viernes, febrero 28, 2014

¿Qué falló en La Haya?

Me preguntaron en la tarde del 27 de enero, si creía que se debía celebrar el fallo de La Haya que se había leído aquel día. Y mi respuesta fue: creo que se ha celebrado demasiado antes de tiempo.

Ciertamente, si de lo que se trataba era de tener una frontera, cualquiera que fuera, y entrar a una etapa nueva en las relaciones con Chile, el fallo habría cumplido su propósito.

Más aún si la opción era obtener una porción de mar sobre el que no ejercíamos soberanía y mientras más grande fuera lo logrado mayor sería la victoria.

Es lo que dicen algunos que hablan de una Tiwinza en el mar, un premio simbólico que compense una larga historia de frustraciones.

Si es así, importa menos que nos haya tocado un área en altamar donde la riqueza marina conocida es mucho menor y que para todo fin práctico la pesquería del sur quede tan embotellada como estaba.

O que argumentos peruanos que parecían irrebatibles como que nunca hubieron límites aceptados y que el punto de referencia por el que debía pasar cualquier línea demarcatoria debía ser el extremo que estaba señalado por el Tratado de 1929, hubiesen sido cuestionados por una aplastante mayoría en la sentencia.

¿Hubo un exceso de optimismo antes de que la Corte se pronuncie?

Claro que sí. Nadie discutió los puntos débiles del Perú como el tratado de 1954 que tiene un primer capítulo impresionante que afirma: “…creando una zona especial de 10 millas de ancho a cada lado del paralelo que constituye el límite marítimo”.

Y tampoco sobre las consecuencias del estatus quo de tantos años, reflejado en diversas aceptaciones peruanas sobre la ocupación de la zona, sin protestas formales (patrullaje de frontera, captura de barcos peruanos, sanciones a pescadores, etc.) .

En los días previos al fallo la imagen de los dos países era totalmente opuesta: nerviosa y pesimista al sur de Tacna, desbordante y triunfalista al norte de Arica. Parecía que por fin íbamos a derrotar a nuestro viejo rival ante el que siempre cargamos con el complejo de perdedores.

Todo esto, la verdad, resultó una exageración a la luz de los resultados. Aún cuando el gobierno peruano, con el apoyo de toda la prensa, se imputa haber conseguido el 70% de sus objetivos, haciendo una curiosa suma de kilómetros cuadrados concedidos con otros no objetados que estuvieron siempre dentro de las 200 millas peruanas, la realidad es mucho más modesta y matizada.

No se consiguió que el punto de referencia en la costa para la nueva frontera fuera el que el de la Concordia que el Perú reclamaba y se impuso el hito Uno, un poco más al norte.

No se reconoció la tesis de que no había frontera, y se reconoció que el paralelo había sido un limite tácito, aunque se corrigió a Chile en la extensión de esta línea llevándola sólo hasta las 80 millas.

No funcionó por tanto la idea de la bisectriz equidistante desde la costa, pero si la de una línea diagonal a partir de la milla 81.

La Corte evitó resolver sobre el “triángulo externo” y recomendó al Perú hacer valer sus derechos en esa zona.

Hagan las sumas, las restas y las divisiones necesarias y se verá que el porcentaje de victorias es más pequeño de lo que se anda diciendo.

Aún aquella historia de que hemos incorporado 50 mil kilómetros cuadrados al mapa peruano, sobre los 66 mil reclamados, debe tomarse con pinzas. Porque en la zona de real controversia que ocupa un área de 37 mil 500 Km2, el Perú ha obtenido sólo 21 mil a los que se les está sumando los 29 mil del triángulo externo que no han sido materia del fallo.

Para ser exactos, Perú ha obtenido 58% de su pretensión real sobre el mar en dominio del vecino y Chile 42% de lo que se resistía a perder. Pero la diferencia es que la porción que queda con nuestros vecinos del sur es la adyacente a la costa, la que encierra el mayor banco de anchoveta del Pacífico y del mundo, y otras especies marinas como jurel, caballa, mientras que al otro lado nos toca conformarnos con un pedazo de alta mar, con un tipo de pesca que en el Perú no se practica por falta de barcos, tecnología y ganas de los empresarios pesqueros de entrar a ella cuando se llenan de dinero con la harina de pescado.

Todo esto no se quiere decir porque arruina la fiesta de los líderes políticos que ya venían peleando la paternidad de la demanda. Alan García graficó este sentimiento cuando se mandó a declarar antes que el presidente cuando acababa de leerse la sentencia y dijo que de todos modos se había ganado algo.

¿Se podía ganar más? Probablemente no. Por eso la critica no va tanto a los diplomáticos que hicieron lo posible porque el país mejorara el balance fronterizo marítimo y consiguieron lo que podía conseguirse, sino a los gobiernos que no dejaron marcado un camino de soberanía y derechos sobre el cual pudiésemos apoyarnos en estos momentos.

La idea de la bisectriz no es un gran invento que no pudiera haber sido tomado en cuenta en los acuerdos pesqueros de 1952 y 1954. Basta mirar el mapa para apreciar que la línea paralela nos es claramente desfavorable e inequitativa.

Los propios jueces de La Haya tienen que haberlo considerado, de ahí que fuerzan la figura limitando el paralelo chileno a 80 arbitrarias millas, para de ahí aplicar la tesis peruana sobre que las zonas superpuestas debían ser atravesadas por una línea media.

Algo así como que dijeran ustedes deberían tener una frontera como dicen, pero actuaron con si tuvieran la que los chilenos defienden.

¿Hace bien al Perú que sus autoridades y medios de comunicación le digan a su gente que esta es una gran victoria, un reivindicación por un pasado oneroso, una pieza simbólica que cambia las perspectivas a ambos lados de la frontera? ¿No es mejor que la población crea que por fin ganamos a Chile en alguna disputa y le quitamos algo que consideraban suyos, si es que so nos pone contentos?

Puede ser en el primer impacto. Ya hemos visto de qué manera estamos a punto de empacharnos de fervor patriótico, en una entremezcla de sentimientos de ganadores con apaciguadores que piden pasar la página. Pareciera que se quisiera que demos un solo grito de alegría y que después nos olvidemos del tema para que no se recreen viejas tensiones.

En fin, estas notas no quieren bajar de su alegría a nadie sino advertir de los riesgos que la política y el interés económico nos expongan a nuevos desengaños. Decir la verdad siempre es mejor en cualquier circunstancia.

 28.02.14
Publicado en la Revista Ururi
Academia César Vallejos

La prensa y Venezuela

La prensa de derecha ya instaló la idea que lo que pasa en Venezuela es que algunos jovencitos quieren marchar ejerciendo su derecho y el gobierno malvado los reprime a balazos, utiliza franco tiradores para asesinar reinas de belleza y cierra casi todos los días medios de comunicación que sólo estaban informando sobre lo que está pasando.

Como ya está el concepto, sólo se trata de sumar cada vez más muertos sin mayores detalles, por ejemplo del joven motociclista que murió casi decapitado al no percatarse que en una de las “guarimbas” (bloqueo callejero de la derecha) se había tendido una red de púas, pero que luego su nombre fe agregado al de las víctimas del Estado.

Además ahora, el sector opositor que no fue parte de la movilización del 12 de febrero porque decía que no era el momento para el enfrentamiento, ya no se atreve a asistir a un diálogo con el gobierno para discutir una solución a la crisis. Con eso admite que está jaqueado por el núcleo duro de Leopoldo López, que está buscando mantener el cerco mediático internacional sobre Venezuela y el estado de violencia tanto como se pueda.

Y esta discusión sobre medios de comunicación después de casi 16 años de “dictadura” es curiosa, porque admite que hay “amenazas crecientes” sobre medios opositores que realmente funcionan y han sido actores de los recientes hechos. Pero esto de las amenazas y la libertad de prensa que “se está acabando en Venezuela”, tiene más de una década y nunca se acaba. Incluso la historia de la censura a CNN no está bien contada, porque fue Janiot la que decidió irse y arguyó hostilización en el aeropuerto, pero la agencia norteamericana sigue en el país de Bolívar con el mismo sesgo de toda su vida. Y no ha habido medio local que haya sido intervenido o censurado.

Tampoco se dice que la enorme mayoría de los detenidos por las manifestaciones ya están libres y que sólo quedan los que están señalados como autores de actos vandálicos (quema de locales y vehículos) y los capturados con armas de fuego, y por cierto menos se informa de la detención de miembros de la policía y los servicios de inteligencia investigados por uso excesivo de la fuerza. Curiosamente la prensa que en el Perú defiende la vigencia de la ley 30151 que exime de responsabilidad a los policías y militares que matan “en cumplimiento de su deber”, por ejemplo al reprimir una movilización, tienen otra vara para el caso de Venezuela donde ni siquiera la investigación y detención de represores a los que se les va la mano, es algo que merezca reconocerse.

Precisamente aquí acaba de absolverse a los policías que ataron estudiantes con tiros de fusil y perdigoneras en Huancavelica y al baguazo y otros casos similares van camino a la impunidad. Pero eso no es noticia.     

28.02.14

jueves, febrero 27, 2014

La era Cornejo y el tiempo de Castilla

No sé, en verdad, si cabe la expresión de “era Cornejo”, para el momento que se inicia con la juramentación del exministro de Vivienda, como nueva cabeza del Consejo de Ministros. Así como no hubo nunca una era Villanueva, en la que el otrora prestigiado presidente regional de San Martín pudiese ejercer algo de sus condiciones de liderazgo al interior del actual gobierno, y es dudoso que existiera realmente una era Jiménez, salvo en el sentido de inercia e inacción ante los problemas políticos que se iban acumulando.

En realidad en julio del 2011, cuando Ollanta Humala comunicó a la CONFIEP y al Grupo El Comercio, que el nuevo ministro de Economía sería el viceministro de Alan García e Ismael Benavides, se inició un nuevo capítulo de una era que comenzó en 1990, en aquel momento en que Fujimori desechó su promesa de “no shock” y aceptó que le impusieran desde fuera una cabeza del MEF con la que no había tenido trato previo pero que era avalada por los organismos financieros internacionales. En ese punto empezaba un período largo en el que el ministerio del dinero quedó secuestrado a los cambios políticos y en el que se produjo un reclutamiento continuado de tecnócratas, muchos de los cuales han permanecido por décadas en las oficinas burocráticas del Jr. Junín o de sus organismos asociados.

La era neoliberal, por cierto, ha pasado por diversos “momentum”, es decir etapas particulares, una de los cuales ha sido claro está la de Miguel Castilla, que comienza como un freno a la transformación prometida por el ganador de las elecciones a cambio de mantener en lo posible el crecimiento económico; para convertirse luego en una nueva doctrina: “el crecimiento con inclusión” (la misma política económica con un poco más de programas sociales); y llegar finalmente al actual copamiento total del régimen, a través de ministros, viceministros y secretarios generales, propuestos por Castilla, incluyendo haber logrado el control del premierato a través de René Cornejo. Eso ha sido un proceso que no ha conocido pausa y que ha tenido un aliado neto en la primera dama que el lunes gritó ¡yeah!, en público, celebrando la salida de Villanueva y el encumbramiento del amigo de Castilla.

Estoy convencido que mucho más importante que el nombramiento del premier Cornejo, es la ratificación del ministro de Economía. Y para que todo fuera como estaba previsto se montó la farsa del lunes en la que se hablaba de que por fin Víctor Isla del nacionalismo, cumpliría su sueño de presidir el Consejo de Ministros, lo que fue festejado en el Congreso, y que el del mechoncito se iría al cargo del Banco Mundial que según dice lo espera desde hace años. Todo se hizo para que Humala les rogara a la hora nona que se queden. ¿Qué hago  sin ustedes muchachos? Y Nadine dijo ¡yeah!     

27.02.14

miércoles, febrero 26, 2014

La obra del señor presidente

En la escuela, por lo menos a la que nos tocó asistir, a los presidentes se les recordaba por las obras que hicieron durante su gobierno. Así a Balta lo asociaban al tren hacia La Oroya, a José Pardo con los tranvías de Lima, a Leguía con las carreteras y las grandes avenidas, a Odría con los hospitales del Seguro y la Grandes Unidades Escolares y a Belaúnde con la marginal.

Todavía tengo en el recuerdo una página en blanco de El Comercio, que se titulaba la obra del señor presidente, en referencia a Manuel Prado. Tal vez estas cosas y la memoria de su primer gobierno en el que fácilmente le hubieran podido repetir el mismo aviso, motivaran a Alan García al comenzar la segunda mitad de su segundo gobierno, a lanzarse a un plan acelerado de obras con el claro propósito que esas fueran el símbolo de su gestión.

Todos le han escuchado decir que hizo 151 mil obras, entre grandes y pequeñas, y que nos dejó la refacción del Estadio Nacional, los colegios emblemáticos, el tren eléctrico hasta la avenida Grau, el teatro nacional, entre otras, que como se hace evidente priorizaron la inversión en Lima, donde mayor número de personas podían notar los resultados. Fue, sin duda, un atropello, a la autoridad municipal, ya en tiempo de Castañeda y luego con Susana Villarán, al competir con los medios del poder central en las tareas de la renovación urbana.

Y fue también un alarde de centralismo, pensando que Lima tiene la tercera parte de los votos para cualquier elección nacional. También fue un despliegue de arreglos deshonestos, pero ese tema no es el de esta nota y lo dejamos entre paréntesis. El punto es que para Ollanta Humala, su sucesor, la Línea 2 del Tren Eléctrico, la que irá de Ate hasta el Callao por vía subterránea, tiene todas las fachas de venir envuelta con el mismo síndrome de la gran obra limeña de la que se jacta Alan García.

En otras palabras el presidente ya no imagina ser recordado por “la gran transformación” que nunca hubo, sino por que hizo un primer tramo del Metro bajo tierra. Para esto están trabajando sus ministros y funcionarios para una licitación que se viene muy costosa y para desalojar a quién sea de los espacios que se requieren para la obra emblemática de este gobierno. En esa lógica se quiere amputar 11.5 Has al Mercado de Santa Anita, o sea desvestir un santo para vestir otro, distorsionar una obra municipal largamente postergada justo cuando ya está en pleno desarrollo.

Sabemos cuán narcisistas pueden ser nuestro gobernantes en la determinación de prioridades. Pero Humala cometería un grave error si no replantea el diseño del tren y deja de pensar en los terrenos del mercado.  Apenas un poco más de coordinación y sentido común para hacer lo necesario.  

26.02.14

martes, febrero 25, 2014

Después de Castilla, el diluvio

Una de las curiosidades de la actual crisis del gobierno de Humala es que después de la malcriadez de Castilla, todo el mundo empezó a pedir la renuncia de Villanueva en vez de la del ministro insolente. Más aún, cuando empezaron a repartirse las culpas, otra vez, la llamada oposición, se puso recia con la primera dama que habló el jueves sobre el famoso tema del salario mínimo y trató de poner paños tibios el viernes, y no contra el jefe del MEF que salió el domingo cuando parecía que se habían hecho las paces para decir que la palabra del primer ministro lo tenía sin cuidado.

Que Nadine se mete donde no debe es algo fuera de todo debate, pero que Castilla salga inmune de las crisis que promueve es algo que no habla del poder de la pareja presidencial, sino de todo lo contrario. Haber escogido el tema de si se está discutiendo o no el salario mínimo, cuando legalmente era momento de empezar a discutirlo (dos años desde el anterior aumento), ponía en el centro una tensión básica: ¿dónde se decide la cuestión salarial?, ¿en el plano político o en el supuestamente técnico? Es evidente que el del mechoncito vio la ocasión para matar dos pájaros de un solo tiro, un premier desgastado y una preocupación empresarial que insiste en mantener reprimidos los salarios. Ganó en ambos frentes y no sólo perdió Villanueva sino también el presidente.

Nadie debería sorprenderse por eso que el desenlace de la crisis haya sido una propuesta para que un hombre directo de Castilla y del MEF, pase por fin a ocupar la jefatura de la PCM, que es como debe entenderse el nombramiento de René Cornejo, que ha sido ministro de Vivienda desde el inicio del gobierno y antes fue presidente de Proinversión. Y, además, que el propio ministro que metió la zancadilla al premier, esté siendo ratificado como para que en el futuro siga desmintiendo a todo el que hable fuera de su libreto económico. Excelente. Y los Galarreta, Mulder, Aguinaga y otros, siguen haciéndonos creer que todo el problema aquí es que la señora Heredia tiene incontinencia verbal y le da por gusto por hablar de sueldos de ministros y maestros, y remuneraciones mínimas sin que nadie esté manejando sus palabras.

Nunca, ningún gobierno, se mostró tan prisionero de la tecnocracia del MEF, insensible socialmente, y privatista económicamente. Y esta crisis, como ninguna otra ha sido gráfica para mostrar hasta qué grado el presidente piensa que si prescinde de los tecnócratas del MEF, esos que son de la confianza de la CONFIEP y de la derecha mediática, se le cae el gobierno, sin darse cuenta que este gobierno se ha hecho cada vez menos suyo, menos en la parte de las puyas, que esas sí, le van directo a la cabeza.      

25.02.14