros les creeremos, mientras para nuestros productos no bastan los controles peruanos, sino que ellos pueden paralizarnos y rechazarnos en aduana. Así es el mundo, dirá Ferrero y Araoz sonreirá con cara de idiota.
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Ayer el centro de Lima era TLC. Los accesos a la plaza Bolívar estaban cortados por unas gigantescas rejas que las vi por primera vez durante la reunión del ALCA en Miami, donde los policías son bastante más robustos que los nuestros. Unos cientos de personas querían realizar una vigilia con velas dando entender su rechazo a la aprobación del TLC sin debate. Pero la libre circulación estaba prohibida porque el gobierno no quiere que en los Estados Unidos se enteren que aquí todos no pensamos iguales sobre el libre comercio y que no somos un sociedad de exportadores felices que aplaudimos el entreguismo de nuestros gobernantes y negociadores.
Las rejas marcan la distancia que se está erigiendo entre el pueblo y el régimen. Las provincias se incendian cada día. El martes fue Pucallpa y Huánuco. Pero la lista va en aumento constante y los impactos ya se están recibiendo en la conservadora Lima. Pero en Palacio celebran contratos, toman pisco y señalan que la economía está creciendo.
Entonces cómo vamos a parar el TLC, detenernos siquiera a reflexionarlo, debatirlo, aceptar la prórroga del ATPDEA que nos ofrecen los gringos. No señor. Con Estados Unidos sí o sí, y con los peruanos no y no.
27.06.07
www.rwiener.blogspot.com
Raúl Wiener Periodista, Analista Político y Económico peruano. Trabajó en el diario El Observador (1981-1984). Dirigió la revista Amauta (1988-1992), participó del programa Radicales Libres por RBC Televisión en el 2012 y fue director de la revista Miercoles de Política en el 2013. Actualmente es Jefe de la Unidad de Investigación del diario Uno (ex La Primera) desde 2007 y colaborador semanal de la revista Hildebrandt en sus trece.
miércoles, junio 27, 2007
martes, junio 26, 2007
Addenda que son enmiendas
Addenda que son enmiendas
El método del TLC consiste, como se ha visto, en un largo conciábulo de abogados y economistas de dos gobiernos que negocian en secreto, filtrando trascendidos de los que nadie está totalmente seguro, hasta que entregan sus documentos cerrados, lo firman las autoridades, y en paquete va al Congreso para su aprobación en bloque y sin posibilidad de modificaciones. Ya se vio eso el 27 de junio del 2006, en la famosa sesión interrumpida por los recién electos parlamentarios nacionalistas, en la que una mayoría de ignorantes sobre lo que estaban decidiendo, incluidos la bancada del APRA; se allanó al pedido de Toledo de apurar la votación antes del cambio de gobierno; y se va a volver a evidenciar en la convocatoria para que exactamente el mismo día, un año después, se vote el denominado Protocolo de Enmiendas (que aquí se le trata equívoca y mañosamente como “la addenda”, es decir los añadidos o complementos, que no lo son), en otra maratón de no debate.
Toda la preocupación está centrada, en estos momentos, en que el cumplimiento de la formalidad de votar no implique la posibilidad de opinar, objetar y presentar ante el país los problemas del compromiso que elaboraron los gobiernos de Bush y Toledo, y que ahora viene con algunos aparentes ajustes de factura demócrata y cero aportes de otros sectores de la política peruana. La sola reapertura del acuerdo que ya había sido cerrado en diciembre del 2005, para tratar los temas laborales y ambientales reclamados en el Congreso de Estados Unidos, le permitía al Perú colocar su propia agenda con asuntos como agricultura, subsidios y régimen de inversiones. Eso está contenido en el principio del acuerdo según el cual nada se dará por acordado, mientras todo no esté acordado que ha regido en toda la negociación y que se reactualizaba por la intervención de los demócratas norteamericanos. Pero eso hubiera tenido que tratarse en el Congreso y hubiese reactivado la participación de las organizaciones sociales.
El gobierno ha preferido hacernos creer que estamos con las manos amarradas por el voto del toledismo, el aprismo y el lourdismo de hace un año, y que no nos toca sino esperar a que haya acuerdo en Washington para después aplaudir. De esta manera el gobierno de Alan García ha funcionado con sus insistentes viajes y lobby en Estados Unidos como un abogado de la versión original del TLC, sacándole las castañas del fuego al ejecutivo de ese país frente a la acusación de que se habían afectado los intereses peruanos, y ha dado su asentimiento resignado a todas las fórmulas de transacción entre los partidos gringos. Ahora esto ya es una gran victoria del régimen peruano (¡) que debe ser consagrada con el voto del miércoles y todos contentos.
Si todo el proceso del TLC ha sido el de una constante cesión de soberanía en nombre de poder mantener el actual nivel de exportaciones a los Estados Unidos y aumentar las inversiones, la etapa final ha sido aún más vergonzosa. Un partido que se hizo elegir con críticas a un tratado que todavía no estaba aprobado, denunciando que no se había sabido negociar, y que luego votó por el documento sin moverle una coma, es actualmente el responsable de hacernos aceptar enmiendas, cabreándose de la responsabilidad de corregir las concesiones más dañinas para el país y los productores agrarios y campesinos. El intento por convencernos de “lo bueno” que puede ser para nosotros algunos de los cambios propuestos por el otro, no es, en esta lógica, sino una patética confesión de entreguismo.
Dos conclusiones se han impuesto en medio de los trajines del TLC: (a) que los gobiernos del Perú valoran un millón de ves más el acuerdo con Estados Unidos, como si se tratara de una condecoración, antes que los contenidos de la negociación, que para los gringos es lo único que interesa; (b) que la gran cantidad de actores por la parte peruana: presidente, ministros, negociadores especiales, equipo técnico, etc., constituyen una redundancia para un procedimiento que consiste en siempre decir que sí. Curiosamente sólo una persona de los que intervinieron en esta historia, ha salvado algo de dignidad en este ir y venir de presiones y capitulaciones, y este es el señor Hernando de Soto que advirtió que estábamos trabajando solamente para el 2% de la población e hipotecando derechos de muchos a favor de muy pocos. Nadie le imputará alguna antipatía por el capitalismo y el comercio al presidente del ILD, pero sus palabras eran un mensaje a los de su clase para que piensen bien lo que están haciendo. No lo quisieron escuchar.
26.06.07
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El método del TLC consiste, como se ha visto, en un largo conciábulo de abogados y economistas de dos gobiernos que negocian en secreto, filtrando trascendidos de los que nadie está totalmente seguro, hasta que entregan sus documentos cerrados, lo firman las autoridades, y en paquete va al Congreso para su aprobación en bloque y sin posibilidad de modificaciones. Ya se vio eso el 27 de junio del 2006, en la famosa sesión interrumpida por los recién electos parlamentarios nacionalistas, en la que una mayoría de ignorantes sobre lo que estaban decidiendo, incluidos la bancada del APRA; se allanó al pedido de Toledo de apurar la votación antes del cambio de gobierno; y se va a volver a evidenciar en la convocatoria para que exactamente el mismo día, un año después, se vote el denominado Protocolo de Enmiendas (que aquí se le trata equívoca y mañosamente como “la addenda”, es decir los añadidos o complementos, que no lo son), en otra maratón de no debate.
Toda la preocupación está centrada, en estos momentos, en que el cumplimiento de la formalidad de votar no implique la posibilidad de opinar, objetar y presentar ante el país los problemas del compromiso que elaboraron los gobiernos de Bush y Toledo, y que ahora viene con algunos aparentes ajustes de factura demócrata y cero aportes de otros sectores de la política peruana. La sola reapertura del acuerdo que ya había sido cerrado en diciembre del 2005, para tratar los temas laborales y ambientales reclamados en el Congreso de Estados Unidos, le permitía al Perú colocar su propia agenda con asuntos como agricultura, subsidios y régimen de inversiones. Eso está contenido en el principio del acuerdo según el cual nada se dará por acordado, mientras todo no esté acordado que ha regido en toda la negociación y que se reactualizaba por la intervención de los demócratas norteamericanos. Pero eso hubiera tenido que tratarse en el Congreso y hubiese reactivado la participación de las organizaciones sociales.
El gobierno ha preferido hacernos creer que estamos con las manos amarradas por el voto del toledismo, el aprismo y el lourdismo de hace un año, y que no nos toca sino esperar a que haya acuerdo en Washington para después aplaudir. De esta manera el gobierno de Alan García ha funcionado con sus insistentes viajes y lobby en Estados Unidos como un abogado de la versión original del TLC, sacándole las castañas del fuego al ejecutivo de ese país frente a la acusación de que se habían afectado los intereses peruanos, y ha dado su asentimiento resignado a todas las fórmulas de transacción entre los partidos gringos. Ahora esto ya es una gran victoria del régimen peruano (¡) que debe ser consagrada con el voto del miércoles y todos contentos.
Si todo el proceso del TLC ha sido el de una constante cesión de soberanía en nombre de poder mantener el actual nivel de exportaciones a los Estados Unidos y aumentar las inversiones, la etapa final ha sido aún más vergonzosa. Un partido que se hizo elegir con críticas a un tratado que todavía no estaba aprobado, denunciando que no se había sabido negociar, y que luego votó por el documento sin moverle una coma, es actualmente el responsable de hacernos aceptar enmiendas, cabreándose de la responsabilidad de corregir las concesiones más dañinas para el país y los productores agrarios y campesinos. El intento por convencernos de “lo bueno” que puede ser para nosotros algunos de los cambios propuestos por el otro, no es, en esta lógica, sino una patética confesión de entreguismo.
Dos conclusiones se han impuesto en medio de los trajines del TLC: (a) que los gobiernos del Perú valoran un millón de ves más el acuerdo con Estados Unidos, como si se tratara de una condecoración, antes que los contenidos de la negociación, que para los gringos es lo único que interesa; (b) que la gran cantidad de actores por la parte peruana: presidente, ministros, negociadores especiales, equipo técnico, etc., constituyen una redundancia para un procedimiento que consiste en siempre decir que sí. Curiosamente sólo una persona de los que intervinieron en esta historia, ha salvado algo de dignidad en este ir y venir de presiones y capitulaciones, y este es el señor Hernando de Soto que advirtió que estábamos trabajando solamente para el 2% de la población e hipotecando derechos de muchos a favor de muy pocos. Nadie le imputará alguna antipatía por el capitalismo y el comercio al presidente del ILD, pero sus palabras eran un mensaje a los de su clase para que piensen bien lo que están haciendo. No lo quisieron escuchar.
26.06.07
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Constitucionalistas
Podrán tener el currículo más sobresaliente: títulos académicos, publicaciones, conferencias, altos cargos ocupados durante la vida, etc.; las más solventes respuestas, a parlamentarios no tan solventes; puede que no hayan más Ríos entre los finalistas, aunque no estemos tan seguros de ello; pero lo que es evidente es que a todos los candidatos a miembros del Tribunal Constitucional les ha faltado absolutamente el mínimo de decencia y dignidad para rebelarse frente al manoseo del que han sido objeto.
Han estado ausentes una o más renuncias en medio de este feo trasiego de personas de los últimos días. El Congreso y la prensa los han zarandeado a su gusto, y los ilustres doctores, impertérritos. Y esto me hace pensar en los magistrados del año 87, que lo arriesgaron todo para oponerse, con los principios de legalidad de su lado, a la re-reelección fujimorista. ¿Hay punto de comparación entre las actitudes de los unos y de los otros? Me temo que no. Los 16 supervivientes han funcionado pensando visiblemente que lo principal era mantenerse en el bolo a cualquier costo. Ni los mal calificados, ni los que han sido bombardeados por objeciones éticas, ni los que fueron respaldados por fuerzas políticas que declararon luego su repudio a la totalidad del proceso, ni los profesores eminentes, etc., no ha habido uno que se separe del Pastor que ahora parece borrego o de la Cabanillas y su estilo autoritario, y brinde una lección de entereza al resto de los peruanos.
Si todos los argumentos que se han dado para volver a fojas cero y empezar a establecer un nuevo sistema de selección de magistrados del más alto nivel: que no se hizo una evaluación con garantía y hasta se les pasó un mafioso; que el país no quiere componendas y en la dispersión actual del Congreso, no se pueden reunir 80 votos sin que de por medio hayan compromiso políticos; que García metió la mano y la boca en el proceso, mostrando que estaba, por algún motivo, más que interesado en la aprobación rápida de la nómina, con la inclusión del ahora famoso Ríos; que han aparecido colaterales con el oficial mayor, el periodista de confianza de la presidencia del Congreso, el papel de Cabanillas; etc.; no han provocado un asco suficiente como para que la crisis alcance a los postulantes, debe ser porque la moral política de estos años en el Perú está trastocada y cada uno entiende que los cargos son todo, y la respetabilidad pública y el buen nombre no cuentan un pito si se está a un solo paso de la cumbre. Dicen que ser parte del Tribunal Constitucional exige las más altas calificaciones éticas. ¿Y dónde vamos a medir estas cualidades si no es en la actitud ante las crisis importantes que afectan la credibilidad de las instituciones?
Viéndolo bien además, en la perspectiva de lo que ocurrirá hacia el próximo miércoles, que es cuando se pretenderá repetir el plato de elegir sobre una nómina desgastada, con mínimo tiempo para una justa revisión de lo actuado, de los méritos que nos han estado anunciando (no probando), lo que va a pasar es que se producirá un entrampamiento y toda negociación para superarlo será visto como la nueva componenda. No hay forma de hacer ganar sin sospechas a cuatro que todos acepten, y que no susciten la denuncia de los que queden desairados. Y eso va a pesar como otro baldón entre los candidatos. Lo que se les viene es u otra elección con sombras o la neutralización de los partidos unos frente a otros. Lo razonable era, por cierto, volver a forjas cero e intentar una procedimiento diferente con participación de la sociedad civil, como lo dijimos y ahora lo repite mucha gente. .
Se imponía un cambio, en este momento, en plena crisis, con todos los riesgos, en caliente, y dentro del tiempo que fuera necesario, de las reglas de la elección. Pero se ha preferido retroceder a presión, por etapas, en gran desorden, emitiendo toda suerte de señales confusas. La misma hostilidad a la idea de la Asamblea Constituyente, que es la del temor a que el cambio reste poder a algunos a favor de muchos, paraliza y obliga a refugiarse en los sistemas que vienen del fujirmorismo,
Esto, por supuesto, hace sospechar con justa razón que hay alguna trampa en esta elección y en la necesidad de contar con ciertas personas en el Tribunal Constitucional. Y que los que no son parte del enjuague están haciendo el juego sin proponérselo.
22.06.07
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Han estado ausentes una o más renuncias en medio de este feo trasiego de personas de los últimos días. El Congreso y la prensa los han zarandeado a su gusto, y los ilustres doctores, impertérritos. Y esto me hace pensar en los magistrados del año 87, que lo arriesgaron todo para oponerse, con los principios de legalidad de su lado, a la re-reelección fujimorista. ¿Hay punto de comparación entre las actitudes de los unos y de los otros? Me temo que no. Los 16 supervivientes han funcionado pensando visiblemente que lo principal era mantenerse en el bolo a cualquier costo. Ni los mal calificados, ni los que han sido bombardeados por objeciones éticas, ni los que fueron respaldados por fuerzas políticas que declararon luego su repudio a la totalidad del proceso, ni los profesores eminentes, etc., no ha habido uno que se separe del Pastor que ahora parece borrego o de la Cabanillas y su estilo autoritario, y brinde una lección de entereza al resto de los peruanos.
Si todos los argumentos que se han dado para volver a fojas cero y empezar a establecer un nuevo sistema de selección de magistrados del más alto nivel: que no se hizo una evaluación con garantía y hasta se les pasó un mafioso; que el país no quiere componendas y en la dispersión actual del Congreso, no se pueden reunir 80 votos sin que de por medio hayan compromiso políticos; que García metió la mano y la boca en el proceso, mostrando que estaba, por algún motivo, más que interesado en la aprobación rápida de la nómina, con la inclusión del ahora famoso Ríos; que han aparecido colaterales con el oficial mayor, el periodista de confianza de la presidencia del Congreso, el papel de Cabanillas; etc.; no han provocado un asco suficiente como para que la crisis alcance a los postulantes, debe ser porque la moral política de estos años en el Perú está trastocada y cada uno entiende que los cargos son todo, y la respetabilidad pública y el buen nombre no cuentan un pito si se está a un solo paso de la cumbre. Dicen que ser parte del Tribunal Constitucional exige las más altas calificaciones éticas. ¿Y dónde vamos a medir estas cualidades si no es en la actitud ante las crisis importantes que afectan la credibilidad de las instituciones?
Viéndolo bien además, en la perspectiva de lo que ocurrirá hacia el próximo miércoles, que es cuando se pretenderá repetir el plato de elegir sobre una nómina desgastada, con mínimo tiempo para una justa revisión de lo actuado, de los méritos que nos han estado anunciando (no probando), lo que va a pasar es que se producirá un entrampamiento y toda negociación para superarlo será visto como la nueva componenda. No hay forma de hacer ganar sin sospechas a cuatro que todos acepten, y que no susciten la denuncia de los que queden desairados. Y eso va a pesar como otro baldón entre los candidatos. Lo que se les viene es u otra elección con sombras o la neutralización de los partidos unos frente a otros. Lo razonable era, por cierto, volver a forjas cero e intentar una procedimiento diferente con participación de la sociedad civil, como lo dijimos y ahora lo repite mucha gente. .
Se imponía un cambio, en este momento, en plena crisis, con todos los riesgos, en caliente, y dentro del tiempo que fuera necesario, de las reglas de la elección. Pero se ha preferido retroceder a presión, por etapas, en gran desorden, emitiendo toda suerte de señales confusas. La misma hostilidad a la idea de la Asamblea Constituyente, que es la del temor a que el cambio reste poder a algunos a favor de muchos, paraliza y obliga a refugiarse en los sistemas que vienen del fujirmorismo,
Esto, por supuesto, hace sospechar con justa razón que hay alguna trampa en esta elección y en la necesidad de contar con ciertas personas en el Tribunal Constitucional. Y que los que no son parte del enjuague están haciendo el juego sin proponérselo.
22.06.07
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miércoles, junio 20, 2007
Bertha Consiglieri.
Todos aprendemos, con el tiempo, que la vida tiene un término. Pero hay finales que se nos hacen mucho más difíciles de aceptar. Me acaba de pasar con Bertha. No termino de creer que la próxima vez que ingrese a CEPES no podré encontrarme con su voz ronca y sus reniegos contra el mundo, su ligera cojera, su olor a cigarro, sus manos que completaban sus palabras tocándome en los brazos. Me cuesta mucho pensar que no podrá estar nunca más al otro lado del teléfono, hablando interminablemente de sus nuevas investigaciones sobre los propietarios del agro. Como dice Fernando, todos la habíamos visto decaer físicamente como si estuviera yéndose de nosotros. Pero como era tan fuerte en su intelecto nos parecía más viva que nunca. Y uno tiende a creer en la inmortalidad de las ideas. Un corazón cansado se la estaba llevando, seguramente porque había sido exigido más de la cuenta. Pero ella seguía regalándolo a los campesinos, a su país, a sus amigos, y no supimos decirle que se detuviera, porque la necesitábamos mucho más tiempo. Yo tengo tantos recuerdos con esta mujer inolvidable que tengo miedo a mis noches de estos días que es cuando más me resisto a admitir lo que ha pasado. Pienso en la Universidad de San Marcos, primer año de letras; en el CEPES; en la revista Amauta; en el local del partido; en la célula campesina, en Cusco, Puno, Ayacucho; en los congresos de la CCP; en la marcha del año 98, contra re-reelección de Fujimori, en la que sin darnos cuenta concluimos en el patio de Palacio de Gobierno; en el Congreso de IU en Huampaní; y me siento abrumado porque me siguen llegando imágenes inagotables. Tengo un consuelo. Desde hace algunos años organicé un santoral de mis muertos buenos, que me confirman el sentido más profundo de la vida que es el de compartir un tiempo entre personas que valen la pena. Bertha tiene ahora un lugar de preferencia en ese espacio. Cuando logre ordenar mis sentimientos ella estará allí haciéndome sentir orgulloso de haberla conocido.
Raúl Wiener
20.06.07
Raúl Wiener
20.06.07
martes, junio 19, 2007
Bases militares
Casi tan genial como proponer la reforma de la carrera magisterial para que cualquiera que no haya estudiado para maestro pueda enseñar en la escuela, lo que nos permitiría contar con Vargas Llosa en las aulas, o que defender el “derecho” de los empresarios al despido arbitrario como medida para alentar el empleo, es aquella fórmula repetida varias veces por “Correo” de que convencer a Estados Unidos que traslade su base militar de Mantas, Ecuador, al Perú, nos hará invulnerables en el mundo. Pasaremos a una condición de casi entenados de los gringos y evitaremos con ello que Chile se siga metiendo con nosotros. Obtendremos una paz tan conveniente que podremos bajar al suelo el gasto militar o tal vez ensayar quedarnos sin Fuerzas Armadas, dejando la seguridad nacional en manos de marines armados hasta los dientes.
Es tan estu… pendo el planteamiento que me ha hecho pensar varias lo que ocurriría si todos los países sobre la Tierra acogen en su territorio bases militares made in USA, con sus aeródromos, sus cuarteles de tanques y soldados, sus portaviones a distancia, etc. ¿No sería acaso el comienzo de la paz mundial? Si un país intenta imponerse a otro, tendría que verse con la base norteamericana lo que se tomaría como hostilidad al gigante. Pero como todos tendrían su propia base, todas las amenazas quedarían neutralizadas. En una época de la historia de Inglaterra se tenía esa noción de las relaciones internacionales: “la paz victoriana” consistía en que la gran potencia colonial tuviera la máxima conducción del mundo. Pero eso acabó en dos guerra mundiales y en in numerables conflictos anticoloniales.
Hoy tenemos buenos ejemplos, como Irak o Afganistán, que demuestran que una gran cantidad de militares estadounidenses no son siempre sinónimo de sumisión como seguramente imagina Aldo M. En el Líbano hace algunos años volaron más de 200 soldados yanquis en un sólo acto. En la televisión se puede ver las vicisitudes de los comandos en la paupérrima Somalia; y aquí mucho más cerca de nosotros, en Colombia, tenemos intervención de Estados Unidos desde hace mucho tiempo, y eso no ha servicio para acercar a ese país al final de su sangrienta guerra interna. ¿De dónde pues sacar que estos fortachones son heraldos de la nueva paz armada, aunque sea por su poder intimidante?
En el comienzo de la década de los 90, Sendero Luminoso advertía que la guerra social que decía estar protagonizando se iba a convertir inevitablemente en guerra nacional, debido a que Washington tendría que meter sus narices si la crisis y el desgobierno seguían profundizándose a los golpes despiadados de los insurrectos. El 4 de abril de 1992, el subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Bernard Aronson, declaró que Sendero era la guerrilla más letal de esta parte del mundo y que cabía la posibilidad de que fuese capaz de tomar el poder De alguna manera, el golpe militar de Fujimori-Montesinos del día siguiente se adelantó a la intervención insinuada en esas declaraciones, y puso sobre la mesa la opción de que el gobierno y los militares peruanos resolviesen por su cuenta el riesgo planteado. ¿Nadie ha pensado que el actual juego de bases militares por TLC, o de si somos los más pro-yanquis entre todos nuestros vecinos, y si sacamos la lengua a los rotos detrás de las piernas del Tío Sam, podría ser el ingrediente que falta para que sentimientos nacionales muy lastimados se conviertan en factor de un agudo conflicto interno de impredecibles consecuencias.
¿Cómo es que las elites políticas han llegado a este extremo de estupidez de suponer que cuánto más nos amarremos las manos, y más bajemos la cabeza, más felices seremos? ¿Habrá alguien que se pregunte por qué Ecuador no renueva la base de Mantas si tenerla otorga tantas ventajas?, ¿o será que el presidente Correa está consciente que la base nunca los fortaleció en sus disputas de frontera (especialmente con el Perú), pero si sirvió para limitar la soberanía de su país en aspectos de inversiones de Estados Unidos, deuda externa, narcotráfico y política de intervención hacia Colombia?
¿Queremos que Estados Unidos nos adopte?
18.06.07
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Es tan estu… pendo el planteamiento que me ha hecho pensar varias lo que ocurriría si todos los países sobre la Tierra acogen en su territorio bases militares made in USA, con sus aeródromos, sus cuarteles de tanques y soldados, sus portaviones a distancia, etc. ¿No sería acaso el comienzo de la paz mundial? Si un país intenta imponerse a otro, tendría que verse con la base norteamericana lo que se tomaría como hostilidad al gigante. Pero como todos tendrían su propia base, todas las amenazas quedarían neutralizadas. En una época de la historia de Inglaterra se tenía esa noción de las relaciones internacionales: “la paz victoriana” consistía en que la gran potencia colonial tuviera la máxima conducción del mundo. Pero eso acabó en dos guerra mundiales y en in numerables conflictos anticoloniales.
Hoy tenemos buenos ejemplos, como Irak o Afganistán, que demuestran que una gran cantidad de militares estadounidenses no son siempre sinónimo de sumisión como seguramente imagina Aldo M. En el Líbano hace algunos años volaron más de 200 soldados yanquis en un sólo acto. En la televisión se puede ver las vicisitudes de los comandos en la paupérrima Somalia; y aquí mucho más cerca de nosotros, en Colombia, tenemos intervención de Estados Unidos desde hace mucho tiempo, y eso no ha servicio para acercar a ese país al final de su sangrienta guerra interna. ¿De dónde pues sacar que estos fortachones son heraldos de la nueva paz armada, aunque sea por su poder intimidante?
En el comienzo de la década de los 90, Sendero Luminoso advertía que la guerra social que decía estar protagonizando se iba a convertir inevitablemente en guerra nacional, debido a que Washington tendría que meter sus narices si la crisis y el desgobierno seguían profundizándose a los golpes despiadados de los insurrectos. El 4 de abril de 1992, el subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Bernard Aronson, declaró que Sendero era la guerrilla más letal de esta parte del mundo y que cabía la posibilidad de que fuese capaz de tomar el poder De alguna manera, el golpe militar de Fujimori-Montesinos del día siguiente se adelantó a la intervención insinuada en esas declaraciones, y puso sobre la mesa la opción de que el gobierno y los militares peruanos resolviesen por su cuenta el riesgo planteado. ¿Nadie ha pensado que el actual juego de bases militares por TLC, o de si somos los más pro-yanquis entre todos nuestros vecinos, y si sacamos la lengua a los rotos detrás de las piernas del Tío Sam, podría ser el ingrediente que falta para que sentimientos nacionales muy lastimados se conviertan en factor de un agudo conflicto interno de impredecibles consecuencias.
¿Cómo es que las elites políticas han llegado a este extremo de estupidez de suponer que cuánto más nos amarremos las manos, y más bajemos la cabeza, más felices seremos? ¿Habrá alguien que se pregunte por qué Ecuador no renueva la base de Mantas si tenerla otorga tantas ventajas?, ¿o será que el presidente Correa está consciente que la base nunca los fortaleció en sus disputas de frontera (especialmente con el Perú), pero si sirvió para limitar la soberanía de su país en aspectos de inversiones de Estados Unidos, deuda externa, narcotráfico y política de intervención hacia Colombia?
¿Queremos que Estados Unidos nos adopte?
18.06.07
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lunes, junio 18, 2007
Masacre en Casapalca
La masacre no la hizo la policía en Santa Anita, en plena ciudad de Lima, sino en Casapalca, a 120 kilómetros de la capital y a 4,200 metros de altura. Ahí los robocops dispararon sobre trabajadores, que horas antes habían sido reconocidos por el premier como personas que tenían razón de reclamar ante los abusos de los propietarios de las mina que no han cumplido siquiera con los acuerdos que firmaron con la ministra de Trabajo. El primer balance un muerto a bala y otro por golpes y caída desde lo alto del cerro.
Tampoco, por cierto, les interesaron demasiado los niños involucrados en el problema, como antes lo hicieron cuando de por medio había una foto y un rollo sobre niños escudos que justificaba arrebatárselos a sus padres Ahora el resultado ha sido una niña de un año de edad asfixiada en medio de los gases y la pólvora. También se reporta una cuarta víctima, un civil aparentemente ajeno a los acontecimientos que falleció dentro de una ambulancia.
Pero quizás lo más interesante es la poca indignación ciudadana por estos hechos. Puede que juegue la distancia. Pero lo principal es el trato que ofrece la prensa a este caso. ¿Qué pasaría si los titulares preguntaran abiertamente por el responsable de la orden para hacer uso de armas de fuego contra obreros desarmados?, ¿dónde están las preguntas sobre el entrenamiento de la policía para enfrentar manifestantes con niños?, ¿por qué los medios no persiguen a Alva Castro para que responda por esta matanza y le siguen permitiendo hacerse el tonto con declaraciones de tipo de que estas cosas pasan cuando se trata de desbloquear carreteras? ¿Por qué no hay nadie detrás de los Gubbins, los empresarios mineros de esta historia, que se burlan de medio mundo, y hacen lo que podría ser el papel de malo de la película, a la manera de Herminio Porras?
No aquí los medios han decidido que este tema no ayuda a su propia mirada del mundo. Empresarios canallas, mineros en la miseria y sin derechos en pleno auge de las empresas, gobierno que mata, son asuntos que no van con lo que se ha venido diciendo que pasa en el país. Así nos encontramos de nuevo con las bondades de la libertad de expresión que les permiten expresarse como les conviene y les da la gana a los que tienen la posibilidades hacerlo, y la ausencia de libertad de información (protegida por la Constitución), para el resto, porque sólo nos informamos de lo que lo dueños de los medios quieren que sepamos y de la manera como desean que lo hagamos.
¿Qué idea va a quedar en nosotros?, ¿la del policía que lleva a una niña en brazos luego de habérsela quitado a su madre, como se titularon los hechos de Santa Anita, o la de aquellos hombres verdes que recibieron la orden de abalear y bombardear a los trabajadores que protestaban al lado de sus mujeres y sus hijos?
Creo que sobra la respuesta.
Puesto sobre la balanza, la propiedad de la multimillonaria familia Granier y su derecho a seguir expresándose en Venezuela, digamos que como la opción anti Chávez, y la desgracia de los mineros de Casapalca mal pagados, precariamente contratados, despedidos y no repuestos, a pesar que todos celebran los éxitos de la minería, que significa grandes ganancias para los inversionistas, ¿cuál debería merecer mayor cobertura e investigación de la prensa?
Todos vemos al sindicato mundial de la libertad de expresión que defiende la propiedad privada sobre los medios, que es la misma que oculta la masacre, trampea sobre las razones de los pobres y transforma en importante lo que no lo es. No creo que los mineros peruanos marcharían por defender a los dueños de los medios de comunicación peruanos si algún día acaba su monopolio de la información.
17.06.07
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Tampoco, por cierto, les interesaron demasiado los niños involucrados en el problema, como antes lo hicieron cuando de por medio había una foto y un rollo sobre niños escudos que justificaba arrebatárselos a sus padres Ahora el resultado ha sido una niña de un año de edad asfixiada en medio de los gases y la pólvora. También se reporta una cuarta víctima, un civil aparentemente ajeno a los acontecimientos que falleció dentro de una ambulancia.
Pero quizás lo más interesante es la poca indignación ciudadana por estos hechos. Puede que juegue la distancia. Pero lo principal es el trato que ofrece la prensa a este caso. ¿Qué pasaría si los titulares preguntaran abiertamente por el responsable de la orden para hacer uso de armas de fuego contra obreros desarmados?, ¿dónde están las preguntas sobre el entrenamiento de la policía para enfrentar manifestantes con niños?, ¿por qué los medios no persiguen a Alva Castro para que responda por esta matanza y le siguen permitiendo hacerse el tonto con declaraciones de tipo de que estas cosas pasan cuando se trata de desbloquear carreteras? ¿Por qué no hay nadie detrás de los Gubbins, los empresarios mineros de esta historia, que se burlan de medio mundo, y hacen lo que podría ser el papel de malo de la película, a la manera de Herminio Porras?
No aquí los medios han decidido que este tema no ayuda a su propia mirada del mundo. Empresarios canallas, mineros en la miseria y sin derechos en pleno auge de las empresas, gobierno que mata, son asuntos que no van con lo que se ha venido diciendo que pasa en el país. Así nos encontramos de nuevo con las bondades de la libertad de expresión que les permiten expresarse como les conviene y les da la gana a los que tienen la posibilidades hacerlo, y la ausencia de libertad de información (protegida por la Constitución), para el resto, porque sólo nos informamos de lo que lo dueños de los medios quieren que sepamos y de la manera como desean que lo hagamos.
¿Qué idea va a quedar en nosotros?, ¿la del policía que lleva a una niña en brazos luego de habérsela quitado a su madre, como se titularon los hechos de Santa Anita, o la de aquellos hombres verdes que recibieron la orden de abalear y bombardear a los trabajadores que protestaban al lado de sus mujeres y sus hijos?
Creo que sobra la respuesta.
Puesto sobre la balanza, la propiedad de la multimillonaria familia Granier y su derecho a seguir expresándose en Venezuela, digamos que como la opción anti Chávez, y la desgracia de los mineros de Casapalca mal pagados, precariamente contratados, despedidos y no repuestos, a pesar que todos celebran los éxitos de la minería, que significa grandes ganancias para los inversionistas, ¿cuál debería merecer mayor cobertura e investigación de la prensa?
Todos vemos al sindicato mundial de la libertad de expresión que defiende la propiedad privada sobre los medios, que es la misma que oculta la masacre, trampea sobre las razones de los pobres y transforma en importante lo que no lo es. No creo que los mineros peruanos marcharían por defender a los dueños de los medios de comunicación peruanos si algún día acaba su monopolio de la información.
17.06.07
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El segundo Pandolfi
Ahora la distracción fue de Aurelio Pastor, el dilecto discípulo y protegido del buen Coquito. O sea que todo lo malo se aprende. Tantos meses expurgando expedientes, discutiendo currículums, explicando que cómo no aquí nadie tenía militancia de partido, y de pronto se descorre la cortina y el sapo que aparece es un socio de Mantilla, López Meneses y los generales montesinistas que continúan en actividad, ni más ni menos que en doctrina y educación del Ejército, consagrado en la mañana del mismo día para el más alto magisterio de la república.
Ya se está haciendo una costumbre de los miembros del gobierno de cometer errores del calibre de misiles transoceánicos. Y la salida es retroceder de inmediato bajo el empuje de la prensa, la que posa sus selectivos ojos en unos responsables y no en otros. Porque lo que pasó aquí –y ocurrió otras veces- es que García dictó el ultimátum del lunes para que el Congreso saltara de un día para otro a nombrar los cargos pendientes en el Tribunal Constitucional, sabiendo que ninguna matemática que no fuera la de la componenda y el toma y daca podía resolver que el número 120 dividido entre seis grupos pudiera sumar 80 votos y elegir a cuatro personas.
Cabanillas y Pastor calcularon seguramente toda la noche y se encontraron con el impasse de que los dos sectores a los que el APRA ha recurrido alternativamente para lograr mayorías simples: Unidad Nacional y UPP, estaban enfrentados sobre la candidatura de Paz de la Barra que defendían estos últimos. Por tanto no cabía la suma de ambos, con los fujimoristas y el partido de gobierno. Y como hace la gente de principios eligieron al que tenía mayor número de votos y embarcaron en el viaje a los nacionalistas, aceptando su candidato.
Unidad Nacional y Alianza Parlamentaria quedaron fuera porque eran dos los que salían sobrantes en el reparto. Pero no es verdad que hubiesen puesto resistencia a la propuesta de Santiago Fujimori a favor de Javier Ríos. Más aún, como ha explicado reiteradamente Raúl Castro lo que había pasado en la Comisión era que Ríos había sido presentado como sustituto a las objeciones a Paz de la Barra. Y si las cosas hubieran seguido por ese camino tal vez el bloque de cuatro hubiera contenido una de las cartas de la derecha (¿Blume?, ¿Villanueva?) y ahora habrían otros criticando el amarre que consagró por unas hora a un notable mantillista y montesinista.
Lo más impresionante es que cuando la Comisión Pastor parecía lograr un imposible consenso, sus voceros decían sin sonrojarse que habían escogido a los 17 mejores, y que cualquiera que fuese elegido tendría las calificaciones profesionales y morales para el ejercicio del cargo de guardián de la constitucionalidad. Ahora se ve que no era así. Los mismos miembros de la Comisión reclaman contra la transparencia, como si hubiesen estado a ciegas en las sesiones de trabajo. Y los medios que chillan en titulares y entrevistas nocturnas por televisión y matinales por la radio, son los mismos que nos habían convencido de que esta vez si se había hecho una selección seria y que el país iba a ganar con cualquiera de los que habían pasado las pruebas previas.
¿Y quién dice que García no debió presionar con el procedimiento, como antes no debió hacerlo con el “schock de inversiones”, que no sólo vulnera la autonomía de las decisiones sino que precipita a cometer errores? ¿Y quién le dice a Meche que ha confundido el parlamento con una escuelita y a Pastor con el alumno que se demora en entregar la tarea? Obviamente para esos temas la prensa, se escabulle. Mucho más fácil es hablar de otorongos.
Pero llegado a este punto ¿qué se hace?
Como yo lo veo no sólo hay que echar a Ríos, sino dar marcha atrás en la elección de los otros tres, con las disculpas del caso, y hay que declarar nulo el trabajo de la Comisión Pastor. La ley faculta a prorrogar el mandato de los actuales magistrados hasta la elección de sus sucesores. Entonces lo urgente es cambiar el sistema de selección para que la sociedad –incluidos los partidos-, pueda tener participación activa en proponer y opinar sobre los postulantes, y el de votación que no debería depender de las correlaciones en el Congreso, como se hace actualmente con los jueces.
No tiene sentido que se intente llenar con un individuo más la nómina de cuatro que ha sido mortalmente herida por el caso Ríos. Significaría consagrar un método que el país no acepta. Pero igual de equivocado sería querer sacar otros cuatro de los 17, o hacer combinaciones diversas, que llevarían al mismo sitio al que llegamos este martes. Si de algo puede servir esta crisis es para reducir el poder de los politiqueros del APRA y otros partidos.
14.06.07
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Ya se está haciendo una costumbre de los miembros del gobierno de cometer errores del calibre de misiles transoceánicos. Y la salida es retroceder de inmediato bajo el empuje de la prensa, la que posa sus selectivos ojos en unos responsables y no en otros. Porque lo que pasó aquí –y ocurrió otras veces- es que García dictó el ultimátum del lunes para que el Congreso saltara de un día para otro a nombrar los cargos pendientes en el Tribunal Constitucional, sabiendo que ninguna matemática que no fuera la de la componenda y el toma y daca podía resolver que el número 120 dividido entre seis grupos pudiera sumar 80 votos y elegir a cuatro personas.
Cabanillas y Pastor calcularon seguramente toda la noche y se encontraron con el impasse de que los dos sectores a los que el APRA ha recurrido alternativamente para lograr mayorías simples: Unidad Nacional y UPP, estaban enfrentados sobre la candidatura de Paz de la Barra que defendían estos últimos. Por tanto no cabía la suma de ambos, con los fujimoristas y el partido de gobierno. Y como hace la gente de principios eligieron al que tenía mayor número de votos y embarcaron en el viaje a los nacionalistas, aceptando su candidato.
Unidad Nacional y Alianza Parlamentaria quedaron fuera porque eran dos los que salían sobrantes en el reparto. Pero no es verdad que hubiesen puesto resistencia a la propuesta de Santiago Fujimori a favor de Javier Ríos. Más aún, como ha explicado reiteradamente Raúl Castro lo que había pasado en la Comisión era que Ríos había sido presentado como sustituto a las objeciones a Paz de la Barra. Y si las cosas hubieran seguido por ese camino tal vez el bloque de cuatro hubiera contenido una de las cartas de la derecha (¿Blume?, ¿Villanueva?) y ahora habrían otros criticando el amarre que consagró por unas hora a un notable mantillista y montesinista.
Lo más impresionante es que cuando la Comisión Pastor parecía lograr un imposible consenso, sus voceros decían sin sonrojarse que habían escogido a los 17 mejores, y que cualquiera que fuese elegido tendría las calificaciones profesionales y morales para el ejercicio del cargo de guardián de la constitucionalidad. Ahora se ve que no era así. Los mismos miembros de la Comisión reclaman contra la transparencia, como si hubiesen estado a ciegas en las sesiones de trabajo. Y los medios que chillan en titulares y entrevistas nocturnas por televisión y matinales por la radio, son los mismos que nos habían convencido de que esta vez si se había hecho una selección seria y que el país iba a ganar con cualquiera de los que habían pasado las pruebas previas.
¿Y quién dice que García no debió presionar con el procedimiento, como antes no debió hacerlo con el “schock de inversiones”, que no sólo vulnera la autonomía de las decisiones sino que precipita a cometer errores? ¿Y quién le dice a Meche que ha confundido el parlamento con una escuelita y a Pastor con el alumno que se demora en entregar la tarea? Obviamente para esos temas la prensa, se escabulle. Mucho más fácil es hablar de otorongos.
Pero llegado a este punto ¿qué se hace?
Como yo lo veo no sólo hay que echar a Ríos, sino dar marcha atrás en la elección de los otros tres, con las disculpas del caso, y hay que declarar nulo el trabajo de la Comisión Pastor. La ley faculta a prorrogar el mandato de los actuales magistrados hasta la elección de sus sucesores. Entonces lo urgente es cambiar el sistema de selección para que la sociedad –incluidos los partidos-, pueda tener participación activa en proponer y opinar sobre los postulantes, y el de votación que no debería depender de las correlaciones en el Congreso, como se hace actualmente con los jueces.
No tiene sentido que se intente llenar con un individuo más la nómina de cuatro que ha sido mortalmente herida por el caso Ríos. Significaría consagrar un método que el país no acepta. Pero igual de equivocado sería querer sacar otros cuatro de los 17, o hacer combinaciones diversas, que llevarían al mismo sitio al que llegamos este martes. Si de algo puede servir esta crisis es para reducir el poder de los politiqueros del APRA y otros partidos.
14.06.07
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lunes, junio 04, 2007
El caso Mohme
Lo que yo quisiera ver es el video en el que “Chicho” Mohme le dice a “Vlady” que no había venido al SIN a hablar de Ecuador o lo que el asesor quisiera, sino a hacerle saber, en su cara, lo que estaba pensando de la campaña de los diarios chicha a su servicio, para denigrar a su padre, con los más cobardes titulares.
También dónde le muestra al siniestro personaje los titulares de su diario sobre Leonor La Rosa y Mariela Barreto, sobre el plan Octavio, y otras denuncias que el actual propietario- director de “La República” agitó en la radio frente a César Hildebrandt; y le dijo como corresponde a un hombre de bien: entre usted y yo, señor Montesinos, no puede haber lugar a diálogo o entendimiento.
Pero parece que la cinta no existe o que Charlie Ferrero la escondió muy bien. Hasta ahora, es verdad, todos los que han sido vistos filmados en la salita de los muebles marrones han quedado por el suelo, y sólo los que han tenido la suerte de que sus imágenes no se muestren, continúan dando versiones como esa del Ecuador, que nadie cree, pero que no hay como desmentirla.
No es de un video de Montesinos que saldrá la verdad. Pero la versión que el trío “Chicho”, Rosales y Castro, retiraban titulares a última hora en la mesa de edición, y que el gerente del diario tenía su index de temas que no debían tocarse para no afectar la publicidad, no es de ahora. También existen varias historias de periodistas recomendados por el papá y echados por el hijo.
Obviamente que el periódico puede exhibir, a pesar de ello, una serie de titulares contra el régimen. ¿Eso prueba que no hubo quién se permitiera seleccionar informaciones del principal periódico opositor? Muchas cosas ocurrieron en los 90 que están marcadas de ambigüedad. Ahí está Del Castillo jactándose de luchador antifujimorista, sin poder explicar varios negocios de esa década en los que se requería la mano amiga de Vladimiro. “La República” no está ajena a esa historia.
Aquí lo que valdría la pena esclarecer son dos detalles: (a) ¿quién era el responsable de contratar periodistas, para los cargos más importantes del periódico, que se movieron desde publicaciones fujimoristas hacia “La República” y luego lo hicieron en la dirección inversa?; (b) ¿cómo fue que “Chicho” y Boloña terminaron asociados para adquirir el logotipo del diario “La Prensa”, dentro de un proyecto periodístico con el varias veces ministro de Fujimori?
Un punto final: ya que “Chicho” no tiene reparos (¿cómo podría?) en reconocer que no pagó un sólo centavo por la “compra” de una estación de televisión (tampoco lo hicieron sus socios de “El Comercio”), nos vamos a quedar con la idea que él mismo formula acerca de que los acreedores que les transfirieron sus documentos por cobrar, están de todos modos de lo más contentos. Que se sepa, por cierto, no es porque hayan recuperado su dinero. Pero en cambio ni los directivos, ni funcionarios del antiguo banco Wiese que entregaron los créditos ofrecidos por Montesinos a América TV, ni los de Televisa de México que entronizaron a los Crousillat al frente del canal que originalmente era de ellos, han sido considerados en los procesos por corrupción referidos a esa estación televisora. ¿Qué poder intervino para favorecerlos?
Es que cómo dije hace unos días, en nuestro país la libertad de prensa es una maravilla.
03.06.07
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También dónde le muestra al siniestro personaje los titulares de su diario sobre Leonor La Rosa y Mariela Barreto, sobre el plan Octavio, y otras denuncias que el actual propietario- director de “La República” agitó en la radio frente a César Hildebrandt; y le dijo como corresponde a un hombre de bien: entre usted y yo, señor Montesinos, no puede haber lugar a diálogo o entendimiento.
Pero parece que la cinta no existe o que Charlie Ferrero la escondió muy bien. Hasta ahora, es verdad, todos los que han sido vistos filmados en la salita de los muebles marrones han quedado por el suelo, y sólo los que han tenido la suerte de que sus imágenes no se muestren, continúan dando versiones como esa del Ecuador, que nadie cree, pero que no hay como desmentirla.
No es de un video de Montesinos que saldrá la verdad. Pero la versión que el trío “Chicho”, Rosales y Castro, retiraban titulares a última hora en la mesa de edición, y que el gerente del diario tenía su index de temas que no debían tocarse para no afectar la publicidad, no es de ahora. También existen varias historias de periodistas recomendados por el papá y echados por el hijo.
Obviamente que el periódico puede exhibir, a pesar de ello, una serie de titulares contra el régimen. ¿Eso prueba que no hubo quién se permitiera seleccionar informaciones del principal periódico opositor? Muchas cosas ocurrieron en los 90 que están marcadas de ambigüedad. Ahí está Del Castillo jactándose de luchador antifujimorista, sin poder explicar varios negocios de esa década en los que se requería la mano amiga de Vladimiro. “La República” no está ajena a esa historia.
Aquí lo que valdría la pena esclarecer son dos detalles: (a) ¿quién era el responsable de contratar periodistas, para los cargos más importantes del periódico, que se movieron desde publicaciones fujimoristas hacia “La República” y luego lo hicieron en la dirección inversa?; (b) ¿cómo fue que “Chicho” y Boloña terminaron asociados para adquirir el logotipo del diario “La Prensa”, dentro de un proyecto periodístico con el varias veces ministro de Fujimori?
Un punto final: ya que “Chicho” no tiene reparos (¿cómo podría?) en reconocer que no pagó un sólo centavo por la “compra” de una estación de televisión (tampoco lo hicieron sus socios de “El Comercio”), nos vamos a quedar con la idea que él mismo formula acerca de que los acreedores que les transfirieron sus documentos por cobrar, están de todos modos de lo más contentos. Que se sepa, por cierto, no es porque hayan recuperado su dinero. Pero en cambio ni los directivos, ni funcionarios del antiguo banco Wiese que entregaron los créditos ofrecidos por Montesinos a América TV, ni los de Televisa de México que entronizaron a los Crousillat al frente del canal que originalmente era de ellos, han sido considerados en los procesos por corrupción referidos a esa estación televisora. ¿Qué poder intervino para favorecerlos?
Es que cómo dije hace unos días, en nuestro país la libertad de prensa es una maravilla.
03.06.07
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viernes, junio 01, 2007
RCTV en Venezuela y la televisión en el Perú
Acerca de un comentario de Alexandro Saco
Raúl A. Wiener
Mi muy querido amigo Alexandro Saco ha hecho una interesante reflexión sobre el futuro del chavismo y Hugo Chávez. En resumen sostiene que en Venezuela se incurre en el viejo equívoco izquierdista de combatir a las derechas opresoras con sus propios métodos opresivos y arbitrarios. Afirma que se trata de una represalia política y no un acto legal, a lo que me permito corregir a mi amigo abogado: creo que es una sanción política, a través de un acto legal o formal. Porque lo que es evidente es que el presidente venezolano ha tenido la paciencia de esperar que se venza el plazo de renovación que establece la ley, para dejar a sus adversarios sin argumento. Pero es cierto que hay un contenido de enfrentamiento en la decisión legalmente impecable. La pregunta es: ¿si puedo quebrar una de las estructuras principales de la organización oligárquica del poder, basándome en las propias leyes que ese sistema estableció y que siempre se usaron contra los más débiles, lo hago o no lo hago?
Si como dice Alexandro, y no le falta razón, hace tiempo que quieren asesinar a Chávez, porque piensan que es la única manera de sacarlo y eso ha sido expresado por voceros de Estados Unidos, venezolanos en Miami y los medios de la derecha local. Entonces, ¿debería el presidente venezolano ignorar que la batalla que está en desarrollo es a muerte e inmolarse en el intento, aún si tiene recursos legales para reducir a sus adversarios? Otro punto es si al afectar a RCTV se “invisibiliza” a los opositores. Hay que imaginar la “invisibilización” que ha existido en Venezuela gracias a RCTV, Globovisión y otros, durante larguísimos años de enormes sectores de la población y opositores políticos. Y aplicarlo si se quiere a la experiencia del Perú, para ver que no sólo son invisibles, sino tarados, peligrosos y otros conceptos por el estilo, los que votan en sentido diferente de lo que dicta la gran prensa. Pero en Venezuela hay más, porque los medios opositores y antichavistas no acaban con RCTV. Más bien podría decirse que ha habido y aún hay, una sobre-representación de un sector político-económico en los medios de comunicación, si cabe la figura que Alexandro propone. Que la mayoría de la prensa sea rabiosamente pro-sistema es un efecto histórico, porque esa hegemonía se construyó en paralelo a los demás elementos del mecanismo de dominación. Y hay momentos en que los medios son el principal instrumento para impedir que se afecten esas relaciones, creando, por cierto, la ilusión de que con ellos se expresa una “opinión nacional” que son ellos mismos.
Lo que quise hacer en mi artículo “Libertad de prensa, qué maravilla”, es ponerme en la situación hipotética de que aquí, en el Perú, hubiera un gobierno que moviera alguno de los resortes legales que pueden llevar a que los actuales empresarios de los grandes medios, especialmente de la televisión, pudieran ser cuestionados en la posesión de frecuencias y empresas que hoy ejercen. Y puse ejemplos para que se vea hasta qué punto todos los canales están en posición vulnerable. Esto del retiro de las autorizaciones se discutió en el comienzo de los 2000, con toda la televisión en cabeza gacha por sus amoríos con Fujimori y Montesinos, escuchándose las voces hasta de Vargas Llosa en ese sentido. Pero los dueños o semidueños permanecieron, se reacomodaron, cambiaron propiedad por impunidades, mintieron, empujaron, cobraron, etc., y con la pusilanimidad de Toledo lograron armar el tinglado actual. Y me preguntaba entonces si saldría a la calle a defender la libertad de prensa de Chichi, Rosa María, Althaus, Pérez Luna, por citar algunos caso. De veras no lo haría. Y aseguro que los de Venezuela no son mejores.
Algo más. Chávez produce sentimientos contradictorios, desde hace tiempo, en la intelectualidad latinoamericana. Habla mucho, es tosco, confronta duramente, etc. Por años, el estilo Chávez ha estado tapando mucho de lo que iba sucediendo en Venezuela. En el Perú la izquierda hacía mutis. Como aquí estábamos en pleno giro hacia el centro, nos interesaba más Lula o Tabaré, que este militarote fanfarrón. Hasta que empezamos a descubrir que la onda que venía de Caracas era mucho más trascendente que la que tenía su sede en Brasilia y ni que decir Montevideo o Santiago. En mi caso, tuve una primera experiencia en la lucha contra el ALCA, donde Venezuela fue la única delegación presente en Miami 2003, que se acercó a los grupos de la protesta, mientras los hermanos brasileños pactaban con Estados Unidos. Luego percibí en La Habana el espíritu revolucionario de centenares de chavistas que asistían a un evento continental. De veras hacía años que no sentí eso. Fueron mis primeras impresiones. El resto de mi perspectiva está escrito en blanco y negro y no me retracto.
Creo que estamos asistiendo a un proceso revolucionario real. En las antípodas de lo que vivimos en el país. La revolución no es siempre bella y limpia, y comete muchas equivocaciones y excesos. Lo que no podemos perder de vista es que es una operación de alto riesgo. Y en Venezuela con mucho mayor razón. Una cosa que tampoco se puede evitar es que los procesos se contaminen de la personalidad de los líderes, que suele ser mesiánica y hasta alucinada. Con todo creo que debo defender a Chávez y no la RCTV. Como que defendería a quién se atreva a hacer algo por romper el monopolio de prensa que existe en el Perú. Si es a eso a lo que dedico buena parte de mis esfuerzos por conquistar el derecho a expresarnos libremente en este país.
1.06.07
Chávez muerto o asesinado
Avalar al chavismo hoy, es como justificar el combate a la insurgencia armada con el terrorismo de Estado. Es decir, aplicar al contrincante las mismas armas o peores a las que éste usa. Eso es lo que está pasando en el caso de RCTV. Ante la arbitrariedad informativa de este medio de comunicación, la arbitrariedad de un presidente que dice: yo decidí que la licencia no se debía renovar. Es una represalia política y no un acto legal. El discurso chavista invisibiliza al 40% de la población venezolana que no votó por Chávez, los estigmatiza. Si se confronta la estigmatización de la derecha y del falso liberalismo hacia el pensamiento distinto, no se debería avalar una acción similar desde la otra orilla.
Raúl Wiener en su último artículo: Libertad de expresión, qué maravilla, hace precisiones de lo ilegitimo que puede resultar el ejercicio de la libertad de expresión en el Perú, y demuestra que nuestros canales de TV en el mejor de los casos tienen cuentas pendientes con la legalidad y manipulan el ejercicio informativo. Cierto, pero esa realidad no puede justificar el acto político represivo chavista. No se trata de defender la línea informativa que tenía RCTV, que más que un medio de comunicación era un partido antichavista, sino de establecer una cuestión sustantiva y no adjetiva. Lo sustantivo es: o se avala el autoritarismo cuando viene en teoría desde la izquierda, o confrontamos todos los actos que atentan contra una convivencia social mejor. Chávez existe porque por décadas en Venezuela una política señorial hizo poco y medró con el poder. Pero, ¿cómo dotar de perspectiva a un gobierno, otros lo llaman proceso, que depende de una persona? Mi percepción es que Chávez sale del poder o asesinado o muerto: no va a dejar la presidencia.
La aspiración chavista es agradable. Como cuando confronta a Bush y le dice sus verdades a la política externa de los EEUU, cuando coloca en su lugar a los entes financieros internacionales o aspira a que los recursos naturales estén en función de las necesidades nacionales o regionales. Pero lo insalvable aparece cuando al interior de Venezuela se conforma un sistema político en el que la oposición debe ser arrinconada hasta su virtual extinción. Un congreso con un partido único, un partido único del que los disidentes tienen que alejarse, un canal de TV que pasa del interés político a una supuesta función social. Y quizá lo más peligroso del chavismo sean los chavistas, incapaces de aceptar que hipotecaron su libertad al único que piensan puede cambiar las cosas.
El Estado no es fuente de legitimidad, la sociedad, sus logros y aspiraciones son la fuente de legitimación de los cambios. Guiar a la masa desde la autoridad estatal es muy similar a hacerlo desde el poder mediático y financiero. La oposición debería ser a todo intento que encorsete a la sociedad en un destino manifiesto. La libertad de la que Chávez habla no es tal porque los venezolanos deben dormir bajo su manto y guarecerse bajo su ubicua voz. El chavismo puede crear los canales de TV que quiera con unos cuantos millones de dólares, para que la gente opte por cual ver.
Esta actitud del chavismo, trae en ella el germen de su autodestrucción. Las banderas que podemos compartir con el chavismo, no flamean al lado del mesianismo, de la respuesta igual o peor al contrincante hoy enemigo. Venezuela está impregnada de odio. El gobernante no debe ser una incubadora de resentimiento, sino tener un desenvolvimiento que implique a sus gobernados por igual. El poder estatal o no estatal, las creencias que no admiten discusión, el autócrata que hace las cosas ante sí y por sí o el conductor de TV que pontifica, son anécdotas frente a una aspiración válida y perenne: la de liberarnos de las tutelas de los falsos liberadores y de los falsos liberales que aplastan el pensamiento distinto.
Alexandro Saco
31 5 2007
Raúl A. Wiener
Mi muy querido amigo Alexandro Saco ha hecho una interesante reflexión sobre el futuro del chavismo y Hugo Chávez. En resumen sostiene que en Venezuela se incurre en el viejo equívoco izquierdista de combatir a las derechas opresoras con sus propios métodos opresivos y arbitrarios. Afirma que se trata de una represalia política y no un acto legal, a lo que me permito corregir a mi amigo abogado: creo que es una sanción política, a través de un acto legal o formal. Porque lo que es evidente es que el presidente venezolano ha tenido la paciencia de esperar que se venza el plazo de renovación que establece la ley, para dejar a sus adversarios sin argumento. Pero es cierto que hay un contenido de enfrentamiento en la decisión legalmente impecable. La pregunta es: ¿si puedo quebrar una de las estructuras principales de la organización oligárquica del poder, basándome en las propias leyes que ese sistema estableció y que siempre se usaron contra los más débiles, lo hago o no lo hago?
Si como dice Alexandro, y no le falta razón, hace tiempo que quieren asesinar a Chávez, porque piensan que es la única manera de sacarlo y eso ha sido expresado por voceros de Estados Unidos, venezolanos en Miami y los medios de la derecha local. Entonces, ¿debería el presidente venezolano ignorar que la batalla que está en desarrollo es a muerte e inmolarse en el intento, aún si tiene recursos legales para reducir a sus adversarios? Otro punto es si al afectar a RCTV se “invisibiliza” a los opositores. Hay que imaginar la “invisibilización” que ha existido en Venezuela gracias a RCTV, Globovisión y otros, durante larguísimos años de enormes sectores de la población y opositores políticos. Y aplicarlo si se quiere a la experiencia del Perú, para ver que no sólo son invisibles, sino tarados, peligrosos y otros conceptos por el estilo, los que votan en sentido diferente de lo que dicta la gran prensa. Pero en Venezuela hay más, porque los medios opositores y antichavistas no acaban con RCTV. Más bien podría decirse que ha habido y aún hay, una sobre-representación de un sector político-económico en los medios de comunicación, si cabe la figura que Alexandro propone. Que la mayoría de la prensa sea rabiosamente pro-sistema es un efecto histórico, porque esa hegemonía se construyó en paralelo a los demás elementos del mecanismo de dominación. Y hay momentos en que los medios son el principal instrumento para impedir que se afecten esas relaciones, creando, por cierto, la ilusión de que con ellos se expresa una “opinión nacional” que son ellos mismos.
Lo que quise hacer en mi artículo “Libertad de prensa, qué maravilla”, es ponerme en la situación hipotética de que aquí, en el Perú, hubiera un gobierno que moviera alguno de los resortes legales que pueden llevar a que los actuales empresarios de los grandes medios, especialmente de la televisión, pudieran ser cuestionados en la posesión de frecuencias y empresas que hoy ejercen. Y puse ejemplos para que se vea hasta qué punto todos los canales están en posición vulnerable. Esto del retiro de las autorizaciones se discutió en el comienzo de los 2000, con toda la televisión en cabeza gacha por sus amoríos con Fujimori y Montesinos, escuchándose las voces hasta de Vargas Llosa en ese sentido. Pero los dueños o semidueños permanecieron, se reacomodaron, cambiaron propiedad por impunidades, mintieron, empujaron, cobraron, etc., y con la pusilanimidad de Toledo lograron armar el tinglado actual. Y me preguntaba entonces si saldría a la calle a defender la libertad de prensa de Chichi, Rosa María, Althaus, Pérez Luna, por citar algunos caso. De veras no lo haría. Y aseguro que los de Venezuela no son mejores.
Algo más. Chávez produce sentimientos contradictorios, desde hace tiempo, en la intelectualidad latinoamericana. Habla mucho, es tosco, confronta duramente, etc. Por años, el estilo Chávez ha estado tapando mucho de lo que iba sucediendo en Venezuela. En el Perú la izquierda hacía mutis. Como aquí estábamos en pleno giro hacia el centro, nos interesaba más Lula o Tabaré, que este militarote fanfarrón. Hasta que empezamos a descubrir que la onda que venía de Caracas era mucho más trascendente que la que tenía su sede en Brasilia y ni que decir Montevideo o Santiago. En mi caso, tuve una primera experiencia en la lucha contra el ALCA, donde Venezuela fue la única delegación presente en Miami 2003, que se acercó a los grupos de la protesta, mientras los hermanos brasileños pactaban con Estados Unidos. Luego percibí en La Habana el espíritu revolucionario de centenares de chavistas que asistían a un evento continental. De veras hacía años que no sentí eso. Fueron mis primeras impresiones. El resto de mi perspectiva está escrito en blanco y negro y no me retracto.
Creo que estamos asistiendo a un proceso revolucionario real. En las antípodas de lo que vivimos en el país. La revolución no es siempre bella y limpia, y comete muchas equivocaciones y excesos. Lo que no podemos perder de vista es que es una operación de alto riesgo. Y en Venezuela con mucho mayor razón. Una cosa que tampoco se puede evitar es que los procesos se contaminen de la personalidad de los líderes, que suele ser mesiánica y hasta alucinada. Con todo creo que debo defender a Chávez y no la RCTV. Como que defendería a quién se atreva a hacer algo por romper el monopolio de prensa que existe en el Perú. Si es a eso a lo que dedico buena parte de mis esfuerzos por conquistar el derecho a expresarnos libremente en este país.
1.06.07
Chávez muerto o asesinado
Avalar al chavismo hoy, es como justificar el combate a la insurgencia armada con el terrorismo de Estado. Es decir, aplicar al contrincante las mismas armas o peores a las que éste usa. Eso es lo que está pasando en el caso de RCTV. Ante la arbitrariedad informativa de este medio de comunicación, la arbitrariedad de un presidente que dice: yo decidí que la licencia no se debía renovar. Es una represalia política y no un acto legal. El discurso chavista invisibiliza al 40% de la población venezolana que no votó por Chávez, los estigmatiza. Si se confronta la estigmatización de la derecha y del falso liberalismo hacia el pensamiento distinto, no se debería avalar una acción similar desde la otra orilla.
Raúl Wiener en su último artículo: Libertad de expresión, qué maravilla, hace precisiones de lo ilegitimo que puede resultar el ejercicio de la libertad de expresión en el Perú, y demuestra que nuestros canales de TV en el mejor de los casos tienen cuentas pendientes con la legalidad y manipulan el ejercicio informativo. Cierto, pero esa realidad no puede justificar el acto político represivo chavista. No se trata de defender la línea informativa que tenía RCTV, que más que un medio de comunicación era un partido antichavista, sino de establecer una cuestión sustantiva y no adjetiva. Lo sustantivo es: o se avala el autoritarismo cuando viene en teoría desde la izquierda, o confrontamos todos los actos que atentan contra una convivencia social mejor. Chávez existe porque por décadas en Venezuela una política señorial hizo poco y medró con el poder. Pero, ¿cómo dotar de perspectiva a un gobierno, otros lo llaman proceso, que depende de una persona? Mi percepción es que Chávez sale del poder o asesinado o muerto: no va a dejar la presidencia.
La aspiración chavista es agradable. Como cuando confronta a Bush y le dice sus verdades a la política externa de los EEUU, cuando coloca en su lugar a los entes financieros internacionales o aspira a que los recursos naturales estén en función de las necesidades nacionales o regionales. Pero lo insalvable aparece cuando al interior de Venezuela se conforma un sistema político en el que la oposición debe ser arrinconada hasta su virtual extinción. Un congreso con un partido único, un partido único del que los disidentes tienen que alejarse, un canal de TV que pasa del interés político a una supuesta función social. Y quizá lo más peligroso del chavismo sean los chavistas, incapaces de aceptar que hipotecaron su libertad al único que piensan puede cambiar las cosas.
El Estado no es fuente de legitimidad, la sociedad, sus logros y aspiraciones son la fuente de legitimación de los cambios. Guiar a la masa desde la autoridad estatal es muy similar a hacerlo desde el poder mediático y financiero. La oposición debería ser a todo intento que encorsete a la sociedad en un destino manifiesto. La libertad de la que Chávez habla no es tal porque los venezolanos deben dormir bajo su manto y guarecerse bajo su ubicua voz. El chavismo puede crear los canales de TV que quiera con unos cuantos millones de dólares, para que la gente opte por cual ver.
Esta actitud del chavismo, trae en ella el germen de su autodestrucción. Las banderas que podemos compartir con el chavismo, no flamean al lado del mesianismo, de la respuesta igual o peor al contrincante hoy enemigo. Venezuela está impregnada de odio. El gobernante no debe ser una incubadora de resentimiento, sino tener un desenvolvimiento que implique a sus gobernados por igual. El poder estatal o no estatal, las creencias que no admiten discusión, el autócrata que hace las cosas ante sí y por sí o el conductor de TV que pontifica, son anécdotas frente a una aspiración válida y perenne: la de liberarnos de las tutelas de los falsos liberadores y de los falsos liberales que aplastan el pensamiento distinto.
Alexandro Saco
31 5 2007
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