viernes, diciembre 30, 2011

Hechos y personajes de un año inolvidable

- El ascenso electoral de Toledo que sobrepasó el 35% en las encuestas de febrero y hasta adelantó una especie de mitin de cierre en el Campo de Marte, se peleó con García, Castañeda, PPK y terminó en el cuarto lugar con 15%.

- La inauguraciones de Alan García que fueron interminables en los días finales del poder, entre ellas Estadio Nacional remozado, Tren Eléctrico, Teatro Nacional, Nuevo Hospital del Niño, Hospitales en la Zona del Sismo, Colegios Emblemáticos, etc., que tienen en común no estar terminado, no estar en funcionamiento y estar en investigación por asuntos de corrupción. De paso se agregó el Cristo del Morro, donado por Odebrecht.

- El indulto a Fujimori, que muchos se convencieron que era el verdadero Plan de Gobierno de Keiko y Fuerza 2011, a pesar que lo negaran aún bajo juramento, y que se hizo explícito luego de que Humala iniciara su gobierno, con la colaboración de las autoridades del INEN que construyeron un oscuro diagnóstico según el cual el reo de la DINOES tuvo cáncer, pero lo podría volverá tener, está deprimido pero no lo deben chequear entidades especializadas en salud mental, etc.

- El escándalo Alexis, que melló el inicio del nuevo gobierno, y que comenzó con una i9nformación pública del gobierno ruso que dio carácter oficial a la presencia del hermano del presidente en Moscú y al desarrollo de una agenda informativa con varias instituciones estatales. La demora en reaccionar por parte del presidente electo y los dirigentes de Gana Perú, alimentó rumores y sospechas sobre compras de armas, contratos pesqueros y otros negocios corruptos que nunca se probaron.

- El caso Chehade, convertido en tema político por casi tres meses, que hirió severamente la credibilidad anticorrupción del gobierno de Ollanta Humala y destruyó la carrera política de un joven abogado que había llegado al Congreso y la vicepresidencia con la credencial de haber contribuido a la extradición de Fujimori. El uso del cargo otorgado por el pueblo para hacer alarde de poder y desarrollar gestiones de interés para grupo privados, y la soberbia ciega para comprender la clase de problema en qué estaba, condujo a Chehade a una suspensión de 120 días y un pedido de desafuero que aún está pendiente.

31.12.11
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Milagros del 2011

El año político

Tres hechos insólitos marcan la trayectoria política del año que termina:

a) La transformación a lo largo de una misma elección del candidato más temido: antisistema, chavista, salto al vacío y otras, en un candidato mal menor, que no se pelea con nadie y que concierta hasta con sus peores enemigos;

b) El cambiazo del Plan por la Gran Transformación en un plan de reformas limitadas, aparentemente refrendadas por la llamada Hoja de Ruta, que logró a las alturas de septiembre y octubre un 70% de aprobación, abarcando todos los sectores sociales, donde los pobres reconocían que el gobierno no los había olvidado y los ricos que el gobierno no iba a afectarlos seriamente.

c) La demostración de que para bailar Conga hay que tener las cosas claras, ya que como se ha visto un solo proyecto minero mal llevado, puede desbaratar un triunfo electoral esforzado y echar a perder el encanto del pequeño cambio;

Difícil encontrar una combinación política de estas características y una curva de ascenso y descenso tan pronunciada en corto tiempo. Más aún, aunque sea imposible discernir lo que pasará en los próximos meses y años, lo evidente es que este 2011, como punto de inicio, marcará profundamente el período y enmarcará las decisiones del poder y los actores políticos, sociales y económicos.

Vayamos por partes.

Milagro 1: las elecciones

Si fue sorprendente la aparición de Ollanta Humala como candidato exitoso que llegaba del exterior, todavía enredado con la reciente experiencia del Andahuaylazo, con el hermano preso y con propuestas radicales que desbordaban las de los partidos de izquierda, cuyo crecimiento electoral fue sostenido hasta alcanzar el primer lugar en la primera vuelta y 47% en la segunda, frente a Alan García; más difícil de creer ha sido la trayectoria del 2010-2011, en la que Ollanta ingresa desgastado por una feroz campaña de prensa, evadiendo toda respuesta a los ataques e intentando pasar por un converso de la moderación que al principio nadie creía.

El personaje espontáneo y aluvional de cinco años antes, había sido sustituido por un profesional de las campañas electorales que no parecía entusiasmar a nadie. Entonces sus rivales empezaron a ignorarlo y a darlo por fuera de competencia como se iba reflejando en las encuestas hasta comienzos de marzo. En vez de la curva acelerada del 2006, que la derecha mediática detuvo dos meses antes de la votación frenando el impulso que podía resolver la elección en primera vuelta, esta vez el estancamiento del nacionalista hizo que fuera olvidado hasta que empezó a crecer, en medio de las disputas de los que iban por delante.

Cuando se dieron cuenta que el hombre se venía de atrás hacia adelante y sólo restaban algunas semanas para la votación quisieron atajarlo con una demolición redoblada pero sólo lograron que la gente se fije más en él. A esas alturas Ollanta ya era algo no sólo una versión más difusa de la propuesta del cambios, sino una imagen de ponderación y equilibrio frente a los tironeos entre Toledo, PPK y Castañeda, y ya se proyectaba para una segunda vuelta en la que ya no sería el “candidato peligro” del 2006, sino el “mal menor” frente al peligro del regreso del fujimorismo.

Una lección de estrategia electoral que, sin embargo iba a pesar decididamente en las determinaciones posteriores al resultado electoral.

Milagro 2: las primeras reformas

Desde el año 2000, la expectativa alrededor de Ollanta Humala era que sería protagonista de grandes cambios en un país que parecía congelado entre imposiciones armadas desde el exterior. El nacionalismo emergió como una respuesta a la desnacionalización económica, la privatización corrupta, la desindustrialización y el abandono del agro, los privilegios trasnacionales, la política del cholo barato y el incumplimiento de los derechos laborales; por el derecho de las comunidades sobre sus tierras, la democracia de base ancha y el respeto a los derechos humanos, la lucha contra la corrupción y la reforma del Estado.

Todo esto se expresó en discursos que están en la memoria de la gente y en documentos que pueden ser fácilmente consultados, entre ellos el Programa de la “Gran Transformación” para el período 2011-2016. El proceso electoral puso, sin embargo, en el debate si la oferta histórica de Humala era realizable y cuántas concesiones y reajustes había que producir para no quedarse en la puerta del horno como la vez anterior. Entonces se desarrolló un reajuste por etapas de la propuesta que fue construyendo garantías para evitar anunciar “afectados”. En buena cuenta se aceptó como dado el marco económico que antes se cuestionaba y se concentró la atención en un paquete de reformas sociales para pobres que recibió el nombre de “inclusión social”.

El milagro fue que en los primeros cien días de gobierno este esquema de macroeconomía sin variantes dramáticas y nutridas reformas sociales: ley de consulta, pensión 65, aumento del salario mínimo, cuna-más, y otras que irían llegando, al lado del acuerdo para incrementar la tributación minera, elevaron la aprobación del presidente sobre el 70%, que significaba que a su 31% de primera vuelta y al 20% añadido de la segunda, le estaba sumando otro 20% que no votaron por él, principalmente en las clases altas y medias, que empezaron a creer que era posible tranquilizar a los de abajo sin tocas a los de arriba.

Una versión de primera mano de finales de octubre señalaba que un influyente asesor extranjero de la campaña electoral y del gobierno, concluyó que era posible mantener al presidente en ese estado de alta popularidad, si se evitaban sobresaltos, por lo que había que abandonar la idea de la reforma del Estado y de cualquier cambio radical para no romper el encanto.

Milagro 3: la Conga

Pero así como se llegó muy alto por un camino inesperado, el bajón de fin de año del gobierno Humala también tomó a todo el mundo de sorpresa. Tal vez el error haya sido creer que el voto del pueblo le permitía al presidente decidir en nombre del pueblo. En la crisis de Conga se descubre la soberbia del poderoso a la que Ollanta parecía ser ajeno. Algo así como que él sabía lo que era bueno para su gente, aun cuando fuera distinto a los que se había comprometido públicamente. Un solo gesto de impaciencia, resumido en la frase: “Conga va y no acepto ultimátums de nadie”, tan parecida a otras pataletas gubernamentales: “Petroperú se privatiza, le pese a quién le pese” (Fujimori); “el TLC se firma, sí o sí” (Toledo), “si se derogan las leyes de la selva se cae el TLC (García), liquidó un enorme capital político.

Y eso fue porque el encanto de Humala no era que pudiera hablar fuerte a los que le dieron el voto, sino que pudiera asegurar su base social en cada una de las decisiones de su gobierno. Si Ollanta se quedaba sin pueblo, dejaba de ser el cohesionador de todos los sectores sociales que se insinuó a los 100 días. Es por eso que ha podido caer más de veinte puntos en los dos meses siguientes, descendiendo en todos los segmentos. Queriendo evitar a toda costa una crisis de gobernabilidad, hemos llegado violentamente a una de las más graves de los últimos años, una que además tiene el agravante de haber ocurrido en tiempo récord y de no tener visos de salida después de varias semanas en la que se han ensayado la suspensión del proyecto, los diálogos amistosos y de los otros, huelgas y movilizaciones, cambios de ministros, etc.

Un gran inicio, descalabrado por no saber los pasos de la Conga, que es el mismo baile de la minería, el ambiente y las comunidades, ante el que han fracasado todos los gobiernos de los últimos veinte años.

31.12.11
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La crisis que llegó del norte

A comienzos de noviembre la lectura que podía hacerse de los 100 primeros días del gobierno de Ollanta Humala, que empezaron siendo objeto de balance alrededor del día 90, era la de un proceso difícil de asentamiento, con un primer choque de reformas sociales bien recibidas por la gente a pesar de su alcance limitado y con una cadena de escándalos grandes y pequeños que la oposición exacerbaba para desgastar al gobierno. Esa situación se reflejaba en las encuestas, con una presidente (y primera dama) en niveles de aprobación bastante altos, con algunos ministros de capa caída y con una oposición que no encandilaba por falta de propuesta.

Lo más notable era que el candidato que había desatado el miedo de los grupos más acomodados de la sociedad, había resultado de presidente casi un bálsamo para sus inquietudes. No había chavismo, expropiaciones, eliminación de la educación privada, impuestos brutales para pagar programas sociales, marchas de nacionalistas rojos por las calles y militarismo cotidiano. Para entender esto muchos dijeron que este no era pues el Ollanta de origen sino el de la “hoja de ruta”, o sea uno que ya se pasó al centro de verdad y que se podía respirar tranquilo. Claramente esta realidad nueva se podía leer en los indicadores de aprobación de las clases altas, donde Ollanta candidato nunca llegó más allá del 10% y como presidente estaba alcanzando una cifra sobre el 60%.

El esquema parecía funcionar. Sólo que había un pequeño problema: casi 300 conflictos sin resolver en todo el país, la mayoría de naturaleza ambiental-comunal, habían sido heredados del régimen anterior, como consecuencia de compromisos entre el Estado y los grandes inversionistas, sin consulta con la población y sin evaluación de la historia previa del desempeño de los inversionistas y las resistencias que causaban en las comunidades y en las regiones. La bola de la suerte quiso que fuese Cajamarca y el proyecto Conga los que rompieran la calma postelectoral y se convirtieran en un inesperado incendio que mostró la verdadera debilidad el gobierno Humala.

De candidato a presidente

Ollanta Humala no ganó las elecciones por ser un hábil campañista que dijo lo que la gente quería oír de él, o porque en la segunda vuelta transó contra su programa un compromiso mediatizado para no tocar muchas de las cosas que había ofrecido cambiar, con la llamada “hoja de ruta”. Todas esas podrán ser calificadas como habilidades del momento, pero no alteran el punto clave que es que en torno al comandante nacionalista se unieron todos los descontentos del país que con el correr del tiempo se hicieron primera mayoría, frente a una sociedad con tendencia a la disgregación.

Todo un lado de los conflictos estaba al lado de Humala, y en sus discursos de campaña, aún en etapas en que en Lima se le veía ya como un moderado, en las provincias era un abanderado de la protesta. El discurso del agua es la vida y el oro no se come, que la han recordado varias veces en las últimas semanas, tiene equivalentes en otras partes del país, que podrían visualizarse cuando los conflictos latentes en esas zonas pasen a otra escala. El drama del presidente actual es que no puede pasar de líder de los descontentos a represor de los mismos, como le exige la derecha. Puede intentar el nuevo discurso del agua con el oro, de la inversión es necesaria para la transformación, y que con la minería pagaremos los programas sociales. Pero, como se ha visto, las posibilidades que eso contente a la gente son muy limitadas.

Ollanta se ha encontrado con un bloqueo más duro que los de las carreteras al momento de entrar al período posterior a los 100 días. ¿Cómo levantarlo? Se ve que trata buscar un arreglo y que se está corrigiendo sobre la marcha, y que ha decidido pagar el costo de lo que esto significa. Pero nada está seguro en este momento. Lo malo de enemistarse con la propia base social es que es muy difícil recuperar la confianza. Y que los gestos de diálogo pueden terminar siendo medidos como debilidad. Ahí las cosas se ponen más bravas, porque tener al gobierno de los descontentos, enfrentado con los descontentos, es algo que sólo la derecha puede aplaudir.

02.12.11
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“Ollanta nunca fue de izquierda”

Para explicar lo que pasó con el gabinete Lerner, cuya salida ha sido interpretada por varios analistas como la “ruptura” con la izquierda, se esgrime un argumento aparentemente irrebatible: el presidente nunca fue de izquierda, o ¿acaso alguna vez dijo serlo?; y si alguien se siente engañado en el lado zurdo es porque se engañó él mismo.

Por supuesto, muchos de los que dicen esto, no lo expresan abiertamente, pero tal vez quieran decir, que en el fondo (muy en el fondo) Ollanta siempre fue de derecha, del tipo de los que caminan al lado de un neoliberal como Castilla o un militarote como Valdés.

Lo que significa que los más equivocados no estaban en la izquierda sino en la derecha, desde donde se organizó la campaña de destrucción personal más fuerte de que se tenga memoria.

Pero en realidad este es un análisis falseado. La vieja frase de Ollanta que decía “no soy de derecha, ni de izquierda, sino de abajo”, formaba parte de su arsenal contra los partidos políticos, y pretendía indicar que no procedía de ninguna tradición política organizada, representando un fenómeno nuevo.

El subrayado que hacía sin embargo en “soy de abajo”, intentaba captar la idea de que era más de izquierda que la propia izquierda, porque representaba a los pobres, a las provincias, a las comunidades y a los postergados del país, sin compromisos, frente a una izquierda con una heroicidad venida a menos, aires de ONG, universidad privada y función pública.

El pensamiento Isaac que politizó la infancia y juventud de los hermanos Humala, era una lectura peculiar del marxismo y las ciencias sociales, que se supone inspiró su experiencia militar y el levantamiento de Locumba; era una variante marginal y dura de la izquierda, que chocaba con el curso de los partidos de la antigua Izquierda Unida que se esmeraban en ser pacifistas y democráticos.

Lo mismo puede decirse del Andahuaylazo, en el que Ollanta y Antauro coincidían en reclamar la renuncia-destitución de Toledo, por incumplir sus promesas y se distancian por el manejo militar del líder de la revuelta.

Es recién el 2005 que Ollanta deja de lado el etnocacerismo de su padre y se asume como nacionalista, un proyecto más abierto hacia otros sectores sociales y políticos y es cuando empieza a recoger intelectuales y militantes que se habían separado de las organizaciones de izquierda.

El Ollanta del 2005-2006 es, como todos lo recuerdan, un radical con propuestas de revisión de contratos de la privatización, nacionalización de los recursos naturales y Asamblea Constituyente, no expresadas con la misma claridad en las tres listas de izquierda.

El programa de la “Gran Transformación”, 2011-2016, redactado por encargo de Ollanta y solo consultado con él, no cayó del cielo, ni nació de alguna reunión con los dirigentes de la izquierda. Más bien cuando se negoció un acuerdo el programa ya estaba hecho y solo quedaba suscribirlo.

Entonces, cuando uno se pregunta qué pasó con Ollanta que ahora parece obsesionado con aclarar que nunca fue de izquierda, hay que dejar puntualizado que el problema nunca ha sido ese. Es de fidelidad a las ideas con las que uno hace política para llegar al poder, y más aún de responder si el viraje producido es para llegar a los de abajo o a los de arriba, es del pueblo o contra el pueblo. Esa es la cuestión.

30.12.11
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miércoles, diciembre 28, 2011

Cuentos de navidad

Algunos creen que la navidad puede cambiarlo todo, hasta el duro corazón de Luis Miguel Castilla, que ha sido graficado por un diario limeño con un sombrero de Papá Noel, por los supuestos regalos económicos que anunció en la televisión nada menos que el 25 de diciembre. Antes de eso, todo el mundo se había hecho la idea que el del mechón en su cabello era un pulpo del poder que estaba produciendo la gran transformación en Ollanta alejándolo de sus promesas y de sus afanes moralizadores, para que todo siguiera como antes.

Ciertamente, la tapa del diario numérico del día 26, también puede ser interpretada como un acto de propaganda de un viejo causa (exasesor) del MEF al actual ministro, disfrazando de paso que los regalos en cuestión no son para la temporada de verano sino para después. En otras palabras que si estábamos esperando que en enero se diera el segundo tramo del aumento del salario mínimo, del que están pendientes 75 soles que debieron ser parte del incremento del primer mes de gobierno pero se postergaron para inicios del siguiente año, ahora lo que hay que saber es que de todas maneras va a haber aumento, y no que “se está re-estudiando” como dijo el nuevo ministro de Trabajo José Villena. Lo que no se sabe es cuando será y si se variará el monto.

El otro caso es el del CAS, que también Castilla y su pandilla habían dicho que ya no se eliminaba, con lo que cientos de miles de trabajadores públicos seguirían precarios y despedibles al vencimiento de sus contratos. Por navidad, sin embargo, el ministro neoliberal ha dicho que sí se acabará con este régimen, pero a partir del 2013 y en forma paulatina. Mientras tanto el regalo es que en julio y diciembre tendrán el aguinaldo (no gratificación) que se otorga a la administración pública y tendrán vacaciones de 30 días, si se les renueva el contrato. De paso, por cierto, Castilla está apuntando que la ley que se viene del Congreso para acabar con el sistema de CAS por violatorio de los derechos laborales, irá al archivo, porque donde manda MEF no manda Congreso.

Finalmente también está lo del aumento a los policías y los militares, que iba a ser la gran estafa del MEF de Castilla, prorrogando el bono otorgado por García para evadir el aumento real y generar una brecha con los retirados que no reciben ninguna mejora. Pues bien, esta jugada del ministro y su entonces estrecho colaborador José Villena, que piensa abiertamente que los retirados y jubilados “viven mucho”, ha sido revirada, tal vez por un Ollanta que sintió que lo lanzaban a una piscina sin agua y que encargó otra vez al ministro cuya hermana es alta funcionaria de Yanacocha, que dijera la palabra clave: sí va a haber aumento… aunque a partir de marzo.

Está a al vista que Ollanta no ha querido cerrar el año con la sensación de que todo es Conga, y que los malos que él antes combatía, son ahora los que deciden las políticas de su gobierno. Que sea Castilla el que trasmita lo que pueden parecer buenas nuevas, a ver si alguien cree que un pupilo de PPK, Carranza y Benavides, también puede ser buena gente. Pero si se observa bien se comprobará que por más esfuerzos de Castilla y Du Bois, el paquete del MEF no ha levantado entusiasmos. Conga rompió el encanto del cambio por la vía electoral. Y en menos de seis meses el nacionalismo empieza a sonar a viejo. Eso no lo va a poder revertir ni Castilla, ni Valdés. Y tampoco Ollanta, mientras permanezca callado y no explique claramente adónde vamos después de tantos virajes.

29.12.11
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El mismo dolor

Ayer vi retazos de una entrevista con la secretaria ejecutiva de la Coordinadora de Derechos Humanos a la que Beto Ortiz quería derrotar (y obtener el titular para el día siguiente) contraponiendo el simple derecho del rendido a no ser eliminado por sus captores, a la crueldad de los secuestradores y a los crímenes del llamado terrorismo. El supuesto, era otra vez que las organizaciones de derechos humanos sólo se interesan por los subversivos (como sería el caso Chavín de Huántar) y se olvidan del sufrimiento de los soldados y policías víctimas de la guerra, y de sus familias.

Obviamente Ortiz sabe que el centro de actividad de la Coordinadora y sus afiliadas ha sido la población civil afectada por la guerra, sin ser parte de ella. Desde hace un buen número de años, sin embargo, se publican comunicados de solidaridad y condena cada vez que un uniformado cae en el VRAE o el Huallaga, y se hacen gestos para demostrar que los derechos humanos son los mismos para todos, pero para Giampietri, Rey, Flores Araoz, Alcorta y otros, nada de eso existe. Casi como si la palabra derechos humanos tuviera connotación pro-terrorista y que por extensión eso implicara a la CIDH en Washington y a la Corte Internacional de Costa Rica.

Uno podría decir que cuando hablan gentes que han sido o son gobierno, o que han circulado por el Congreso, el Poder Judicial o la gran prensa, estamos ante sinceros protectores de los derechos de los policías y soldados que participaron en el conflicto, no en una operación aislada, sino que arriesgaron la vida todos los días, durante muchos años. Digo esto, porque a mí me toco recibir delegaciones de viudas, mutilados y personal en retiro de la PNP que ni siquiera reclamaban un resarcimiento especial, como el que se prometió a muchos casos y casi siempre se incumplió (incluso a las viudas de los comandos muertos en la casa del embajador), sino el pago de una deuda que el Estado tenía a favor de ellos, por la aplicación de una ley del primer gobierno de Alan García que valoraba como doble la jornada de jueces fiscales e integrantes de UDEX (explosivos) y Dincote (investigación de terrorismo), que estuvo vigente de 1987 a 1992.

Este beneficio sí fue cancelado a los administradores de justicia, pero no a los policías a pesar que fueron ellos los que sufrieron las más penosas bajas por acción de servicio. Si el Estado tuviese la sensibilidad que se dice que es ajena a las ONG, habría podido ayudar a algunos de los actores del conflicto que llevaron la peor parte en la contienda. Y los grandes medios pudieron tomar este u otros casos para hacer campañas para que se cumpla con las viudas de la guerra, los discapacitados y los que fueron al retiro luego de estar en la línea de fuego. Pero no. En el Perú es fácil esgrimir un micrófono para enrostrar las inconsecuencias ajenas y no tener la mínima coherencia de emplear el gran poder de la prensa para defender a las personas concretas en sus derechos más elementales.

El tema no es si el reclamo de justicia de los familiares de los ejecutados extrajudicialmente en la casa del embajador japonés, se contrapone a los soldados y policías que participaron limpiamente en la guerra. ¿Por qué tendría que ser así? No señor, no es por los uniformados y sus familias que sufren las secuelas de la guerra, que se arman tremendos barullos y se acusa de terruco al que no participa del discurso oficial. Es más bien para sostener un país de fantasía que nos venden cada día, en el que todo caminaría muy bien sin izquierda, derechos humanos y laborales, ONG, y seguro este periodista que molesta más de la cuenta.

28.12.11
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lunes, diciembre 26, 2011

Una guerra sin prisioneros

En mi libro “El Reeleccionista” (1998), cuya segunda edición ampliada lleva el título de “Bandido Fujimori” (2000), hay un capítulo dedicado a la Operación Chavín de Huántar, en cuyo desarrollo planteo una tesis, que hasta hoy considero la más razonable, en el sentido de que Fujimori, Montesinos y Hermoza planearon que el ataque por el túnel debía concluir con la muerte de todo el comando del MRTA que había tenido el control de la casa del embajador de Japón por cuatro meses y retenido hasta el último día a 74 de los más de 500 invitados reducidos y secuestrados en la noche del 17 de diciembre de 2006, seleccionados por su representatividad del régimen o su pertenencia a misiones diplomáticas.

Fujimori y su cúpula no querían sobrevivientes, no sólo porque era su manera de cobrarse la humillación por el secuestro del hermano del presidente, varios ministros y generales, o por aquello de escarmentar a futuros repetidores de este tipo de acciones, sino por una razón sin duda mucho más importante: porque el proceso previo a la intervención fue una negociación con altos funcionarios del gobierno con los emerretistas, en el que existieron acuerdos avanzados; asimismo se comprometió la participación de gobiernos de terceros países; y hubo, adentro y afuera, quienes cumplieron un papel en lo que aparentaba encaminarse hacia una solución sin sangre: cardenal Cipriani, almirante Giampietri, entre otros.

Tengo la certeza de que hay secretos de este episodio que los miembros del MRTA se llevaron a la tumba. Y que los demás guardan celosamente y por eso les irrita tanto que se investigue sobre lo que realmente pasó en esos meses. Eso, por supuesto, ha favorecido un enfoque unilateral que sólo hace remarque en la heroicidad de los 180 combatientes que doblegaron a los 14 secuestradores, y que de alguna manera levanta los hombros como si unas cuantas ejecuciones de “terroristas” no representaran nada. Más aún, se dice que si hubo ese “pequeño desliz” de fusilar los rendidos, los culpables serían los buitres de Montesinos y Huamán Azcurra (actualmente en libertad), que están denunciados en un juicio que nunca empieza y cambia de sala a cada rato.

Y es que el problema es que nadie de afuera hubiera podido llevarse los prisioneros, sin un consentimiento de los jefes de la operación Chavín de Huántar, y sin que los mismos comandos fuesen testigos del hecho como lo fueron varios policías del perímetro y el secretario Okura, que vieron como reintroducían a los rendidos en la casa de donde saldrían muertos. En otras palabras hubo responsables del comando que facilitaron el crimen y que probablemente tenían órdenes de hacerlo, y ha habido encubrimiento de los que han callado lo que saben de estos sucesos.

Seguramente muchos piensan que esclarecer estas responsabilidades es un ejercicio inútil si se logró el objetivo de derrotar el secuestro y recuperar a la mayoría de los rehenes. Bueno, ahí justamente es que reside la explicación de porqué el Estado peruano ha disentido con la CIDH y podría fracasar ante la Corte, que no es una instancia “caviar” como dicen algunos, que seguramente siguen creyendo que los derechos humanos son una cojudez, sino un tribunal al que estamos sometidos, como lo estamos ante el de la Haya al que pedimos que resuelva la diferencia de límites marítimos con Chile. Nadie puede decir que el juez no le gusta y correrse de la justicia.

Pero aquí lo más grave es que nos quieran hacer creer que el tema de este juicio es ideológico en el sentido que exigir el respeto de las reglas de la guerra sería favorecer al terrorismo. La opinión civilizada piensa al revés: que los Estados y las sociedades se convierten en terroristas cuando se eliminan las garantías y el poder puede matar fuera de combate, simplemente porque tiene las armas y un profundo velo de impunidad. Las cortes internacionales se crearon precisamente para limitar esos poderes y descorrer todos los velos que ocultan la verdad.

27.12.11
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domingo, diciembre 25, 2011

Estado de Derecha

Alan García y Javier Velásquez se burlaron de La Convención cuando anunciaron la derogatoria del DS 050-2005-EM, dictado por Alejandro Toledo y PPK, para abrir el camino a la renegociación del contrato del gas, afectando las reservas del Lote 88, originalmente destinado de manera exclusiva al mercado interno. La derogatoria era el resultado de una huelga entre julio y agosto del 2010, a la que el gobierno aprista trató de derrotar con maniobras y represión, para terminar sentado en una mesa de negociación, muy parecido a lo ocurrido con el caso Conga.

La derogatoria sorprendió a todos porque García había lanzado mensajes totalmente contradictorios respecto a Camisea: que no se exportaría gas si faltaba para el consumo interno; que no se podía esperar inversiones si no se daba garantías a la exportación; con el resultado de que el gas natural empezó a escasear, se redujo el impulso del cambio de matriz energética y las ganancias de las exportadoras escalaron espectacularmente. El país parecía haber alcanzado una victoria en defensa de sus recursos naturales. Pero, era un engaño.

Como el contrato ya estaba firmado y protegido por el artículo 62 de la Constitución (los contratos no pueden modificarse por las leyes), el DS 050 no servía para nada y todo siguió igual. García se debe haber reído mucho de la paradoja de un contrato sin norma que lo respalde, que violaba leyes explícitas, pero que tenía detrás el poderoso argumento que inventó el fujimorismo: si ya se firmó, nada se puede hacer si la otra parte no está dispuesta a pactar cualquier modificación. Es por eso que ya llevamos casi dos años para tratar de convencer a los exportadores de hacer modificaciones a un contrato que los beneficia ampliamente, y que no quieren modificar.

El punto es que Ollanta Humala llegó al poder con la bandera de la recuperación del gas, no sólo del Lote 88, sino del 56, denunciando a García y Toledo de negociación corrupta con las empresas del gas, y advirtiendo que no habría transacción en el objetivo de garantizar el mercado interno, no importaba el tiempo que se tomara la negociación. Pero, ¿y si la negociación no llegaba a ningún acuerdo, estaríamos acaso discutiendo durante cinco años, hasta que llegue el siguiente gobierno? La sensación de que en nombre del “Estado de Derecho”, se estaba preparando un nuevo engaño empezó a crecer en el país.

Nos van a tener en una negociación perpetúa y cuando nos cansemos van a sacar un acuerdo mediatizado, es lo que empezamos a pensar muchos que siempre pensamos mal. Pero he aquí que la Cuarta Sala Civil, entregó otra inesperada sorpresa al país al declarar “nulos, insubsistentes y sin efecto legal, los decretos supremos 050-2005-EM y 006-2006-EM”, es decir se cerraba el debate; ya no había cómo defender a los amigos de PPK y García, que estaban agarrados a un contrato sin efecto legal, porque se suscribió sin respetar la jerarquía de las normas y violando la constitución. El principio era claro: un contrato corrupto, basado en nomas dictadas para la corrupción, no puede ser válido.

Pero ahí no iban a acabar las sorpresas. Lo que tenemos desde antier, es al gobierno nacionalista de Ollanta Humala y a lo que queda de los autores de la campaña por el gas, asociados ahora a la mancha neoliberal del ministro Castilla, en el bizarro papel de apelar la determinación de los jueces, sacando la cara por los decretos del entreguismo y por los piratas del gas. Cuando el propio Estado de Derecho armado a la manera fujimorista, abre una ventana para salvar las trampas de la corrupción, surge el Estado de Derecha que es el que manda, y todo vuelve a la normalidad.

24.12.11
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viernes, diciembre 23, 2011

El condenado

En tiempo récord, de febrero a diciembre, y en un proceso de diez días se ha condenado a cinco años de prisión al dirigente aprista y exviceministro de Justicia, Gerardo Castro Rosas. El Tercer Juzgado Unipersonal, a cargo del juez Segismundo León Velasco estrenó de esta manera el capítulo del nuevo Código Penal referido a delitos de corrupción, que dispone un tratamiento casi sumario de la causa. A Gerardo Castro y a su coencausada, la pastora evangelista y empresaria pesquera Adriana Pérez Guedes, se les acusa de intento de soborno a un asesor del viceministerio de Pesquería para conseguir la aprobación de licencias de pesca para tres embarcaciones pequeñas en la caleta de San José en Lambayeque.

El exviceministro habría actuado en condición de abogado de la pastora Pérez, en una gestión que comienza en diciembre del 2010. Según la versión del ahora condenado Castro Rojas, su primer contacto fue el ministro de la Producción, Jorge Villasante, al que le presentó el caso de las embarcaciones sin licencia, después de lo cual el ministro lo condujo ante el asesor Alejandro Ríos Delgado para que se encargara del asunto, no sin antes advertirle que estas gestiones tenían un costo. Esta versión es negada por Villasante y Ríos que indican que los visitantes fueron directamente ante el asesor a ofrecerle una coima por su participación.

Comparadas las dos versiones, lo más creíble es que la ruta empezó en el ministro y no en el asesor, ya que la decisión depende de la Dirección General de Extracción Pesquera, que responde ante el viceministro y el ministro. La intervención del asesor sólo podía tener sentido por encargo de alguno de sus jefes. Más aún, contra la declaración del ministro Villasante de que no se otorgaban licencias, la verdad verdadera es que en esa época si se aprobaron licencias para Tasa (grupo Brescia), Copeinca (grupo Dyer) y Austral, empresas de la SNP. El problema era conseguirlas para las empresas más pequeñas.

Antes del caso Castro, el diario LA PRIMERA denunció además las discretas visitas a la viceministra de Pesquería, de su sobrino Alan Simón García Nores, justo a abogados de la SNP y empresarios del sector para gestionar licencias que en estos momentos tienen un fuerte valor comercial por el asunto de las cuotas. Es por todo eso que la versión de Castro Rojas de haberse convertido en la víctima de un complot maquinado en Palacio entre el padre de Alan Simón y el ministro Villasante tiene visos de realidad.

Lo que Gerardo Castro dice en su descargo es que fueron los de Produce los que le pidieron dinero a la pastora, que Ríos la llamaba constantemente y le insistía en el pago que había que hacer. Finalmente que para cerrar la trampa la dirección de Extracción le pide a Castro por escrito precisar su pedido de cuota, dando a entender que todo estaba en camino. El 2 de febrero Ríos Delgado recibe a la pastora y al abogado y los hace intervenir y rebuscar, que es de donde salen las escenas del dinero que han sido pasadas muchas veces.

Pero el video completo, en el que deben constar las conversaciones y que figura como la prueba aportada por el denunciante Ríos, se “perdió” en pleno proceso. Ríos fue recompensado en el mismo mes de su denuncia pasando de un salario de 6 mil a 10 mil soles. Asimismo el equipo fiscal que dirigió el proceso estuvo encabezado por la esposa de Villasante, Galinka Meza, asignada directamente al caso por la doctora Echaíz. Son muchos datos que se encadenan para indicar que el único condenado por corrupción del segundo alanismo es un chivo expiatorio y un falso culpable, encausado para tapar las enormes trafas en el sector pesca en período 2006-2011.

23.12.11
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jueves, diciembre 22, 2011

Los cambios de diciembre

Hay una tentación a decir que ahora sí, Ollanta ya se volvió reaccionario y ha entregado la PCM que estaba en manos de un concertador de lujo a un matón en estado puro de emergencia; el ministerio de trabajo a un enemigo de los trabajadores (palabras del general Mora), luego de haber tenido al frente de esta cartera a un ministro con apertura a los sindicatos; y el MIMDES a una fanática religiosa que linda con los grupos de tradición y familia en versión evangélica, en reemplazo a una feminista avanzada y democrática como Mocha García Naranjo.

Eso, sin mencionar los poderes de Valdés (tres ministerios), Castilla (cinco ministerios) y Abugattás (dos ministerios), que inclinan claramente la balanza hacia la derecha. Pero, a pesar de estas evidencias, siempre es bueno preguntarse si es que ha habido una valoración ideológica en estas decisiones, lo que implica determinar si estamos ante caminos sin regreso, nuevas coaliciones y hegemonías definitivas, o frente a la misma ambigüedad e improvisación de las primeras decisiones, que augura otros cambios para más adelante.

¿Qué puede haber hecho de Ollanta un autoritario intolerante, después de haber ensayado la concertación en grado extremo y haberse pasado la campaña electoral evitando las confrontaciones, abonando a una imagen de hombre tolerante, ante una de las peores campañas de demolición de las que se tenga memoria? ¿Qué lo ha alejado de la CGTP a la que hace poco invitó a Palacio para recordarle a sus dirigentes su compromiso con los derechos laborales? ¿Qué ha sucedido con el presidente para comunicarle a una hora a la exministra de la Mujer cómo aprecia sus esfuerzos aunque tenga que desprenderse de ella, y ponerle luego una sustituta en el lado opuesto a sus ideas?

No hay una lógica en estos cambios, salvo la coartada de ser pragmático. Pero quizás lo que esté primando sea una pugna, si se quiere también pragmática, de varios actores en el epicentro del poder, y no sea Ollanta el único que esté tratando ahora de fijar algún rumbo. Puede decirse que Valdés no era nada sin el presidente que, según cuentan, lo encontró de casualidad en el aeropuerto de Tacna y lo reclutó para su gobierno, recordando sus tiempos de instructor militar y enterándose de sus éxitos empresariales. Pero ahora da la impresión de estarse ajustando a la condición de representante de los intereses de un sector militar que actúa dentro del gobierno y que se conecta a través de asesores y hombres de inteligencia.

Castilla, parecía un sobreviviente del viejo régimen pre-Ollanta y una concesión grotesca a las derechas que habían descalificado para gobernar a los colaboradores económicos del presidente. Pero a estas alturas se puede ver que se está produciendo una metástasis de la tecnocracia de Economía y Finanzas hacia el resto del Estado, asumiendo control en áreas productivas, de infraestructura y ministerios sociales, sin que nadie pueda contener esa expansión que estaba en embrión desde hace veinte o treinta años cuando se empezaron a formar las huestes de Ulloa, Rodríguez Pastor, Boloña, Camet, PPK, Carranza y otros exministros que impusieron la escuela de lo que ahora estamos viendo.

Finalmente, si se mira la entrada de Urquizo y Jara como la cuota del Congreso y de la bancada PNP en el gobierno, dentro de la transa de quién manda aquí, lo que se puede concluir es que la llegada de una ministra de la Mujer con cinturón de castidad y nociones evangélicas a los Cipriani, es un subproducto de los equilibrios y las presiones, que confirma que no estamos yendo a ninguna parte. Y que en la pugna que hoy se desarrolla en el gobierno los que no están jugando ningún papel son aquellos a los que Ollanta Humala les debe el poder.

21.12.11
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miércoles, diciembre 21, 2011

El instructor

Cuando estaba en el primer año de la Universidad, una ocurrencia del primer gobierno de Fernando Belaúnde introdujo el curso de instrucción premilitar a las aulas, apenas un año antes de que los militares de verdad echaran al arquitecto en pijamas de Palacio con rumbo a la Argentina. Pero ciertamente hacer marchar escolares era bien diferente que intentar hacerlos con universitarios.

Así que el mayor instructor que el Ejército nos puso al frente para dirigirnos, se encontró cada vez que intentó dictar una clase teórica o salir a una práctica con un feroz desorden, en el que nunca tenía silencio para ser escuchado ni atención para sus indicaciones. Un día el mayor instructor reventó:

- Van a escucharme, carajo…

La clase entonces respondió con una carcajada y un aplauso. Pero de inmediato se hizo un silencio inesperado y el oficial pudo por fin ser escuchado. En adelante, cada vez que el mayor instructor sentía que los alumnos se le estaban desbordando lanzaba un nuevo carajo, y volvía reunir risas y aplausos. Con el tiempo empezó a reírse junto a los muchachos, con la cual se estableció una complicidad que duró hasta fin de año.

Recuerdo todo esto cuando veo al nuevo primer ministro Oscar Valdés no tener la menor idea de cómo desenvolverse en el mundo de las organizaciones sociales. En medio de la gente que reclama contra el proyecto Conga, el comandante Valdés cree que el asunto es tratar de levantar más la voz.

Peor aún, ha creído que si hace dos semanas le ligó el gesto autoritario y la prensa de derecha lo aplaudió a rabiar como si hubiera realizado una hazaña, que esa misma actitud la puede repetir ad infinitum y seguir sacando palmas. No se da cuenta, como si lo hacía mi instructor en la universidad, que junto a los aplausos hay cada vez más carcajadas por su estilo cuartelero.

Que un domingo hace dos semanas Valdés emergiera victorioso de un diálogo fallido que él mismo ayudó a frustrar, rematado con sello de oro por el estado de emergencia que ya habían trabajado con el presidente Humala, con el inmediato resultado de que se replegó la huelga, no quiere decir que va a impresionar si a los quince días vuelve a hacer la misma cosa. Pero todos han visto el “diálogo” de Cajamarca del último martes en el que el primer ministro arranca la sesión y entrega un lapicero al presidente regional para que firme, y ante el intento del otro de discutir las reglas de la reunión, se para y se retira hasta Lima.

Por supuesto que, otra vez, Valdés ha cosechado aplausos y sonrisas de la gran prensa y de los políticos de derecha. Y el nuevo hombre fuerte del presidente hincha el pecho como diciendo que van a ver otros presidentes regionales o dirigentes sociales que se le pongan al frente, como los manejo y si no hacen lo que les exijo, rompo el diálogo y no paro hasta la emergencia. Obviamente, cualquiera con un poco de sentido de realidad dirá que el antiguo instructor de Ollanta está caminando a convertirse en un excelente personaje para los programas cómicos.

No quiero decir que el gobierno regional de Cajamarca haya sacado ventaja de la coyuntura de un acta fácil de firmar y una mesa de diálogo que había que asegurar. Si se quiere entraron al juego del ministro que cree que está acabando con las vacilaciones de Lerner e iniciando una nueva etapa. Pero como van las cosas, Valdés se está volviendo un candidato para superar el récord de no más de cuatro meses en el cargo del último gabinete.


21.12.11
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martes, diciembre 20, 2011

El plan traicionado

Rosa María Palacios acaba de preguntarse por el Ollanta I, que ella solía entrevistar desde el 2005, y al que escuchaba embelesada hablar sobre revisiones de contratos corruptos y antinacionales; nuevo canon que no salía de la renta estatal sino del pago directo de las empresas a las regiones; nueva Constitución que reflejara al país que ahora somos y no el de Fujimori.



¿Dónde está?, se acaba de preguntar en tono dramático y ahí nomás ha empezado a armar una nueva leyenda urbana sobre la bifurcación entre el líder nacionalista que hoy es presidente y las ideas que sostuvo durante años, algunas de la cuales eran consignadas en el Plan de Gobierno 2011-2016 de Gana Perú: “La Gran Transformación”, a cuya demolición y tergiversación la doña dedicó casi todos sus programas de la campaña, antes de ser echada por la puerta falsa por los Miró Quesada.



Confiada en que los que leyeron el texto debían ser muy pocos, Rosa María se proclamó como su intérprete y ofreció día a día una versión de estatizaciones que no existían; empresas públicas deficitarias, que tampoco estaban en la propuesta; confiscación de medios de comunicación donde se buscaba que las nuevas frecuencias de la televisión digital se distribuyeran democráticamente; confiscación de fondos de las AFP por plantear un sistema mixto de pensiones que ayudara a que la mayor parte de los peruanos tenga un retiro digno; impuestos despiadados, cuando se trataba de definir de donde se pagarían los programas sociales; etc.



Lo nuevo es que ahora quiere contarnos otro cuento según el cuál Félix Jiménez y el equipo de plan de gobierno metieron al JNE un documento no autorizado. O sea que Ollanta ya estaba virando y la banda de los “malditos de la izquierda” lo engancharon con un programa que ya no lo expresaba, por lo que el libro de cabecera de la periodista de las 11pm., resultó siendo un fraude, ya que el candidato había pedido otro más breve y formal, lo que no fue respetado. Y eso, dice que se lo han contado los que estaban ahí. Pero ocurre que el texto de síntesis lo hizo el propio Félix y su equipo, que siguieron siendo los que exponían la propuesta en cuanto debate hubo esos días. Asimismo todos ellos fueron mostrados como el núcleo técnico de Ollanta en la Casa España. ¿De dónde viene la historia de una usurpación del mandato de Ollanta para encadenarlo a un radicalismo que había guardado en el archivo?



Para ser exactos la cosa fue al revés. Ollanta empezó a producir hechos desde la primera vuelta que contradecían a la “Gran Transformación” y al Ollanta I, al que Rosa María ahora anda buscando con una linterna. La carta a lo Lula de antes de la primera vuelta, la Hoja de Ruta y el juramento de San Marcos sorprendieron una y otra vez a la campaña. Pero peor que eso fue que algunos voceros usaran la tribuna de la televisión, entre ellos el programa de la Palacios, para dar por hecho que el documento que se había trabajado para tener una guía de gobierno, podía reemplazarse por una hoja de intenciones o una proclama por la democracia y el crecimiento.



Obviamente se estaba tumbando el plan, pasando por encima no de la izquierda, cuya influencia sobre Ollanta siempre fue limitada, ni tampoco de los intelectuales que no le dieron las ideas al candidato sino que las sistematizaron. Los que estaban siendo estafados eran otros: millones de votantes y cientos de miles de militantes nacionalistas que estaban unidos para alcanzar objetivos sociales y económicos que fueron reemplazados por el puro objetivo del poder. Por eso es gracioso leer a Rosa María preguntar finalmente: y ahora después del plan de gobierno derrotado, ¿cuál es el plan de este gobierno?



20.12.11


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domingo, diciembre 18, 2011

Los injertos

En qué grado de tonto hay que situarse para concluir que la razón de ser de la crisis y caída del gabinete Lerner era la “falta de cohesión” y no la derechización y militarización. Y es que lo más obvio del mundo es que la naturaleza del primer equipo de gobierno de Ollanta Humala era la ausencia de ensamble y coherencia entre sus integrantes. Nadie puede olvidar que los cargos de ministros se decidieron cada uno por separado con distintas consideraciones individuales.

Así se armó una verdadera banda de los injertos, en la que cabían toledistas, izquierdistas, centristas, derechistas, ambientalistas, artistas, amigos del presidente y otros sin bandera conocida, puestos ahí por la voluntad presidencial y a lo máximo en consulta con la primera dama. Más aún en todo este rosario variopinto no había un elemento articulador o dominante, o más precisamente un partido de gobierno en torno al cual funcionarán los aliados de distinto origen.

Ciertamente la izquierda del gabinete no representaba cabalmente a la izquierda de los partidos y de las organizaciones sociales, por lo que nadie podría decir que la agudización de los conflictos ambientales en noviembre tuviera algo que ver con los ministros con mayor cercanía a los movimientos sociales. Pero lo mismo podía decirse de la derecha a los Castilla, Paredes o Cornejo, que encarnaba una tecnocracia neoliberal con relativa independencia de la derecha parlamentaria que hablaba en nombre de la oposición.

El “gabinete de la concertación”, estaba condenado al desconcierto porque no había quién dijera lo que esperaba de un ministro de Economía que defendía la condición de superpoder dentro del poder de ese ministerio, y los ministros que querían algo diferente en sus despachos y encontraban interminables trabas para liberar sus recursos presupuestados. O qué implicaba impulsar a Herrera Descalzi a tranquilizar a los grandes mineros sobre el futuro de sus proyectos, mientras Guisecke empezaba a estudiar los impactos de la minería.

A estas alturas se puede decir que la descohesión y el silencio del presidente frente a los problemas de sus ministros, han estado más emparentados de lo que parecía a primera vista. Una manera de ver esto es pensar que Ollanta estaba probando si el modelo le funcionaba, antes de producirle correcciones. Otra, más desconfiada, que en algún momento entendió que el destino del gabinete era una crisis y un impasse y lo dejó llegar, para poder pasara al gabinete del 11 de diciembre, cuya marca no es exactamente la mayor cohesión, sino la más fuerte subordinación al mando presidencial.

Algunos ministros de Lerner deben haber entendido que el gabinete variopinto era un terreno legítimo de disputa y que había que rayar el campo. Cuando esto empezó a ocurrir nadie les dijo que no lo hicieran, como si hubieran adivinado el deseo íntimo del presidente. Fue la derecha la que entendió mejor la lógica perversa que se estaba dibujando en el horizonte. Porque no se trataba solamente de decir que aquí algunos estaban sobrando, sino de convencer que los que estaban de más eran los que estaban con Ollanta antes de ganar la presidencia. Los que alejaban al presidente de sus objetivos eran los que lo ayudaron a diseñarlos y alcanzarlos.

18.12.11
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viernes, diciembre 16, 2011

Inhumanidad de un indulto

¿Y si todos los reos deprimidos pidieran un indulto humanitario?

¿Y si todo condenado que sufrió una enfermedad de la que ya se encuentra restablecido, consigue un certificado de que puede volver a presentarla, porque nadie sabe lo que pasará en el futuro?

¿Y si son los hijos del prisionero, su médico personal y otros amigos, los que insisten en que no quieren verlo morir en la cárcel, a pesar de que no se está muriendo y toda la prensa publica sus declaraciones?

¿Se imaginan ustedes la cantidad de indultos que habría que producir con el sistema carcelario que tenemos?

Pero, claro, de todos los presos del Perú hay uno sólo que fue presidente, que tiene una bancada con 37 votos, un hijo congresista y una hija excandidata presidencial, un alto poder mediático y muchos amigos en la gran empresa.

Este diario ha publicado informes basados en documentos que son ocultados a la prensa como el Informe Anátomo Patológico Nº 0000231265, del INEN, del 21 de febrero del 2011, del paciente Alberto Fujimori, que habla de inflamaciones leves en la lengua y de “márgenes quirúrgicos libres de lesión”, es decir no hay cáncer en la zona operada ni en áreas nuevas.

Sin embargo al expresidente lo llevan constantemente al INEN por causas como hipertensión arterial, caída de la cama y hematomas en el oído, malestar gástrico, etc.; con el único objeto de asociar su figura con el cáncer y con clara complicidad de las autoridades de esa institución.

Es de la entidad del cáncer que proviene la conclusión siquiátrica de la supuesta existencia de un “trastorno depresivo… con evolución tórpida”, que se ha convertido en el segundo argumento para apremiar por el indulto. Algo así como que se va a morir de puro deprimido a pesar de todas las visitas que recibe en la vivienda de la DIROES que le sirve de calabozo.

Cuántas veces se ha exigido que el informe de salud mental del INEN sea verificado por un hospital o instituto especializado, se ha negado la posibilidad, como si una clínica psiquiátrica pudiera dar un diagnóstico de cáncer y darlo por concluyente para una decisión de la Justicia.

Más aún, el argumento de “evolución tórpida” que se consigna en los documentos del INEN, prueba que no está siendo bien tratado del disturbio emocional que padece. Entonces, ¿por qué no se cambia al tratante, en vez de presentar la negligencia de su actual psiquiatra como una razón para una decisión política y administrativa?

Y, sobre el sentimiento de los parientes cercanos no se puede sino respetarlo, pero asumiendo que casi todos los hijos quieren que sus padres salgan de la cárcel, pero eso no los hace inocentes. Tampoco se puede objetar que el médico de cabecera –en este caso el congresista Aguinaga-, haga declaraciones exagerando el mal, si eso favorece a su paciente. El problema es cuando entidades del Estado como el INEN se prestan a ese juego, convirtiéndose en una pieza de la fabricación maquiavélica de un indulto que pretende burlar la sentencia de la Corte Suprema.

El caso de salud de Alberto Fujimori debe ser evaluado al margen de intereses políticos y personales, con garantías de independencia departe de los médicos y la institución que hace el examen. Y si debe ser curado de algo que se le cure. Pero que nos cuenten la historia de que hay que ser humanitarios con quién paseaba sobre cadáveres y ordenaba actuar al grupo Colina.

16.12.11
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jueves, diciembre 15, 2011

El odio y la ignorancia

Debe ser que poder colgarle el cartel de “también es corrupto” a Javier Diez Canseco está en el programa de varios sectores, porque no se explica la manera apresurada en la que toda una bancada, aunque sea la fujimorista, se colgó de la denuncia de un diario que levantó contra el congresista el cargo de gestionar una ley que supuestamente favorecería a su hija, propietaria de un paquete de las llamadas “acciones de inversión” de una empresa nacional, al plantear un mecanismo para el canje de estos documento por acciones comunes o regulares.

Insólitamente ni el periodista ni la bancada leyeron el proyecto que indica que tal intercambio se realizará de manera proporcional a “los valores vigentes al momento de efectuar dicho canje”. Ergo: nadie iba a ganar con el canje y mucho menos se iba a cambiar acciones de valor uno por otras de valor diez, como escribió el director del medio denunciante, con obvio apresuramiento y superficialidad. Y es que, por supuesto, no podía haber un cambio de valores sencillamente porque no habría nadie para pagar la diferencia tratándose de operaciones entre privados. Lo grave es que la bancada convirtió el “error” de lectura del denunciante, en una acusación ética contra su colega, demostrando que más puede el odio que la inteligencia.

La propuesta de Diez Canseco y otros congresistas no mejorará los rendimientos de las “acciones de inversión” y el que tenga diez acciones la cambiará por una. El asunto es eliminar lo que ha quedado como un rezago del pasado: acciones que originalmente fueron asignadas a los trabajadores, y que gobiernos posteriores convirtieron en títulos especiales que daban renta, pero no eran considerados en el ejercicio de los derechos de propiedad: participación en asambleas, nombramiento de directorio, decisiones de venta parcial o total de la empresa, fusiones, etc.

Y no sólo eso, sino que en circunstancias en las que se negocian la compra de grandes paquetes de acciones que normalmente se pagan encima de la cotización en bolsa, las “acciones de inversión” quedan fuera de las normas de protección del minoritario, que indican que a todo accionista se le debe pagar el mismo precio, menos al de inversión al que usualmente se le paga menos. El problema social es que esas acciones disminuidas están parcialmente en manos de trabajadores y extrabajadores, pero en forma masiva (casi 2 mil millones de soles) se encuentran en poder de las AFP que las compraron con el dinero de sus afiliados, como una manera de generar renta para la jubilación.

El proyecto del que estamos hablando es totalmente capitalista, en el sentido que reduce las distorsiones del mercado y trasparenta el régimen de propiedad. No afecta por supuesto el control de las empresas, porque los paquetes mayoritarios están totalmente consolidados. Pero evita que exista una especie de segundo mercado en el que se compran las acciones de inversión a precios generalmente arbitrarios.

Estando en juego el interés de muchísimas personas que representan una enorme cantidad de dinero, y por el cual debe responder el Congreso que hace tiempo discute este tema, es ridículo quererlo levar al punto de que la norma responde a los intereses de Lucía Diez Canseco. Es como si se creyera que todo congresista afiliado a AFP, cuyo fondo incluye “acciones de inversión” entra en “conflicto de interés” con esta norma de naturaleza genérica. O, llevado al extremo, que si alguien pide aumento general de sueldos está pensando en su propio aumento y es como el “comeoro”.

15.12.11
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miércoles, diciembre 14, 2011

La izquierda y Ollanta

En julio de este año, cuando Humala se preparaba para juramentar, la revista de humor político Dedo Medio, publicó el artículo “Polo Rojo o Polo Blanco”, de Carlos León Moya que sacaba a luz interioridades de la campaña electoral nacionalista y del desplazamiento de los asesores de izquierda del entorno del candidato y su reemplazo por la asesoría brasileña encabezada por Luis Favre.

A muchos les gustó que se abrieran los secretos de Humala, mientras que otros reprocharon que León Moya hubiese usado información obtenida mientras era un funcionario rentado de la campaña y a la vez dirigente de las juventudes del partido socialista. Varios se sintieron traicionados por lo que contaron sin saber que tenía como destino una publicación festiva y otros se sorprendieron con la facilidad con la que se les presumía conductas y declaraciones no suficientemente corroboradas.

Ahora León Moya, que ya se hizo una pequeña fama de ironizador de los tropiezos de la izquierda en su relación con el comandante presidente, ha publicado un nuevo y oportuno artículo bajo el título “El fin del ala izquierda: un fracaso más sí importa”, en el que –según sus propia palabras- intenta explicar la responsabilidad de la propia izquierda en el hecho de terminar expulsada del gobierno actual.

La tesis es que la izquierda se encandiló con el discurso radical de Ollanta y alineó “sus diminutas lanchas” detrás de él. Todos menos Patria Roja que tuvo la sapiencia de buscar su inscripción en paralelo para poder negociar de una posición de fuerza. Finalmente que los intelectuales progresistas lanzaron un manifiesto por la gran transformación y se insinuaron como equipo de gobierno.

Todo esto habría llevado a olvidar la construcción de un proyecto de izquierda, a esconder Madre Mía y aceptar maltratos del comandante, en aras del poder al que sólo se podía acceder a través de Ollanta Humala. Por haber aceptado un rol tan subordinado sin dar la contra y por brindar señales equívocas los echaron fácilmente del gobierno. Y la izquierda fracasó una vez más.

León Moya ha pasado visiblemente del chisme al epitafio. Pero igual que la vez anterior al cronista le falta sentido de su propia ubicación. He consultado si lo que reclama de la izquierda fue alguna vez su posición como militante de la izquierda. Y nada. Asimismo si habló de Madre Mía y del autoritarismo de Ollanta cuando era parte rentada de la campaña. Y nada. Pero como las ideas se independizan de las personas diré algunas cosas que el joven León está pasando por alto: (a) que la izquierda hizo el intento de tener su proyecto propio en el 2006, es indiscutible, como que hubieron tres listas que juntas apenas pasaron el 1%; (b) que la izquierda tiene en estos momentos lanchas pequeñas, claro que sí, lo que es producto de derrotas anteriores, y era lógico que se uniera a un candidato con perspectiva con el que tenía coincidencias.

(c) que Patria Roja quiso jugar con dos cartas, es más que evidente, pero le fue mal con ambas, porque la fuerza de masas de Ollanta era tal que no dejaba espacio para otros; (d) que la izquierda intelectual y partidaria apoyó lealmente a Ollanta y hoy tiene tanto derecho como los militantes nacionalistas y las bases sociales, para rechazar el giro del gobierno, que es el nuevo terreno de lucha; (e) no sé porqué el viraje de Ollanta va a ser un “fracaso de la izquierda”, en todo caso es un problema del gobierno con el país que lo votó, que no era solo de izquierda.

14.12.11
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martes, diciembre 13, 2011

Buscando una definición

Los temas de la “militarización” y “derechización” del gobierno de Ollanta Humala están en la boca de todos. El gabinete Valdés, que produce un extraño emparejamiento entre la presidencia de la república y la del consejo de ministros, con dos comandantes en retiro en los cargos más altos del Poder Ejecutivo, hace suponer a algunos que esta es la obra maquiavélica del coronel Villafuerte, y a otros que se trata del destino inevitable de la elección del 5 de junio en la que se debió optar entre un militar y la heredera de una gobierno militarista.

Pero el comandante premier contesta que a diferencia de lo que ha ocurrido en el pasado, el nuevo ministro de Defensa es un civil y también el del Interior y que su caso es el del único exuniformado en el gabinete recién juramentado. Varios generales han protestado además porque se les quiera segregar de la política con el argumento de la “militarización” y han discrepado directamente con Humala en relación a su propuesta de retirar el derecho a voto a los militares en actividad para distanciarlos de la influencia de la política.

Es claro, de otra parte, que el segundo gabinete de Ollanta es aún más proinversión y promercado que el anterior, y es difícil entrever quién de allí podrá sacar la cara para una mayor regulación de la economía, defensa de los derechos laborales y de los consumidores, protección ambiental, etc. La inclinación hacia la derecha y el triunfo de Castilla al lado del comandante Valdés es indiscutible. Pero el dato, la verdad, que es casi descriptivo ya que sigue la tendencia que se abrió con el nombramiento del actual ministro de Economía y ratificación del presidente del Banco Central y que ha subordinado el proyecto social del gobierno (ahora llamado de “inclusión social”) a la expectativa de mantener el crecimiento vía inversiones, para que aumente la caja fiscal, lo que conecta muy claramente con Toledo y García.

Para decirlo de otra manera, militarización y derechización, son procesos que están en desarrollo, sin embargo no es lo que distingue el quiebre del gabinete Lerner. Tal vez el concepto exacto sea más bien el de “humalización” del equipo de ministros, si por ello se entiende varias cosas: (a) que lo que se quiere son ministros operadores y no habladores, como ha dado a entender el premier Valdés, lo que pretende hacer que todos los del fajín sigan la línea presidencial de hablar lo menos posible ante la prensa y evitar las contradicciones, lo que no hiso el gabinete anterior por tener muchas personalidades fuertes; (b) que al igual que le ha pedido a los miembros del Ejército, y antes a los periodistas, el presidente parece estar pensando en una tecnocracia y burocracia por encima del bien y el mal, y mirando a los ministros como cabezas de ese batallón de ejecutores de órdenes presidenciales y no como políticos activos.

Es nítido que en esta idea, el grupo Lerner queda como un eslabón entre la campaña y el gobierno de orden, inversiones y programas sociales encabezado por los dos comandantes. El primer gabinete todavía cargaba la deuda de la campaña y de los compromisos para ganar. Pero la posición disminuida en que ya estaban el equipo original de gobierno, la izquierda y el toledismo indicaban que todos estos estaban de préstamo y que el proyecto final no era con ellos. Ahora vemos que Ollanta puso a Lerner a concertar mientras él dejaba desgastarse a sus ministros e iba viendo con quién pasaría a la siguiente etapa. Hasta que encontró a Valdés, el que le armó el estado de emergencia para Cajamarca y dijo este es.

13.12.11
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lunes, diciembre 12, 2011

El rompecabezas del gabinete Valdés

Si la gracia del gabinete Lerner era la presencia de diversas personalidades fuertes, con orientaciones ideológicas disímiles, que el primer ministro tenía que concertar con la habilidad de un San Martín de Porres de origen hebreo, donde la lentitud y prudencia de las decisiones se justificaba por la naturaleza de la tarea encargada; el nuevo equipo que preside el comandante Oscar Valdés da la impresión de ser todo lo contrario.

No obstante el hecho de que sobreviven otros siete ministros del grupo anterior (47%), lo que se evidencia es que a partir de ahora la confianza presidencial estará puesta mucho más en el carácter ejecutivo de la PCM y no en sus dotes de concertista. Cualquiera mira la nueva lista de juramentados y concluye que estamos ante figuras menos conocidas, anodinas o de bajo perfil, según quiera verse. Tal vez la excepción sea Rafael Roncagiolo en Relaciones Exteriores, pero ni por el cargo, ni por la personalidad se espera una excesivo protagonismo.

En el gabinete Valdés permanece el núcleo duro de derecha que venía de la gestión previa, integrado por Luis Miguel Castilla, Carlos Paredes, René Cornejo, al lado de Oscar Valdés, con la baja de Carlos Herrera Descalzi que se fue por sus propias torpezas, y que será reemplazado por otro “duro neoliberal”, el exfuncionario de Proinversión Jorge Merino Tafur.

El brazo del MEF además avanza de su primera conquista que fue colocar a Carolina Trivelli en el ministerio de Inclusión Social (MIDIS), que permanece, a ocupar nada menos que el despacho de Trabajo, donde Rudecindo Vega había hecho algunos acercamientos a las organizaciones sindicales. Ahora el ministro será un tecnócrata más de la gente de Castilla, una de cuyas mejores gracias fue oponerse hace algunas semanas a una propuesta de mejora de las remuneraciones de las Fuerzas Armadas y la Policía, y que con seguridad será un duro obstáculo para cumplir con el segundo tramo del compromiso para aumentar el salario mínimo vital. El nombre del personaje es José Villena, y tiene un largo recorrido en Economía y Finanzas con varios gobiernos y siempre en la línea dura del ajuste salarial.

Del nuevo ministro de Defensa, se puede concluir que es casi un alter ego del premier Valdés del que hizo de viceministro y al que acompañó en la famosa negociación en Cajamarca que concluyó en el estado de emergencia, reunión en la que era el enlace con el presidente que le pasaba los encargos para el titular del Interior y no para el premier Lerner. Fue Alberto Otárola el que anunció el fracaso de las negociaciones y el nuevo momento represivo que se abría. Ahora es el ministro civil del sector Defensa, pero evidentemente con una fuerte conexión con los dos comandantes que encabezan actualmente el gobierno. En cuanto al ministro del Interior, Daniel Lozada Casapía es otro que sale del ministerio del Interior de Valdés, donde era jefe del gabinete de Asesores.

Puede decirse que lo que se ha configurado son dos subgrupos dentro de lo que genéricamente se podría definir como la derecha ministerial: el subgrupo Castilla, centrado en lo económico y extendido hacia lo social y laboral (Economía, Energía y Minas, Vivienda, Transportes, Inclusión Social y Trabajo); y el subgrupo Valdés, o el grupo de orden, posicionado en la PCM. Defensa e Interior. Un total de nueve ministros.

Los demás

A estos ministros se añade un paquete más amplio y difuso de técnicos “progres” o más o menos progresistas, que han cumplido tareas en organismos internacionales y en la gestión pública y privada. Son los casos de Manuel Pulgar Vidal (nuevo ministro de Ambiente), presidente en funciones de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, abogado de profesión y especializado en legislación sobre medio ambiente; Luis Ginocchio (ministro de Agricultura), administrador de empresas, piurano, antiguo funcionario de la Coca Cola en México, especialista en temas de agricultura moderna y agroindustria, viene de trabajar con la cooperación alemana (GIZ). También en Justicia, pasa a la condición de ministro el exviceministro de la gestión de Francisco Eguiguren, Juan Jiménez, que según las referencias mantendrá las líneas maestras de su antecesor. En cultura ingresa Luis Peirano, director de teatro, exdecano de Comunicaciones de la Universidad Católica y exdirector de DESCO, con fuertes lazos con ambas instituciones.

Finalmente en los puestos de ministros de la Mujer y de la Producción han sido colocados dos congresistas nacionalistas, lo que representa una verdadera novedad política. Una es la representante por Ica, Ana Jara, quién es integrante de las alas conservadoras de la Iglesia Evangélica, que ayer mismo celebraban en las redes sociales, la salida de Aída García Naranjo como si hubieran alejado algún demonio, y anunciaban una rectificación de las políticas sobre mujer y derechos reproductivos. A su vez en Producción ingresa el ayacuchano José Urquizo, cuya experiencia en el período parlamentario 2006-2011, lo ligó a temas de Inteligencia y Defensa, y que sorprendentemente se convirtió en el sustituto de Kurt Burneo, uno de los exministros más maltratados del régimen al que alguna vez se voceó para premier, luego para Economía, más tarde le prometieron Inclusión Social como cartera balance al MEF y finalmente le quitaron hasta el premio consuelo de Producción, que retuvo por cuatro meses y unos días.

12.12.11
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domingo, diciembre 11, 2011

Retos de CELAC

De la OEA se dijo que era el ministerio de colonias de los Estados Unidos, o el lugar donde el Tío Sam dictaba órdenes a sus sobrinos del sur del río Grande. También que es el espacio del que se echó a Cuba y al que la isla revolucionaria no quiere volver. La OEA nunca sirvió de nada para hacer frente a la serie de invasiones que los Estados Unidos realizaron contra sus socios del centro y sur de América, ni para doblarle el brazo a las dictaduras auspiciadas y financiadas por Washington.

El fracaso más reciente ha sido el de Honduras, donde el golpe militar se justificó increíblemente con la fórmula de que el presidente que quería consultar si el país en el fondo estaba preparando su reelección y antes que ocurriera lo de otros países, había que derrocarlo. La OEA finalmente transó, porque Estados Unidos transó y porque esa entidad no tiene los mecanismos para contradecir al gigante. Lo mismo pasó con el Perú en 1993-1993, y ha ocurrido muchas otras veces.

Por eso el primer reto del CELAC es proyectar una imagen de la América mestiza como una bloque internacional ajeno a los intereses de los Estados Unidos, que son los suyos y no los nuestros. Hay mucho del sueño de Bolívar en todo esto y no es casual el papel de Venezuela como animadora de este encuentro, como tampoco nadie se sorprende que Cuba recupere un liderazgo continental en el nuevo agrupamiento. Pero como todos sabemos, CELAC inicia su actuación en un mundo marcado por dos factores decisivos: (a) la crisis financiera internacional a punto de convertirse en una recesión profunda o depresión en las principales economías del mundo; (b) el curso de guerra que ha tomado la política exterior estadounidense y que parece imposible de contener, después de la frustrante experiencia del gobierno de Obama.

En un mundo cada vez en mayor crisis y con mayor número de intervenciones militares de las grandes potencias, el CELAC va a ser una importante voz política. Sus impulsores lo saben perfectamente. Amèrica Latina y el Caribe están dejando de ser un patrio trasero. Bien por eso.

11.12.11
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Balance preliminar de la crisis ministerial

Luego que el Ollanta I, de Locumba a las elecciones del 2006, fuera reemplazado por Ollanta II de las últimas elecciones y de los primeros 100 días de gobierno, hemos llegado al punto en el que muchos se preguntan si a partir de mañana estaremos ante un Ollanta III posterior a la salida del gabinete Lerner. Es temprano para ser categóricos pero hay algunas señales que no pueden eludirse:

(a) El supuesto gobierno de “concertación nacional” ha perdido a su único elemento realmente concertador, que podía conversar con todos los sectores políticos; con empresarios y líderes sindicales; y pasar nueve horas tratando de convencer a las autoridades y dirigentes cajamarquinos para lograr una solución del conflicto de Conga a través del diálogo.

(b) Lerner parece el derrotado de Conga por el aparente fracaso del diálogo del domingo pasado, pero en realidad el que había sido desacatado por los huelguistas era el propio Ollanta Humala que el martes previo logró una solución con la empresa Yanacocha para suspender el proyecto a exigencia del gobierno, pero que prescindió de la región para ese acuerdo, con el resultado que la huelga se radicalizó y entró en un callejón sin salida.

(c) Es entonces que el exprimer ministro reabre el diálogo y consigue una tregua de tres días, llena de incertidumbres, y se sopla la negociación del domingo avanzando un documento de acuerdo que los cajamarquinos no quisieron firmar sin consultar a las bases. En ese punto Santos y Saavedra liquidaron, quizás sin proponérselo, a su interlocutor y le abrieron el camino al giro represivo.

(d) El estado de emergencia fue una respuesta de Ollanta Humala y Oscar Valdés (dicen que también de Miguel Castilla), que sabían que no tenía consenso para eso en el gabinete y que remacharon luego con el congelamiento de las cuentas del gobierno regional. De pronto había surgido un mini gabinete, y ya se sabía quién tenía que irse y quién iba a reemplazarlo.

(e) El hecho que los dirigentes que no firmaron en la noche, ordenaran el repliegue de sus fuerzas la mañana siguiente ante el inicio de la emergencia, fue el triunfo del método Valdez y el anuncio de que los siguientes conflictos serán tratados de la misma manera. Es una victoria pírrica para un gobierno que está pagando en confianza y credibilidad entre sus electores más fieles la improvisada dureza de estos días.

(f) Con Lerner se va una parte de la intelectualidad que acompañó a Ollanta en la elaboración de su plan de gobierno y que fue olvidada en el cambalache de la Hoja de Ruta y otros compromisos de moderación política, y a los que el presidente dejó sin lugar en su gobierno. El primer ministro empresario, se hizo cargo de los amigos de izquierda de Ollanta Humala y los convirtió en el único núcleo de debate político dentro del gobierno.

(g) El nuevo primer ministro comandante en retiro como el presidente, refuerza el aire de militarización que recorre al gobierno después del estado de emergencia y del discurso de Ayacucho del 9 de diciembre. Es como si Ollanta se hubiera replegado hacia el Ejército al que anteayer le invocaba alejarse de la política, es decir como si él mismo creyera que puede ser el primer político del país sin hacer política. Tal vez como “guardián socrático· de todos nosotros.

11.12.11
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No a las negociaciones y mucha hipocresía

Alguna explicación política y militar debe existir para que la derrota de los llamados “remanentes de Sendero Luminoso” ubicados en la selva, no haya podido alcanzarse después de casi veinte años después de la captura de Abimael Guzmán y el fin del conflicto armado en la mayor parte del país. Algunos creen que el fujimorismo mantuvo estos dos focos para justificar un estado de guerra perpetúa que permitiera postular la reelección indefinida del autor del golpe de 1992, como el único que podía evitar el recrudecimiento generalizado de la violencia en el país.

Otros han pensado que es el carácter totalmente defensivo de esta etapa de la guerra desarrollada en una zona donde la presencia del Estado es muy débil, lo que explica el continuado fracaso de las fuerzas represivas en el VRAE y el Huallaga. Finalmente están los “expertos” que han diagnosticado que los rezagos de la subversión de los 80 y 90 han devenido en “otra cosa” y que son parte de una especie de nueva guerra de las drogas y que eso tiene que ver con mejor armamento y capacidad de reproducción en espacios locales y regionales.

Lo que sea. Pero la verdad que se ha vivido en tanto tiempo ha sido la de un desfile intermitente de militares, policías y civiles, muertos en enfrentamientos que no parecen tener fin. Asimismo declaraciones de presidentes anunciando la batalla final; ministros y generales prometiendo tener cercados a los rebeldes; y medios dando cuenta de la captura de tantos lugartenientes, jefes de seguridad y convivientes de los jefes subversivos que nadie entiende porque las cosas siguen básicamente igual. Todo esto ya lo sabemos. Como que conocemos que cada vez que desde la selva llega un pedido para instalar una negociación para rendirse, aparece un ministro que promete estudiar el asunto, y le caen media docena de sus colegas declarando que no hay nada que negociar, que lo único que le queda a los senderistas de Artemio o José es rendirse, y que lo que pasa en que están cercados y ya van a caer.

Por supuesto, que la oposición, en particular el fujimorismo siempre va a decir que toda negociación sería una cobardía y se pondrá a hacer la cuenta de los crímenes de la subversión, olvidando de paso los suyos propios. Pero ahora, gracias a IDL, nos enteramos no sólo que Artemio quiere dejar las armas como ya había habido noticia anteriormente, o que el último miembro del Comité Central de Guzmán reconoce su derrota militar pero pide condiciones para entregar las armas, lo que ha sido contestado con las mismas frase hechas de todos los gobiernos, sino que esto que está diciendo ante la prensa ya ha sido tratado con anteriores gobiernos que enviaron delegados secretos y al propio monseñor Bambarén a discutir el tema. O sea hubo negociación.

Pero para el público no la hubo. Seguimos teniendo unas fuerzas armadas y policiales que no pueden con unos doscientos tipos atrincherados en la selva, pero que de todas maneras los van a derrotar, y unos políticos que no negocian un rendición (¡), porque no se quieren perder la ocasión de una victoria militar, pero negocian. Es como Fujimori, que negoció meses con Guzmán, Iparraguirre y toda su dirección de dónde salió la propuesta de “acuerdo de paz”, que el gobierno trasmitió al país, pero que en vez de tomarse en serio la paz, se convirtió en trofeo de guerra del régimen que alardeó que había hecho rendirse al jefe de Sendero. ¿Cuántos habrán muerto por esta irresponsabilidad?

10.12.11
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viernes, diciembre 09, 2011

Estado corrupto

A Omar Chehade lo han enviado 120 días a su casa sin goce de haber y está en agenda su desafuero e inhabilitación para ocupar cargos políticos por cinco años, y el cargo más importante que se le hace es haber patrocinado al grupo Wong ante generales de la Policía que tenían que ver con una eventual operación de desalojo de los trabajadores de la azucarera Andahuasi, o si se quiere haber avalado a su hermano ante los mismos generales para este objetivo. El Congreso ha votado 103 contra uno para sancionar al segundo vicepresidente, pero hasta ahora no hay un voto en contra de los Wong, como bien anota Javier Diez Canseco, que recuerda que no hay lobista sin empresa que paga el lobby.

Estos días ha estado circulando en la internet un video con un informe del New York Times que LA PRIMERA trascribió casi en su totalidad (IDL también hizo un resumen), que cuenta la manera como la empresa Newmont de los Estados Unidos recurrió a Vladimiro Montesinos para asegurarse el voto en la Suprema que debía dirimir la controversia por un paquete de acciones de Minera Yanacocha, que mantenía junto a sus socios peruanos de Buenaventura contra la francesa BRGM, y de la intervención del gobierno de Washington a través del subsecretario de Estado, Peter Romero, para convencer a Montesinos de la posición de Newmont, después de los cual el asesor termina convenciendo al vocal dirimente que el asunto de la mina de oro era vital para que Estados Unidos apoye al Perú en el acuerdo de paz con Ecuador.

Montesinos, efectivamente está preso, entre otras cosas por haber manejado el poder judicial para favorecer intereses particulares. Pero nunca se ha sancionado al señor Kurlander, vicepresidente de Newmont, que prometió amistad eterna al asesor de Fujimori si le arreglaba su “problema”, y por el contrario los dueños de Yanacocha siguen tan poderosos que luego de haber financiado la campaña contra Humala, mantienen importantes contactos en el nuevo gobierno, se enfrentan con Cajamarca y logran un estado de emergencia para proteger a sus intereses. Peter Romero, por su parte se convirtió en empleado de la Newmont en los Estados Unidos. Claro, tampoco han sido procesados el chileno Andrónico Lusvic de Luchetti, aunque sí los jueces y abogados que intervinieron para arreglarle el juicio con la Municipalidad de Lima; ni Dionisio Romero que consiguió rebajas de aranceles para el trigo importado en la salita del SIN y una comisión interventora de su confianza para el caso Hayduck cuando el dueño estaba detenido por narcotráfico, caso del que Olluquito Martínez también se liberó con una ley especial.

Al asesor Almeyda de Toledo lo enviaron a la cárcel por varios hechos de corrupción y fue denunciado por El Comercio de ser el intermediario de una soborno de la empresa cervecera colombiana Bavaria para varios miembros del gobierno de la época, entre ellos el propio presidente, para que se hiciera una excepción al reglamento de inversiones en la venta de la participación de la venezolana Polar a favor de los colombianos en la compra de Backus, como efectivamente se hizo con intervención directa del mencionado asesor que ocupó un cargo clave en la CONASEV los días en que se decidió sobre este asunto. Pero ni los medios, ni los jueces investigaron a los de Bavaria o sus sucesores de Sab Miller por su visible influencia en varias decisiones políticas. Podríamos seguir más con los casos de Camisea, Aeroperú, LAP, pero lo dejamos para otra vez. Quede claro nomás que aquí pueden caer los corruptos, pero jamás los corruptores.

09.12.11
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jueves, diciembre 08, 2011

La república de los recursos naturales

A Ollanta Humala le escuché muchas veces develar la paradoja de los recursos naturales en el Perú, que consiste en el hecho de que la Constitución los declare patrimonio de todos los peruanos, representados por el Estado, y que prohíba al mismo tiempo al Estado hacer usufructo de ellos. Eso quiere decir, advertía el candidato, que estos recursos son en realidad de la empresa a la que se le hace la concesión que al sacarlos del subsuelo son para su puro beneficio.

La frase más exacta era que los recursos son nacionales y estatales cuando no se tocan, pero una vez en tierra son totalmente privados, de empresas que a veces no pagan impuestos, y no respetan a las comunidades que estaban en el lugar mucho antes de ellas. Estas no son temas del viejo Ollanta del 2006, ni siquiera de aquel del programa de la Gran Transformación de fines del 2010, sino del que estuvo en campaña hasta el 4 de junio del 2011 cuando ganó la segunda vuelta.

La frase “el subsuelo es de todos los peruanos”, o sea no de las regiones, las provincias, los distritos y las comunidades, le pertenece a Fujimori y fue adoptada sucesivamente por Toledo y García, y quiere señalar que sólo el poder central, puede disponer de los recursos que alberga, lo que explica las alianzas entre los gobiernos y las grandes empresas para llevar adelante los megaproyectos de explotación del oro, la plata, el cobre, el petróleo o el gas. Todo el conflicto de Conga y similares, derivan del complemento de la idea anterior: el subsuelo no tiene nada que ver con los que viven sobre él o conforman su entorno.

Durante dos elecciones, Ollanta Humala encarnó a los descontentos del país, pero principalmente a los de las provincias y a los del campo, cuyo reclamo más profundo es el de ser tomados en cuenta en las decisiones nacionales. En este sentimiento están encerradas relaciones de poder, que todos perciben en este momento como que no han cambiado. La sucesión que se inicia con Conga va, no acepto ultimátum de nadie, estado de emergencia y el discurso en el aniversario de la Policía, muestra una tendencia que van separando al presidente de su pueblo, con algunas fluctuaciones como la suspensión de actividades del proyecto y el intento de diálogo, que no han tenido éxito porque la desconfianza ya ha sido instalada.

Ahora el gran riesgo es que el gobierno crea que triunfó porque con la emergencia hizo retroceder el movimiento y no perciba que está apareciendo como la policía de Yanacocha. Pero más grave es la inauguración de un nuevo discurso derivado del conflicto que afirma que “si el subsuelo no fuera compartido por todos, no seríamos una república, seríamos simplemente una confederación”. Esta es una manera de baratear la república y convertir los recursos naturales, por los que se paga bien en los mercados internacionales, en la base de unidad del Estado. Peor aún es una declaratoria en contra de las provincias, es decir de la base más del nacionalismo, que bien deben estarse preguntando si no es mejor una federación para ser respetados por el centralismo que se cree dueño del Perú entero. En todo caso una afirmación así es gasolina al conflicto social, que no hará sino reforzar las fuerzas centrífugas que existen en el país. Si a eso le agregamos la absurda detención de Saavedra, es como para preocuparse.

08.12.12
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miércoles, diciembre 07, 2011

La ética del moralizador

Omar Chehade pude considerarse a partir del lunes un verdadero recordman de la política peruana. Nadie como él consiguió la unanimidad de las bancadas para sancionarlo por faltas a la ética y en directa contraposición a sus argumentos de defensa, que suponían que su único error había estado en la inelegancia de conversar con generales en un restaurante. Tampoco existen antecedentes de un vicepresidente echado antes de los 120 días de gobierno, sin apoyo del presidente que lo invitó a acompañarlo, y que haya hecho todos los desplantes necesarios para no dar el famoso “paso al costado”, paso atrás, o alguna otra evidencia que mostrara que era consciente de lo que le estaba ocurriendo.

No hay un paralelo de torpeza semejante al de Chehade, que intentó darle visos de banalidad al proceso que se seguía en su contra, actuando como si fuera un congresista en plenas atribuciones y poniendo en acción una pequeña portátil para pintar de político su juzgamiento. Parece mentira, pero mientras más se esforzaba por aparentar que le resbalaba la denuncia del “resentido” general Arteta, más se hundía en la mirada de la opinión pública, que en un porcentaje arriba de 80% reclama ahora su desafuero.

Le pasó lo de Rosario Ponce, pero en versión masculina y parlamentaria. Es decir se dedicó a insistir que su pasado (limitado a los trámites de la extradición de Fujimori), lo acreditaban por encima de cualquier sospecha de corrupción, y que sus críticos querían destruirlo precisamente porque había empeñado su palabra en luchar contra los corruptos. Mejor se hubiera quedado callado y lo suyo tal vez no hubiera pasado de una reunión impropia y una interferencia indebida en la responsabilidad policial, que felizmente no derivó en ninguna consecuencia práctica.

Suponía bajar la cabeza y admitir que todavía estaba en pañales para dárselas de gran moralizador. Pero no, peor que su encuentro de las Brujas de Cachiche fueron sus intentos de defensa hasta la hora undécima en la que ya no podía retroceder y seguía gritando como un antiguo perseguido suyo: soy inocente. Chehade ha pagado duramente la soberbia del poder. Lo que no está muy claro es si ha aprendido la lección y comprende que desperdició un lugar en la primera línea de la política nacional al que llegó demasiado pronto, y que lo único que le queda es reacomodarse con modestia a una nueva situación.

Pero el problema sería más sencillo si el síndrome Chehade fuera sólo de él y se pudiera conjurar mandándolo a casa. Acá lo grave viene de otro lado. Y es que, con seguramente muy buenas razones, el país ha desechado reiteradamente por más de veinte años a los viejos políticos a lo que considera aprovechados, corruptos, mentirosos y en el fondo concertados para mantener el estatus quo. Por eso la apuesta constante a los nuevos, muchos de los cuales se vuelven “viejos” en corto tiempo, y se les termina colocando en el anaquel de más de lo mismo.

La soberbia del ganador es la ruta segura del fracaso como lo acaba de probar el segundo vicepresidente. Pero lo peor es cuando los políticos de la esperanza terminan tachados también de aprovechados (que se dan la gran vida), corruptos (que interceden por intereses particulares), mentirosos (no pueden asumir su responsabilidad y tratan de encubrirse con falsedades) y de haberse mezclado y hacerse indistinguibles de la antigua política. El nacionalismo generaba expectativas cuando rechazaba toda esa herencia oscura del Estado peruano. Ojalá la caída de Chehade sirva como una vacuna contra la tentación del poder corrupto que asalta a todos los que se acercan.

07.12.11
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martes, diciembre 06, 2011

Palabras equivocadas

El domingo por la noche la situación no podía ser más ominosa. El diálogo gobierno con representantes de Cajamarca había culminado sin acuerdo y si nos ateníamos a las declaraciones previas hacia la media noche vencería el ultimátum lanzado el último viernes por el gobierno regional y el frente de defensa para lograr un acuerdo sobre la inviabilidad del proyecto Conga.

Pero, el primer ministro y otros cuatro miembros del gabinete habían llegado a la ciudad de la sierra norteña con su propia amenaza, sino se conseguía el levantamiento de la huelga y el restablecimiento del orden para instalar las mesas de diálogo, se declararía el estado de emergencia.

O sea se ingresaba al intercambio del domingo sentados sobre una compleja carga de explosivos, colocados por un lado y por el otro. Pero ¿qué podía querer decir el ultimátum regional al gobierno por parte de los que ya estaban en huelga y habían aislado Cajamarca del resto del país durante diez días? Si se entiende que la huelga es precisamente una acción de desgaste que se impone por cansancio de una situación que se iba haciendo insoportable, ¿hasta dónde podía ir después del lunes el gobierno de Gregorio Santos y el frente de Wilfredo Saavedra?

Nadie sabe, porque la verdad ha sido que luego de no firmar el levantamiento de la medida de fuerza, Cajamarca lucía ayer como si realmente se hubiera terminado la huelga. Conscientes que podían perderlo todo en un choque que los medios tratarían como producto de la intransigencia los líderes ordenaron repliegue. Entonces: ¿por qué no anticiparon este desarrollo y se apoderaron de los acuerdos parciales del domingo para convertirlos en la victoria que les estaban regalando?

No tengo duda que los dirigentes de Cajamarca se han estado cerrando las vías de la flexibilidad que debe usar todo el que dirige una movilización de masas. Lo hicieron también la noche del martes cuando se conoció el comunicado de Yanacocha suspendiendo el proyecto Conga. En vez de tomarlo como un paso adelante, lo calificaron de maniobra y empujaron a una mayor radicalización que duró dos días.

Pero el gobierno también ha escogido mal sus opciones. Primero fue la declaración Conga va, del presidente Humala, acompañada de “no acepto ultimátums de nadie”, que a su manera es otro ultimátum. Al cabo de diez días de convulsión social es evidente de que por lo menos Conga no está yendo y que volverá a ser visto esta vez con la participación de la sociedad cajamarquina, y que las intransigencias de un lado o del otro sólo conducen a arrepentirse de las propias palabras.

Más peligros aún es el recurso del estado de emergencia, sobre todo para un gobierno de origen popular y que ha repetido hasta el exceso que seguirá la vía del diálogo para enfrentar los conflictos sociales. Pues bien, si alguien pone una ciudad y una región bajo emergencia es porque va a escalar la represión y va a impedir por la fuerza que los factores de alteración del orden se puedan concentrar y movilizar. Es decir si a un gobierno en emergencia le paralizan la actividad económica o le bloquean las carreteras, quedaría sin recursos de autoridad. Todo eso invita a que una decisión de este tipo pueda derivar fácilmente a excesos de fuerza.

Es obvio que el gobierno no quiere que lo lleven a un baguazo, pero el riesgo es que otra vez al lado opuesto se entienda que estanos ante una ficción de emergencia, como ya se lee en algunos pronunciamientos. Así estamos en un absurdo en el que todos pueden terminar perdiendo, cuando suficiente base de acuerdo para organizar un repliegue ordenado y pasar a discutir sobre la Conga, que era lo que se estaba buscando. Y, a todo esto, ¿dónde está Yanacocha que es el responsable de todo este despelote?

06.12.11
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domingo, diciembre 04, 2011

LAP perdió el juicio

Acaba de terminar una historia que amenazaba con devolvernos a Kafka y a su capacidad de introducirnos a los peores vericuetos de la injusticia. Desde el año 2009, el director de La Primera, quién escribe, en su condición de jefe de la Unidad de Investigación, y el periodista independiente Herbert Mujica, fuimos sometidos, cada uno, a tres procesos penales por difamadores y violadores del honor de personas a las que no conocemos y no tenemos porqué violarles nada, por el hecho de haber publicado una información que recogía la resolución del titular del Sexto Juzgado Penal del Callao, Fidel Gómez Alva, abriendo instrucción a 34 personas por delito de narcotráfico, entre las que se encontraba el gerente de seguridad de la actual administradora del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, proceso que se derivaba de la captura en la Playa de Estacionamiento del chófer de un automóvil con un alijo de 60 kilos de cocaína, que llevó a la detención de una red en la que estaban implicadas muchas personas entre ellas el gerente de seguridad de Lima Airport Partners LAP.

Yo fui el autor de una nota que llevaba como título “Red de Narcotráfico en el Aeropuerto”, de julio del 2009, redactada luego de conocer el documento judicial y la acusación fiscal, en la que se indicaba que el método utilizado por los traficantes consistía en pasar la droga a través de la zona internacional del Jorge Chávez, en los embarques de alimentos para las naves, con la complicidad de policías y agentes de aduana, así como de personal del aeropuerto y las compañías aéreas, cuyos jefes aparentemente los rotaban para que en el momento del embarque los que estaban a cargo se hicieran los ciegos y no vieran las droga que subía a los aviones. Esta denuncia se relacionaba además con una serie de descubrimientos de pases de droga procedentes del Perú por vía aérea, en terminales de otros países, que había llevado a que un canal de televisión calificara que el Jorge Chávez era una coladera. Don César Lévano, por su parte, sólo comentó la turbiedad que significaba que un alto funcionario de seguridad de LAP pudiese ser cómplice de narcotráfico; y Mujica lo único que hizo fue citarme.

¿Y qué hizo LAP? Si creen que inició investigaciones, buscó responsables y elaboró un informe para el país explicando el camino de las drogas, están equivocados. Lo que decidió su alta gerencia y sus poderosos abogados encabezados por el ex procurador anticorrupción Luis Vargas Valdivia, fue enjuiciarnos a todos los que habíamos informado u opinado sobre el tema, usando como pantalla al tal John Kirch (el denunciado gerente de seguridad), al exgerente y a dos damas que se presentaron como trabajadoras ofendidas por nuestras publicaciones. ¿Qué decían todos ellos? Que al poner en conocimiento de la sociedad la existencia de la investigación fiscal y judicial dañábamos su honor y el de la empresa. Mientras tanto LAP logró que Kirch, fuera investigado sin ser detenido (porque tenía un “buen empleo”), cambiado de gerencia y posteriormente asesorado para levar adelante un habeas corpus que lo separó del proceso.

Luego fueron saliendo los demás implicados del caso y la cadena para que la droga salga del país quedó sin esclarecerse. Finalmente por los 60 kilos de cocaína, los únicos que iban a juicio éramos los periodistas. Y, claro, LAP exigía que se nos prohibiera hablar sobre ellos (“que se les prohíba realizar nuevas afirmaciones que vulneren el derecho al honor del recurrente”). Es decir ellos no aclaran nada sobre un asunto de extrema gravedad, pero quieren que la prensa también se mantenga en silencio, intimidada por el poder del dinero y los juicios interminables. Pero, como acabo decir, esta historia de abuso contra la razón y la justicia acaba de terminar: la Segunda Sala Penal para Procesos con Reos Libres, integrada por los doctores Biaggi, Placencia y Quezada, ha zanjado el caso votando la absolución de Wiener y Lévano, declarando que no hubo delito. Con lo que además se agotó el trámite. O sea, LAP perdió el juicio. La libertad de información y opinión ganó una batalla.

04.12.11
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