lunes, marzo 31, 2014

El referéndum de Cipriani

Invito a imaginar el referéndum que se le ha ocurrido proponer a ese activista político llamado Juan Luis Cipriani, que como un candidato cualquiera apela a los 250 mil que dice que acudieron a su marcha, como argumento para oponerse a derechos reclamados por una parte de la población, que por supuesto no estaba entre los marchistas.

El problema empezaría en el tema de las preguntas:

Opción uno: ¿defiende usted la vida y por eso se opone a todo tipo de aborto?, ¿sí o no?; ¿cree que las personas de un mismo sexo pueden unirse en algo que parezca matrimonio y que es un sacramento de la santa Iglesia?, ¿sí o no?

Opción dos: ¿aprobaría que una mujer en riesgo de perder la vida en un embarazo, pueda interrumpirlo con asistencia médica y una que ha sufrido violación sexual pueda decidir si continua o no el embarazo?, ¿sí o no?; ¿considera que las personas del mismo sexo que hacen vida en común tienen derecho a la protección del Estado?

Estoy seguro que no nos podríamos poner de acuerdo en lo que hay que preguntar. Y es que la perspectiva de la Iglesia no puede ser la del Estado. Ni 250 mil ni cualquier número puede justificar que a una persona la condenen a muerte por no poder abortar o le obliguen a tener un hijo del estupro, si es que los hijos son frutos del amor.

Y ciertamente es un absurdo que una mayoría no gay, vote para impedir la extensión de derechos hacia el sector gay de la población, cuando el limitado mecanismo de la unión civil no afecta en absoluto a las familias y parejas heterosexuales existentes, y probablemente las favorezca al contribuir a una mejor convivencia entre todos. ¿O es que hemos olvidado que los homosexuales son hijos de relaciones heterosexuales?

Cuando se dice que los derechos individuales y fundamentales no pueden ser objeto de plebiscito alguno, se está dejando claro que ninguna mayoría puede aplastar a las minorías o a las personas individuales. El “demócrata” Cipriani, al que no lo eligieron los católicos sino el dedo del Papa (el Opus Dei siempre fue una élite super minoritaria), no aceptaría jamás que haya un referéndum sobre el celibato entre los sacerdotes, o sobre el sacerdocio femenino entre la población religiosa.

Y si es capaz de lanzar el desafío en relación al aborto terapéutico (que ya existe legalmente, pero lleva 90 años sin reglamentar) o la unión civil, es porque se siente fuerte, no por los que convocó a las calles, que incluían escolares obligados a plegarse al movimiento, personal religioso y otros, sino porque se ha dado cuenta que tiene la mejor correlación política: prensa concentrada bajo el mando de una cucufata periodística, partidos políticos plagados de oportunistas que se ponen el hábito para conseguir votos y gobierno conservador que le teme a todo y también a la Iglesia.

31.03.14

domingo, marzo 30, 2014

De la lucha social a la violencia política

El caso de Chimbote


La primera vez que llegué a la ciudad de Chimbote para cumplir tareas políticas, tenía en mente la variedad de mitos que rodeaban a este emporio pesquero e industrial que todavía tenía la mayor parte de sus calles en tierra afirmada y estaba viendo aparecer una zona central que con el tiempo sería el eje de la vida comercial y política de este espacio urbano situado en el desierto y al borde del mar.

Para empezar este era el lugar de encuentro del zorro de arriba con el de abajo, según las maravillosas y complejas páginas del último libro de José María Arguedas que cuenta la desgarradora experiencia de la inmigración y de la construcción de nuevas identidades. Era también el sitio donde nació la increíble fortuna de Luis Banchero Rossi, alguna vez reputado como el hombre más rico del Perú, el capitán de la industria pesquera que tenía tras suyo a varias decenas de nuevos ricos que llenaron sus bolsillos al ritmo en que depredaban implacablemente los recursos pesqueros con los que la naturaleza había premiado al país.

Chimbote había sido, además, el pueblo de mayor velocidad de crecimiento entre la segunda mitad de los años 50 y la década de los 60. Según los Censos Nacionales, en el año 1940 la ciudad de Chimbote, al norte del departamento de Ancash, tenía 4,243 habitantes. En 1961, se había llegado a 59,990 y en 1972 a 160,430. De acuerdo con el censo de 1993, la población alcanzaba a 282,279 y el 2007 se registró un número de 334,568 habitantes. Todos estos saltos tuvieron que ver con los cambios económicos y sociales que ocurrieron en la ciudad, y que la han convertido en la octava más poblada del país.

Finalmente otra leyenda chimbotana es la que habla de épocas de felicidad y abundancia, cuando los cigarrillos se encendían con billetes de dólar y las prostitutas eran las mejor pagadas del país. Eran tiempos en que se decía que cuando la ciudad apestaba por los hedores de las fábricas de harina de pescado, eso significaba que había dinero y que la gente era feliz. En los últimos años el viejo Chimbote apesta, pero muy pocos son los que pueden sentir felicidad. El trabajo es escaso y mal pagado, y las grandes empresas se llevan el dinero que extraen del mar.

Escuela política


Al comenzar los años 70, murieron casi simultáneamente el magnate Banchero, asesinado en su residencia de Chaclacayo, y la industria que creó aquejada por la falta de anchoveta en los mares luego de una intensa depredación.  El gobierno militar estatizó la pesquería industrial con sus barcos, fábricas y muelles, y se orientó a racionalizar la actividad. Empezó la época de las vacas flacas para la ciudad de la abundancia. Los sindicatos de la pesca tuvieron que aprender a actuar en las nuevas condiciones.

En paralelo Chimbote tenía una empresa de acero con casi cinco mil trabajadores que le daba un tono industrial avanzado a la ciudad. Los trabajadores siderúrgicos eran además la fracción más politizada y combativa de la clase obrera peruana. Una asamblea de sus sindicatos era una batalla de oradores y de direcciones políticas. Todas la izquierda estaba representada en esa organización. Manuel Cortez, recientemente fallecido, fue de esa escuela y muchos otros más.

Así Chimbote era la ciudad que siempre estaba movilizada. La protagonista de grandes huelgas y paralizaciones como las de 1973, cuando fueron despedidos muchos dirigentes; las de 1976-1977-1978, que echaron abajo el estado de emergencia permanente que había impuesto el gobierno de Morales Bermúdez y pusieron al país en camino de las elecciones, pero que también costaron grandes despidos y persecuciones.

Nada fue igual


Chimbote de los 90, sin embargo, se convirtió en otra ciudad. Al golpe de las privatizaciones se quebraron los viejos sindicatos de Pesca Perú y en la mayoría de fábricas que pasaron a inversionistas privados los trabajadores se dispersaron y perdieron capacidad para la acción colectiva. La gente de mar, perdió derechos conquistados sobre el valor de pesca y a merced de sus empleadores. La siderurgia redujo sus obreros y empleados a la cuarta parte, mientras se cerraban líneas enteras de producción. Muchas empresas que prestaban servicios a la pesca y Siderperú se cerraron. Chimbote se convirtió en una ciudad de desocupados (extrabajadores), subempleados y jubilados prematuros.

La pobreza se extendió por sus calles, creció el comercio ambulatorio y diversas formas de la informalidad, y se incrementó la delincuencia y otras modalidades del mal vivir. Chimbote dejó de ser la ciudad quimera en la que todos podían hacer fortuna, y se convirtió poco a poco en un lugar donde los poderosos estaban fuera de la ciudad, generalmente en Lima y sólo acudían para supervisar sus negocios y fortalecer sus contactos con las autoridades políticas, administrativas y judiciales.

Una cultura de la coima, la trampa y el despojo echó sus raíces en los años del gran reacomodo económico de Chimbote y de reconstrucción del poder privado. Era cuestión de tiempo nomás que se encontraran en un mismo propósito los intereses particulares, la corrupción pública y la delincuencia avezada que ya había aprendido a matar.

La nueva violencia


Uno de cada cinco habitantes del departamento-región de Ancash, vive en Chimbote. Desde que se instauró el sistema de elección de gobiernos regionales, los tres presidentes elegido han provenido de Chimbote, a pesar de que la capital se ubica en Huaraz, en la sierra del departamento. El actual presidente regional César Álvarez, anteriormente militante del Frente Independiente Moralizador de Fernando Olivera, y más tarde dueño de su propio movimiento Cuenta Conmigo de alcance regional, está en el poder desde 2007 y se prepara para un nuevo período a partir del 2015, con lo que podría completar once años como presidente regional.

La etapa que le ha tocado vivir está, sin embargo, cargada de acusaciones de corrupción y abusos de poder, pero lo más grave es que en los últimos años ha crecido un espiral de crímenes políticos que ha cobrado hasta ahora ocho vidas, en toda la extensión de las provincias que enlazan la costa ancashina y que tienen como su centro nervioso a la ciudad de Chimbote. Y lo más sorprendente, todas las víctimas entre las que hay un exconsejero regional, un alcalde provincial y un exalcalde, un fiscal superior y varios testigos de los asesinatos, eran opositores significativos del presidente regional, el que por supuesto se defiende diciendo que es el más perjudicado por estas muertes, ya que están perjudicando su imagen.

Un argumento difícil de sostener, si se toma en cuenta que la violencia política se está entronizando en la vida de la ciudad como ha ocurrido en otros países. Y nadie ha visto que los que contratan sicarios se limiten por un asunto de imagen. En todo caso el país está ante un reto mayor, en esclarecer y detener a los responsables de esta nueva ola de crímenes políticos. Antes que el brote de Ancash se extienda por el país.

30.03.14

Nos habíamos amado tanto

Tratando de explicar las bondades de una obra de teatro referida al desencanto de los que eran jóvenes en los 80 y vivirían luego el quiebre de la historia de la década siguiente, y al relacionarla con el antecedente de la película de 1974, “Nos habíamos amado tanto”, Alfredo Bullard, comete un error imperdonable para las páginas de opinión de El Comercio al señalar como director de la obra a Victorio de Sica, en vez de a Ettore Scola, tal vez porque confunde que en la historia se hace un homenaje a De Sica, Fellini y otros grandes del cine italiano.

Lo interesante es sin embargo que un liberal extremo como Bullard que opina que si el Estado no existiera, los negocios dirigirían el mundo y no habrían los males que hoy tenemos, y que si el tráfico se moviera por programas de internet que nos indicaran donde están las vías no congestionadas, no habría necesidad de policías y reglamentos, evoca en su nota de este último sábado a una juventud que creía en la política y su capacidad de cambiar al mundo, que se deleitaba con Silvio Rodríguez y votaba por Barrantes, que vivió las más duras crisis pero que tenía la ilusión de ser feliz

Todos estos sueños e ingenuidades habrían muerto con la caída del muro de Berlín, el consenso de Washington y la liberalización económica mundial, la absorción de la política por la economía, etc. A lo que Bullard, por supuesto, agrega que ahora somos más civilizados y tenemos menos que temer. Asuntos bastante discutibles si se toma en cuenta aventuras civilizatorias como las de Irak o Siria, y los miedos que brotan cada vez que se quiere condicionar nuestros reflejos para hacernos caminar hacia donde algunos quieren.

Pero voy más allá. También la película “Nos habíamos…”, trata sobre el desencanto y la generación que fue partisana en la segunda guerra, comunista en la inmediata posguerra y se empezó a reacomodar en los 60. Eso está consignado en la frase emblemática del personaje de Gianni (Victorio Gassman), que dice hacia el final del relato: “Íbamos a cambiar al mundo, pero fue el mundo el que nos cambió a nosotros”. Gianni fue un guerrillero antifascista, un abogado laboralista, un enamorado idealista, que cambia bruscamente cuando se asocia con un gran capitalista, se casa con su hija y modifica su perspectiva al hacerse ambicioso y sin escrúpulos.

De alguna manera se puede decir que fue el mercado el que triunfó sobre los sueños juveniles, la economía que se devoró la política y el amor, el sentido pragmático al programático. O sea que estas olas de compromiso social e individualización recorren desde hace mucho tiempo la historia. Y ciertamente cuando volvemos sobre las huellas que el arte registró de nosotros mismos, sentimos que nos golpea el recuerdo de lo que quisimos ser, aunque ahora seamos “más civilizados”.
  
30.03.14


sábado, marzo 29, 2014

Otra de Yehude

Dentro de las cosas que Yehude está en capacidad de hacer, está la de haberse prestado a participar como concursante en el programa de Beto Ortiz, “El Valor de la Verdad”, donde dijo que Alan García había respondido a sus dudas en asumir el premierato que le estaba proponiendo en octubre del 2008, luego del escándalo de los petroaudios, que si no aceptaba quedaría como el gran cojudo de la historia.

Y parece que el ahora congresista se creyó la amenaza y que sigue hasta hoy haciendo el papel que García le anticipó, precisamente tratando de evitarlo. Porque eso de haber estado en una inauguración de obras en Olmos, en Lambayeque, al lado del presidente en el mismo momento en que se desarrollaba la intervención policial conocida como el baguazo y que costó decenas de muertos, por una de esas decisiones impulsivas de García que lo hacen pasar por encima de las personas y las normas, era como para inscribirlo en libro de Sofocleto, si es que existiese la categoría de cojudeces trágicas.

Y esta semana lo hemos tenido otra vez de peón del ego colosal que seguramente ya evaluó que está cayendo mal como chismoso del barrio, que suelta insinuaciones en televisión, dejando pequeños venenos contra su adversarios. La tercera insinuación en pocas semanas necesitaba de otro vocero y Yehude que es tocado por la megacomisión precisamente por su rol cumplido en el breve premierato al que lo empujó García, aceptó hacerse vocero de un rumor que alguien había venido circular en las redacciones desde hacía más de medio año y que carecía del más elemental sustento, salvo el uso atrevido de nombres de los implicados.

Lanzar como primicia una tontería sin pruebas, sólo lo puede hacer quién está enfermo de figuración y no tiene cómo ganarse una primera plana, o alguien al que se le ha dicho que ayude a disparar una bomba de distracción para recolocar el tema de la reelección conyugal, que ha sido el caballito de batalla de García frente a serias acusaciones como la de los narcoindultos, la interferencia en el caso BTR, las sobrevaluaciones de obras públicas, etc., para no terminar acusado como un cojudo. Y lo que hace Yehude supera todas sus anteriores y ahora está en la boca de todos como el campeón del chisme barato.

La historia además no podía ser más simplona: un hijo extramatrimonial, un divorcio y una candidatura. ¿Alguien imagina que eso pudiera funcionar como estrategia política? Pero si puede servir para revolver el ambiente, hacer que la gente se pregunte si hay coherencia entre la imagen del presidente pisado, que deja hacer a su mujer lo que quiera, y el que a partir de un corto tiempo pasaría a gobernar sin la pareja de la que depende tanto, ¿alguien supone que eso está a punto de suceder?

29.03.14

La violencia de los días[i]

Como no podía ser de otra manera, terminada la etapa del pleito parlamentario, que se resolvió como ya se sabe con la capitulación del PPC y otros grupos menores, el gabinete Cornejo pasó a enfrentar la oposición de verdad que es la que se expresa en las calles y en las carreteras y ahí lo que hemos podido ver es que la crisis de autoridad es mucho más profunda de lo que podría haberse supuesto a primera vista.

Los mineros que apalean policías en Lima y destruyen propiedad pública y privada, están dando un testimonio apabullante de su irritación hacia el gobierno y de la falta de respeto que mantienen hacia el gabinete de tecnócratas que la CONFIEP defendió apasionadamente en los días de la crisis de la confianza. Pero no son los únicos. Los médicos de los servicios del ministerio de Salud preparan su tercera huelga indefinida en tres años, en una secuencia que ha pasado de un reclamo que se convirtió en acta de acuerdos en el 2012, y que suscitó otra huelga un año después para que se cumpla lo pactado y que este año lleva como consigna que se cumplan los acuerdos del 2013 que consistían en que se cumpliría lo pactado el 2012.

Es decir que el gobierno ya cansó con la mecedora del MEF que permite que los ministros se comprometan a lo que después no podrán cumplir porque la caja de Economía no lo permite. Hay otros problemas con los trabajadores del Poder Judicial, que tienen paralizada la administración de Justicia, las enfermeras que están haciendo paros escalonados en diversas partes del país. Y los cocaleros del VRAEM que han tenido una delegación de treinta dirigentes por estos días en Lima para tratar con el primer ministro el tema del plan de erradicación de hojas de coca que ha anunciado la señora que dirige DEVIDA, y que responde a su propio fracaso en la aplicación de los planes de desarrollo alternativo. El precario acuerdo con Cornejo es un plazo de cuatro semanas, que vence a fines de abril, para que el gobierno les presente una propuesta o tendremos otra huelga regional en el lugar más conflictivo de nuestra geografía económica y política.

Una lucha empresarial se ha sumado a toda esta movida brusca del ambiente y es la huelga indefinida de los más de mil grifos de 12 regiones de selva y sierra que han sido comprendidos en un decreto supremo que reduce a la mitad la cuota de gasolina que podrá ser vendida a cada distribuidor, con el supuesto propósito de reducir el acceso a insumos para el narcotráfico. La medida gubernamental ha sido cuestionada por los griferos que señalan que se está alterando bruscamente sus programas de venta y expectativas de ingresos, a lo que están asociadas sus obligaciones de pago con su personal, proveedores y sus deudas con el sistema financiero. La idea, además, de que un recorte de la oferta, desabastecerá a los narcos es sencillamente estúpida ya que fácilmente se puede deducir que si hay narcos comprando libremente gasolina, probablemente acapararán el stock disponible, desabasteciendo las actividades legales y el transporte.

La huelga de los dueños de los grifos pudo ser evitada si las autoridades escuchaban sus argumentos, pero los funcionarios de la PCM que tienen a su cargo el tratamiento de los conflictos contestaron a sus delegados que en vista que todavía no había estallado un conflicto abierto no podían tratar con ellos. Ahora les están pidiendo que levanten la huelga para recibirlos, después que pudieron haber negociado cuando no había una acción de lucha. Entre los departamentos castigados por la reducción de su cuota de combustibles están Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Huancavelica, Cusco (excepto la provincia de Cusco, capital del departamento), Puno, Junín, Pasco, Huánuco, San Martín, Amazona s y Loreto. Casi medio Perú.

¿Qué está pasando?
       
Hay un elemento evidente de incompetencia del gobierno para afrontar problemas, obsesionado como anda este gobierno en hacer la buena letra para la gran empresa y los medios de comunicación que forman parte de la concentración mediática. En el caso de los pequeños mineros, es responsabilidad de Humala y sus ministros el haber generado desde diciembre de 2011, en pleno problema de Conga, una grotesca amalgama entre los problemas de formalización y desarrollo de las actividades de pequeños mineros artesanales que existen en una gran  parte del país, y el concepto de minería ilegal que abarca a los que ocupan zonas prohibidas por su impacto ambiental y sistémico, que generalmente realizan grandes inversiones y reclutan mano de obra semiesclava en Madre Dios y parte de Puno, y que han construido una red de intermediación que permiten que todo el oro de origen dudoso se legalice finalmente y forme parte de las estadísticas de exportación.

Cuando el general Daniel Urresti, al que Humala le ha encargado perseguir manu militari a la llamada “minería ilegal”, se queja de que los mineros de Chala o Apurímac están siendo engañados por los ilegales que les dicen que el gobierno los quiere eliminar, está faltando a la verdad porque fue el gobierno el que quiso engañar al país y servir a la gran minería cuando metió a todo el mundo en el mismo saco, y puso al mismo Urresti a mirar diversos problemas con el mismo enfoque represivo de que la única minería que vale es la del tipo de la practica Roque Benavides. Pero hay un segundo elemento en esta etapa de la crisis que es el de la violentización de las protestas por los huecos de autoridad que atraviesan a Humala y su gobierno.

Es el resultado de un zarandeo continuo en el que los medios no respetan al gobierno, el Congreso lo señala con las peores intenciones, el presidente no respeta a sus ministros (salvo a Castilla) y la primera dama deja en ridículo a su marido. La derecha que se goza de su situación de tener en el bolsillo al gobierno y a la vez poder representar el papel de beligerante opositora, ha venido difundiendo además la idea de que es democrático destruir propiedad privada y pública en Caracas, si uno no está de acuerdo con el gobierno, pero le parece una barbaridad que eso ocurra en Lima. Hay pues un cruce de mensajes y de falta de rumbo que está echando leña al fuego de una situación política cada vez más caldeada.

¿Y Humala? Sigue haciendo declaraciones desorientadas invocando a la una autoridad a la que el mismo renunció cuando aceptó imposiciones de distintos lados.    

29.03.14
Publicado Hildebrandt en sus Trece



[i] Publicado con el nombre “Gobierno impotente”