lunes, junio 30, 2014

Movidas ministeriales en junio

Eda Rivas era la anodina cara exterior del gobierno de Humala, y en ese papel viajó hace muy poco viajó, junto al presidente, para estar presente en la reunión del Grupo de los 77, en Santa Cruz, Bolivia. En el momento sin embargo en que eran llamados a la mesa para exponer ante el auditorio, se habían ido sin despedirse y ya se encontraban en el aeropuerto para tomar el avión de regreso a Lima, porque según se dice Ollanta estaba preocupado de llegar lo más temprano posible en la víspera del día del padre. Samín era un excelente pretexto, como se ve, para no tener que decir algo sobre el acoso financiero a la Argentina y otros problemas de tercer mundo como Siria, Irak, Venezuela.

Walter Albán, a su vez, era la cara interna de un gobierno acorralado por la derecha que lo hace responsable de la delincuencia y la inseguridad que se siente en las calles. Y aquí también, la marca de estilo era la evasiva a adoptar alguna política concreta. El ahora casi olvidado caso Movadef, fue una buena demostración de lo que es inventarse una victoria cuando se tiene las manos vacías. Como resultado todavía quedan algunos detenidos que nadie sabe de qué se les acusa si ya se cayeron las denuncias sobre terrorismo, financiamiento del narcotráfico y tratos con la casi desaparecida organización senderista del Huallaga. Albán, por supuesto, no sabía ni como mentir para disfrazar de éxitos una gestión, también anodina, que no iba a ninguna parte.

Finalmente, Carlos Paredes, era el amigo que le quedaba a la pareja gobernante para los proyectos de mayor dinero y para tener alguien a quién enviar a que converse con Castilla. Nadie conoce algún mérito de este señor, salvo el de haberle pagado a Nadine una remuneración por aparentes trabajos para sus empresas en la larga campaña 2006-2011. Su alejamiento y reemplazo por un hombre más en el juego directo de Miguel Castilla, no hace sino confirmar que la tecnocracia es la marca más visible del actual régimen, que es como decir que de tanto ceder al MEF, Humala ya no dirige nada del Estado a su cargo, sino que el funcionariado económico relacionado con los organismos internacionales y las grandes empresas y que sentó sus dominios en los años 90 en el ministerio del Jr. Junín son los que lo dirigen a él.

El cambio de junio


Pero, ¿cuál es la decisión que está detrás de la despedida de tres ministros no extrañables, como casi todos los del actual gobierno, y el significado de cada uno de sus reemplazos? Para empezar, diremos que Rivas se va porque se considera básicamente acabado el ciclo marcado por el fallo de La Haya, lo que no es igual a que no haya todavía varias tensiones pendientes en relación al tema, algunas que pueden exasperarse (el asunto del triángulo terrestre y del comienzo de la frontera no marítima), lo que podría favorecer el argumento de que se necesita alguien con mayor experiencia.  Pero es evidente que lo esencial del cambio no está allí, sino en la entrega de la conducción de la diplomacia directamente a los funcionarios de Torre Tagle, que hace tiempo refunfuñaban porque no se nombraba a embajadores de carrera para el cargo de ministro.

No por nada, antes de la salida de la ministra, se ordenó el regreso a Lima de la mayoría delos embajadores políticos, que son los puestos por el gobierno y se despejó la cancha para el nuevo canciller. Gonzalo Gutiérrez es efectivamente un hombre de adentro, que además ha estado a cargo por Relaciones Exteriores de las negociaciones del TLC con los Estados Unidos, por lo que se puede suponer cómo entiende la política exterior. Para los entendidos esto significará un reforzamiento de la prioridad otorgada a la Alianza del Pacífico y al alineamiento del Perú con los Estados Unidos, que hasta ahora se ha ido insinuando con diversos silencios oficiales, y a su vez un alejamiento respecto a UNASUR, CELAC y el bloque del Atlántico. Esto, curiosamente, cuando en Chile se insinúa la ruta inversa bajo el gobierno de Bachelet.

En materia de transportes se debe tener presente que Paredes se va en el momento justo en que había sacado adelante la licitación para la Línea Nº 2 del Tren Eléctrico, por un monto alrededor de los 6 mil millones de dólares y que estaba siendo ametrallado por una lista de objeciones técnicas y políticas. La obra que está asociada a los sueños de pequeña grandeza de Ollanta Humala, va a ser también seguramente la que más se va a investigar para descubrir la corrupción que se podría presumir en el actual gobierno. Por eso lo mejor es ponerla en las manos de un tecnócrata por encima de toda sospecha, como hasta ahora aparecen todos los que han pasado por el MEF. Paredes que ya tiene en su récord  la renovación del contrato a Telefónica, a pesar de mantenerse impaga la deuda tributaria de la gigante española de las comunicaciones, tenía, sin duda, demasiados flancos vulnerables para seguir donde estaba sin alimentar la sospecha de que tenía alguna tarea especial que le habían asignado sus amigos Humala-Heredia.

El nuevo ministro Gallardo ha sido definido por algunos como un aliado del de Produce, Piero Ghezzi, que como todos saben aspira a suceder a Castilla llevando bajo el brazo las recetas que precisamente elaboró en un libro escrito al alimón con José Gallardo. Sin embargo, Cecilia Blume, que sí sabe de estas cosas, como que es socia de la hermana mayor del ministro de Economía, y ambas actúan como sus protectoras, ha aclarado que el nuevo ministro de Transporte va a funcionar en la órbita estrictamente tecnocrática bajo las riendas de Castilla. Su papel como director del BCR corroborarían esta hipótesis. Algo más, como para no perder la costumbre, se está corriendo la voz que Gallardo también es íntimo de Nadine y que fue el que recomendó a Ghezzi. La idea es por supuesto que creamos que la señora sigue manejando todo a golpe de relaciones personales.

Visto en conjunto el gabinete Cornejo es ahora casi 99% tecnocrático. Todos los sectores económicos y sociales están en manos de una patota que responde a la misma orientación. Fuera de ellos, a los llamado “caviares”, o si se quiere a los abogados centristas vinculados a García Sayán y Vargas Llosa, ya sólo les queda sino cuatro puestos, casi desmantelados (Ambiente, Cultura, Defensa, Justicia). Más allá está la ministra Jara, que hace las de la vocera política, más de la primera dama que del presidente, y que se presume que dejará su cartera en julio para postular a la presidencia del Congreso, y el nuevo ministro militarote que viene de la represión a los mineros informales hacia la represión general.

Interior


De lejos, por cierto, el más importante cambio de estos días es el relacionado con la cartera del Interior, donde el gobierno realmente se está dando un bandazo de ida y vuelta. En julio del 2012, después del premierato Valdés y sus desafortunados ministros Lozada y Calle, el presidente giró de un día para otro de la mano dura e impune que le había autorizado a sus ministros para enfrentar los conflictos sociales, hacia una más blanda y errática, personificada primero por Pedraza y luego por Albán, recomendados del expremier Jiménez. Ambos no satisficieron a nadie pero bajaron el tono de enfrentamiento y evitaron que se siguieran sumando muertos a la cuenta de Humala, con el sencillo expediente de tirar para adelante los conflictos. 

Hoy, junto con todo el discurso sobre la inseguridad ciudadana, que Urresti pretende encarar con gestos de policía maloso, subyace el problema de la resistencia social a algunos de los más grandes proyectos mineros. Y si se trata justamente de estimular la inversión, la pieza que complementa el paquete de Castilla y la CONFIEP, es un ministro que como hace dos años y medio esté dispuesto a aplastar las protestas. Que Humala repita una fórmula ya fracasada no extraña por la falta de ideas que muestra frente a los desafíos del poder. Si Castilla insiste en que la falta de inversiones se resuelve regalándole plata a los inversores y desregulando lo poco que está regulado, Humala lo complementa con la paparrucha de un general ministro dispuesto a pelearse con todo el mundo. Ya sabemos que resultará de todo esto.

30.06.14

Publicado en Hildebrandt en sus Trece

Ninguna reforma en la policía

Hace años que se viene hablando de lo descabellado que resulta la vigencia del sistema de 24x24 que se aplica a la policía, por el cual cada efectivo trabaja un día para el Estado y otro para la actividad privada, complementando sus ingresos, y todo parecía estar amarrado a que se relajaran las usuales durezas del MEF, siempre generoso con las grandes empresas y mezquino con la planilla pública.

Claro que uno podía decir que era un doble absurdo que se privatice casi todo (incluidas las concesiones en salud y educación), con el pretexto de que el Estado se dedique “a lo principal”, cuando a la seguridad le están diciendo que tampoco hay plata. Porque los policías no sólo han seguido mal pagados, sino inmersos en un sistema deliberadamente creado para que se busquen el dinero en otra parte, usando su uniforme y armamento al servicio de otros patrones.

A estas alturas y luego de oír al ministro Urresti, quitarle toda importancia a este cambio, queda bastante a la vista que el 24x24 no es un simple error que es difícil de corregir por su elevado costo, sino que hay detrás una concepción sobre lo que debe ser la relación entre Estado, policías y empresas, que mezcla el interés particular con el general. La seguridad pública se confunde así intencionalmente con la privada lo que engarza con todo el sistema de asociaciones que están configurando cada vez más un Estado subordinado al capital y que está muy lejos del ideal de bien común y de gobierno para todos.

Hay que considerar, además, si en sustrato moral del 24x24, no está una de las claves de la corrupción policial. Después de todo el principio de que si el Estado no provee lo necesario para costear la vida de los policías, que asumen riesgo de vida, discapacidad y otros, y de sus familias, deben buscárselas afuera y como sea, abre caminos que pueden llevar hasta el delito. En el Perú hay muchas actividades que combinan lo legal con lo ilegal, donde la moral de las personas se va licuando progresivamente.

Es bastante evidente que el más interesado en tirar a un lado las promesas sobre la erradicación del 24x24, y pagar los francos a los policías, es el inefable ministro de Economía, Miguel Castilla, el que sin duda ha tenido que dar el visto bueno a Humala para nombrar al excomisionado contra la minería ilegal en el cargo de ministro del Interior. Si es así, Urresti estaría sustituyendo la aspiración de sus subordinados de ganar mejor y de acabar con la semiesclavitud de tener que trabajar para dos patrones todos los días, por las arengas y la dirección cercana de los operativos para ahorrarle al MEF un buen dinero para dedicarlo a otros menesteres, como los de subsidiar empresas, que luego contratan policías.

30.06.14

domingo, junio 29, 2014

García, el hombre impune

A comienzos del año 1983, Alan García se armó de solemnidad y citó al grupo de su generación para hacerles un anuncio. Hasta donde sé, ahí estaban Carlos Roca, Luis Alva, Rómulo León, César Vega Vega entre otros, y la noticia esperada era su decisión de lanzarse a la secretaria general del partido con 32 años y de ahí a la presidencia en 1985. La determinación estaba tomada y lo que García estaba esperando de los asistentes era si iban a apoyarlo en el objetico de derrotar a la llamada “generación intermedia” y ganar para su lado a la mayor parte de las viejas glorias del partido.

Entre los años 60 y 70, García concluyó estudios de abogado en la Universidad Católica, fue parte de las fuerzas de choque juveniles que actuaban en otras universidades y logró convertirse en parte de un grupo de nuevos líderes que lograron una especial cercanía con el fundador del APRA que los veía como un destacamento de recambio. Luego el joven abogado barranquino partió a Europa supuestamente para hacer estudios de especialidad, pero según hace ver su examigo Augusto Valqui Malpica regresó sin ninguna calificación adicional a las que ya tenía y lo hizo requerido por Haya para reintegrarse a la actividad política en el período final del régimen militar.

Alan fue de esa manera catapultado a constituyente y diputado en un proceso récord, convertido en secretario de organización del partido y jefe de la campaña de Armando Villanueva, en unos cuantos años, y con ese meteórico ascenso llegó a la decisión que finalmente comunicó a sus más cercanos amigos. Ya se había consumado el cisma con Andrés Townsend que marcó las elecciones de 1980 y la disputa era ahora entre sectores de lo que por un tiempo se conoció como “armandismo”.  La generación intermedia definió su candidato que sería el extravagante Carlos Enrique Melgar y contra él competiría el ascendente Alan García.

El Observador

En el año 1983, yo era uno de los líderes del único diario cooperativo que ha existido en el Perú y que se llamaba El Observador, en torno al cual se había producido una alianza que nunca se había visto, ni volvería a verse, entre apristas e izquierdistas para mantener el periódico luego del retiro de su fundador, el banquero Luis León Rupp. Éramos, sin duda, un experimento periodístico tanto en materia de línea compartida como de gestión sin dinero, en tiempos de aguda crisis que hacía cada vez más difícil reunir lo necesario para seguir ganando la calle y cumplir con diversas obligaciones.

Los apristas y proapristas más notorios que escribían en el diario eran Víctor Tirado, Laureano Carnero Checa, Pablo Truel, Jorge Moral y otros, y todos ellos se movían en la idea de que el turno en el partido de la estrella, que ya se insinuaba como posible ganador de las siguientes elecciones, le correspondía a los intermedios y no a los jóvenes ambiciosos por saltarse las etapas. El efecto se sintió entonces bajo la forma de varias columnas de un diario supuestamente independiente, convertidas en parte de la campaña interna de un partido político. Y todos los columnistas estaban contra García. Varias veces conversé con Tirado que fue un tiempo presidente de la cooperativa y me dijo que Alan estaba pecando por vehemencia y atropellando a dirigentes de trayectoria. Eso era lo que se decía en sus escritos que por supuesto no lograron ningún resultado.

El aniversario de la cooperativa se hizo después de la victoria de Alan García para la secretaria general aprista y lo tuvo como invitado especial. Fue la primera vez que nos vimos cara a cara y la única en que estuvimos juntos en un rol de oradores. Fue ese día que aprecié su poder para improvisar y la cantidad de afirmaciones vacías con las que podía arrancar aplausos.

No sabía sin embargo que en ese mismo año volvería a encontrarlo en una reunión en un conocido restaurante de Miraflores organizada por un amigo que estaba cercano a Alva Castro, para conversar sobre la crisis que había comenzado en la cooperativa por las crecientes dificultades económicas que exasperaban los enconos políticos. Todo nos conducía a un choque y ruptura, en medio de acusaciones mutuas. Nosotros decíamos que los apristas estaban sectarizando el diario y haciendo caer sus ventas; ellos, que nosotros realizábamos una mala administración y distribución del diario.

Recurrí a García creyendo que podía mediar y favorecer un apaciguamiento. Pero luego de oírme, su pregunta fue directa:

-       ¿Y quiénes son los del APRA en el diario?

-       Tirado, Moral, Truel, Laureano… 

-       ¿Esos?, ¿esos?, ¿y quieres que hable con ellos? Si no sirven para nada. Representan el prialelismo, la conciliación. Bótalos. Tienes todo mi apoyo.

-       Pero Alan, esto es serio…

Ya había acabado la conversación, que no sirvió para nada. En noviembre del 83, El Observador se dividió en dos sectores y hasta tuvimos dos diarios durante casi dos meses. Luego se formó el diario Hoy, con los que habían salido de la cooperativa, que se convertiría en impulsor abierto de la campaña de García hacia la presidencia. El 85, AGP ganó las elecciones y Tirado se convirtió en su secretario de prensa, Truel fue miembro del directorio de El Peruano y de la televisora del Estado. Y los demás también se acomodaron. Los que no servían para nada, se pusieron al servicio de García al que habían considerado un bisoño ambicioso.

El primer gobierno

Los días de la juramentación de García los pasé en Cuba, en una reunión internacional sobre la deuda externa y al volver a Lima, encontré que había desatado una fiebre de entusiasmo por los anuncios de 28 de julio. El recorte del pago de la deuda a 10% del valor de las exportaciones, el desistimiento de la compra de una parte del lote de aviones de guerra Mirage para destinar el dinero a otros fines, el programa de apoyo al sector agrario más empobrecido, el combate al narcotráfico levantaban ilusiones. Luego vendría la anulación de los contratos petroleros. Estábamos llenos de anuncios impactantes que en su mayor parte fueron solamente efectistas y en otros ocultaron operaciones dolosas como en el caso de los aviones.

Quién no le creía al locuaz mandatario de 35 años era el parlamentario izquierdista Carlos Malpica, que conocía al APRA por dentro y al tipo de dirigente que personificaba García. Tuve ocasión de colaborar con él en la investigación de los nuevos contratos petroleros que me enseñó como se puede repudiar un entreguismo para instalar otro. En junio de 1986, ocurriría la masacre de los penales y las mentiras y medias verdades de Alan García se envolvieron en sangre. A casi un año de su primer gobierno, el presidente que había desatado tantas esperanzas entraba en un círculo de violencia militarista que había criticado a su predecesor. En 1987, sorprendería al mundo al anunciar la estatización de la banca que nunca se produjo pero que empujó a una brutal polarización política. Entre 1988 y 1990, el Perú se desbarrancó en la hiperinflación y la recesión, que abrió el camino al autoritarismo de Fujimori.

El congreso acusa a García

Entre 1990 y 1991, se acusó ante el Congreso a Alan García por delitos de homicidio agravado (caso de los penales), del que fue salvado con los votos fujimoristas, y enriquecimiento ilícito del que fue acusado ante la justicia. En abril de 1992, Fujimori dio un golpe de Estado, cerró el Congreso y entre otras decisiones autorizó a García a abandonar el país con destino a Colombia que le ofreció asilo. Durante nueve años vivió entre Bogotá y París, en donde se hizo de varias propiedades. Nadie sabe quién le pagó esos años de vida muelle en el exterior y ese incremento de patrimonio.

Pero en Lima, siguieron adelante diversas investigaciones que lo comprometían: una gruesa coima por las obras del tren eléctrico, denunciada por el funcionario italiano que le entregó el dinero; una  acusación de uso indebido de las reservas internacionales, colocadas en un banco mafioso, por lo que fueron a la cárcel el presidente y el gerente de esa entidad financiera, y en la que se conocieron documentos y correspondencia que comprometían a García Pérez con la operación; el caso de los dólares MUC subvaluados que fueron entregados a los amigos del gobierno y que sirvieron para comprar acciones en Canal 13 y otras empresas a favor de García; las denuncias sobre la triangulación para el traspaso de los aviones Mirage no comprados a traficantes árabes de armas; etc.

A comienzos del 2001, hubo un arreglo secreto para limpiar a García y permitirle regresar para participar en las elecciones que finalmente perdió con Toledo. Todas las investigaciones en su contra, más las acusaciones del Congreso, fueron declaradas prescritas. De la mano con Ricardo Letts, intentamos levantar un último obstáculo judicial contra el expresidente exigiendo al Ministerio Público que lo acusara por la matanza de los penales a 15 años de esos terribles sucesos. Fue en ese momento en que observé de cerca como actúan los fiscales para proteger un sistema político del que García es pieza clave. El día en que el denunciado fue llamado a declarar llegó con una portátil que ingresó al despacho y gritó todo lo que pudo en defensa de su jefe. Al día siguiente el fiscal mandó al archivo un expediente de casi mil páginas, en el que figuraban hechos nuevos que probaban que la orden de la matanza salió de Palacio, con declaraciones de diversos testigos. Como le ha ocurrido siempre, García salió del despacho fiscal seguro de su condición de intocable, que ha vuelto a manifestarse en los últimos años ante las esforzadas investigaciones de la Megacomisión.

El hombre de la suerte y la impunidad que ha ocupado el centro de la política peruana por treinta años tiene varios rasgos que no deben olvidarse: nunca trabajó realmente fuera de la actividad política que desarrolla desde que era universitario; nunca explicó como se ha convertido en uno de los hombres más ricos del Perú, con sólo los ingresos que percibió en condición de presidente y parlamentario; nunca estuvo sentado frente a un juez o un tribunal a pesar de haber sido investigado por un sinnúmero de delitos; nunca tuvo el menor remordimiento por aquellos de sus subordinados que tuvieron que pagar con la cárcel y el desprestigio por hechos delictivos que jamás hubieran podido producirse sin su participación; nunca se arrepintió de decisiones suyas que trajeron muerte y dolor, como lo de los penales y lo del baguazo. Ese es García. ¿Qué les parece?

29.06.14

De honesta a “ratera”

En algunas paredes de Lima, pintores nocturnos han escrito reiteradamente la frase: “Susana ratera”. ¿Qué se robó la alcaldesa de Lima, o a quién le robó? Obviamente nada y a nadie. Con esa autoridad de no tener ningún Comunicore sobre las espaldas, no haber cobrado doble sueldo y no tener a decenas de proveedores quejándose en voz baja de las tremendas comisiones que cobraban los funcionarios municipales en la gestión anterior, tenía una ventaja clara de orden moral sobre su rival que encabeza las encuestas.

El gran problema para el mudo era, que al momento de empezar a hablar, le iban a caer con todo su pasado y la fórmula famosa de “roba pero hace obra”, no lo iba a sacar del problema. Por eso había que meter la idea de que Susana es tan ratera como Castañeda o cualquier otro, porque esa es la marca de la política peruana. Y hallaron el tema. Aunque Susana no haya robado un sol a la Caja Metropolitana, ni su gerente y presidente del directorio de la institución financiera, ni ningún otro funcionario haya logrado algún beneficio ilegal o irregular, se ha sembrado la idea de que algo oscuro ha ocurrido en una entidad, cuya característica es la de ser autónoma y fiscalizada. Es decir sus operaciones están bajo supervisión de la Superintendencia de Banca, y no pueden ser arbitrarias.

¿Qué se necesita para fabricarle una corrupción a una candidata que quiere pasársela de honesta? Primero, un canal de televisión, de propiedad de alguien que recibió dinero de Montesinos y cuyos parámetros morales están suficientemente relajados como para colocar publicidad sin firma contra la alcaldesa el día de su lanzamiento y negociar avisos de la campaña bajo amenaza de ataque periodístico. Segundo, una conductora que practica para ser como Chichi Valenzuela, lo que se traduce en el estilo de amalgama de sus informes y sus expresiones nerviosamente burlonas de que la gerencia de la Caja debería ahorrarse la aclaración pública sobre el caso, como si ella sola tuviera derecho a presentar su versión sobre el asunto. Todo, ¿para probar qué? Una sola cosa, que una persona aparece en dos operaciones diferentes y que trabajó anteriormente con el presidente del directorio. Ambas operaciones están concluidas y canceladas, y generaron beneficio a la entidad. ¿Dónde está el escándalo?

Pero hay un tercer elemento: se ha requerido también de un jefe de control interno, incorporado a la misión de colgarle a Susana el cartel de ratera, que ha ido desde la filtración de información interna de la Caja, a pesar de su carácter preliminar y no haber sido presentada ante las autoridades de la institución, hasta la entrega de una denuncia ante la fiscalía, que ha tenido que ser repudiada hasta por la Contraloría por violar todos los procedimientos. ¿Y por qué tanta desesperación?  Porque alguien necesita que Susana deje de ser vista como honesta, para poder volver a hablar.

29.06.14