sábado, mayo 31, 2014

Ultraderecha en acción

En estos días se han leído notas entusiastas sobre la victoria parcial uribista en Colombia como un avance de las derechas verdaderas y que se lamentan a la vez de los resultados de las parlamentarias europeas donde los que más han crecido son partidos de ultraderecha o directamente fascistas que ahora tendrán una representación significativa en Bruselas.

Aparentemente lo que habría que lamentar en el viejo continente es que los partidos institucionales, los que hacían el juego de a dos en casi todos los países, se hayan debilitado y dejado espacio para que a la derecha de los conservadores y a la izquierda de los socialdemócratas, se expandan otras opciones. Pero eso es lo que los mismos analistas celebran en América Latina, especialmente el desarrollo de formaciones como las que encabeza Uribe en Colombia o los Fujimori en el Perú.

La desinstitucionalización ya se produjo en esta parte del mundo (con la excepción de Chile, en la que Bachelet está girando a la izquierda y haciendo más personalista su gobierno, para evitar que las nuevas corrientes la desborden), y la consecuencia es que estamos ante nuevos discursos y distintas polaridades. El uribismo que anuncia regresar al esquema de guerra interna total si gana la segunda vuelta, militaría en el campo de la ultraderecha en Europa. Y algo por el estilo puede decirse de muchos de los “demócratas” de la oposición venezolana, cuyo proyecto político tiene mucho en común con lo que ocurre en Ucrania con la reaparición de los grupos fascistas que se agarran a tiros con sus adversarios ante lo que llaman el “fracaso de los políticos”.

El fujimorismo peruano: ¿es derecha o ultraderecha?, y en qué lugar colocar a Alan García y sus teorías sobre el “perro del hortelano” (que conlleva la recolonización de su propio país) y la “nueva guerra fría” que enfoca los conflictos sociales como maniobras chavistas que deben ser aplastadas como en Bagua. Cuando Juan Carlos Tafur colocó la chapa de DBA (derecha bruta y achorada) para referirse al sector que imagina un sistema sin equilibrios y dispuesto a arrasar, nos dio una pista para distinguir varias derechas. Pero la idea tenía una fuerte carga sicológica, sobre el sentido político de las cosas. Parecían achorados por el gusto de serlo o porque se sentían herederos de una década en la que realmente mandaron.

Pero el fujimorismo y la fujimorización del alanismo, no son tan excepcionales como podría suponerse. En realidad hay una sobrederechización (si cabe la expresión) en una parte de los electores en los países con sistemas representativos. Puede ser un producto de muchas crisis, de inseguridades o directamente de miedos, y un encandilamiento con las fórmulas elementales del poder autoritario. Y, como lo hemos visto de cerca, si estas opciones logran éxito y llegan al poder en algún momento, se institucionalizan. Y ahí estamos en un nuevo escenario.

31.05.14
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viernes, mayo 30, 2014

Se equivocan con nosotros

La Primera viene saliendo desde hace tres días sin poder hacer uso de su logo característico, que fue diseñado bajo la actual dirección periodística y conducción empresarial, y que una insólita resolución de la División de Signos Distintivos de Indecopi, le pretende asignar como supuesta propiedad a una razón social inscrita en Panamá, en abril del 2010, a nombre de los señores Armando Aparicio, Roberto Batista y Miguel Gutiérrez, los que nunca tuvieron la menor relación con La Primera.

La empresa panameña a la que nos referimos, se llama Servicios Generales de Asesoría y Administración, se encuentra registrada en la escritura notarial con el número 5465, en la ficha Nº 699015, en los registros de ese país de Centroamérica, sin valor nominal para sus acciones y con cero capital y fue disuelta el 20 de abril del 2011 y reactivada para la maniobra contra nuestro periódico y alguien está usando la representación de esta entidad fantasma, para interferir en la libertad de expresión en el Perú.

Hace diez años que se fundó el diario La Primera teniendo como primer director a Juan Carlos Tafur y como promotor al empresario José Lolas. Posteriormente el logo fue cedido a otras personas y hubo en esa época varios directores que no duraron mucho. En julio de 2007, La Primera pasó a editarse por una nueva empresa que había logrado un acuerdo para el traspaso de los derechos sobre el nombre con los que lo tenían en uso, y cuya imagen artística fue variada después de un tiempo a la que ahora es conocida.

La dirección fue asumida por César Lévano y se nombró un equipo de editores, la mayoría de los cuales permanecen hasta ahora. Estamos próximos a cumplir siete años y si se pregunta en la calle se verá que la gente sabe cuál es el diario La Primera y los rasgos que lo identifican. Tras recibir una publicación casi agónica, con muy bajo tiraje, el equipo de La Primera logró escalar en lectoría y convertirse en un referente de prensa independiente del poder y comprometida con las mejores causas.

Como sabe cualquiera, este no es cualquier diario porque aquí se puede leer noticias y escuchar opiniones que no se encuentran en la competencia. Somos de la poca prensa que puede hacer algo de contrapeso al poder de los medios concentrados. Hay tres procesos electorales sucesivos en los que este diario ha cumplido un papel descollante como todo el mundo conoce. 

Y ahora resulta que, según Indecopi, La Primera no es La Primera. El diario que la gente busca y que es peruano hasta la médula, es reclamado por empresarios extranjeros que según todos los indicios son testaferros de un oscuro proyecto para amordazarnos. Hace un tiempo que ya intentaron apelar a una prohibición directa para que no pudiésemos seguir sacando el diario. Pero fracasaron, porque según Indecopi no se puede pedir mediante acciones de cautela, el cierre de un medio que no iba a ser sustituido por nada.
Es de ahí que nace la maniobra que hemos presenciado desde hace algunas semanas de lanzar a circulación una revista semanal, que hacía uso confusionista de nuestro logo actual (no el de origen) y que tiene como director al empresario Lolas que obviamente no es periodista, y que no tiene un gramo del espíritu combativo de La Primera verdadera, porque en verdad no tiene ningún espíritu.

La idea, sin embargo, parece ser solamente la de introducir otro medio con el mismo nombre y logo, para conseguir que Indecopi les conceda su reclamo como si se tratara de una disputa entre dos editoras periodísticas. Pero si todo esto no es sino la jugada de un antiguo propietario que abandonó el diario a su suerte y ahora quiere apropiarse de una marca a la que hemos otorgado valor: ¿por qué no sale a reclamar con su propio nombre?, ¿por qué se esconde detrás de la razón social panameña?

Es evidente que este enrevesado proceso está cobrando relevancia por el hecho de que en el país estamos viviendo un rápido enrarecimiento del clima político e institucional y que afecta directamente el proceso electoral de octubre en el que se elegirán alcaldes y presidentes regionales. A nuestro diario se le ha querido insistentemente relacionar con las graves acusaciones que recaen sobre las principales autoridades de Ancash, con referencias continuas a una persona que antes estuvo vinculada a su gestión.

Este diario, por supuesto, puede mostrar carátulas desde hace mucho tiempo, informaciones y opiniones editoriales sobre la necesidad de investigar a César Álvarez, manteniendo al mismo tiempo el suficiente equilibrio para no hacer juicios precipitados y condenar sin haber escuchado a todas las partes. 

Que coincida la tentativa de relacionarnos con un presidente regional cuestionado, con el que nunca hemos tenido cercanía alguna, con el mandato de Indecopi para que no usemos nuestro logo, y con la ola de rumores de que nos intervendrían en franco atropello a la libertad de prensa, configuran una situación peligrosa que queremos advertir antes que sea demasiado tarde. Sabemos que nuestros lectores no se van a confundir y saben perfectamente qué cosa es La Primera y qué cosa no lo es. No son Indecopi, ni la empresa panameña, ni el señor escondido tras la revista apócrifa que usa nuestro nombre, los que van a decidir por ellos. Que lo tengan bien claro.  

30.05.14


jueves, mayo 29, 2014

Haciendo fracasar la descentralización

El contralor Fuad Khoury estaba debiendo una explicación sobre la falta de control serio sobre los hechos que durante varios años se registraron en el gobierno de Ancash, a pesar de haber tenido instalados allí sus auditores y disponer de los recursos para evaluar los contratos y hacer el seguimiento de las diversas obras de infraestructura. Pero como suele hacer, fugó para adelante y estableció una conclusión que acabó con todos los debates: la descentralización ha fracasado.

O sea, no fracasó el control que era su responsabilidad, ante la novedad de tener 25 gobiernos autónomos, con presupuestos propios y capacidad de contratar, sino el sistema mismo, con lo que seguramente pensará que descarga toda responsabilidad. Un informe del día de ayer, probablemente filtrado desde el Ministerio Público, indica que habrían hasta 19 presidentes regionales con denuncias sobre corrupción, lo que significaría que un 76% de los gobiernos electos en el interior del país tendrían problemas con la Justicia.

La cifra, sin embargo, se aclara un poco más cuando se descubre que ocho de los mencionados se encuentran en situación de investigados, sin proceso judicial abierto, y que aún en el caso de los enjuiciados no existe uno solo con sentencia en firme. Lo que puede significar varias cosas: (a) que todo manejo de sumas altas de dineros, atrae sospechas y controversias; (b) que hasta ahora no se ha probado un caso importante de corrupción, ni aún, lo más saltantes, lo que habla mal de los órganos de control y justicia, como la Contraloría, el Ministerio Público y el Poder Judicial; (c) que no se ha probado aún que los gobiernos regionales son más corruptos que otras instancias del Estado, pero que es evidente que hay quienes quieren que creamos eso.

Con todos sus defectos: reproducir los departamentos en jurisdicciones políticas con otra denominación; intentar corregir el asambleísmo de la regionalización previa (eliminada por Fujimori al segundo año), con el refuerzo de un caudillismo autoritario de la presidencia; mantener casi como único nexo con el gobierno central, el manejo de la distribución de recursos a través del ministerio de Economía que acrecienta con esto su poder invisible sobre todo el aparato del Estado; con todo ello, digo, y el localismo ramplón de algunos líderes regionales, la descentralización aprobada por Toledo fue un paso fundamental en la reforma del sistema político peruano.

Claro que en un escenario sin partidos nacionales y de retroceso de la política (reemplazada por el principio de “hacer obras” y la cuasi aceptación social que los que las hacen se ganan más de lo legalmente admitido), es relativamente fácil lanzar en plena ruta hacia la elección de nuevas autoridades una catarata de denuncias que da la impresión de estarnos diciendo que lo que se viene es una nueva obligación de votar por quién nos esquilmará en los siguientes años. O tal vez quieran convencernos de que mejor no elegimos a nadie.  

29.05.14

miércoles, mayo 28, 2014

El miedo a la paz

Era el año 2008 cuando estuve por última vez en Bogotá y fue entonces que me sorprendí de ver en una calle principal de un barrio de clase media alta, una banderola atravesándola de lado a lado agradeciendo al presidente Uribe por haber recuperado la paz. Hacía menos dos años desde su abrumadora reelección y estaban apareciendo en cadena diversas informaciones sobre corrupción (compra de parlamentarios), vínculos con organizaciones paramilitares y delitos contra los derechos humanos (fosas comunes, falsos positivos y otros). Quizás era por eso que estaba el mensaje que me había traído un recuerdo inmediato del Perú de Fujimori.

En 1992, durante dos viajes sucesivos a la capital colombiana, mi sorpresa había sido opuesta. Me había encontrado con una ciudad que mantenía su alegría y su energía a pesar de estar todavía saliendo de los años del mayor terror en el que guerrillas, paramilitares, narcotraficantes y fuerzas represivas del Estado se enfrascaron en un enfrentamiento a gran escala con miles de muertos, entre ellos varios candidatos presidenciales de izquierda y del sector progresista del liberalismo.

Era otro mensaje que subrayaba que el país no debía paralizarse ni el Estado de derecho suspenderse. Lo contrario de lo que estaba pasando en el Perú.  Recuerdo que a muchos colombianos les parecía maravillosa la Constitución de 1979 y la usaron para armar el documento que hasta ahora los rige y que mantiene una importante separación de poderes y una mayor posibilidad de la Justicia de investigar los crímenes del poder. En el Perú estábamos sin Constitución y llegaríamos luego a la que nos rige que fue votada por un solo partido, ese que rinde vergonzosa pleitesía anual a la hija del jefe a través de las esperpénticas presentaciones del día de cumpleaños.

Bien, a una parte importante de los colombianos (30% de electorado como acaba de ratificarse en la primera vuelta de las elecciones presidenciales), les cambiaron el chip en una operación de largo plazo y siguen creyendo en la magia de la mano dura. La propuesta del candidato uribista no puede ser más elemental: patear el tablero de las actuales conversaciones de paz, que son las más avanzadas de toda su historia y dar un plazo a las FARC para rendirse antes de reiniciar una guerra con todo. Fujimorismo colombiano a todo trapo. ¿No dice el de la DIROES que si lo dejan libre acaba con los sicarios, los narcotraficantes y los terroristas de un solo papazo?

La fórmula autoritaria tiene el atractivo de la simpleza. Y su esencia esta contenida en la fórmula contradictoria: nosotros ganamos la guerra porque no nos detuvimos ante nada, reelíjannos para que volvamos a ganarla. Es el miedo a la paz verdadera que no puede surgir de la derrota del resto. La segunda vuelta decidirá lo que ocurrirá en ese hermoso país de aquí en adelante.   

28.05.14

martes, mayo 27, 2014

Detrás de la noticia

Un comentario publicado el domingo ha hecho ver lo inútil del tour de congresistas a la casa de López Meneses a siete meses del escándalo, como si allí pudiera existir todavía algo relevante para explicar el misterio de la recargada vigilancia que se realizó durante largo tiempo en ese lugar. Pero lo más lamentable son los periodistas que se mueven tras de ellos, en una operación que por supuesto termina en nada porque nada se podía sacar de algo tan obvio. Por supuesto, el presidente fujimorista de la comisión que investiga al operador montesinista sigue impertérrito en su misión de venderle al país la idea de que el montesinismo es ahora un tema de Humala y no de ellos. Y ahí acaba todo su horizonte, mientras periodistas jadeantes lo acompañan acríticamente en el empeño.

Lo mismo pasa en Ancash con la llamada “centralita”, en la que tampoco se puede esperar a estas alturas que se encuentre algo. O peor aún, lo que terminan encontrando no da la idea de una central de chuponeo o de un lugar de planificación de asesinatos, sino apenas de una oficina de imagen del presidente regional en la que se encuentran todavía filmadoras y computadoras, que nadie ha retirado, discos de grabaciones y documentos del negocio. Esto ya se sabía, pero la comisión del Congreso ha insistido en hacer el recorrido y otra vez la prensa ha ido tras los comisionados y nadie les ha preguntado si no creen que están perdiendo el tiempo. Algunos medios, además, están propalando “pruebas” sobre Ancash, que consisten en filmaciones de fiestas en las que Álvarez aparece bailando con su esposa y de las que participa algún periodista o fotos de los jefes de seguridad de las obras del gobierno regional, que ahora están presos. Y la voz en off, subraya que esto confirma las vinculaciones (¡).

Hay más. Un diario acaba de lanzar la primicia de que Abimael Guzmán estuvo vinculado a la formación del Movadef, como si alguien tuviera una pizca de duda sobre eso. Es decir que el producto de la larga y rigurosa investigación de fiscales y policías sobre una organización que suscribe el “pensamiento Gonzalo” y que está encabezada por los dos abogados de Guzmán, es que en la celda del jefe senderista hay documentos del Movadef. Tanto esfuerzo mental es aplaudido por la prensa y hasta hay un canal que presenta imágenes que asigna a su “unidad de investigación” y que les han sido proporcionadas por los que hicieron allanamientos en los penales que están bajo control del INPE. Y a todo esto: ¿dónde entra el tema del reinicio del terrorismo?

La verdad es que tenemos un periodismo penoso, casi nada exigente y que se adapta a la versión estándar sin espíritu crítico. Por eso no cuestiona las falsas investigaciones, sino hace de caja de resonancia de ellas. Y después se sorprende.

27.05.14